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Nuestro viaje inolvidable a VanuatuLa Atalaya 1988 | 15 de julio
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Conocemos a los “pequeños nambas”
El día siguiente un hermano nativo y yo viajamos en avioneta a la isla de Malekula. Después de un vuelo turbulento, aterrizamos en South West Bay. Mi compañero fue a buscar a su primo para que nos consiguiera un bote. Era la única manera de llegar a la aldea de Letokas, adonde íbamos.
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Nuestro viaje inolvidable a VanuatuLa Atalaya 1988 | 15 de julio
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Pronto notamos el humo que subía de una plantación de coco a la distancia. Así supimos que nos acercábamos a nuestro destino, una hermosa ensenada cerca de Bamboo Bay. Al acercarnos a la orilla, unas marsopas vinieron a jugar cerca. Después vimos a varios hombres que llevaban arcos y flechas y hacían ademanes excitados. Entre ellos estaban nuestros hermanos, muy gozosos de vernos llegar.
Estos eran los pequeños nambas del sur de Malekula, una de las tribus más aisladas del sur del Pacífico. Viven en aldehuelas en lugares montañosos a varios días de camino desde la costa. Los hombres solían usar la “namba”, una cobertura de hojas para los lomos colgada de una correa de corteza arbórea. Las mujeres llevan faldas cortas de yerba. En cada aldea por lo general hay un centro ceremonial donde se ejecutan danzas relacionadas con sacrificios y otros ritos. Aunque muchos aldeanos han adoptado el estilo de vida occidental, todavía son comunes las supersticiones y las prácticas espiritistas.
Fue un placer conocer a los hermanos. Los hombres eran de baja estatura, pero muy fuertes. Me conmovieron su timidez natural y su bondad. Algunos niños me tenían miedo porque yo era blanco como los médicos que los habían tratado, ¡y recordaban bien las inyecciones que les habían puesto!
La aldea estaba dividida en dos por una pequeña plantación de coco en el medio. La mitad de la aldea se reserva para los que han aceptado la verdad, y pronto aprendí por qué. Para declararse de parte de la verdad y continuar su estudio bíblico, algunos tienen que vivir aparte de los otros aldeanos.
Las cabañas se construyen sobre pilotes de bambú. Al entrar en una de ellas, al momento me afectó el humo denso de una fogata en medio de la habitación. El humo me irritó los ojos, pero por lo menos también alejó a los mosquitos y las moscas. Cerca, en otra cabaña pequeña, una isleña preparaba un trozo de buluk, o carne de res, colocado sobre hojas laplap y oscurecido de moscas.
Invitamos a la gente a un programa de diapositivas el miércoles por la noche. Sería una presentación de la historia de los testigos de Jehová titulada: Progreso internacional a pesar de la persecución. Uno de los publicadores había viajado todo un día para invitar a aldeanos de las montañas. Me preguntaba si vendrían. Al anochecer llegó un joven con su arco y flechas. Le siguieron otras personas. ¡Qué emoción ver que la distancia no les había impedido asistir!
Pronto vimos arcos y flechas por todas partes. Unas 80 personas habían venido, y empezamos el programa. Me pareció interesante el sonido que hacían con la lengua cuando les sorprendía alguna vista.
Después del programa hablamos de las costumbres y prácticas de los nativos. Los aldeanos escucharon cuidadosamente y aceptaron con gusto la amonestación bíblica contra el demonismo en 1 Corintios 10:20, 21. Por algún tiempo ellos habían resistido a los misioneros de las iglesias de la cristiandad que habían querido imponerles el llamado estilo de vida cristiano. En parte esto se debió a que no concordaban con ciertas enseñanzas de los misioneros, y en parte a que les escandalizaba la conducta de algunos que afirmaban ser cristianos. Ahora los aldeanos se alegraron de conocer la promesa de Dios de hacer de la Tierra un paraíso y resucitar a los muertos. Recordé las palabras de Jesús en Juan 8:32: “Conocerán la verdad, y la verdad los libertará”.
La fe de estas personas, y su amor a la Biblia, también ha significado oposición para ellas. Algunos jefes religiosos obligaron a los nativos a clavar nuestros folletos en las puertas de sus casas como señal que significaba: ‘No los queremos aquí’. Pero esta clase de presión solo resultó en que algunos amos de casa quisieran un estudio bíblico para investigar la verdad. Se me hizo muy difícil despedirme de estos excelentes amigos que aman la verdad. Prometí que volvería y visitaría su aldea de las montañas.
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