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  • ‘¿Qué hay de malo en divertirse?’
  • ¡Despertad! 1986
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¡Despertad! 1986
g86 22/10 págs. 17-19

Los jóvenes preguntan...

‘¿Qué hay de malo en divertirse?’

LOS viernes por la noche Paula (este no es su nombre verdadero) solía asistir a las reuniones cristianas. Pero aunque disfrutaba mucho de lo que se consideraba allí, sabía que al mismo tiempo los muchachos de la escuela estaban en alguna fiesta o baile.

Paula dice que de camino a casa después de la reunión pasaba por el lugar donde se reunían los jóvenes. Ella recuerda: “Atraída por la música fuerte y las luces intermitentes, me asomaba a mirar por la ventana cuando pasábamos por allí y con anhelo pensaba en cuánto debían estar divirtiéndose”. Con el tiempo, su deseo de divertirse con sus amigos llegó a ser lo más importante en su vida.

‘¿Estoy perdiéndome algo?’

¿Es tan importante para ti el divertirte? Probablemente no lo sea. Pero tal vez en ocasiones pienses, al igual que Paula, que estás perdiéndote algo. Todos tus amigos y compañeros de escuela parecen estar divirtiéndose mucho. ¿Y qué hay de ti? Presa en la rutina de la escuela, las tareas escolares y los quehaceres domésticos. La vida podría parecerte aun más restrictiva si tus padres son cristianos e insisten en cumplir con los principios bíblicos.

Quieres ver ese programa de televisión del cual los demás jóvenes hablan, pero tus padres dicen que es demasiado violento. Quieres salir a pasear con unos compañeros de clase, pero ellos dicen que son mala asociación. (1 Corintios 15:33.) Quieres invitar a varios amigos a una fiestecita en casa, pero mamá y papá insisten en supervisarla.

En cambio, a algunos de tus compañeros de escuela quizás no se les impongan tales restricciones. Sus padres les permiten —o pasan por alto— que fumen marihuana, vayan a los ruidosos conciertos de rock y hasta que participen en relaciones sexuales ilícitas. No que tú quieras hacer esas cosas malas. Pero tal vez envidies la libertad de tus amigos de hacer lo que les place. ‘¿Qué hay de malo en divertirse un poco de vez en cuando?’, tal vez preguntes.

¡El hombre fue hecho para disfrutar de la vida!

En cuanto a Dios nuestro Hacedor, él no ve nada malo en que pasemos un rato agradable de vez en cuando. Esto se puede ver claramente en la creación misma. Imagínate la pequeña nutria lustrosa de ojos brillantes según se desliza por un tobogán de lodo que ella misma ha hecho. Vez tras vez se desliza de cabeza por este tobogán o canal y cae en el agua... solo para jugar. Parece que este animalito nunca se cansa de su alegre juego. ¿No te dice esto algo de la personalidad de Aquel que hizo a esta criatura juguetona?

Jehová es un “Dios feliz”. (1 Timoteo 1:11.) Él no desea que sus criaturas sencillamente existan; también quiere que disfruten de la vida. No hay duda de que esto debe ser especialmente cierto en el caso de nosotros los humanos que hemos sido creados a la imagen de Dios. (Génesis 1:26, 27.)

Así Dios dotó al primer ser humano, Adán, con la facultad de disfrutar de la vida. Él no era un simple autómata. Tampoco tenía una personalidad árida, dada solo a estudiar o trabajar. Sentía verdadero placer de vivir. Con este fin, Dios dio a Adán la facultad de percibir una variedad ilimitada de vistas, sabores, sonidos y olores, y de disfrutar de estos. También reconoció que Adán necesitaba compañerismo y le proveyó una compañera perfecta. (Génesis 2:18, 23.)

Por lo tanto, Dios no niega a los jóvenes que se diviertan. Mediante el sabio Salomón, Él dice: “Disfruta mientras eres muchacho y pásalo bien en la juventud; déjate llevar del corazón y de lo que atrae a los ojos”. (Eclesiastés 11:9, Nueva Biblia Española.)

¿Es aceptable cualquier cosa?

Pero ¿significa esto que, en lo que respecta a recreación, cualquier cosa es aceptable? Difícilmente. Pues, después de decir las palabras supracitadas, Salomón advierte lo siguiente: “Sabe que Dios te llevará a juicio para dar cuenta de todo”. Es cierto que Dios desea que disfrutes de la vida a plenitud. Pero a la misma vez él te considera responsable por tus acciones. “Quita de tu corazón la irritación, y evita a tu carne la calamidad; pues la juventud y la flor de la vida son vanidad”, añadió Salomón. (Eclesiastés 11:10.)

Por eso, no podemos sacrificar los principios bíblicos tan solo por disfrutar de un rato agradable. Pues lo que produce “deleite” hoy día, a menudo resulta en aflicción en el futuro. Por ejemplo, hay jóvenes que dicen que el fumar marihuana es divertido. Pero el cáncer de pulmón o el daño que provoca en los genes o el cerebro no son diversióna, como tampoco lo son las consecuencias de la inmoralidad sexual... los embarazos y las enfermedades transmitidas sexualmente. Sin embargo, es fácil olvidarse de esto y comenzar a envidiar la libertad de que algunos jóvenes parecen estar disfrutando.

En cierta ocasión el salmista se sintió así. “Llegué a tener envidia de los jactanciosos, cuando veía la mismísima paz de los inicuos”, confesó él. Hasta comenzó a dudar del valor de vivir en armonía con los principios justos. “De seguro, en vano he limpiado mi corazón y lavo mis manos en la inocencia misma”, dijo él. Pero entonces reflexionó y pensó: Los inicuos realmente están “en suelo resbaloso”... ¡titubeando ante el desastre! (Salmo 73:3, 13, 18.) Inevitablemente pagan el precio por violar los principios piadosos.

Paula también aprendió esta lección... por las malas. No pudo resistir el deseo que tenía de divertirse. De modo que dejó de asistir a las reuniones cristianas y buscó amistad entre jóvenes que iban tras los placeres. Desde entonces todo le fue mal. “Me hallé practicando todas las cosas malas contra las cuales se me había dado advertencia.” ¡Hasta fue arrestada e internada en una escuela de muchachas desobedientes debido a su mala conducta! Sin embargo, ella podría haberse evitado todo este pesar si hubiera prestado atención al consejo de Salomón de ‘evitar la calamidad’.

Cómo lograr el equilibrio

Por eso tus padres te imponen restricciones. No están tratando de privarte de que te diviertas. Más bien, desean que ‘quites de tu corazón la irritación’ y evites problemas serios. No obstante, el ‘quitar la irritación’ significa más que simplemente evitar las prácticas incorrectas. También significa mantener tus prioridades en el orden debido. Salomón dijo: “Para todo hay un tiempo [...] tiempo de llorar y tiempo de reír; tiempo de plañir y tiempo de dar saltos”. (Eclesiastés 3:1, 4.)

Vivimos en un mundo que da prioridad a los placeres. Un libro sobre estrategias comerciales describe lo que este llama “la nueva teología de los placeres”: “También hay una importante tendencia de vivir para el presente más bien que para el futuro; en divertirse ahora en vez de más tarde. La gente quiere disfrutar de la vida ahora, y las empresas que proveen productos y servicios que permiten que los consumidores hagan precisamente eso han gozado de un éxito extraordinario”. La Biblia profetizó que hoy día muchos serían “amadores de placeres”. (2 Timoteo 3:1, 4.)

El cristiano, sin embargo, procura mantener equilibrio. Las actividades recreativas son como especias exquisitas. Ciertamente hacen que una comida sea más apetitosa. Pero ¿las presentaría uno como el plato principal? (Compárese con Proverbios 24:13 y Pr 25:27.) No obstante, muchos jóvenes pasan la vida yendo de una forma de entretenimiento a otra. Muchas veces esto resulta en una alegría superficial que los deja vacíos y frustrados. Salomón dijo: “Nada de lo que mis ojos pidieron mantuve alejado de ellos. No detuve mi corazón de ninguna clase de regocijo [...] y, ¡mira!, todo era vanidad y un esforzarse tras viento”. (Eclesiastés 2:10, 11.)

No, las actividades recreativas no son todo lo que encierra la vida. Jesucristo mantuvo la recreación en su sitio. La Biblia dice que él asistió a un banquete de bodas en Caná. En aquellos banquetes había alimento, música, bailes y compañerismo edificante. Jesús hasta contribuyó al éxito del banquete de bodas por medio de proveer vino milagrosamente. (Juan 2:3-11.) Él sí sabía disfrutar de un rato agradable.

Pero Jesús no vivía de fiesta en fiesta. Pasaba la mayor parte del tiempo buscando los intereses espirituales, enseñando a la gente la voluntad de Dios. Él dijo: “Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y terminar su obra”. (Juan 4:34.) El hacer la voluntad de Dios le trajo a Jesús mayor placer duradero que cualquier diversión temporal.

Después de haber probado el entretenimiento mundano, Paula hizo cambios drásticos en su vida. Ella también aprendió el gozo de estar completamente dedicada a hacer la voluntad de Dios. Ahora se esfuerza por mantener la recreación y el entretenimiento en su debido lugar. Pero ¿qué hay de las veces en que la recreación es necesaria y apropiada? ¿Qué puedes hacer durante esas horas? En un artículo futuro se considerarán estas preguntas.

[Nota a pie de página]

a Véase el artículo “‘¿Puede arruinarme la salud el fumar marihuana?’” en el número del 8 de septiembre de 1985 de ¡Despertad!

[Ilustración en la página 17]

¿Realmente pierden buenos momentos de diversión los jóvenes que obedecen los principios bíblicos?

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