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  • Guerizim: ‘En esta montaña adoramos’
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1993
w93 1/1 págs. 24-25

Escenas de la Tierra Prometida

Guerizim: ‘En esta montaña adoramos’

LA SAMARITANA al lado del pozo. ¿Verdad que esa frase le recuerda el relato conmovedor de Jesús testificando informalmente a una mujer al lado de la “fuente de Jacob” en Sicar, una ciudad samaritana? ¿Quisiera conocer mejor aquel significativo suceso? (Juan 4:5-14.)

Fíjese en los dos montes que se ven arriba, ubicados a unos 50 kilómetros al norte de Jerusalén.a A la izquierda (sur) está Guerizim, cubierto de árboles; los abundantes manantiales contribuyen a su fertilidad y hermosura. A la derecha (norte) está Ebal, un poco más alto, pero rocoso y árido.

Entre las dos montañas se extiende el fértil valle de Siquem. Recuerde que cuando el amigo de Dios, Abrán (más tarde llamado Abrahán), viajó por la Tierra Prometida, se detuvo en Siquem. Allí edificó un altar a Jehová, que se le acababa de aparecer para prometerle que daría esta tierra a su descendencia. (Génesis 12:5-7.) ¡Qué lugar tan apropiado para hacer esa promesa: el corazón de aquella misma tierra! El patriarca podía ver gran parte de la Tierra Prometida desde la cima de Guerizim o desde la de Ebal. La importante ciudad de Siquem (la moderna Nablus) estaba situada en el camino que recorría las montañas de norte a sur, cerca de otro camino que iba de este a oeste desde la costa hasta el valle del Jordán.

El altar que edificó Abrahán fue solo uno de los acontecimientos notables que tuvieron lugar en Siquem. Tiempo después Jacob compró terreno en esta zona y siguió practicando la adoración verdadera. También excavó, o pagó para que le excavaran, un pozo profundo cerca del pie de Guerizim. Siglos después, la samaritana dijo a Jesús: “Nuestro antepasado Jacob, que nos dio el pozo [...], bebió de él”. Puede que este pozo haya recibido agua de un manantial, lo cual explicaría por qué el apóstol Juan lo llamó la “fuente de Jacob”.

El que se mencione la adoración verdadera en conexión con Guerizim y Ebal tal vez le haga recordar la ocasión en que Josué llevó a Israel allí, como había mandado Moisés. Josué edificó un altar en Ebal. Imagínese a la mitad del pueblo enfrente de Guerizim y a la otra mitad enfrente de Ebal mientras Josué lee “la ley, la bendición y la invocación de mal”. (Josué 8:30-35; Deuteronomio 11:29.) Años después Josué regresó y dio la exhortación final: “En cuanto a mí y a mi casa, nosotros serviremos a Jehová”. El pueblo prometió hacer lo mismo. (Josué 24:1, 15-18, 25.) Pero ¿cumpliría su promesa?

La respuesta a esa pregunta tal vez le ayude a comprender la conversación entre Jesús y la samaritana. En realidad, la adoración verdadera que practicaban Abrahán, Jacob y Josué no continuó practicándose en Samaria.

Después que las 10 tribus septentrionales se separaron del reino de Judá, se entregaron a la adoración de becerros. Por eso Jehová permitió que los asirios conquistaran aquella región en 740 a.E.C. Los asirios se llevaron consigo a muchos de los habitantes de allí, a quienes reemplazaron con extranjeros de otras partes del Imperio Asirio, que eran adoradores de dioses extraños. Es muy probable que algunos de esos paganos se casaran con israelitas y aprendieran algunas enseñanzas de la adoración verdadera, como la de la circuncisión. Pero la resultante adoración de los samaritanos de ninguna manera tuvo la completa aprobación de Dios. (2 Reyes 17:7-33.)

La adoración adulterada de los samaritanos aceptaba como las Escrituras solo los primeros cinco libros de Moisés, el Pentateuco. Alrededor del siglo IV a.E.C. los samaritanos edificaron en el monte Guerizim un templo que rivalizaba con el templo de Dios de Jerusalén. Tiempo después, el templo de Guerizim fue dedicado a Zeus (o Júpiter) y finalmente fue destruido. No obstante, el centro de adoración de los samaritanos siguió siendo Guerizim.

Hasta el día de hoy los samaritanos celebran una Pascua anual en Guerizim. Se degüellan varios corderos. Luego se sumergen sus cuerpos en barriles de agua hirviendo para poder arrancarles la lana, y después se cocina la carne por varias horas en hoyos. A la medianoche centenares de samaritanos, muchos de ellos de Jerusalén, disfrutan de su comida pascual. A la izquierda se ve al sumo sacerdote samaritano con la cabeza cubierta dirigiendo una celebración de la Pascua en el monte Guerizim.

Recuerde lo que la samaritana dijo a Jesús: “Nuestros antepasados adoraron en esta montaña”. Jesús le dio la explicación correcta a ella, y a nosotros también: “La hora viene cuando ni en esta montaña ni en Jerusalén adorarán ustedes al Padre. [...] No obstante, la hora viene, y ahora es, en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre con espíritu y con verdad, porque, en realidad, el Padre busca a los de esa clase para que lo adoren. Dios es un Espíritu, y los que lo adoran tienen que adorarlo con espíritu y con verdad”. (Juan 4:20-24.)

[Notas a pie de página]

a Puede ver esta fotografía en mayor tamaño en el Calendario de los Testigos de Jehová para 1993.

[Reconocimiento en la página 24]

Pictorial Archive (Near Eastern History) Est.

[Reconocimientos en la página 25]

Garo Nalbandian

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