ilegal fué llevada a corte. Dondequiera que se encontraba personas interesadas se obtenían pedidos para literatura bíblica.

Cuando por fin llegó el día para el juicio, los testigos de Jehová fueron representados por un abogado bien conocido, que los defendió de buena gana a causa de los principios implicados. El juicio fué celebrado el 11 de enero de 1952, y el pretor, que oficia como juez en tales juicios, falló a favor de los ministros de Jehová. Entre otras cosas él dijo: “Firmemente comprobado está el hecho de que la única razón que motiva la actividad de los acusados [es] enseñar su religión. . . . Tal propaganda religiosa está, en nuestro arreglo positivo, plenamente permitida y explícitamente autorizada por la Constitución. . . . el que no sea segura la ofrenda ni se reciba con regularidad manifiesta que si los acusados recibían contribuciones, éstas, sin embargo, no constituían el propósito y mira de su actividad. . . . De las demandas para arresto se desprende claramente que a ninguno de los acusados se le encontró dejando, vendiendo ni distribuyendo en forma alguna libros, folletos o revistas, en ‘lugares públicos, ya sea abiertos o expuestos al público.’ [Lo cual la Constitución prohibe.] Debido a la susodicha situación, esta multa no tiene aplicación . . . los acusados son inocentes de la violación de que se les acusa porque los hechos no indican una violación. . . . Por la presente se ordena la restitución a los acusados de los libros y folletos que les confiscaron.”

Esta verdaderamente fué una gran victoria legal para los testigos de Jehová y no sólo les concede a ellos el derecho legal de predicar las buenas nuevas sin estorbo en Ancona, sino que hace más segura su posición legal en todas partes de Italia. Estas victorias en tribunales (cuatro decisiones importantes, incluyendo una del Tribunal Supremo) están construyendo un muro fuerte de defensa en contra de los odiadores de la libertad y los intolerantes religiosos.—Fili. 1:7, NW.

‘Vigilando estrechamente cómo andamos’

JEHOVÁ Dios, el Altísimo, es justo, puro y santo. Él es el Padre de las luces celestiales y toda su obra es perfecta. (Lev. 19:2; Deu. 32:4; Sant. 1:17, NW) Su Hijo, Cristo Jesús, imitó tan bien a su Padre que pudo decir: “El que me ha visto a mí ha visto al Padre.” (Juan 14:9, NW) Y para este globo Jehová ha proyectado unos nuevos cielos y una nueva tierra de justicia.—2 Ped. 3:13, NW.

¿Podemos imaginarnos por un momento que en ese nuevo mundo las personas se emborracharán? ¿o practicarán la inmoralidad? ¿o tratarán de divorciarse bajo muchos pretextos? ¿o tendrán fiestas desenfrenadas? ¿o tratarán de ver cuánto pueden alejarse del camino recto sin realmente sufrir la caída fatal? ¿o que tratarán de ver cuán cerca pueden estar de la fornicación o el adulterio sin que se les haga imposible retroceder? ¡Naturalmente que no! La gente entonces vivirá vidas limpias, decentes y honradas.

No obstante, hay algunas personas que se