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  • Prestemos atención a la palabra profética
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Nuestro Ministerio del Reino 1994
km 12/94 págs. 3-4

Prestemos atención a la palabra profética

1 “Tenemos la palabra profética hecha más segura.” (2 Ped. 1:19.) ¿Por qué dijo eso el apóstol Pedro? Las profecías relativas al Reino que aparecen en las Escrituras Hebreas, así como aquellas que se refieren a Jesucristo mismo, se habían confirmado o ‘hecho más seguras’, por lo que él y otros dos discípulos habían visto y oído en el momento de la transfiguración unos treinta y dos años antes. Esa visión dramática les había confirmado que Jesucristo verdaderamente asumiría el poder del Reino con gloria radiante y con el apoyo total de su Padre. Los cristianos del siglo I ‘hacían bien en prestar atención a aquella palabra profética como a una lámpara que resplandecía’, pues, de otro modo, sus corazones estarían en oscuridad. Al prestar atención a la resplandeciente palabra profética permanecerían alerta e iluminados hasta el amanecer del nuevo día, cuando el “lucero”, Cristo, se levantara en la gloria del Reino. (2 Ped. 1:16-19; Mat. 17:1-9.)

2 Nosotros no presenciamos aquella gloriosa transfiguración que vio Pedro. Con todo, los cristianos de esta generación, que han prestado atención a la palabra profética, han tenido el privilegio singular de ver, no un avance del Reino de Cristo, sino la arrolladora evidencia de que el Rey glorioso ya reina. Con cada año que ha transcurrido desde 1914, la palabra profética se ha hecho más segura al hacernos testigos del cumplimiento de los diversos aspectos de la impresionante “señal” que Jesús dio de su “presencia” real. Un aspecto importante de esa señal es el anuncio de su gobierno, o Reino, que se proclamaría en todas las naciones antes de que el Rey pusiera fin a este sistema de cosas. Bajo la dirección de Cristo, la obra de predicar el Reino se lleva a cabo hoy en 231 países en una escala jamás imaginada. (Mat. 24:3-14.) Por otro lado, a medida que se acerca la “gran tribulación”, el Rey entronizado sigue juntando a la “gran muchedumbre” “de todas las naciones”, que ejercen fe en la redentora “sangre del Cordero”. (Rev. 7:9, 10, 14.)

3 Puesto que el “lucero” se ha levantado, es decir, Cristo ha asumido el poder del Reino, ¿sigue siendo importante prestar atención a la palabra profética? ¡Por supuesto! El glorificado Jesucristo dio al apóstol Juan una serie de visiones que componen el libro de Revelación. Si bien estas fueron animadoras e instructivas para los primeros cristianos, son particularmente valiosas para nosotros, los que vivimos en “el día del Señor”. (Rev. 1:10.) Por esta razón, las congregaciones del pueblo de Jehová están estudiando de nuevo el libro Apocalipsis: su culminación.

4 “Feliz es el que lee en voz alta, y los que oyen, las palabras de esta profecía, y que observan las cosas que se han escrito en ella; porque el tiempo señalado está cerca.” (Rev. 1:3.) Si queremos ser felices, debemos captar el sentido, sí, tener verdadero entendimiento de esas visiones proféticas. ¿Qué necesitamos para lograrlo? La repetición nos ayuda a grabar en el fondo del corazón la importancia del relato de Revelación. El apóstol Pedro, miembro del cuerpo gobernante en el siglo I, reconoció que la repetición de verdades fundamentales era muy valiosa para ‘despertar’ a sus hermanos en sentido espiritual. (2 Ped. 1:12, 13.) De igual manera, el “esclavo fiel y discreto” de nuestros días nos ayuda a mantener vivo nuestro interés dirigiendo continuamente nuestra atención a la palabra profética. (Mat. 24:45-47.)

5 Cómo prestar atención: ¿Qué clase de atención merece la palabra profética de Revelación? El apóstol Pablo nos recuerda que Dios no ha hablado a los cristianos por medio de ángeles o profetas, como lo hizo con sus siervos precristianos. Más bien, Jehová se ha comunicado con nosotros mediante su Hijo más apreciado, a quien nombró “heredero de todas las cosas”. (Heb. 1:1, 2.) “Por eso es necesario que prestemos más de la acostumbrada atención a las cosas oídas por nosotros, para que nunca se nos lleve a la deriva.” (Heb. 2:1.) Sí, debemos prestar atención a la Palabra de Dios y, particularmente, a la palabra profética transmitida por medio de Jesucristo. ¿Cómo podemos prestar especial atención en nuestro estudio de Revelación?

6 Primero, es muy importante que asistamos al Estudio de Libro de Congregación todas las semanas. Es cierto que para muchos de nosotros esta será la tercera vez que estudiemos el libro Apocalipsis: su culminación. Por tanto, algunos quizá concluyan que pueden asistir de vez en cuando al Estudio de Libro, pensando que, después de todo, aunque se pierdan una reunión, ya conocen la información. La verdad es que con el transcurso de cada año, esta palabra profética se hace más relevante y oportuna de lo que lo fue en 1989, cuando estudiamos por primera vez este libro. Todos debemos estar alerta a los acontecimientos de nuestros días que se suceden rápidamente en cumplimiento de las profecías de Revelación. Así podremos estar preparados para proceder en conformidad con la voluntad de Jehová. Pongámonos la meta de no perdernos, de ser posible, ninguna reunión del Estudio de Libro durante el importante análisis de Revelación.

7 Segundo, prepare bien la porción asignada. Busque los textos que se citan y piense en cómo apoyan la explicación de los versículos de Revelación que se examinan. De este modo, conseguirá más que simples respuestas a las preguntas. Esfuércese por adquirir no solo conocimiento, sino sabiduría y entendimiento. (Pro. 4:7.) Tercero, participe dando comentarios y leyendo textos. Póngase como meta contestar por lo menos una vez o, mejor aún, varias veces en el estudio. De esta manera podrá concentrarse en la información.

8 Prestar más de la acostumbrada atención a la palabra profética entraña más que preparación, asistencia y participación. Implica, también, que después del estudio sigamos ‘reflexionando sobre estas cosas, y nos hallemos ocupados en ellas’. (1 Tim. 4:15.) Para que la palabra profética sea como una lámpara que resplandece en nuestro corazón, debemos permitir que influya profundamente en la persona que somos interiormente, en nuestros pensamientos, deseos, emociones, motivos y metas. (2 Ped. 1:19.) A este respecto debemos preguntarnos: ¿Qué significa esta información para mí? ¿Qué he aprendido acerca de Jehová y su Hijo, Jesucristo? ¿Qué principios subyacen tras la información? ¿Capto con el corazón el sentido de lo que estudiamos? ¿Cómo se relacionan estas verdades con mi vida, con mi familia o con la congregación? Solo si obramos en conformidad con lo que aprendemos podremos decir como el salmista: “Tu palabra es una lámpara para mi pie, y una luz para mi vereda”. (Sal. 119:105; Job 29:3, 4.)

9 Permanezcamos despiertos en los tiempos críticos: En el año 33 E.C., Jesús previno a sus discípulos de la futura destrucción de Jerusalén y de la situación que les indicaría que debían huir a un lugar seguro. (Luc. 19:41-44; 21:7-21.) Transcurrieron más de treinta años. Algunos cristianos de Judea quizá pensaron que poco cambiarían las cosas. Qué oportuna fue la exhortación del amado apóstol Pedro en su segunda carta —escrita alrededor del año 64— con relación a ‘prestar atención a la palabra profética’. (2 Ped. 1:19.) Poco después, en el año 66, los ejércitos romanos rodearon Jerusalén. Cuando las fuerzas romanas se retiraron de repente, al parecer sin motivo alguno, los cristianos de Judea que estaban despiertos siguieron las instrucciones de Jesús y huyeron. Entonces, en el año 70, los ejércitos romanos regresaron y destruyeron totalmente la ciudad. ¡Qué felices debieron sentirse aquellos cristianos por haber prestado cuidadosa atención a la palabra profética de Jesús!

10 ¿Por qué nos mantenemos alerta los cristianos hoy día? En las visiones de Revelación, Jesús puso sobre aviso a los cristianos que vivimos hoy respecto a muchos acontecimientos que tendrían lugar durante el día del Señor. En los últimos ochenta años se han sucedido varios de ellos: el nacimiento del Reino, la guerra en los cielos, con la subsecuente derrota de Satanás y sus demonios, seguida de su confinamiento a la vecindad de la Tierra, la caída de Babilonia la Grande y la aparición de la bestia salvaje de color escarlata, la octava potencia mundial. El cumplimiento de estos aspectos de la palabra profética de Revelación la hace más segura respecto a que pronto veremos el resto de los dramáticos acontecimientos: el sellado de los últimos miembros de los 144.000, el fin del recogimiento de la gran muchedumbre, la destrucción de Babilonia la Grande, la guerra de Armagedón, el abismar a Satanás y la Gobernación Milenaria de Cristo. Qué importante es que prestemos atención a la advertencia de Jesús: “¡Mira! Vengo como ladrón. Feliz es el que se mantiene despierto y guarda sus prendas de vestir exteriores, para que no ande desnudo y la gente mire su vergüenza”. (Rev. 16:15.)

11 ¿Permanecemos despiertos? ¿Tomamos en serio la palabra profética? Prescindiendo de que hayamos dedicado nuestra vida a Jehová hace cinco o cincuenta años, las palabras de Pablo a los cristianos de Roma siguen siendo oportunas para nosotros: “Ustedes conocen el tiempo, que ya es hora de que despierten del sueño, porque ahora está más cerca nuestra salvación que cuando nos hicimos creyentes. La noche está muy avanzada; el día se ha acercado”. Enseguida, Pablo exhorta a los cristianos a ‘quitarse las obras que pertenecen a la oscuridad’ y a ‘andar decentemente’. (Rom. 13:11-13.) Vivimos en un mundo sumido en la oscuridad moral. Lo que se consideraba conducta escandalosa hace solo treinta o cuarenta años les parece normal a muchos mundanos de esta última década del siglo XX. Cuidado, hermanos, nunca nos tomemos la libertad de incursionar en la oscuridad del mundo, descuidándonos en sentido moral. Si nos hacemos permisivos o tolerantes con relación al degradado modo de pensar y estilo de vida del mundo, perderemos la perspectiva sobre las cuestiones importantes que afrontamos hoy y que pronto serán zanjadas para siempre: la vindicación de la soberanía de Jehová y la santificación de su nombre. La somnolencia espiritual puede poner en peligro nuestra salvación que ahora está tan cerca.

12 Fortalezcamos nuestro aprecio de corazón por la palabra profética: Los antiguos profetas hebreos tuvieron un profundo interés en el cumplimiento de sus declaraciones inspiradas por espíritu santo acerca del Mesías. Hicieron “una indagación diligente y una búsqueda cuidadosa” tocante al desarrollo del propósito de Dios. (1 Ped. 1:10, 11.) Del mismo modo, si prestamos atención a la palabra profética de Revelación, nuestro aprecio por los asuntos espirituales aumentará. Nuestro apetito espiritual se hará mayor y nos incitará a ahondar en “las cosas profundas de Dios”. (1 Cor. 2:10.) Habiendo llenado nuestro corazón de aprecio y amor por la palabra profética, no necesitaremos que otros nos insten a asistir a las reuniones; sentiremos el impulso de asistir y participar con regularidad. (Luc. 6:45.) Si tenemos ‘la palabra en nuestro propio corazón’, sentiremos la necesidad de ‘presentar declaración pública de ella para salvación’. (Rom. 10:8-10.)

13 Cuanto más nos adentremos en el tiempo del fin, tanto más se mofarán de nosotros los burladores, por razón de que mantenemos nuestra fe en las declaraciones proféticas de Dios. (2 Ped. 3:3, 4.) Así y todo, permaneceremos despiertos a la palabra profética. La lámpara de la Palabra de Dios nos muestra dónde nos encontramos en la corriente del tiempo. Ilumina con claridad el hecho de que nos hallamos en los últimos días de este mundo tenebroso. ¡El lucero se ha levantado! ¡Cristo ha asumido el poder del Reino! Ya se vislumbra en el horizonte la aurora de un nuevo día. Que la promesa divina de un nuevo mundo siga siendo tan real para nosotros como lo fue el Reino para los tres apóstoles que tuvieron el privilegio de ver un avance de él en la milagrosa visión de la transfiguración de Jesús.

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