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    Anuario de los testigos de Jehová 2002
    • Muchos tuvieron que aguantar esa presión por décadas. Bela Meysar, de Transcarpatia, fue uno de ellos. En 1956 lo detuvieron por primera vez, y, siendo joven e inexperto, firmó sin darse cuenta ciertas declaraciones sobre nuestra obra que resultaron en que algunos hermanos fueran citados por los servicios de seguridad. El hermano Meysar comprendió después el error que había cometido y rogó a Jehová que no se condenara a ninguno de aquellos hermanos. Al final no se les detuvo, pero él sí recibió una sentencia de ocho años de prisión.

      Al regresar a su casa, lo mantuvieron confinado en el pueblo por dos años, y tuvo que presentarse en la comisaría todos los lunes. En 1968, por negarse a recibir instrucción militar, fue sentenciado a un año de prisión. Al salir, volvió a su casa y continuó sirviendo con celo a Jehová. En 1975, a los 47 años, lo sentenciaron nuevamente.

      Tras cumplir su condena de cinco años de prisión, lo deportaron cinco años más a la República Socialista Soviética de Yakutia, una región a la que solo se podía acceder por avión. Durante el vuelo, los soldados jóvenes que lo escoltaban le preguntaron: “Oiga, ¿cómo es que a su edad es un delincuente tan peligroso?”. El hermano Meysar les explicó la vida que llevaba y dio un buen testimonio sobre el propósito de Dios para la Tierra.

      Cuando llegó a su destino, las autoridades del lugar le tenían miedo, pues en los documentos figuraba como un “delincuente sumamente peligroso”. Pero a los pocos días, al ver la buena conducta cristiana del hermano Meysar, dijeron al agente del KGB: “Si tienen más delincuentes como este, mándenlos aquí, por favor”.

      El hermano Meysar regresó a su casa en 1985 a los 57 años de edad. Durante los veintiún años que estuvo privado de libertad, Regina, su fiel esposa, residía en su domicilio, en Transcarpatia, y lo visitaba con frecuencia pese a la larga distancia y los considerables gastos implicados. Sumando todos sus viajes, Regina recorrió más de 140.000 kilómetros [85.000 millas] para ver a su esposo.

      Dado que aun después de su liberación, los agentes de la policía y el KGB seguían presentándose a menudo en la casa del hermano Meysar, en el pueblo de Rakoshin, cierto día ocurrió algo gracioso. A principios de la década de 1990, Theodore Jaracz, del Cuerpo Gobernante, se encontraba en Užgorod (Transcarpatia) junto con hermanos del Comité del País. De regreso a Lvov decidieron hacer una breve visita al hermano Meysar. Una hermana que vivía cerca vio a nueve hombres bajarse de tres automóviles que se habían detenido frente al humilde hogar del hermano. Asustadísima, corrió a la casa de otro Testigo y, jadeando, le dijo que había llegado el KGB para detener al hermano Meysar de nuevo. ¡Cuánto se alegró al enterarse de lo equivocada que estaba!

  • Ucrania
    Anuario de los testigos de Jehová 2002
    • [Ilustración de la página 223]

      Durante los veintiún años que Bela Meysar estuvo en prisión, Regina, su fiel esposa, recorrió un total de más de 140.000 kilómetros para visitarlo con frecuencia

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