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Alabanza eterna debida al Soberano del nuevo mundoLa Atalaya 1954 | 1 de marzo
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nombre amado por los siglos y eternamente sobre la tierra. Aun la batalla del Armagedón no interrumpirá el que se bendiga su nombre, porque sólo los bendecidores serán preservados completamente a través de ella. Luego piense en el trabajo agradable después del Armagedón, no sólo de familiarizar a los hijos de los sobrevivientes al Armagedón, sino también de familiarizar a todos los resucitados con el nombre de Jehová para incitarlos a unirse en bendecirlo hasta que toda la tierra resuene con su bendición y alabanza merecidas. ¡Cuán bendita perspectiva! En vista de ella ¿estamos determinados a tener una parte en efectuar el deseo inspirado del salmista tocante al nombre divino ahora y después del Armagedón? Nuestro amor a Dios responderá con un sí fervoroso, y como sociedad del Nuevo Mundo adoptaremos el proceder expresado en las palabras: “¡Cada día te bendeciré, y alabaré tu nombre por los siglos y eternamente!”—Sal. 145:2.
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Asambleas teocráticas en tiempos bíblicosLa Atalaya 1954 | 1 de marzo
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Asambleas teocráticas en tiempos bíblicos
EL GRAN Creador del universo, el Todopoderoso Dios Jehová, es un Dios sabio y amoroso. Él sabe mejor que cualquier otra persona qué cosas harán adelantar sus propósitos justos y amorosos y cuál es la mejor manera de equipar a sus siervos para que puedan cooperar con su Hacedor para la alabanza de él y la propia felicidad de ellos. La prueba de esto se ve en la provisión que él ha hecho para que sus siervos se reúnan en asambleas. Y dado que él es el gran Gobernante-Dios o Teócrata, síguese que toda asamblea que él disponga sería una asamblea teocrática.
Entre las primerísimas asambleas que Jehová hizo que sus siervos terrestres celebraran se cuenta la que se efectuó cuando vino el tiempo de Jehová para librar a los hijos de Israel de la esclavitud a Egipto. En esa asamblea “refirió Aarón todas las palabras que había dicho Jehová a Moisés, e hizo las señales a vista del pueblo. Y creyó el pueblo; . . . inclinaron la cabeza y adoraron.” (Éxo. 4:29-31) Sin duda alguna esa asamblea fué una ocasión gozosa, ya que por ésta se reveló el propósito de Jehová de librar al pueblo que llevaba su nombre.
Unos cuantos meses después los israelitas se hallaban reunidos en obediencia al mandato de Jehová al pie del monte Sinaí con el propósito de ser testigos del acto de darse la ley. “Y el monte Sinaí estaba humeando todo él, porque Jehová había descendido sobre él en fuego; y subía su humo como humo de un horno; y todo el monte temblaba en gran manera. Y el sonido de la trompeta siguió aumentándose.” (Éxo. 19:18, 19) ¡Qué base tan firme para ejercer fe, qué prueba más abundante se dió allí de que
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