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  • ¿Qué debo hacer si otros hablan de mí?

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  • ¿Qué debo hacer si otros hablan de mí?
  • ¡Despertad! 1989
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  • No te lo tomes demasiado en serio
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¡Despertad! 1989
g89 22/7 págs. 18-20

Los jóvenes preguntan...

¿Qué debo hacer si otros hablan de mí?

“EL NOVENTA y cinco por ciento de los que van a mi instituto hablan de otros”, dice un joven de quince años que cursa estudios secundarios en Nueva York. ¿De qué se suele hablar? “De otros estudiantes: su personalidad, su apariencia, quién le gusta a quién y lo que unos dicen de otros.” (Revista Seventeen, julio de 1983.)

Pero con frecuencia, esta habla ociosa se centra en aspectos negativos y resulta en grave menoscabo de la reputación de otros.a Por otro lado, como hablar de otros es algo muy generalizado tanto entre los jóvenes como entre los adultos, existe una gran probabilidad de que tú mismo seas (o llegues a ser algún día) víctima del habla perjudicial, del chisme. Si eso sucede, ¿qué puedes hacer? ¿Hay alguna manera de detener esta habla?

El habla perjudicial causa dolor

No hay ninguna duda de que hace mucho daño el que alguna información personal llegue a oídos de otras personas o el que seas víctima de un rumor falso. Es posible que sientas cólera y deseos de venganza y que al mismo tiempo pases por períodos de dolor y depresión. “Sientes que quieres hacer daño a esa persona”, dijo una víctima del habla perjudicial. Otra dijo: “Te sientes aplastada, es como si te dieran una puñalada en la espalda. Tus sentimientos son de no volver a hablar jamás con ellos. Has perdido la confianza en los demás y no puedes dejar de pensar en el problema”.

Es cierto, el bochorno que sienten cuando se ha hablado de ellos ha hecho que muchos jóvenes no se atrevan ni a moverse. Una jovencita prefirió cambiar de escuela antes que encararse a los jóvenes que participaron en esparcir un rumor desagradable sobre ella. No obstante, ni la venganza ni la cólera ni esa sensación paralizadora del bochorno harán que la situación mejore en lo más mínimo. Hay maneras mucho más eficaces de hacer frente al habla desfavorable.

No te lo tomes demasiado en serio

Antes de hacer nada, recuerda: “El que es presto para la cólera comete tontedad”. (Proverbios 14:17.) ¿Qué moraleja encierran estas palabras? No te lo tomes demasiado en serio, ya que las acciones apresuradas suelen crear más problemas de los que resuelven. La Biblia advierte: “No te des prisa en tu espíritu a sentirte ofendido, porque el ofenderse es lo que descansa en el seno de los estúpidos”. ¿Por qué? Por un lado, no puedes evitar que la gente hable de los demás, pues eso es algo normal. Salomón también aconsejó: “No des tu corazón a todas las palabras que hable la gente [...]. Porque tu propio corazón sabe bien, aun muchas veces, que tú, hasta tú, has invocado el mal contra otros”. (Eclesiastés 7:9, 21, 22.)

Salomón no justificaba el habla negativa, sino que sencillamente reconocía que era un hecho de la vida. Es cierto que te desagrada mucho que hablen de ti, pero ¿no es igual de cierto que probablemente has comentado cosas sobre otros que hubiera sido mejor que no hubieras dicho?

En su libro Gossip, Patricia Meyer Spacks hizo este comentario: “Lo más común es que el habla perjudicial no surja de la malicia, sino [...] de no pensar [...]. Se deriva de un deseo irreflexivo de decir algo sin tener que meditar mucho. Sin ninguna intención específica, los dados al habla ociosa repiten palabras y anécdotas de otros”. Reconocer esto puede ayudarte a mitigar tu indignación.

Cómo hacer frente al habla ociosa

Proverbios 14:15 dice que “el sagaz considera sus pasos”. Esto puede indicar que consideres con calma qué hacer para enfrentarte eficazmente al habla ociosa.

Empieza pensando en la gravedad de ese comentario en particular. Quizás la historia que circula sobre ti, aunque bochornosa o hasta incierta, es verdaderamente graciosa y en realidad no mancilla tu personalidad. En otras palabras, hubieras preferido que nadie supiese que durante una tormenta te quedaste encerrado fuera de casa sin poder entrar o que mientras hacías gimnasia se te rasgaron los pantalones, pero ahora que varios lo saben, ¿es en realidad tan terrible? Tal vez la mejor manera de hacer que el rumor desaparezca es dando paso a tu sentido del humor.

Supónte, no obstante, que el rumor verdaderamente es poco halagüeño o hasta insultante. ¿Cabe la posibilidad de que cause daño duradero a tu reputación, o lo más probable es que pronto desaparezca? Si parece que pronto desaparecerá, lo mejor quizás sea limitarse a capear el temporal. Una manera de al menos no fomentar el rumor será seguir comportándote como siempre, en lugar de poner mala cara o dar el aspecto de que te sientes culpable. Proverbios 26:20 dice: “Donde no hay leña, se apaga el fuego, y donde no hay calumniador, la contienda se aquieta”.

No obstante, a veces el asunto es demasiado serio como para pasarlo por alto. Jesucristo aconsejó a sus seguidores lo que tenían que hacer si alguien los ofendía con algo como una calumnia: “Ve y pon al descubierto su falta entre tú y él a solas”. (Mateo 18:15.) A veces es posible averiguar dónde se ha originado el habla perjudicial y discutir el asunto calmadamente con quien ha comenzado el rumor.

Por supuesto, tal vez esa persona no sea un cristiano verdadero, pero si es razonable, quizás responda bien. A lo mejor resulta que todo ha sido tan solo un grave malentendido. Si descubres que en el fondo hay animosidad, quizás sea posible solventar el problema entre ambos.

Ahora bien, suele ser muy difícil averiguar quién ha originado un rumor, y aunque se averigüe, puede que la persona no esté dispuesta a confesar su indiscreción. Entonces ¿qué? Recuerda que Jesucristo también fue víctima de “habla contraria”. (Hebreos 12:3.) Sin embargo, no se desanimó hasta el grado de abandonar su obra de predicar y ponerse a averiguar quién empezó aquel habla molesta, sino que más bien dijo: “La sabiduría queda probada justa por sus obras”. (Mateo 11:19.)

Jesús sabía que las personas justas se darían cuenta de sus buenas obras y llegarían a la conclusión de que no tenían base los rumores que se habían extendido sobre él. Tú puedes hacer algo parecido: deja que tu conducta sea la mejor defensa contra el habla perjudicial. Como tus verdaderos amigos te conocen bien, no creerán los comentarios desagradables que se hagan sobre ti. De todas formas, puedes informarles que está circulando una mentira sobre ti, pues a menudo, por medio de corregir a cualquier persona mal informada que encuentren, podrán hacer mucho para ayudar a que se acalle el rumor.

Pero, ¿qué hay si los comentarios desfavorables ya han recibido amplia circulación? Por lo general no es algo tan malo como te imaginas. Además, la gente no habla indefinidamente de lo mismo. Siempre pasan suficientes cosas que más tarde o más temprano hacen que dejes de ser el blanco de las miradas. Pero mientras tanto, no sufras en silencio. ¿Por qué no compartes tus sentimientos con uno de tus padres o con otro adulto maduro? A menudo, el abrirse a otros ayuda a ver el problema en su debida perspectiva.

Puedes aprender lecciones valiosas

El ser víctima del habla maliciosa también te presenta oportunidades de aprender lecciones valiosas. Por ejemplo: al haber experimentado personalmente el daño que hace esta habla inconsiderada, ¿por qué no tomas la decisión de nunca participar en esparcir rumores?

El sufrimiento que te causa el que hablen de ti puede haberte revelado defectos de personalidad, como la tendencia a procurar venganza, o tal vez tu orgullo haya resultado ser un problema mayor que el rumor en sí. El que te preocupes indebidamente por tu reputación quizás te haya hecho ‘pensar más de ti mismo de lo que es necesario pensar’. (Romanos 12:3.) Ahora sería el momento de empezar a trabajar en no tomarte tan en serio.

Es posible que una mirada retrospectiva haga que te des cuenta de que algo que contribuyó a esparcir el rumor fue el poco juicio por tu parte. Por ejemplo: ¿confiaste tus pensamientos más secretos a un joven que tiene la reputación de ser alguien que “abre con anchura sus labios”? (Proverbios 13:3.) Si es así, quizás la próxima vez escojas con un poco más de cuidado a tu confidente y también te esfuerces por comportarte de modo impecable a fin de no dar pie a nadie a que hablen de ti. (Compárese con 1 Pedro 2:15.)

Si manejas los asuntos de forma calmada y bondadosa, te alzarás por encima de los ridículos rumores... y quizás hasta acabes con ellos.

[Nota a pie de página]

a Véase el artículo “¿Qué daño hace hablar de otros?”, publicado en el número del 8 de julio de 1989 de esta misma revista.

[Fotografías en la página 18]

A veces se puede averiguar quién ha originado el rumor, y hablar cara a cara con esa persona

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