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  • Maestros de la Palabra de Dios completamente equipados
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 2002
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 2002
w02 15/2 págs. 24-28

Maestros de la Palabra de Dios completamente equipados

“Dios [...] verdaderamente nos ha capacitado adecuadamente para ser ministros.” (2 CORINTIOS 3:5, 6.)

1, 2. ¿Qué se ha tratado de organizar en ocasiones, pero por qué se suele fracasar?

¿CÓMO se sentiría si le asignaran un trabajo para el que no está capacitado? Suponga que cuenta con las herramientas y los materiales precisos, pero no tiene ni la menor idea de cómo efectuarlo. Peor aún, la tarea es urgente, y hay personas que confían en usted. ¡Qué frustración!

2 Tal situación no es completamente hipotética. Veamos un ejemplo. A veces, las iglesias de la cristiandad han tratado de organizar campañas de predicación de casa en casa. Pero, por lo general, fracasan en semanas o meses. ¿Cuál es la razón? Que la cristiandad no ha capacitado a sus adeptos para esta labor. Ni siquiera el clero está preparado para predicar, a pesar de los años que pasan en seminarios y escuelas laicas. ¿Por qué hacemos esta afirmación?

3. ¿Qué expresión aparece tres veces en 2 Corintios 3:5, 6, y qué significa?

3 La Palabra de Dios señala qué es lo que capacita a un verdadero predicador de las buenas nuevas cristianas. Al apóstol Pablo se le inspiró a escribir lo siguiente: “No que de nosotros mismos estemos adecuadamente capacitados para estimar algo como proveniente de nosotros mismos, sino que el estar nosotros adecuadamente capacitados proviene de Dios, quien verdaderamente nos ha capacitado adecuadamente para ser ministros” (2 Corintios 3:5, 6). Fijémonos en una expresión que aparece tres veces: ‘adecuadamente capacitados’. ¿Qué significa? El Vine’s Expository Dictionary of Biblical Words (Diccionario expositivo de palabras bíblicas, de Vine) señala: “Cuando [la palabra griega original] se refiere a objetos, significa ‘suficiente’ [...]; pero cuando alude a personas, significa ‘competente’, ‘digno’”. Por ello, quien está ‘adecuadamente capacitado’ es competente y digno de efectuar una determinada labor. En efecto, los verdaderos ministros de las buenas nuevas están capacitados para efectuar esta obra; son competentes, aptos o dignos de predicar.

4. a) ¿Cómo demuestra el ejemplo de Pablo que la preparación para el ministerio cristiano no es exclusiva de un grupo elitista? b) ¿Qué tres medios emplea Jehová para capacitarnos como ministros?

4 Ahora bien, ¿de dónde proviene su preparación? ¿De su propio talento? ¿De un intelecto superior? ¿De una formación especializada en escuelas prestigiosas? Parece ser que el apóstol Pablo poseía todas estas cosas (Hechos 22:3; Filipenses 3:4, 5). Sin embargo, él reconoció humildemente que sus aptitudes de ministro no provenían de escuelas superiores, sino de Jehová Dios. ¿Es exclusiva de un grupo elitista tal preparación? Pablo escribió a la congregación de Corinto sobre “estar nosotros adecuadamente capacitados”. No hay duda de que esas palabras ponen de manifiesto que Jehová se asegura de que todos sus siervos fieles sean competentes, aptos para el trabajo que les ha encomendado. ¿Cómo capacita a los cristianos verdaderos en la actualidad? Analicemos tres medios que emplea: 1) su Palabra, 2) su espíritu santo y 3) su organización terrestre.

La Palabra de Jehová nos capacita

5, 6. ¿Qué efecto tienen en los cristianos verdaderos las Santas Escrituras?

5 En primer lugar, ¿cómo nos convierte la Palabra de Dios en ministros capacitados? Pablo escribió: “Toda Escritura es inspirada de Dios y provechosa para enseñar, para censurar, para rectificar las cosas, para disciplinar en justicia, para que el hombre de Dios sea enteramente competente y esté completamente equipado para toda buena obra” (2 Timoteo 3:16, 17). Así pues, las Santas Escrituras pueden hacer que ‘seamos enteramente competentes y estemos completamente equipados’ para efectuar la “buena obra” de enseñar al prójimo la Palabra de Dios. Entonces, ¿y los adeptos de las iglesias de la cristiandad? Ellos también tienen la Biblia. ¿Cómo es que un mismo libro capacita a unas personas para que sean ministros y a otras no? La clave radica en nuestra actitud hacia ella.

6 Lamentablemente, muchos de los que asisten a la iglesia no aceptan el mensaje bíblico “como lo que verdaderamente es, como palabra de Dios” (1 Tesalonicenses 2:13). La cristiandad se ha labrado un historial vergonzoso al respecto. Tras años de estudio en instituciones teológicas, ¿son los miembros del clero maestros capacitados de la Palabra de Dios? Ni mucho menos. Algunos estudiantes tienen fe en la Biblia cuando entran en el seminario, pero al graduarse se declaran escépticos. A partir de entonces, en vez de predicar la Palabra de Dios, en la que muchos de ellos ya no creen, encauzan su ministerio en otras direcciones: toman partido en contiendas políticas, promueven el llamado evangelio social o impregnan sus sermones con las filosofías de este mundo (2 Timoteo 4:3). En cambio, los cristianos auténticos siguen el ejemplo de Jesucristo.

7, 8. ¿En qué se diferenciaba la actitud de Jesús respecto a la Palabra de Dios de la de los guías religiosos de su tiempo?

7 Jesús no permitió que los guías religiosos de su tiempo moldearan su modo de pensar. Fuera que se dirigiese a un grupo pequeño, como sus apóstoles, o a grandes multitudes, siempre empleaba los santos escritos (Mateo 13:10-17; 15:1-11). Eso lo distinguió de los guías religiosos de su época, quienes disuadían enérgicamente a la gente común de escudriñar las cosas profundas de Dios. De hecho, los maestros de aquel tiempo solían creer que ciertos pasajes bíblicos eran tan profundos, que no podían analizarlos con cualquiera, sino solo con el discípulo de su predilección y, además, en voz baja y con la cabeza cubierta. La verdad es que eran casi tan supersticiosos respecto a hablar de ciertas porciones de la Biblia como lo eran respecto a pronunciar el nombre divino.

8 Cristo no era así. Creía que la gente en general, no solo una minoría escogida, tenía que analizar “toda expresión que sale de la boca de Jehová”. No pretendía transmitir la llave del conocimiento a un grupo selecto de eruditos. Dijo a sus discípulos: “Lo que les digo en la oscuridad, díganlo en la luz; y lo que oyen susurrado, predíquenlo desde las azoteas” (Mateo 4:4; 10:27). Sentía un deseo ardiente de comunicar el conocimiento de Dios al mayor número de personas posible.

9. ¿Cómo usan la Biblia los cristianos verdaderos?

9 La Palabra de Dios debe ser la base de nuestra enseñanza. Cuando pronunciamos un discurso en el Salón del Reino de los Testigos de Jehová, por ejemplo, no suele bastar con leer en la Biblia algunos versículos. Hemos de explicarlos, ilustrarlos y aplicarlos dentro de su contexto. Nuestra meta es extraer el mensaje bíblico de la página impresa y estamparlo en el corazón de nuestros oyentes (Nehemías 8:8, 12). También debe emplearse la Biblia cuando hay que dar consejo o administrar disciplina correctiva. Aunque los siervos de Jehová hablan idiomas distintos y tienen antecedentes muy variados, todos ellos respetan el Libro de los libros: la Biblia.

10. ¿Qué efecto puede tener en nosotros el mensaje inspirado de la Biblia?

10 Cuando se utiliza con ese respeto, el mensaje de la Biblia tiene poder (Hebreos 4:12). Motiva a la gente a realizar cambios en su vida, tales como abandonar las prácticas antibíblicas de la fornicación, el adulterio, la idolatría, la borrachera y el robo. Ha ayudado a muchas personas a quitarse la vieja personalidad y ponerse la nueva (Efesios 4:20-24). En efecto, si sentimos mayor respeto por ella que por las opiniones o tradiciones humanas y la usamos fielmente, la Biblia puede convertirnos en maestros de la Palabra de Dios competentes, completamente equipados.

El espíritu de Jehová nos capacita

11. ¿Por qué es adecuado que al espíritu santo de Jehová se le llame “el ayudante”?

11 En segundo lugar, analicemos el cometido que desempeña el espíritu santo de Jehová, su fuerza activa, en que estemos completamente equipados. No olvidemos jamás que es la fuerza más poderosa que existe. Jehová ha facultado a su Hijo amado para que utilice esta imponente fuerza a favor de los cristianos verdaderos. Es lógico, pues, que Jesús llamara al espíritu santo “el ayudante” (Juan 16:7). Instó a sus seguidores a que lo pidieran a Jehová, y les aseguró que su Padre se lo daría generosamente (Lucas 11:10-13; Santiago 1:17).

12, 13. a) ¿Por qué es importante que pidamos que el espíritu santo nos ayude en el ministerio? b) ¿Cómo demostraron los fariseos que no tenían el espíritu santo?

12 Tenemos que pedir espíritu santo a diario, sobre todo para que nos ayude en el ministerio. ¿Qué efecto tiene esta fuerza activa en nosotros? Influye de tal modo en la mente y en el corazón, que nos ayuda a cambiar, a crecer y a reemplazar la vieja personalidad por la nueva (Colosenses 3:9, 10). Hace posible que cultivemos valiosas cualidades como las de Cristo. Muchos de nosotros podemos citar de memoria Gálatas 5:22, 23, donde se enumeran los frutos del espíritu de Dios, el primero de los cuales es el amor. Esta cualidad es fundamental para nuestro ministerio. ¿Por qué?

13 El amor es lo que más motiva. El amor a Jehová y al prójimo impulsa a los cristianos verdaderos a difundir las buenas nuevas (Marcos 12:28-31). Sin ese amor, no seríamos maestros de la Palabra de Dios verdaderamente capacitados. Fijémonos en el contraste entre Jesús y los fariseos. Mateo 9:36 dice lo siguiente tocante a Cristo: “Al ver las muchedumbres, se compadeció de ellas, porque estaban desolladas y desparramadas como ovejas sin pastor”. ¿Qué actitud tenían los fariseos respecto a la gente común? Así es como se expresaban: “Esta muchedumbre que no conoce la Ley son unos malditos” (Juan 7:49). Aquellos fariseos no amaban a la gente, sino que la despreciaban. Estaba claro que no tenían el espíritu de Jehová.

14. ¿Cómo debe motivarnos el ejemplo de amor que dio Jesús en el ministerio?

14 Jesús se compadecía de las personas. Era consciente de su dolor. Sabía que se les había maltratado, desollado y desparramado como si fueran ovejas sin pastor. Juan 2:25 nos dice que Jesús “conocía lo que había en el hombre”. Puesto que durante la creación fue el Obrero Maestro de Jehová, comprendía profundamente la naturaleza humana (Proverbios 8:30, 31). Tal entendimiento hace que nos ame más. ¡Que dicho amor sea siempre la fuerza que nos impulse a predicar! Si creemos que podemos mejorar en este sentido, pidamos a Jehová espíritu santo y trabajemos en armonía con nuestras oraciones. Jehová las contestará y enviará su irresistible fuerza para ayudarnos a parecernos más a Cristo, quien estaba sumamente capacitado para predicar las buenas nuevas.

15. ¿Cómo aplicaban a Jesús las palabras de Isaías 61:1-3 y al mismo tiempo desenmascaraban a los escribas y fariseos?

15 ¿Qué capacitó a Jesús? “El espíritu de Jehová está sobre mí”, dijo él (Lucas 4:17-21). En efecto, Jehová mismo nombró a Jesús mediante su espíritu santo. Cristo no necesitaba más credenciales. ¿Y a los guías religiosos de su día? ¿Los había nombrado el espíritu santo? No, y tampoco estaban capacitados para cumplir la profecía de Isaías 61:1-3, que Jesús leyó en voz alta y aplicó a sí mismo. Lea esos versículos y compruebe que aquellos escribas y fariseos hipócritas no estaban a la altura de esas palabras. No tenían buenas nuevas que declarar a los pobres. ¿Y cómo podrían predicar una liberación a los cautivos y un recobro de vista a los ciegos? En sentido espiritual, ellos mismos estaban ciegos y cautivos a las tradiciones humanas. A diferencia de ellos, ¿estamos nosotros capacitados para enseñar?

16. ¿Qué confianza puede tener hoy el pueblo de Jehová respecto a su capacitación como ministros?

16 Es cierto que no hemos estudiado en los institutos de enseñanza superior de la cristiandad. Ningún seminario teológico nos ha nombrado maestros. ¿Quiere decir eso que no estamos capacitados? De ninguna manera. Nuestro nombramiento como Testigos procede de Jehová (Isaías 43:10-12). Si le pedimos su espíritu y actuamos en conformidad con nuestra oración, dispondremos de la mejor formación posible. Claro está, somos imperfectos y no estamos a la altura del ejemplo que dio el Gran Maestro, Jesús. Sin embargo, ¿no agradecemos que Jehová utilice su espíritu para instruirnos como maestros capacitados de su Palabra?

La organización de Jehová nos capacita

17-19. ¿Cómo nos capacitan para ser ministros las cinco reuniones semanales que prepara la organización de Jehová?

17 Analicemos a continuación el tercer medio del que se vale Jehová para capacitarnos como maestros de su Palabra: su congregación u organización terrestre, que nos prepara para ser ministros. ¿De qué manera? Piense tan solo en el programa de instrucción del que disfrutamos. En una semana normal, asistimos a cinco reuniones cristianas (Hebreos 10:24, 25). Nos congregamos en pequeños grupos en el Estudio de Libro de Congregación para disfrutar de un análisis profundo de la Biblia con un libro de texto que suministra la organización de Jehová. Al escuchar y comentar, aprendemos unos de otros y nos animamos mutuamente. Asimismo, el superintendente del estudio de libro nos dispensa atención e instrucción personalizadas. En la Reunión Pública y el Estudio de La Atalaya recibimos más alimento espiritual nutritivo.

18 La Escuela del Ministerio Teocrático tiene el propósito de instruirnos en el modo de impartir enseñanza. Cuando preparamos las asignaciones estudiantiles, aprendemos a enseñar un amplio abanico de temas con la Palabra de Dios (1 Pedro 3:15). ¿No se nos ha pedido alguna vez que hablemos sobre un tema bastante conocido y luego hemos descubierto que aprendimos algo nuevo? Esto sucede con frecuencia. Nada mejora más la comprensión de un asunto que enseñarlo a los demás. Incluso cuando no se nos ha encomendado ninguna participación, aprendemos a ser mejores maestros, pues observamos las buenas cualidades de los demás estudiantes y pensamos en la manera de imitarlas.

19 La Reunión de Servicio también se prepara con el fin de convertirnos en maestros de la Palabra de Dios. Semana tras semana disfrutamos de animados discursos, algunos con participación del auditorio, y de demostraciones orientadas a mejorar nuestro ministerio. ¿Qué presentación usaremos? ¿Cómo afrontaremos los retos especiales del ministerio público? ¿Qué nuevos métodos de predicación podemos emplear? ¿Qué nos hará maestros más eficaces al hacer revisitas y dirigir estudios bíblicos? (1 Corintios 9:19-22.) Estas preguntas reciben cumplida respuesta en la Reunión de Servicio. Muchas intervenciones se basan en artículos de Nuestro Ministerio del Reino, otra herramienta que se nos suministra a fin de capacitarnos para nuestra esencial obra.

20. ¿Cómo podemos beneficiarnos plenamente de las reuniones y asambleas?

20 Mediante la preparación para las reuniones, la asistencia a ellas y la aplicación en nuestra tarea docente de lo aprendido, recibimos una extensa educación. Pero eso no es todo. También celebramos reuniones más grandes —asambleas de circuito y de distrito—, cuyo objetivo es capacitarnos para que seamos maestros de la Palabra de Dios. ¡Y cuánto deseamos escuchar con atención y aplicar los consejos recibidos! (Lucas 8:18.)

21. ¿Qué prueba que la instrucción recibida ha sido eficaz, y a quién damos la honra por ello?

21 ¿Ha resultado eficaz la instrucción de Jehová? Dejemos que los hechos hablen por sí mismos. Todos los años se ayuda a cientos de miles de personas a aprender las doctrinas bíblicas fundamentales y a vivir en armonía con lo que Dios espera de ellas. Seguimos aumentando, pero ninguno de nosotros se lleva el mérito por ello. Debemos ver los asuntos de forma realista, como lo hizo Jesús, quien dijo: “Nadie puede venir a mí a menos que el Padre, que me envió, lo atraiga”. Al igual que los apóstoles de la antigüedad, la mayoría de nosotros somos iletrados y del vulgo (Juan 6:44; Hechos 4:13). Nuestro éxito depende de Jehová, quien atrae a las personas sinceras a la verdad. El apóstol Pablo lo expresó así: “Yo planté, Apolos regó, pero Dios siguió haciéndolo crecer” (1 Corintios 3:6).

22. ¿Por qué no debemos desanimarnos nunca a tal grado que dejemos de participar plenamente en el ministerio cristiano?

22 En efecto, Jehová Dios participa activamente en nuestra labor de ser maestros de su Palabra. Tal vez no siempre nos sintamos capacitados para ello. Pero no debemos olvidar que es Jehová quien atrae a la gente a sí mismo y a su Hijo. Es él quien nos capacita para servir a los nuevos discípulos mediante su Palabra, su espíritu santo y su organización terrestre. Respondamos a Su enseñanza mediante la aplicación de todo lo bueno que ya nos imparte a fin de que seamos maestros de la Palabra de Dios completamente equipados.

¿Qué respondería?

• ¿Cómo nos prepara la Biblia para predicar?

• ¿Qué papel desempeña el espíritu santo en nuestra capacitación como ministros?

• ¿De qué maneras le ha ayudado la organización terrestre de Jehová a ser un predicador capacitado de las buenas nuevas?

• ¿Por qué podemos tener confianza cuando salimos al ministerio?

[Ilustración de la página 25]

Como maestro de la Palabra de Dios, Jesús mostró amor a las personas

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