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  • Cumpla con su voto matrimonial
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1996
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1996
w96 1/3 págs. 19-22

Cumpla con su voto matrimonial

EL DÍA de la boda es un día muy feliz, pero también es una ocasión sumamente seria. Los novios hacen una promesa solemne que influirá en ellos el resto de su vida. Aunque los invitados a la boda son testigos de dicha promesa, el Testigo principal es Jehová Dios.

La Biblia no exige que se sigan procedimientos específicos ni que la ceremonia se realice de una manera en particular. No obstante, en reconocimiento de su origen divino, el matrimonio por lo general se solemniza mediante un voto hecho durante una ceremonia religiosa. Por varios años, los testigos de Jehová han utilizado el siguiente voto matrimonial: “Yo ... te acepto ... para que seas mi (esposa/esposo) en matrimonio, para amarte y cuidarte con ternura (esposa: y respetarte profundamente) de acuerdo con la ley divina como se delinea en las Santas Escrituras para (los esposos/las esposas) cristiano(a)s, mientras ambos vivamos juntos en la Tierra de acuerdo con el arreglo marital de Dios”.a

Algo en que meditar

Si usted piensa casarse, es muy importante que medite en el profundo significado de este voto antes del día de la boda. Salomón dijo: “No te des prisa respecto a tu boca; y en cuanto a tu corazón, no se apresure a producir una palabra ante el Dios verdadero”. (Eclesiastés 5:2.) ¿Y si ya está casado? En ese caso le beneficiará reflexionar sobre la importancia de la promesa solemne que hizo ante Jehová. ¿Está cumpliéndola? Los cristianos toman muy en serio sus promesas. Salomón pasó a decir: “Lo que prometes en voto, págalo. Mejor es que no hagas voto que el que hagas voto y no pagues. No permitas que tu boca haga pecar a tu carne; tampoco digas delante del ángel que fue una equivocación”. (Eclesiastés 5:4-6.)

No hay duda de que un examen de cada expresión del voto matrimonial enriquecerá nuestro entendimiento de lo que implica esta promesa solemne.

“Yo ... te acepto”: Estas son las palabras de apertura del voto. Ponen de relieve que usted es personalmente responsable de la decisión de casarse.

Bajo el orden cristiano, nadie está obligado bíblicamente a casarse. Jesucristo mismo permaneció soltero y recomendó la soltería a los que ‘pudieran hacer lugar para ello’. (Mateo 19:10-12.) Por otro lado, la mayoría de sus apóstoles eran hombres casados. (Lucas 4:38; 1 Corintios 9:5.) Es obvio que el contraer matrimonio es una decisión personal. Ningún ser humano tiene el derecho bíblico de obligar a otro a casarse.

Por tanto, es usted quien decide casarse. Probablemente fue usted quien escogió a la persona con quien va a unirse. Cuando hace el voto matrimonial y dice: “Yo te acepto ...”, está aceptando a esa persona tanto con sus virtudes como con sus defectos.

Con el tiempo descubrirá aspectos insospechados de la personalidad de su cónyuge. De vez en cuando habrá desilusiones. La Biblia dice que “todos han pecado y no alcanzan a la gloria de Dios”. (Romanos 3:23.) De modo que quizás tenga que hacer cambios para complacer a su cónyuge. Esto pudiera resultar difícil, y en ocasiones tal vez desee darse por vencido. Pero recuerde: el voto matrimonial se hace en la presencia de Jehová, y él puede ayudarlo a tener éxito.

“Para que seas mi (esposa/esposo) en matrimonio”: En la primera boda, cuando se entregó a Eva en matrimonio a Adán, Jehová Dios dijo que ambos ‘tenían que llegar a ser una sola carne’. (Génesis 2:24; Mateo 19:4-6.) Eso significa que el matrimonio es la relación más estrecha que puede existir entre dos personas. El matrimonio forma un nuevo vínculo de parentesco. Usted acepta a una persona para que sea su “esposa en matrimonio” o su “esposo en matrimonio”. Es una relación inigualable. Las acciones que hacen poco daño en otras relaciones pueden causar heridas profundas en el matrimonio.

Por ejemplo, analicemos el consejo de Efesios 4:26: “Estén airados, y, no obstante, no pequen; que no se ponga el sol estando ustedes en estado provocado”. Puede que usted no siempre haya resuelto los malentendidos con sus parientes o amigos tan pronto como debió hacerlo. Pero su cónyuge es la persona más allegada a usted, más que cualquier otro familiar o amigo. No resolver inmediatamente los problemas con su pareja pudiera poner en peligro su relación especial.

¿Permite que un desacuerdo con su pareja se convierta en una incesante fuente de irritación? ¿Persisten durante varios días los malentendidos y las situaciones inquietantes? Cuando surjan dificultades, recuerde: para cumplir con su voto, no debe dejar que pase un día sin haber hecho las paces con su cónyuge, lo cual significa perdonar y olvidar, así como reconocer sus propias faltas y equivocaciones. (Salmo 51:5; Lucas 17:3, 4.)

“Para amarte”: El novio jura que ‘amará y cuidará con ternura’ a su esposa. Este amor incluye el amor romántico que probablemente los atrajo el uno al otro. Sin embargo, no basta con esta clase de amor. El amor que el cristiano jura a su cónyuge es más profundo y amplio.

Efesios 5:25 dice: “Esposos, continúen amando a sus esposas, tal como el Cristo también amó a la congregación”. El amor de Jesús a la congregación no es el amor romántico que existe entre una pareja. Los términos “amando” y “amó” que aparecen en este versículo vienen de la palabra a·gá·pe, que se refiere al amor basado en principios. De modo que la Biblia manda a los esposos que manifiesten amor constante, inquebrantable y perdurable a sus esposas.

Este amor no es simplemente un sentimiento que nos hace decir “te amo porque tú me amas”. El marido procura el bienestar de su esposa, incluso anteponiéndolo al suyo, y la esposa ama a su esposo de la misma manera. (Filipenses 2:4.) Cultivar un amor profundo a su pareja le ayudará a cumplir con su voto matrimonial.

“[Para] cuidarte con ternura”: Estas palabras destacan la profundidad del aprecio que usted ha de sentir por su pareja. Debe expresarle su amor con palabras y hechos. La esposa en especial necesita que el esposo le demuestre constantemente su amor. Puede que el marido atienda bien las necesidades físicas de ella, pero no basta con eso. Hay esposas que tienen suficiente alimento y un hogar cómodo, pero que están muy tristes porque sus esposos no las atienden ni les prestan atención.

Por otra parte, la esposa que sabe que su esposo la ama y la cuida con ternura tiene toda la razón para sentirse feliz. Desde luego, lo mismo ocurre en el caso del esposo. El amor verdadero aumenta notablemente cuando los cónyuges expresan su cariño con sinceridad. En el Cantar de los Cantares, el amado pastor exclama: “¡Qué hermosas son tus expresiones de cariño, oh hermana mía, novia mía! ¡Cuánto mejores son tus expresiones de cariño que el vino, y la fragancia de tus aceites que toda suerte de perfume!”. (Cantar de los Cantares 4:10.)

“Y respetarte profundamente”: A través de los siglos, ha habido hombres que han maltratado y degradado a las mujeres. Según la revista Salud Mundial, hoy en día “la violencia contra las mujeres se da en todos los países y en todas las clases sociales y económicas. En muchos contextos culturales, pegar a la esposa se considera un derecho del hombre”. La mayoría de los hombres quizás no se comportan de esa manera. Sin embargo, parece que hay muchos que no se interesan sinceramente en las cuestiones que atañen a la mujer. Como consecuencia, muchas mujeres han adoptado una actitud negativa hacia los hombres. Algunas esposas han dicho: “Quiero a mi esposo, pero sencillamente no puedo respetarlo”.

No obstante, Jehová Dios valora a la mujer que se esfuerza por respetar a su marido aunque él de vez en cuando no esté a la altura de lo que ella espera. Ella reconoce que Dios le ha dado al esposo una asignación. (1 Corintios 11:3; Efesios 5:23.) De modo que respetar al esposo profundamente forma parte de su adoración y es una manera de obedecer a Jehová, quien no pasa por alto la obediencia de las mujeres piadosas. (Efesios 5:33; 1 Pedro 3:1-6; compárese con Hebreos 6:10.)

El respeto que los cónyuges se muestran en el matrimonio tiene que ser mutuo; además, deben ganárselo, y no simplemente esperarlo o exigirlo. Por ejemplo, en el matrimonio no hay lugar para el habla hiriente u ofensiva. No sería ni amoroso ni respetuoso hacer comentarios despectivos acerca de la pareja de uno. Nunca es provechoso revelar las faltas del cónyuge a otras personas ni hablar de ellas en público. Pudiéramos incluso mostrar flagrante falta de respeto cuando hacemos comentarios en broma. Las palabras de Efesios 4:29, 32 son aplicables tanto al esposo como a la esposa. Dice: “No proceda de la boca de ustedes ningún dicho corrompido, sino todo dicho que sea bueno para edificación según haya necesidad, [...] háganse bondadosos unos con otros, tiernamente compasivos”.

“De acuerdo con la ley divina como se delinea en las Santas Escrituras”: Dios quiere que disfrutemos de libre albedrío. Él no desea cargarnos con una lista exhaustiva de reglas para la vida matrimonial. Sin embargo, ha suministrado algunas pautas para nuestro bienestar.

Hoy en día hay una amplia variedad de publicaciones sobre el matrimonio, y muchas personas tienen su propia filosofía al respecto. ¡Tenga cuidado! Gran parte de la información que se publica sobre el matrimonio contradice la Biblia.

Tenga presente también que las circunstancias de cada pareja son distintas. Los matrimonios son, en cierto sentido, como los copos de nieve. Puede que todos parezcan idénticos de lejos, pero, en realidad, cada uno es singular, diferente de los demás. La combinación de su personalidad con la de su cónyuge es única, inimitable. Por lo tanto, no se apresure a aceptar la opinión personal de los demás. No existe una fórmula humana aplicable a todos los matrimonios.

Por otro lado, todos los mandatos bíblicos son verdaderos y pertinentes. El apóstol Pablo escribió: “Toda Escritura es inspirada de Dios y provechosa para enseñar, para censurar, para rectificar las cosas”. (2 Timoteo 3:16; Salmo 119:151.) Si usted lee la Biblia, acepta sus enseñanzas y vive cada día en armonía con ellas, podrá cumplir con su voto matrimonial. (Salmo 119:105.)

“Mientras ambos vivamos juntos en la Tierra”: Estas palabras apuntan a una unión duradera. Dios manda que ‘el hombre deje a su padre y a su madre, y se adhiera a su esposa’. (Génesis 2:24.) Jehová quiere que ustedes dos estén juntos. Sirvan a Dios juntos; estudien su Palabra juntos; aparten tiempo para caminar, sentarse y comer juntos; disfruten de la vida juntos.

Algunas parejas procuran apartar tiempo todos los días para conversar. Esta unidad es esencial para la felicidad del matrimonio, incluso para los que llevan muchos años casados.

“De acuerdo con el arreglo marital de Dios”: El matrimonio es un don procedente de Jehová Dios, quien dio origen a esta institución. (Proverbios 19:14.) No conformarse a las normas que él ha establecido no solo pondrá en peligro su felicidad en el matrimonio, sino también su relación con el Creador. Sin embargo, cuando la pareja cultiva una buena relación con Jehová y lo demuestra obedeciendo sus disposiciones, goza de relaciones pacíficas con otras personas y como matrimonio. (Proverbios 16:7.)

Nunca olvide que Jehová es el Testigo principal del voto matrimonial que usted hizo. Siga cumpliendo con esta promesa solemne, y su matrimonio redundará en alabanza y gloria para Jehová Dios.

[Nota]

a En algunos lugares quizá sea necesario ajustar este voto para cumplir con las leyes locales. (Mateo 22:21.) Sin embargo, este es el que las parejas cristianas emplean en la mayoría de los países.

[Ilustración de la página 22]

Los matrimonios son, en cierto sentido, como los copos de nieve. Puede que todos parezcan idénticos de lejos, pero, en realidad, cada uno es singular

[Reconocimiento]

Snow Crystals/Dover

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