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  • ¡Usted puede trasladar montañas!

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  • ¡Usted puede trasladar montañas!
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1988
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1988
w88 15/12 págs. 25-27

¡Usted puede trasladar montañas!

SEGÚN informes, fue por primera vez el 29 de mayo de 1953 cuando el hombre llegó a la cumbre de la montaña más alta del mundo... el monte Everest, 8.848 metros (29.028 pies) sobre el nivel del mar. Con el apoyo de más de 450 hombres, Edmund Hillary, de Nueva Zelanda, y Tenzing Norgay, un sherpa nepalés, vencieron con éxito los peligros del hielo resbaloso, la nieve cegadora y la falta de oxígeno y llegaron a la cumbre de su meta de poco más de ocho kilómetros y medio (5,5 millas) de altura.

Ciertamente el llegar a la cumbre de montañas de gran altura es un logro excepcional. Sin embargo, no se puede comparar con lo que Jesús describió a sus discípulos: “En verdad les digo: Si tienen fe del tamaño de un grano de mostaza, dirán a esta montaña: ‘Transfiérete de aquí allá’, y se transferirá, y nada les será imposible”. Imagínese, ¡no simplemente subir a una montaña, sino trasladarla! (Mateo 17:20.)

¿Por qué dijo esto a sus discípulos Jesús? Porque no pudieron sanar a un muchacho poseído por un demonio. Jesús recalcó por qué no habían tenido éxito: necesitaban más fe. (Mateo 17:14-20.) Él comparó la fe a un grano de mostaza, algo con lo cual ellos estaban bien familiarizados. Aunque el grano de mostaza es una de ‘las semillas más pequeñas’, tras unos meses de desarrollo puede convertirse en una planta parecida a un árbol. (Mateo 13:31, 32.) Así Jesús recalcó el gran poder que pudiera tener un poco de fe que se cultiva y nutre debidamente: lo que pudiera parecer imposible se haría posible.

Pero después de nutrir dicha fe, ¿qué clase de montañas podrían trasladar los discípulos de Jesús? Tal como una montaña literal puede ser impresionante, obstáculos semejantes a montañas pueden impedir nuestro progreso en el servicio de Jehová. ¿Cuáles pudieran ser esas “montañas”, y cómo podemos ‘trasladarlas’?

El apóstol Pablo fue un cristiano que afrontó muchos obstáculos. En 2 Corintios 6:4-10 y 2 Corintios 11:23-28 leemos que experimentó necesidades, golpes, encarcelamiento, naufragio y muchas otras calamidades. Además de eso, tenía una figurativa “espina en la carne”, que probablemente era algo que afectaba su vista. (2 Corintios 12:7; Hechos 14:15.) ¿Cómo pudo Pablo vencer aquellos obstáculos semejantes a montañas y efectuar con éxito la voluntad de Dios para él? “Para todas las cosas tengo la fuerza en virtud de aquel que me imparte poder”, escribió Pablo. Esto era “para que el poder que es más allá de lo normal sea de Dios y no el que procede de nosotros”. (Filipenses 4:13; 2 Corintios 4:7.) Así, Pablo confiaba implícitamente en que Jehová lo podría fortalecer en el momento crítico. Tenía fe.

Traslado de montañas hoy

¿Desea usted aumentar su servicio a Jehová? Como centenares de miles de publicadores que se han unido a las filas crecientes de los predicadores de tiempo completo (precursores), puede que usted también sienta la urgencia de los tiempos y piense seriamente en ensanchar su ministerio. Sin embargo, ¿se levanta ante usted un obstáculo que parece ser tan grande como una enorme montaña? Si así es, ¿puede usted trasladar montañas? Miles de hermanos y hermanas han hecho eso en sus esfuerzos por rendir mayor servicio a Jehová. He aquí solo algunas de sus experiencias.

Cierta hermana joven que pronto se graduaría de la escuela entre los mejores estudiantes deseaba ser precursora, pero su montaña era que no tenía empleo. Ella dice:

“Mi propio pensar negativo y mis dudas sobre el servicio de precursor fueron un obstáculo que tuve que vencer. Por estar concentrando tanto en hallar un empleo antes de ser precursora, no confiaba de lleno en Jehová y en que él puede suministrar lo necesario a los que ponen en primer lugar su adoración. Seguía pensando: ‘Primero hallaré un trabajo, y después entregaré mi solicitud para ser precursora’. No usaba el tiempo como precursora; en verdad perdía tiempo valioso. Sin embargo, uno de los ancianos de la congregación me dijo que, mientras más me demorara en empezar mi servicio de precursora, mejor me parecerían los empleos de jornada completa, pues no tenía nada que me impidiera aceptarlos”.

¿Qué hizo esta joven? “Oré incesantemente a Jehová para que su espíritu santo guiara y dirigiera mis acciones y pensamientos.” Después de su graduación, esta hermana sirvió como precursora auxiliar, y después emprendió el ministerio de precursora regular. Poco después halló un empleo seglar conveniente que se ajustaba a su horario de precursora.

Cierto anciano de congregación que era padre de dos hijos y cuya esposa era precursora regular quería hacer más que solo proveer las necesidades materiales a su familia. Las circunstancias que impedían que este anciano fuera precursor les parecían invencibles a unos observadores, pero él deseaba ensanchar su ministerio. ¿Qué ajustes podría hacer?

“Creo que en realidad yo mismo fui mi mayor obstáculo —dice—. Siempre disfrutaba del ministerio en el campo, y al hablar con los que servían de tiempo completo y ver sus bendiciones me contagiaba con su excelente espíritu. Me podía ver algún día en el ministerio de tiempo completo. Mi problema era que lo único que hacía era pensar en ser precursor. Pero nunca me había fijado una fecha para realizar aquella meta.”

Después de considerar el asunto en oración, este hermano empezó a esforzarse por lograr su meta de servicio de tiempo completo. Abordó a su supervisor en su empleo, le explicó lo que quería, y pidió que se le permitiera trabajar menos horas a la semana. En lo que tenía que ver con la norma de la compañía, el horario que procuraba no tenía precedente.

Él continúa su relato: “Mi supervisor terminó diciendo que lo más probable sería que no recibiera el horario que pedía. Y yo estaba muy seguro de que si la decisión dependía de él la respuesta sería no. Por eso, la aprobación podría venir solamente con el apoyo de Jehová. Semana y media después recibí la aprobación de mi nuevo horario desde el nivel ejecutivo. Después de dar las gracias a mi supervisor, me metí en mi automóvil, me alejé varias manzanas, me detuve a un lado de la carretera y di gracias con aprecio a Jehová. Sí, mi meta de servicio de tiempo completo podía realizarse”.

¿Cómo ‘trasladó’ su montaña cierta hermana casada? Ella relata: “Tengo cuatro hijos y mi esposo es incrédulo. Cuando pensé ser precursora, se me presentaron algunos obstáculos. Para empezar, mi esposo estaba desempleado entonces, pues su trabajo era de temporada, y yo trabajaba media jornada para ayudar a pagar los gastos. De modo que me dije a mí misma que aunque quería ser precursora mis circunstancias me lo impedían. Sin embargo, en ese punto era que tenía que ajustar el pensamiento. Me di cuenta de que si seguía pensando así nunca trataría. La otra pregunta importante que tenía que contestarme era: ¿De dónde me vendrá la fuerza para servir de precursora? Hallé la respuesta en Filipenses 4:13. No solo oré a Jehová sobre el asunto, sino que empecé a confiar cada vez más en él. También tomé medidas prácticas para alcanzar mi meta mediante preparar un buen horario y servir como precursora auxiliar. Con el tiempo, Jehová siguió abriéndome el camino hacia ser precursora regular. Mi esposo regresó al trabajo, y me las arreglé para limitar mi trabajo de media jornada a un día a la semana. Poco después pude ser precursora regular”.

Ella tuvo también el privilegio de asistir a la Escuela del Servicio de Precursor, lo que le fue muy útil en su ministerio. “Solo quiero decir a cualquiera que esté pensando en el servicio de precursor que ore a Jehová y confíe en él —dice—. Entonces esfuércese, y él bendecirá su esfuerzo.” (Salmo 37:5.)

¿No le muestran estas experiencias que la fe puede ayudar al cristiano a vencer obstáculos parecidos a montañas? Por eso, si desea ser precursor, examine sus circunstancias. Hable con los precursores, y aprenda de sus experiencias. Tome medidas prácticas para alcanzar su meta. Y, sobre todo, ore a Jehová sobre lo que desea; entonces confíe en que él bendecirá sus esfuerzos. Sí, ¡usted también puede trasladar montañas!

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