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JesucristoPerspicacia para comprender las Escrituras, volumen 2
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Por qué se le llama “la Palabra”. Parece ser que el nombre (o quizás título) “la Palabra” (Jn 1:1) identifica la función que el Hijo primogénito de Dios desempeñó después de crear otras criaturas inteligentes. Una expresión similar aparece en Éxodo 4:16, donde Jehová le dijo a Moisés con respecto a su hermano Aarón: “Y él tiene que hablar por ti al pueblo; y tiene que suceder que él te servirá de boca, y tú le servirás de Dios”. Como portavoz del representante principal de Dios sobre la Tierra, Aarón hizo las veces de “boca” para Moisés. Ese fue también el caso de la Palabra o Logos, quien llegó a ser Jesucristo. Es probable que Jehová usara a su Hijo para transmitir información e instrucción a otros miembros de su familia de hijos celestiales, como hizo para entregar su mensaje a los humanos. Como prueba de que era la Palabra o portavoz de Dios, Jesús dijo a sus oyentes judíos: “Lo que yo enseño no es mío, sino que pertenece al que me ha enviado. Si alguien desea hacer la voluntad de Él, conocerá respecto a la enseñanza si es de Dios o si hablo por mí mismo”. (Jn 7:16, 17; compárese con 12:50; 18:37.)
En su existencia prehumana como la Palabra, Jesús debió servir de vocero de Jehová para personas en la Tierra. Aunque algunos textos parecen indicar que Jehová habló a seres humanos directamente, otros aclaran que lo hizo a través de un representante angélico. (Compárese Éx 3:2-4 con Hch 7:30, 35; también Gé 16:7-11, 13; 22:1, 11, 12, 15-18.) Es razonable pensar que en la mayoría de estos casos Jehová habló a través de la Palabra. Quizás lo hizo también en Edén, pues en dos de las tres ocasiones que se dice que Dios habló, el registro muestra con toda claridad que alguien estaba con Él, y es lógico concluir que fuera su propio Hijo. (Gé 1:26-30; 2:16, 17; 3:8-19, 22.) El ángel que guió a Israel por el desierto y cuya voz los israelitas tenían que obedecer estrictamente, porque el ‘nombre de Jehová estaba en él’, también pudo haber sido el Hijo de Dios, la Palabra. (Éx 23:20-23; compárese con Jos 5:13-15.)
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JesucristoPerspicacia para comprender las Escrituras, volumen 2
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¿Por qué se refieren algunas traducciones de la Biblia a Jesús como “Dios”, mientras que otras le llaman “un dios”?
Algunas versiones de la Biblia traducen Juan 1:1 de la siguiente manera: “En el principio la Palabra existía y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios”. El texto griego lee literalmente: “En principio era la palabra, y la palabra era hacia el dios, y dios era la palabra”. El traductor tiene que poner las mayúsculas según las normas del idioma al que traduce. Está claro que es apropiado escribir con mayúscula la expresión “el dios”, pues se refiere al Dios Todopoderoso, con quien estaba la Palabra. No obstante, la mayúscula de la palabra “dios” en el segundo caso no está justificada.
La Traducción del Nuevo Mundo traduce así este texto: “En el principio la Palabra era, y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era un dios”. Es verdad que el artículo indefinido (“un”) no está en el texto griego, pero eso no significa que no pueda usarse en la traducción, pues en el griego koiné o común este artículo no existía. Por lo tanto, los traductores deben incluir o no el artículo indefinido en todas las Escrituras Griegas Cristianas según su entendimiento del significado del texto. Todas las traducciones españolas de las Escrituras Griegas contienen el artículo indefinido cientos de veces, aunque la mayoría no lo usa en Juan 1:1. No obstante, su inclusión en la traducción de este versículo tiene buen fundamento.
En primer lugar, debe notarse que el texto mismo muestra que la Palabra estaba “con Dios”, de modo que no podía ser Dios, es decir, el Dios Todopoderoso. (Note también el vs. 2, que sería innecesario si el vs. 1 dijera en realidad que la Palabra era Dios.) Además, la segunda vez que se usa en el versículo la palabra para “dios” (gr. the·ós) no lleva el artículo definido “el” (gr. ho). Ernst Haenchen escribió sobre este hecho en un comentario sobre el evangelio de Juan (caps. 1-6): “En este período [the·ós] y [ho the·ós] (‘dios, divino’, y ‘el Dios’) no eran lo mismo [...]. De hecho, para el [...] Evangelista, solo el Padre era ‘Dios’ ([ho the·ós]; cf. 17:3); ‘el Hijo’ estaba subordinado a él (cf. 14:28). Sin embargo, en este pasaje esa relación solo se insinúa, pues lo que se resalta es la proximidad de uno al otro. [...] En el monoteísmo judío y cristiano era perfectamente posible hablar de seres divinos que existían junto a Dios o bajo él, pero no idénticos a él. Fil 2:6-10 lo demuestra. En este pasaje Pablo se refiere precisamente a un ser divino de esa clase, que después se hizo hombre en Jesucristo. [...] De modo que ni en Filipenses ni en Juan 1:1 se trata de una relación dialéctica de dos en uno, sino de la unión personal de dos entidades”. (John 1, traducción al inglés de R. W. Funk, 1984, págs. 109, 110.)
Después de dar como traducción de Juan 1:1c “y divina (de la categoría de divinidad) era la Palabra”, Haenchen sigue diciendo: “En este caso, el verbo ‘era’ ([en]) simplemente tiene sentido predicativo. Y por ello ha de darse más atención al predicado nominal: [the·ós] no es lo mismo que [ho the·ós] (‘divino’ no es lo mismo que ‘Dios’)” (págs. 110, 111). Al tratar este tema, Philip B. Harner dice que la construcción gramatical de Juan 1:1 incluye un predicado sin el artículo definido “el” antecediendo al verbo, una construcción que tiene principalmente un significado cualitativo y que muestra que “el logos posee la naturaleza de theós”. Más adelante dice: Creo que “en Juan 1:1 la fuerza cualitativa del predicado es tan importante que el nombre [the·ós] no puede considerarse definido”. (Journal of Biblical Literature, 1973, págs. 85, 87.) Otros traductores también reconocen que el término griego es cualitativo y se refiere a la naturaleza de la Palabra, por lo que traducen la frase: “la Palabra [...] era divina”. (Sd; compárese con An American Translation, Moffat; véase el apéndice de NM, pág. 1578, 1579.)
Las Escrituras Hebreas muestran de manera clara y coherente que hay un solo Dios Todopoderoso, el Creador de todas las cosas y el Altísimo, cuyo nombre es Jehová. (Gé 17:1; Isa 45:18; Sl 83:18.) Por esa razón, Moisés pudo decir a la nación de Israel: “Jehová nuestro Dios es un solo Jehová. Y tienes que amar a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu fuerza vital”. (Dt 6:4, 5.) Las Escrituras Griegas Cristianas no contradicen esta enseñanza que los siervos de Dios han aceptado y creído durante miles de años, sino que, por el contrario, la apoyan. (Mr 12:29; Ro 3:29, 30; 1Co 8:6; Ef 4:4-6; 1Ti 2:5.) El mismo Jesucristo dijo: “El Padre es mayor que yo”, y se refirió al Padre como su Dios, “el único Dios verdadero”. (Jn 14:28; 17:3; 20:17; Mr 15:34; Rev 1:1; 3:12.) En muchas ocasiones Jesús expresó su inferioridad y subordinación a su Padre. (Mt 4:9, 10; 20:23; Lu 22:41, 42; Jn 5:19; 8:42; 13:16.) Aun después de su ascensión al cielo, sus apóstoles continuaron transmitiendo la misma idea. (1Co 11:3; 15:20, 24-28; 1Pe 1:3; 1Jn 2:1; 4:9, 10.)
Estos hechos suministran una base sólida para traducir “la Palabra era un dios” en Juan 1:1. La posición preeminente que ocupa la Palabra entre las criaturas de Dios como el Primogénito, aquel por medio de quien Dios creó todas las cosas y el que actuaba como su Portavoz, da base para que se le llame “un dios” o poderoso. La profecía mesiánica de Isaías 9:6 predijo que se le llamaría “Dios Poderoso”, aunque no el Dios Todopoderoso, y que sería el “Padre Eterno” de todos aquellos que tuvieran el privilegio de vivir bajo su gobernación. El celo de su propio Padre, “Jehová de los ejércitos”, haría posible el cumplimiento de esta predicción. (Isa 9:7.) Si al adversario de Dios, Satanás el Diablo, se le llama un “dios” (2Co 4:4) debido a su dominio sobre hombres y demonios (1Jn 5:19; Lu 11:14-18), con mucha más razón y propiedad se puede llamar “un dios” al Hijo primogénito de Dios, “el dios unigénito”, como lo llaman los manuscritos más confiables de Juan 1:18.
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