¿Está haciendo todo lo posible?
“HARÉ todo lo posible.” Con cuánta frecuencia siguen a esas palabras un “pero” y un sinnúmero de excusas para no esforzarse. ¿Qué puede decirse de nuestra dedicación a Jehová? ¿Estamos cumpliendo la promesa de hacer todo lo que esté a nuestro alcance para servirle?
Dedicarse significa ‘consagrarse, darse exclusivamente al servicio y adoración de Dios’. Jesús esclareció muy bien lo que implica la dedicación al decir: “Si alguien quiere venir en pos de mí, repúdiese a sí mismo y tome su madero de tormento y sígame de continuo”. (Mateo 16:24.) La persona que se ha repudiado y dedicado a Dios llega a tener como principal meta en la vida hacer la voluntad de Dios.
Puesto que somos un pueblo dedicado, debemos examinarnos para cerciorarnos de que vivimos en armonía con nuestra dedicación. Pedro mostró por qué deberíamos escudriñarnos al exhortar a los cristianos ungidos: “Hagan lo sumo por hacer seguros para sí su llamamiento y selección; porque si siguen haciendo estas cosas no fracasarán nunca”. (2 Pedro 1:10.) Si hacemos todo lo posible, no acabaremos siendo un fracaso en sentido espiritual.
“Todo lo posible” es superable
Es de esperar, hablando en términos generales, que todos los siervos dedicados de Dios hagan todo lo posible para agradar a Jehová. Sin embargo, “todo lo posible” en lo que respecta a hacer la voluntad de Dios es superable. Una tarea sencilla en casa quizás sea todo lo que un pequeño de 3 años puede hacer para ayudar a su mamá. Sin embargo, a medida que crezca podrá hacer más. Sucede algo semejante cuando crecemos espiritualmente; lo que antes era todo lo posible deja de serlo, deseamos hacer más a favor de Jehová.
Cuando aumenta nuestro aprecio por Jehová, crece nuestro deseo de hacer más. El estudio personal de su Palabra, la Biblia, nos hace valorar más lo que ha hecho a favor nuestro. Por ejemplo, cuando examinamos con cuidado y meditamos en lo que implicó para Jehová enviar a su Hijo para que diera su alma con el fin de liberar a la humanidad del pecado, nos sentimos impulsados a servir a la Fuente de la provisión del rescate. (Juan 3:16, 17; 1 Juan 4:9-11.) Cuanto más ‘probemos y veamos que Jehová es bueno’, más se sentirá impulsado nuestro corazón a servirle. (Salmo 34:8.)
Una ministra de tiempo completo llamada Jetter llegó a esa conclusión. Para profundizar en su estudio, reservó un pequeño cuarto de su casa y lo arregló de tal modo que le permitiera una mejor concentración. Tiene los Índices de las publicaciones Watch Tower y los volúmenes de La Atalaya y ¡Despertad! en un estante al alcance de la mano. “Cuando descubro información interesante —dice—, estoy ansiosa de compartirla con otros.”
No obstante, tal como el banquetear de vez en cuando no elimina la necesidad de ingerir las comidas diarias, del mismo modo, una investigación profunda pero esporádica de la Biblia no debe desplazar la costumbre de ingerir diariamente alimento espiritual. Ruth comprende tal necesidad, pues hasta donde recuerda, su familia leía junta la Biblia todos los días por la mañana y después de cenar. Hoy, a los 81 años y tras haber dedicado sesenta años al ministerio de tiempo completo, aún lee la Biblia todos los días a las seis de la mañana. En cuanto recibe las revistas La Atalaya y ¡Despertad!, aparta tiempo para leerlas. Repasa los artículos de estudio unas tres o cuatro veces antes de que se estudien en la congregación. “Para permanecer fuerte en la fe, hay que alimentarse con regularidad de la Palabra de Dios”, asegura. Ese aprecio también la ha ayudado a permanecer en el servicio misional por muchos años.
Hagamos todo lo posible para ayudar al prójimo
El estudio regular y profundo de la Palabra de Dios aumenta nuestro celo, y una fuerza interior nos incita a hacer más en el servicio. (Compárese con Jeremías 20:9.) Un celo de ese tipo impelió al joven Hirohisa a efectuar su ministerio plenamente. (2 Timoteo 4:5.) Como era hijo de madre soltera y tenía cuatro hermanos menores, Hirohisa, adolescente aún, sostenía a su familia trabajando desde las tres de la mañana en la venta de periódicos. Deseaba dedicar más tiempo a hablar a sus vecinos acerca de Jehová, así que llenó una solicitud para ser precursor, término que designa a los ministros de tiempo completo de los testigos de Jehová. Aunque era muy joven, disfrutaba de ayudar a sus semejantes a alabar a Jehová de toda alma.
Hacer todo lo posible para ayudar al prójimo implica mejorar la eficacia de nuestro ministerio. En una ocasión Jesús exhortó a sus discípulos: “Si saben estas cosas, felices son si las hacen”. (Juan 13:17.) El ejemplo de Naomi en cuanto a poner en práctica las sugerencias de la organización de Jehová es digno de imitar. Se le hacía difícil entablar conversaciones con los vecinos en la obra de casa en casa, y era frecuente que se quedara sin saber qué decir cuando ya estaba a la puerta. Los ancianos de la congregación le aconsejaron usar las sugerencias de la sección “Introducciones útiles para el ministerio del campo”, del libro Razonamiento a partir de las Escrituras.a Memorizó las introducciones que aparecen bajo el encabezamiento secundario “Familia/Hijos” y las ensayó muchas veces. Como resultado, cuando salió a la puerta una señora de unos 30 años, Naomi pudo sostener una conversación con ella. Esta señora fue al Salón del Reino aun antes de que Naomi la visitara de nuevo. Se le ofreció un estudio, y ahora ella y su esposo son cristianos bautizados y disfrutan de una feliz vida familiar con sus hijos.
Hagamos todo lo posible por mostrar interés personal
También podemos imitar al apóstol Pablo, que dijo: “Hago todas las cosas por causa de las buenas nuevas, para hacerme partícipe de ellas con otros”. (1 Corintios 9:22, 23.)
Hatsumi manifiesta esta forma de pensar. Cierto día, mientras estaba en la predicación, una señora le dijo amablemente por el interfono que estaba muy ocupada para atenderla. Puesto que el tono del ama de casa fue amable, Hatsumi decidió visitarla de nuevo. El ama de casa solo contestaba por el interfono, nunca salía a verla. Esta situación continuó por dos años y medio.
Un día Hatsumi cambió el horario de su visita a última hora de la tarde. Puesto que nadie contestaba el interfono, estaba a punto de retirarse, cuando una voz familiar detrás de ella le preguntó: “¿Quién es usted?”. Cuando la señora, que regresaba a casa, oyó el nombre Hatsumi, contestó de inmediato: “Ah, usted es quien ha estado visitándome. Gracias por preocuparse tanto de mí”. La señora se sentía avergonzada porque había descontinuado su estudio con los testigos de Jehová de otro lugar y por eso no le abría la puerta a Hatsumi. Se reanudó el estudio, y esta ama de casa está progresando muy bien. ¿Mostramos esa clase de interés por las personas con las que hablamos en el ministerio de casa en casa?
Haga todo lo que usted pueda
Jehová aprecia nuestros esfuerzos por hacer todo lo posible en su servicio. Es como un padre que recibe regalos de su hijo. Con el paso de los años, el regalo variará según la edad y recursos del hijo. Tal como un padre se siente feliz de recibir cualquier regalo que su hijo le hace sinceramente, así Jehová acepta con agrado el servicio que le rendimos de todo corazón de acuerdo con nuestro crecimiento espiritual.
Por cierto, no hay razón para comparar nuestro crecimiento con el de los demás. Como Pablo dice, tenemos motivo para alborozarnos respecto de nosotros mismos, “no en comparación con la otra persona”. (Gálatas 6:4.) Que todos sigamos prestando atención a la exhortación del apóstol Pedro: “Hagan lo sumo posible para que finalmente él los halle inmaculados y sin tacha y en paz”. (2 Pedro 3:14.)
[Nota a pie de página]
a Publicado por Watchtower Bible and Tract Society of New York, Inc.
[Fotografía en la página 29]
¿Hace usted todo lo posible por poner en práctica las sugerencias que se dan para el ministerio del campo?