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UcraniaAnuario de los testigos de Jehová 2002
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Deportados a Rusia
Las verdades bíblicas que proclamaban los testigos de Jehová eran incompatibles con la ideología atea del régimen comunista. Las publicaciones que imprimían y distribuían clandestinamente, gracias a su buena organización, promovían el Reino de Dios. Además, los Testigos difundían las enseñanzas bíblicas entre sus vecinos y parientes. Por ello, de 1947 a 1950, las autoridades detuvieron a más de mil Testigos. Pero en vista de que el número de hermanos seguía aumentando, en 1951 urdieron secretamente un plan con el que esperaban aplastar al pueblo de Dios: deportarían a los Testigos restantes a 5.000 kilómetros [3.000 millas] de allí, a Rusia, a las partes más remotas de Siberia.
El 8 de abril de 1951, más de seis mil cien Testigos fueron deportados del oeste de Ucrania a Siberia. Por la mañana temprano, llegaron camiones de soldados a la casa de cada familia de Testigos, y les dieron tan solo dos horas para empaquetar sus pertenencias antes de emprender el viaje. Solo podían llevarse los objetos de valor y efectos personales. Todos los que se encontraban en la casa fueron deportados: hombres, mujeres y niños. No se eximió a nadie por razones de edad avanzada ni de mala salud. Con gran rapidez, en un solo día, los metieron en vagones de carga y los enviaron a su destino.
Los que no se hallaban en sus hogares en aquel momento se quedaron, y las autoridades no los buscaron. Algunos solicitaron oficialmente que los deportaran junto a sus familias, pero no les contestaron ni les comunicaron el paradero de sus seres queridos.
En total se deportó a unos nueve mil quinientos Testigos de seis repúblicas: Ucrania, Moldavia, el oeste de Belarús, Lituania, Letonia y Estonia. Se les trasladó bajo vigilancia militar en vagones de carga a los que la gente llamaba establos, pues normalmente se utilizaban para transportar ganado.
Ninguno de ellos sabía adónde se les llevaba. Durante su largo viaje, oraron, entonaron cánticos y se ayudaron unos a otros. Algunos, para identificarse, colgaron en la parte exterior de los vagones letreros de tela que decían “Somos testigos de Jehová de Volinia” o “Somos testigos de Jehová de Lvov”. Al detenerse en las estaciones a lo largo del camino, vieron trenes con letreros parecidos de otras partes del oeste de Ucrania, lo cual les ayudó a darse cuenta de que no eran los únicos Testigos a quienes se estaba deportando. Aquellos “telegramas” fortalecieron a los hermanos durante las dos o tres semanas de viaje hasta Siberia.
Las autoridades pretendían que los testigos de Jehová jamás salieran de Siberia; querían que fuera un exilio permanente. Aunque los hermanos no estaban presos, tenían que presentarse regularmente a las oficinas de inscripción locales. Los que no lo hacían eran sentenciados a varios años de prisión.
Al llegar, a algunos los hicieron bajar del tren en pleno bosque y les dieron hachas para talar árboles con los que construir sus viviendas y ganarse el sustento. En muchos casos, a fin de sobrevivir a los primeros inviernos, tuvieron que construir refugios rudimentarios cavados en la tierra y techados con hierba.
Hryhorii Melnyk, que actualmente sirve de anciano en Crimea, recuerda: “Tras la detención de mi hermana en 1947, las autoridades solían someterme a interrogatorios en los que me golpeaban con palos. Varias veces me obligaron a permanecer de pie junto a una pared durante dieciséis horas. Querían obligarme a declarar contra mi hermana mayor, que era Testigo. Yo tenía 16 años. Como no accedí, las autoridades locales me miraban con malos ojos y deseaban librarse de mí.
”Finalmente, en 1951, me deportaron a Siberia con mis dos hermanos y mi hermana menores, a pesar de que éramos huérfanos. Nuestros padres ya habían muerto, y nuestros dos hermanos mayores se encontraban cumpliendo condenas de diez años de prisión. Así que a los 20 años ya había asumido la responsabilidad de cuidar de mis tres hermanos menores.
”Me acuerdo muchas veces de los dos primeros años en Siberia, cuando lo único que teníamos para subsistir eran papas y té. Bebíamos el té en platos de sopa, pues en aquel tiempo las tazas eran un lujo. Pero en sentido espiritual me encontraba muy bien. A los pocos días de llegar empecé a conducir reuniones públicas. Luego también comenzamos a celebrar lo que ahora se conoce como la Escuela del Ministerio Teocrático. No me resultaba fácil cumplir con tales responsabilidades, pues para mantener a mis hermanos menores tenía que hacer trabajos que requerían un extenuante esfuerzo físico.” Pese a las muchas dificultades que pasaron, los hermanos Melnyk se mantuvieron fieles a Jehová y su organización.
Con el fin de impedir la comunicación entre la gente de la localidad y los Testigos que pronto llegarían, las autoridades siberianas esparcieron el rumor de que se acercaban unos caníbales. Eso explica lo que les sucedió a unos hermanos que, al llegar, se vieron obligados a esperar unos días hasta que les asignaran vivienda en los pueblos de la zona. Mientras tanto, se sentaron al aire libre, a la orilla del río Chulim, entonces congelado. Debido a la gran cantidad de nieve que todavía quedaba en el suelo, pese a estar a mediados de abril, encendieron una fogata para calentarse y se pusieron a cantar, orar y relatar experiencias de sus viajes. Para su sorpresa, ninguno de los lugareños se les acercó. Y no solo eso, sino que cerraron todas las puertas y ventanas para impedirles entrar en sus casas. Al tercer día, los aldeanos más valientes, provistos de hachas, los abordaron. Al conversar con los hermanos, les explicaron que al principio pensaban que eran caníbales, pero que se habían dado cuenta de que no era cierto.
En 1951, las autoridades también iban a deportar a los Testigos de Transcarpatia. Incluso llevaron hasta allí vagones de carga vacíos. Pero, por alguna razón desconocida, se cancelaron los planes, lo cual permitió que, durante la proscripción, Transcarpatia llegara a ser una de las principales regiones productoras de publicaciones para toda la Unión Soviética.
La unidad continúa
Dado que la mayoría de los hermanos habían sido deportados a Siberia, muchos de los que se quedaron perdieron el contacto con la organización. Por ejemplo, Mariya Hrechyna, de Černovcy, pasó más de seis años sin saber nada de la organización ni de sus compañeros cristianos. Sin embargo, siguió confiando en Jehová y continuó fiel. Además, dado que la mayoría de los hermanos estaban presos o habían sido deportados, desde 1951 hasta mediados de la década de 1960 se hizo necesario que las hermanas llevaran la delantera en muchas congregaciones.
Mykhailo Dasevich, testigo presencial de aquellos sucesos, recuerda: “La deportación a Siberia no me afectó directamente porque cuando se prepararon las listas de los que iban a ser deportados, yo todavía estaba encarcelado en Rusia. Cuando regresé a Ucrania, la mayoría de los Testigos de la región donde yo vivía fueron enviados a Siberia. De modo que tuve que buscar a los hermanos aislados que habían perdido contacto con la organización y juntarlos en grupos de estudio de libro y congregaciones. Por decirlo así, empecé a desempeñar la función de superintendente de circuito, aunque nadie me había nombrado. Cada mes visitaba a todas las congregaciones, recogía los informes y pasaba de una congregación a otra las publicaciones que todavía poseíamos. Como apenas había varones, el trabajo de los siervos de congregación solía recaer en las hermanas, y en algunas zonas, estas incluso desempeñaban la función de siervos de circuito. Por razones de seguridad, las reuniones de siervos de congregación del circuito las celebrábamos de noche en algún cementerio. Dado que, por lo general, la gente tenía cierto temor a los muertos, estábamos seguros de que nadie iría allí a molestarnos. Normalmente hablábamos muy bajo durante aquellas reuniones, pero una vez levantamos un poco la voz y dos hombres que pasaban cerca del cementerio huyeron corriendo a toda velocidad. Debieron de pensar que habían oído hablar a los muertos”.
Tras la deportación de 1951, Mykola Tsyba, el siervo del país en aquel tiempo, continuó imprimiendo publicaciones bíblicas clandestinamente en un búnker. En 1952, los servicios de seguridad descubrieron dónde estaba y lo encarcelaron. El hermano Tsyba pasó muchos años en prisión y permaneció fiel hasta el día de su muerte, acaecida en 1978. Otros varios hermanos que colaboraron con él también fueron detenidos.
Durante aquellos años, los Testigos no tenían ningún contacto con el extranjero, por lo que no podían recibir las publicaciones a su debido tiempo. Una vez, ciertos hermanos consiguieron un montón de revistas La Atalaya en rumano de los años 1945 a 1949, las cuales se tradujeron al ucraniano y al ruso.
Los Testigos de Ucrania que no habían sido deportados ni encarcelados se interesaron mucho por sus compañeros cristianos privados de libertad. Hicieron todo lo posible por confeccionar una lista de los que estaban en prisión a fin de enviarles ropa de abrigo, comida y publicaciones. Por ejemplo, los testigos de Jehová de Transcarpatia se mantuvieron en contacto con los que se hallaban recluidos en 54 campos de prisioneros de toda la Unión Soviética. Muchas congregaciones tenían una caja de contribuciones adicional “Para las buenas esperanzas”. El dinero en ella depositado se utilizaba para ayudar a los que estaban presos. Las afectuosas cartas de agradecimiento y los informes del ministerio que llegaban de los campos y las prisiones infundían mucho ánimo a los fieles y abnegados hermanos que estaban en libertad.
Las circunstancias mejoran
Tras la muerte del dirigente soviético Josif Stalin, la actitud hacia los Testigos mejoró. En 1953 se proclamó una amnistía en la URSS que permitió que algunos salieran en libertad. Después, al formarse la Comisión Estatal, se revisaron las sentencias que se habían dictado. Gracias a ello, muchos hermanos fueron puestos en libertad y a otros se les redujo la condena.
En los años siguientes, la mayoría de los Testigos presos fueron liberados. Pero la amnistía no abarcaba a los que habían sido deportados en 1951. Cabe señalar que en algunos campos y prisiones hubo mucho crecimiento: eran más los que se habían hecho testigos de Jehová allí que los que habían entrado siendo Testigos. Aquello animó a los hermanos y los convenció de que, sin duda alguna, Jehová los había bendecido por mantenerse firmes durante aquel tiempo.
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UcraniaAnuario de los testigos de Jehová 2002
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[Ilustración y recuadro de la página 175]
Entrevista con Mariya Fedun
Año de nacimiento: 1939
Año de bautismo: 1958
Reseña biográfica: De 1951 a 1965 estuvo deportada.
Después de instalarnos en el tren, calmarnos un poco y ponernos en marcha, ¿qué más podíamos hacer? Nos pusimos a entonar cánticos del cancionero, todos los que sabíamos de memoria.
Al principio solo oíamos las voces de nuestro vagón; pero más adelante, cuando nos deteníamos para ceder el paso a otros ferrocarriles, descubrimos que también había hermanos en algunos de ellos, pues los oíamos cantar. Unos venían de Moldavia y otros, de Bucovina (Rumania). Eran muchos los trenes que circulaban, y en diversos puntos se iban rebasando unos a otros. Nos dimos cuenta de que todas aquellas voces eran de nuestros hermanos.
Recordábamos bastantes cánticos; otros muchos se compusieron allí mismo. Nos daban ánimo y nos ayudaban a mantener la actitud apropiada. Eran cánticos que realmente dirigían nuestra atención a Jehová.
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