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Ministros de las buenas nuevas a su puertaLa Atalaya 1952 | 1 de septiembre
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En su obra de testimonio general Jesús visitó las casas de “hombres de toda clase”, para “buscar y salvar lo que estaba perdido”. Él mismo se invitó a la casa de Zaqueo y, después que ese recaudador principal de impuestos había aceptado su mensaje, dijo: “Este día ha venido la salvación a esta casa.” En la casa de cierto gobernante hizo volver de la muerte a su hija. Envió órdenes al domicilio de un oficial del ejército para sanar a su esclavo. Una “mujer llamada Marta lo recibió en la casa como invitado”, donde Jesús encontró que su hermana María tenía mucho interés en su mensaje, porque ella “se sentó a los pies del Señor y se quedó escuchando su palabra”. Aquí Jesús dijo que la ansiedad de Marta por cosas materiales era en vano, probando que las provisiones espirituales que él servía eran siempre el propósito motivador de sus visitas.—Luc. 19:5-10; Mat. 9:23-26; Luc. 7:2-10; 10:38-42, NM.
Por eso parecería que la obra de casa en casa es lo que se quiso decir cuando de nuevo, después del derrame del espíritu santo en la fiesta del Pentecostés, en 33 d. de J.C., se describió que los discípulos perseveraban “unánimes en asistir al Templo y en el partimiento del pan de casa en casa”. (Hech. 2:46, HA) Sabemos que los seguidores de Jesús ensancharon el ministerio en casas particulares a límites maravillosos después de la muerte y resurrección de Jesús. A pesar de que las autoridades les advirtieran que cesaran, “todos los días en el templo y de casa en casa continuaban sin parar enseñando y declarando las buenas nuevas acerca del Cristo, Jesús.” (Hech. 5:42, NM) Pablo dice qué deseoso estaba de desempeñar su apostolado de manera concienzuda. Note los medios que él usó para asegurar esto: “Yo no me retraje de decirles cosa alguna que fuera de provecho ni de enseñarles públicamente y de casa en casa.”—Hech. 20:20, NM.
¡Cuán natural en vista de todo esto que, con la inmensa tarea de predicar las buenas nuevas del reino por toda la tierra en este complejo mundo moderno, la organización de Dios se apoye tan fuertemente en el ministerio de puerta en puerta que data de mucho tiempo y es bíblico! Difícil como es la tarea aun con esta ayuda, sería imposible sin ella. Todavía existen problemas que vencer para hacer esta obra eficazmente. Ahora consideraremos precisamente cómo vencerlos.
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Predicando eficazmente en las puertasLa Atalaya 1952 | 1 de septiembre
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Predicando eficazmente en las puertas
¿QUÉ trae al ministro de buenas nuevas a la puerta? El deseo de encontrar a las “otras ovejas” del Pastor Propio, una ocupación singular y bendita. Si para sus discursos públicos el ministro de Dios se prepara seriamente, ¿no debería prepararse igualmente bien para la tarea de acercarse a las personas en cada puerta de una manera mucho más íntima de lo que es posible con cualquiera de los oyentes en un salón público? Como representante del Pastor Propio debería ser un buen ejemplo, capaz de transmitir la voz del Pastor sin tergiversación.
El ejemplar apóstol Pablo, en su esfuerzo por alcanzar a todos y no hacer tropezar a ninguno mediante su mensaje, dijo:
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