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  • Que nuestra luz resplandezca continuamente

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  • Que nuestra luz resplandezca continuamente
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Nuestro Ministerio del Reino 1995
km 12/95 págs. 3-4

Que nuestra luz resplandezca continuamente

1 ¿Qué es la luz? Un diccionario la define como una “forma de energía que ilumina las cosas y las hace visibles”. Pero en realidad, pese a los avances técnicos, el hombre no ha logrado aclarar plenamente la cuestión que Jehová planteó en Job 38:24. ¿Podemos vivir sin luz? Sin ella no podríamos existir. La luz es esencial para la visión física, y la Biblia nos dice que en sentido espiritual “Dios es luz”. (1 Juan 1:5.) Dependemos totalmente de Aquel que “nos da luz”. (Sal. 118:27.)

2 Si esto es cierto en sentido físico, lo es más en sentido espiritual. La religión falsa ha extraviado a muchísimas personas y las tiene en la oscuridad, “palpando el muro justamente como ciegos”. (Isa. 59:9, 10.) Motivado por su amor y su compasión incomparables, Jehová ‘envía su luz y su verdad’. (Sal. 43:3.) Literalmente millones de personas han respondido, saliendo “de la oscuridad a su luz maravillosa”. (1 Ped. 2:9.)

3 Jesucristo desempeña un papel fundamental en llevar esta luz al mundo. Él dijo: “Yo he venido como luz al mundo, para que todo el que pone fe en mí no permanezca en la oscuridad”. (Juan 12:46.) Encauzó todo su tiempo, toda su energía y todos sus recursos a dar a conocer la luz de la verdad. Viajó a lo largo y ancho de su país, predicando y enseñando en prácticamente toda ciudad y aldea. Soportó persecución desde todo ángulo, y se mantuvo incólume en su comisión de difundir la luz de la verdad.

4 Jesús se concentró en seleccionar, preparar y organizar a los discípulos, con un objetivo específico. En Mateo 5:14-16 leemos las instrucciones que les dio: “Ustedes son la luz del mundo. [...] Resplandezca la luz de ustedes delante de los hombres, para que ellos vean sus obras excelentes y den gloria al Padre de ustedes que está en los cielos”. Tal como Jesús, ellos debían ser “iluminadores en el mundo”, y difundir por doquier la luz de la verdad. (Fili. 2:15.) Aceptaron con gusto esa responsabilidad, que consideraron su principal objetivo en la vida. Poco después, Pablo pudo afirmar que las buenas nuevas “se [habían] predicado en toda la creación que está bajo el cielo”. (Col. 1:23.) Toda la congregación cristiana realizaba unidamente esta gran obra.

5 Hoy debemos estar agradecidos de que podamos contarnos con los que se han ‘quitado las obras que pertenecen a la oscuridad’. (Rom. 13:12, 13.) Podemos mostrar nuestra gratitud imitando el ejemplo de Jesús y los cristianos fieles del pasado. La necesidad de que otros escuchen la verdad es hoy más urgente que en cualquier otro tiempo de la historia humana. Ninguna otra actividad puede compararse con esta obra en lo que a urgencia y beneficios duraderos se refiere.

6 ¿Cómo podemos resplandecer como iluminadores? La principal forma de dejar que nuestra luz resplandezca es participando en la obra de predicar el Reino. Toda congregación tiene un horario regular y organizado para predicar en su territorio asignado. Pueden conseguirse una gran variedad de publicaciones en diversos idiomas. La educación que recibimos en las reuniones es muy amplia, y los que tienen experiencia se ofrecen a ayudarnos personalmente. La oportunidad de participar en ellas está al alcance de hombres, mujeres, personas mayores y hasta niños. A todos los miembros de la congregación se les invita a participar al grado que sus habilidades y circunstancias personales se lo permitan. Todas las actividades de la congregación giran en torno de la predicación, y hay provisiones para ayudar a todos los miembros de esta a participar de algún modo. Tener compañerismo estrecho y regular con la congregación es la forma más segura de hacer que nuestra luz siga resplandeciendo.

7 Podemos resplandecer sin dar el testimonio verbalmente. Captamos la atención de quienes nos observan simplemente con nuestra conducta. El apóstol Pedro tenía presente eso cuando exhortó: “Mantengan excelente su conducta entre las naciones, para que [...] ellos, como resultado de las obras excelentes de ustedes, de las cuales son testigos oculares, glorifiquen a Dios”. (1 Ped. 2:12.) Muchas personas juzgan una obra o una organización por la conducta de sus miembros. Cuando los observadores se dan cuenta de que dichas personas son moralmente limpias, honradas, pacíficas y observantes de la ley, las consideran diferentes y concluyen que rigen su vida por normas mucho más altas que las de la mayoría. Así pues, un esposo deja que su luz resplandezca cuando honra y respeta a su esposa con amor; la esposa hace lo propio respetando la jefatura de su marido. Los hijos se destacan como personas diferentes cuando obedecen a sus padres y evitan la inmoralidad sexual y el consumo de drogas. Al empleado que trabaja concienzudamente y es honrado y considerado con los demás, se le tiene en alta estima. Al mostrar estas cualidades cristianas, dejamos que nuestra luz resplandezca y recomendamos nuestra forma de vivir a los demás.

8 Predicar es hablar a los demás de lo que hemos aprendido de la Palabra de Dios. Lo hacemos desde la plataforma o al tocar a las puertas, pero de ningún modo se reduce a tales ocasiones. Nuestras actividades cotidianas nos ponen en contacto con decenas de personas. ¿Cuántas veces al día habla con sus vecinos? ¿Con cuánta frecuencia toca alguien a su puerta? ¿Con cuántas personas se encuentra cuando va de compras, viaja en autobús o efectúa su trabajo? Si eres un joven escolar, ¿puedes contar con cuántas personas hablas durante el día? Las oportunidades de hablar a otros prácticamente son ilimitadas. Todo lo que necesitamos es memorizar algunos textos, tener a mano la Biblia y algunos tratados, y tomar la iniciativa para hablarles cuando se presente la oportunidad.

9 Aunque dar el testimonio de manera informal es sencillo, algunos titubean al respecto. Quizá vacilen por timidez o porque se pongan nerviosos al hablar con extraños. Tal vez teman llamar la atención a sí mismos o recibir una respuesta áspera. Los que tienen experiencia en dar el testimonio informal afirman que al hacerlo rara vez se han visto en aprietos. La gente es como nosotros; tiene las mismas necesidades, las mismas preocupaciones y desean las mismas cosas para sí mismos y sus familiares. La mayoría responde bien a una amable sonrisa o un saludo amigable. Para comenzar quizá deba ‘cobrar denuedo’. (1 Tes. 2:2.) Pero cuando lo haga, le sorprenderán los resultados.

10 Cuando nuestra luz resplandece, recibimos bendiciones: He aquí algunas experiencias que han sido el resultado de la predicación informal: Cuando cierta mujer de 55 años intentaba cruzar la calle, una hermana la asió de la mano para evitar que un automóvil la atropellara, y le dijo: “Por favor, tenga cuidado. Vivimos en constante peligro”. Después le explicó la razón de la peligrosidad de estos tiempos. La señora le preguntó: “¿Es usted testigo de Jehová?”. Su hermana le había prestado uno de nuestros libros y ella quería hablar con los testigos de Jehová. Esta conversación le presentó la oportunidad.

11 Una hermana empezó a conversar con una señora en la sala de espera de un consultorio médico. Esta la escuchó con atención, y luego dijo: “En varias ocasiones los testigos de Jehová han intentado hablar conmigo; pero si en alguna ocasión me hago testigo de Jehová, será por lo que usted acaba de decirme. Oírla ha sido como ver la luz en la oscuridad”.

12 Una acción bondadosa puede presentarnos la oportunidad de ayudar a otros a conocer la verdad. Dos hermanas que se dirigían al servicio del campo observaron descender del autobús a una señora que parecía estar enferma. Se detuvieron y le preguntaron si necesitaba ayuda. La señora se sorprendió tanto de que dos desconocidas se interesaran en ella, que quiso saber qué las motivaba a ser tan amables. Esta acción les permitió dar el mensaje. La señora les dio con agrado su dirección y las invitó a que la visitaran. Se comenzó un estudio. Pronto empezó a asistir a las reuniones, y ahora lleva la verdad a otras personas.

13 Una hermana mayor da el testimonio temprano por la mañana en una playa cercana. Habla con sirvientas, niñeras, empleados bancarios y otras personas que hacen su caminata matutina por el paseo entarimado de la playa. Tiene algunos estudios, y los hace en los bancos de la playa. Varias personas han conocido la verdad por medio de ella y ahora son testigos de Jehová.

14 En su empleo, una hermana escuchó a una compañera que hablaba sobre un partido político que, según ella, resolvería los problemas mundiales. La hermana le habló sobre las promesas que el Reino de Dios hará realidad. La conversación que tuvieron las llevó a un estudio regular de la Biblia en el hogar de la señora, y con el tiempo ella y su esposo se hicieron Testigos.

15 Nunca olvide que es Testigo: Cuando Jesús habló de sus discípulos como “la luz del mundo”, entendía que ellos ayudarían a otras personas a beneficiarse de la iluminación espiritual de la Palabra de Dios. Si seguimos su consejo, ¿cómo debemos ver nuestro ministerio?

16 Cuando buscan un empleo, algunas personas escogen un trabajo de media jornada. Limitan el tiempo y el esfuerzo que dedican a trabajar porque prefieren utilizar la mayor parte de estos en otras actividades que consideran más provechosas. ¿Adoptamos un punto de vista similar sobre nuestro ministerio? Prescindiendo de que nos sintamos obligados o deseosos de dedicar tiempo al ministerio, ¿deberían ser otros nuestros intereses primordiales?

17 Puesto que comprendimos que no podíamos ser cristianos de media jornada, hicimos nuestra dedicación ‘repudiándonos a nosotros mismos’ y aceptando seguir a Jesús “de continuo”. (Mat. 16:24.) Queremos seguir sirviendo “de toda alma”, aprovechando toda oportunidad de hacer que nuestra luz resplandezca para dar el mensaje a la gente en cualquier lugar. (Col. 3:23, 24.) Tenemos que combatir las actitudes mundanas, mantener nuestro celo original y asegurarnos de que nuestra luz siga resplandeciendo con fulgor. Algunos han permitido que su celo se apague y su luz se reduzca a un pálido resplandor, apenas perceptible a corta distancia. Debemos ayudarlos a recuperar el fervor en el ministerio.

18 Es probable que algunos tiendan a retraerse porque nuestro mensaje es impopular para muchos. Pablo dijo que el mensaje acerca de Cristo era “necedad para los que están pereciendo”. (1 Cor. 1:18.) Pero, dejando a un lado esas opiniones, dijo: “No me avergüenzo de las buenas nuevas”. (Rom. 1:16.) La persona que se avergüenza siente cortedad o desconfianza. ¿Cómo podríamos sentir vergüenza de hablar del Soberano Supremo del universo y de sus maravillosas provisiones para la felicidad eterna? Es inconcebible que podamos tener cortedad o desconfianza cuando hablamos de estas verdades con otras personas. En vez de eso, deberíamos sentirnos impulsados a hacer cuanto podamos para manifestar con convicción que ‘no tenemos de qué avergonzarnos’. (2 Tim. 2:15.)

19 La luz de la verdad resplandece actualmente en países de toda la Tierra brindando la esperanza de vida eterna en un nuevo mundo paradisíaco. Demostremos que aceptamos de corazón la exhortación de dejar que nuestra luz resplandezca continuamente. Si lo hacemos, tendremos motivos para regocijarnos, como los discípulos que todos los días “continuaban sin cesar enseñando y declarando las buenas nuevas acerca del Cristo, Jesús.” (Hech. 5:42.)

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