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  • Siempre he tomado en cuenta a Jehová en mi vida
    La Atalaya (estudio) 2021 | junio
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      Siempre he tomado en cuenta a Jehová en mi vida

      RELATADA POR DYAH YAZBEK

      Dyah Yazbek de joven.

      UNA mañana soleada de 1984, iba de camino al trabajo desde mi cómodo hogar, ubicado en una zona residencial de Caracas (Venezuela). En el trayecto, iba dándole vueltas a un artículo que acababa de salir en La Atalaya y que hablaba de cómo nos ven nuestros vecinos. Al ir pasando por las casas, me pregunté: “¿Cómo me ven mis vecinos? ¿Como un banquero de éxito, o como un ministro de Dios que mantiene a su familia trabajando en un banco?”. No me gustó la respuesta que me vino a la mente, así que decidí hacer algo al respecto.

  • Siempre he tomado en cuenta a Jehová en mi vida
    La Atalaya (estudio) 2021 | junio
    • Llegamos a Venezuela en 1953 y nos fuimos a vivir a Caracas, cerca del palacio presidencial. Como solo era un jovencito, me emocionaba cuando a veces veía pasar al presidente en su automóvil de lujo con su chofer. Pero para mis padres no fue fácil adaptarse, pues todo era nuevo: el país, el idioma, la cultura, la comida y el clima. De hecho, apenas estaban empezando a acostumbrarse cuando ocurrió algo muy triste.

      De izquierda a derecha: Mi papá. Mi mamá. Yo en 1953 cuando nos mudamos a Venezuela.

      UN GOLPE TERRIBLE

      De repente, mi papá empezó a sentirse mal. Nos pareció muy raro, pues era una persona muy fuerte y saludable. No recordábamos haberlo visto enfermo. Le diagnosticaron cáncer de páncreas y lo operaron. Lamentablemente, murió una semana después.

      No tengo palabras para describir lo destrozados que nos sentíamos. Yo solo tenía 13 años. Estábamos en shock y nos parecía que el mundo se nos había venido abajo. Durante un tiempo, a mi mamá le costó aceptar la idea de que su esposo ya no estaba allí. Pero nos dimos cuenta de que la vida debe continuar, y con la ayuda de Jehová salimos adelante. Cuando me gradué de la escuela secundaria superior a los 16 años en Caracas, sentí la necesidad de ayudar a mantener a mi familia.

  • Siempre he tomado en cuenta a Jehová en mi vida
    La Atalaya (estudio) 2021 | junio
    • Volví a Caracas en junio de 1957. Pero me di cuenta de que las circunstancias de mi familia no eran muy buenas. Necesitaban que alguien más llevara dinero a la casa. ¿Podía hacer algo para ayudar? Me ofrecieron trabajar en un banco, pero lo que yo quería era ser precursor. Después de todo, esa era la razón por la que había vuelto al país. Decidí que haría las dos cosas. Durante varios años, trabajé a tiempo completo en el banco y fui precursor. Nunca había estado tan ocupado y tan contento al mismo tiempo.

      Algo que también me hizo muy feliz fue conocer a Sylvia, una linda hermana alemana que amaba profundamente a Jehová y se había mudado a Venezuela con sus padres. Con el tiempo, nos casamos y tuvimos dos hijos: Michel (a quien llamamos Mike) y Samira. También decidimos que mi mamá viviera con nosotros para que pudiéramos cuidarla. Aunque tuve que dejar el precursorado para atender mis responsabilidades familiares, mantuve el espíritu de precursor. Siempre que podíamos durante las vacaciones, Sylvia y yo hacíamos el precursorado auxiliar.

      OTRA DECISIÓN CLAVE EN MI VIDA

      Los niños todavía estaban en la escuela cuando me pasó lo que conté al principio. Debo admitir que mi vida era muy cómoda y contaba con el respeto de las personas de los círculos bancarios. Aun así, quería que me vieran sobre todo como un siervo de Jehová. No podía dejar de pensar en eso. Así que Sylvia y yo nos sentamos a sacar cuentas. Si renunciaba a mi trabajo en el banco, me darían una buena cantidad de dinero. Como no teníamos deudas, llegamos a la conclusión de que, si llevábamos una vida más sencilla, el dinero nos alcanzaría durante un buen tiempo.

      Tomar aquella decisión no fue nada fácil. Pero mi querida esposa y mi mamá me dieron todo su apoyo. Así que, una vez más, podía volver al servicio de tiempo completo. ¡Qué contento me sentía! Veía el camino despejado, pero poco después recibimos una sorpresa.

      UNA BONITA SORPRESA

      Dyah y Sylvia con su hijo, Gabriel, recién nacido.

      La llegada de nuestro tercer hijo, Gabriel, fue una bonita sorpresa.

      Un día, nuestro doctor nos confirmó que Sylvia estaba embarazada. Eso sí que no lo esperábamos. Sentíamos una gran alegría, pero yo seguía pensando en mi decisión de hacerme precursor. ¿Sería posible todavía? Pronto, nuestra mente y nuestro corazón se acostumbraron a la idea, y ya estábamos esperando con ilusión al nuevo miembro de la familia. Pero, entonces, ¿qué pasaría con los planes tan definidos que tenía?

      Tras analizar nuestras metas, decidimos seguir con el plan original. Nuestro hijo Gabriel nació en abril de 1985. Renuncié al banco y retomé el precursorado regular en junio de 1985. Con el tiempo, tuve el honor de ser miembro del Comité de Sucursal del país. Como la sucursal está a unos 80 kilómetros (50 millas) de Caracas, tenía que hacer ese viaje dos o tres veces a la semana.

      OTRA MUDANZA

      La sucursal estaba en la ciudad de La Victoria, así que decidimos mudarnos allí para estar más cerca de Betel. Ese fue un gran cambio para todos. Siento una enorme admiración y gratitud por mi familia. Su buena disposición fue de gran ayuda. Mi hermana Baha dijo que se encargaría de cuidar a nuestra mamá. Mike ya se había casado, pero Samira y Gabriel todavía vivían con nosotros. Así que tendrían que dejar a sus amigos de Caracas. Además, mi querida Sylvia se tuvo que adaptar a una ciudad pequeña y dejar la bulliciosa capital. Y todos tuvimos que acostumbrarnos a vivir en una casa más pequeña. Así es, la decisión de mudarnos de Caracas a La Victoria implicó muchísimos cambios.

      Entonces, vinieron más cambios. Gabriel se casó, y Samira se fue a vivir aparte. Además, en el 2007, a Sylvia y a mí nos invitaron a formar parte de la familia Betel, un honor del que disfrutamos hasta este día. Mike, nuestro hijo mayor, es anciano y precursor junto con su esposa, Mónica. Gabriel también es anciano y sirve en Italia con su esposa, Ambra. Samira es precursora y colabora a distancia con Betel.

      De izquierda a derecha: En la sucursal de Venezuela con mi esposa, Sylvia. Nuestro hijo mayor, Mike, con Mónica. Nuestra hija, Samira. Nuestro hijo Gabriel, con Ambra.

      VOLVERÍA A TOMAR LAS MISMAS DECISIONES

      Mi vida ha estado llena de decisiones importantes. Pero no me arrepiento de lo que he hecho. Volvería a tomarlas otra vez. Agradezco muchísimo todo lo que he podido hacer en mi servicio a Jehová. A lo largo de los años, he visto lo importante que es tener una fuerte amistad con él. Sea que tomemos decisiones grandes o pequeñas en la vida, Jehová puede darnos la paz “que está más allá de lo que ningún ser humano puede entender” (Filip. 4:6, 7). Sylvia y yo disfrutamos nuestro servicio sagrado en Betel, y pensamos que nuestras decisiones han sido buenas porque siempre hemos tomado en cuenta a Jehová.

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