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Se aprende a confiar en Jehová en VenezuelaLa Atalaya 1989 | 15 de junio
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A pesar de antecedentes tan diversos, gente de toda condición social ha aprendido acerca de Jehová. María Luisa es un ejemplo. Desde que tenía siete años de edad había participado en prácticas espiritistas. Al crecer, se hizo adicta al alcohol y las drogas, vivió una vida inmoral y se envolvió profundamente en la adoración de la diosa venezolana María Lionzaa. Desencantada con su estilo de vida, empezó a trabajar en una misión católica entre los indios del occidente del país. Pronto llegó a la conclusión de que su trabajo no ayudaba a los indios ni la beneficiaba a ella. Entonces comenzó a investigar la metafísica y la reencarnación, pero aquello tampoco la satisfizo. Para ese tiempo los testigos de Jehová visitaron a María Luisa. El conocimiento que obtuvo de la Biblia le dio la fortaleza que necesitaba para resistir la influencia de los espíritus inicuos. Ahora confía en Jehová y proclama activamente las buenas nuevas del Reino.
Hasta personas con impedimentos físicos aprenden a confiar en Jehová, como muestra el caso de Juan y Carlos, dos hermanos carnales. Cuando Carlos tenía nueve años de edad contrajo meningitis y perdió la vista. Luego, aunque se envolvió en el movimiento carismático católico, empezó a estudiar la Biblia con los testigos de Jehová. Se bautizó en 1982, y desde diciembre de 1983 ha sido ministro de tiempo completo. Es precursor ciego, pero camina a todo rincón de su territorio, y cuando es necesario lo hace solo. Sin embargo, el caso de su hermano Juan es muy diferente.
Juan mide casi dos metros de altura (más de seis pies) y en las calles se le conocía como buscapleitos. Cierto día le dispararon dos veces por la espalda. Aunque sobrevivió, quedó paralizado del pecho abajo, y desde entonces ha quedado postrado en cama. Cuando los testigos lo visitaron, aceptó sin mucho entusiasmo un estudio de la Biblia. Sus estudios despertaron en él nuevo respeto por la Biblia. La esperanza de vivir en perfección en el Paraíso lo conmovió. Sus amigos lo abandonaron después que dejó de ser fumador, bebedor y malhablado, pues decían que se había convertido en un “santo”. Con todo, él siguió confiando en Jehová, y al fin se bautizó.
“El estar en cama no me ha impedido hacer la voluntad de Jehová —dice Juan—, porque por lo menos mis manos y mi cerebro funcionan bien.” ¿Cómo puede servir a Jehová en su condición? “Uso mi grabadora para cumplir con mis responsabilidades, como discursos en la Escuela del Ministerio Teocrático, partes en la Reunión de Servicio y la lectura en el estudio semanal de La Atalaya. Tengo el privilegio de conducir uno de los Estudios de Libro de Congregación, que se celebra en mi hogar. También he podido servir como precursor regular.” ¿Qué efecto tiene en él el que pueda hacer todo esto? “Estoy muy agradecido a mis parientes y a mis hermanos y hermanas espirituales, que tanto me han ayudado. Espero y oro que todos sigamos confiando en Jehová para que podamos ver el día en que ‘el cojo trepará justamente como lo hace el ciervo’.” (Isaías 35:6.)
Se alaba a Jehová en las asambleas
Para llevar a cabo la obra que ayuda a tantas personas a confiar en Jehová, en Venezuela los Testigos recientemente construyeron dos Salones de Asambleas. Uno se halla en Campo Elías, en el estado de Yaracuy, en la región centrooccidental del país. El otro, a unos 60 kilómetros (40 millas) al sur de Caracas, está equipado con una piscina para bautismos, aire acondicionado, cocina y comedor.
Estos salones han causado muy buena impresión en los visitantes y las personas interesadas en la verdad que han venido a verlos. Un grupo de Testigos contrató los servicios de un conductor de autobús para que los llevara a la asamblea de circuito. Al llegar y ver el espacioso estacionamiento y los hermosos alrededores, el conductor pensó que también tenía que entrar para ver el lugar. “Lo que vi en el Salón de Asambleas fue otro mundo, otra dimensión”, dijo después. Tanto le impresionó el orden y la unidad, que prestó cuidadosa atención durante todo el programa. Después pidió un estudio bíblico y ahora es hermano bautizado.
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Se aprende a confiar en Jehová en VenezuelaLa Atalaya 1989 | 15 de junio
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En otra asamblea, un político fue a ver si su esposa, que era Testigo, estaba envuelta en alguna aventura amorosa con alguien allí. Le sorprendió la calidad de los discursos que se presentaron. “Si yo pudiera hablar como ese hombre, realmente progresaría en mi carrera política”, dijo a su esposa. Después del programa, se acercó a uno de los ancianos y le pidió que le indicara cómo mejorar como orador público... y nada más. Le advirtió: “No espere que yo vaya de casa en casa llevando libros”. Se comenzó un estudio bíblico con aquel hombre, y en poco tiempo cambió de opinión... ¡ahora quería ir de casa en casa llevando libros y predicando las buenas nuevas! Renunció a la política y se bautizó, y ahora él y su familia confían en Jehová.
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