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UcraniaAnuario de los testigos de Jehová 2002
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Pavlo Ziatek, un hermano humilde y celoso, sufrió mucho a causa de la desconfianza y las sospechas infundadas de que fue objeto. Pasó un buen número de años en campos de prisioneros y dedicó su vida entera al servicio de Jehová.
A mediados de la década de 1940, el hermano Ziatek, siervo del país en aquel entonces, fue detenido, y pasó diez años en una prisión del oeste de Ucrania. En 1956 salió en libertad y en 1957 reemprendió su labor como siervo del país. El hermano Ziatek, otros cuatro hermanos de Ucrania y cuatro de Siberia componían el Comité del País, cuya responsabilidad era supervisar la predicación del Reino en toda la URSS.
Pero en vista de las enormes distancias que los separaban y la constante persecución, no les era posible mantener una buena comunicación ni reunirse con regularidad. Con el tiempo corrieron rumores y chismes sobre el hermano Ziatek y los demás miembros del comité. Se decía que el hermano Ziatek estaba colaborando con los servicios de seguridad, que se había construido una gran casa con los fondos destinados a fomentar la predicación y que lo habían visto con uniforme militar. Todas las acusaciones eran falsas. Así y todo, se hizo un álbum con aquellos informes y se envió a los superintendentes de distrito y circuito de Siberia.
En marzo de 1959, algunos superintendentes de circuito de Siberia dejaron de enviar sus informes del servicio del campo al Comité del País. Los que se separaron lo hicieron sin consultar con la sede mundial. Además, no siguieron las instrucciones de los hermanos locales nombrados para supervisar la obra. Aquella situación provocó entre los testigos de Jehová de la URSS una escisión que duró varios años.
Los hermanos separados persuadieron a otros superintendentes de circuito para que adoptaran la misma postura, y a raíz de ello, los informes mensuales del servicio del campo de algunos circuitos empezaron a enviarse a los que se habían separado en lugar de al Comité del País. Sin embargo, como la mayor parte de los Testigos desconocían que sus informes no habían llegado al Comité del País, la actividad de las congregaciones no se vio afectada. El hermano Ziatek hizo varios viajes a Siberia y finalmente consiguió que unos cuantos circuitos volvieran a enviar sus informes al Comité del País.
El retorno a la organización teocrática
El 1 de enero de 1961, cuando regresaba de uno de sus viajes a Siberia, el hermano Ziatek fue detenido en el tren. Recibió otra sentencia de diez años de prisión, esta vez en un campo de prisioneros “especial” de Mordvinia (Rusia). ¿Qué tenía de “especial” aquel campo?
El confinamiento en campos de prisioneros daba a los hermanos la oportunidad de predicar a otros reclusos, muchos de los cuales llegaron a ser Testigos. Las autoridades, molestas por ello, decidieron juntar en un mismo campo a los Testigos destacados para que no pudieran predicar. A finales de la década de 1950 trasladaron a más de cuatrocientos hermanos y unas cien hermanas de diversos campos de prisioneros de la URSS a dos campos de Mordvinia. Entre ellos había hermanos del Comité del País y también superintendentes de circuito y distrito que se habían separado del conducto de comunicación que Jehová utilizaba. Cuando aquellos Testigos vieron que el hermano Ziatek también estaba preso, se dieron cuenta de que no había razón para creer que hubiera estado colaborando con los servicios de seguridad.
Mientras tanto, en vista de la detención del hermano Ziatek, se decidió que Ivan Pashkovskyi ocupara su lugar como siervo del país. A mediados de 1961, este se reunió con los hermanos que dirigían la obra en Polonia, les habló de las divisiones que existían entre los hermanos de la URSS y pidió que Nathan H. Knorr, de la sede mundial, situada en Brooklyn, escribiera una carta en la que indicara que el hermano Ziatek contaba con el apoyo de la organización. En 1962, el hermano Pashkovskyi recibió una copia de dicha carta, dirigida a los testigos de Jehová de la URSS y fechada el 18 de mayo de 1962, que en parte decía: “Las noticias que me llegan de vez en cuando indican que los hermanos de la URSS continúan manteniendo su firme deseo de ser siervos fieles de Jehová Dios. Pero a algunos de ustedes les ha resultado difícil mantener la unidad con sus hermanos. Creo que el problema radica en los deficientes servicios de comunicaciones y en las mentiras que deliberadamente han hecho circular quienes se oponen a Jehová Dios. Por ello les escribo con el fin de hacerles saber que la Sociedad reconoce al hermano Pavlo Ziatek y a sus colaboradores como los superintendentes cristianos responsables de la obra en la URSS. Hemos de evitar tanto las transigencias como las opiniones extremistas. Debemos ser sensatos, razonables, adaptables y también firmes en los principios divinos”.
Aquella carta y el hecho de que el hermano Ziatek estuviera condenado a diez años de prisión contribuyeron a unir al pueblo de Jehová en la URSS. Muchos hermanos separados que se hallaban en cárceles y campos de prisioneros empezaron a volver a la organización. Comprendieron que el hermano Ziatek no era un traidor y, además, que contaba con el pleno apoyo de la sede mundial. Al escribir a sus familiares y amigos, estos Testigos confinados animaban a los ancianos de sus respectivas congregaciones a ponerse en contacto con los que se habían mantenido fieles y empezar a informar su actividad en el servicio. Durante el transcurso de los siguientes diez años, la mayoría de los hermanos separados siguieron este consejo, aunque, como veremos, no fue fácil conseguir la unificación.
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[Ilustración de la página 194]
Pavlo Ziatek dedicó su vida entera al servicio de Jehová
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