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Comunistas convierten a clérigos católicosLa Atalaya 1954 | 15 de febrero
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roja, sacerdotes que son empapados de dogma católico romano desde la más temprana edad? ¿Por qué muestran estos sacerdotes más interés en reforma social, política y económica marxista que en predicar su religión? ¿Será que algo está mal en su dieta espiritual?
Sí, hay una debilidad inherente en la manera católica romana de hacerle frente al problema comunista. No aprecian que el cristianismo verdadero no tiene nada en común con este viejo mundo sino que tiene que mantenerse separado de él. Por ventaja egoísta la Jerarquía traba amistad con César, haciendo concordatos con Hitler, Mussolini y otros y expresa estar presta a negociar con la Rusia comunista si por ello puede obtener ventajas para sí; sí, hasta con el Diablo mismo, según el papa Pío XI.—Eagle de Brooklyn, 21 de febrero de 1943.
Pero Cristo Jesús no trabajó con César ni con el Diablo. El no entró en componendas provechosas con Herodes Antipas ni con Pilato, sino que llanamente dijo: “Mi reino no es parte de este mundo.” (Juan 18:36, NM) Y sus seguidores inmediatos actuaron igualmente, no tuvieron nada que ver con el mundo. Ellos se mantuvieron separados de él y advirtieron que el que los cristianos fueran amigos del mundo era llegar a ser enemigos de Dios: “Adúlteras, ¿no saben que la amistad con el mundo es enemistad con Dios?” (Sant. 4:4, NM) Ellos cifraron su esperanza y confianza, no en los arreglos y esfuerzos de hombres, sino en el reino de Dios.—Mat. 6:9, 10; 1 Cor. 15:25-28; 2 Ped. 3:13; Apo. 21:1-4.
Lo mismo es cierto hoy día. Los cristianos dedicados no pueden tener y no tendrán nada que ver con el comunismo, ni con las otras ideologías del mundo, si a eso se va. No serán engañados con los halagos del comunismo, porque ellos claramente ven que lo que el comunismo en realidad hace es ofrecer prosperidad material al costo de la integridad y la lealtad de uno a Dios, la misma tentación que el Diablo le presentó a Cristo Jesús en el desierto: ‘Todos los reinos de este mundo y su gloria si tú cooperas conmigo.’—Mat. 4:8-10, NM.
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Preguntas de los lectoresLa Atalaya 1954 | 15 de febrero
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Preguntas de los lectores
● Ezequiel 3:18 muestra que si el vigilante no diera la amonestación el inicuo moriría, pero la sangre sería demandada del vigilante infiel. ¿No está en pugna esto con las palabras de Jesús de que si los predicadores humanos permanecieran silenciosos las piedras clamarían?—R. J., Indonesia.
No hay pugna, porque los dos textos se refieren a cosas diferentes, y por consiguiente no son comparables. Ezequiel 3:18 muestra la responsabilidad que tiene la clase vigilante de Jehová de dar la amonestación. Si la amonestación no se diera y el inicuo pereciera, no habría injusticia, porque el inicuo moriría en su propia iniquidad. Sin embargo, fuerte responsabilidad descansaría sobre los vigilantes silenciosos. Las profecías muestran, sin embargo, que las buenas nuevas del Reino serán predicadas en toda la tierra habitada como una amonestación antes de que el Armagedón estalle. La clase vigilante desempeñará fielmente la obra al grado que Jehová lo considere necesario, y para el Armagedón todos estarán bajo responsabilidad individual o de familia o de comunidad ante Dios. Cualesquier individuos de la clase vigilante que rehusen dar la amonestación serán reputados responsables por Dios y serán ejecutados por no cumplir, negligencia que permitiría que otros murieran sin una amonestación.
Fué diferente la situación cuando Jesús entró a Jerusalén y se ofreció como Rey. De esta entrada leemos: “Luego que se acercó al camino que baja del monte de Olivos, toda la multitud de los discípulos empezó a regocijarse y alabar a Dios con una fuerte voz concerniente a todas las obras poderosas que había visto, diciendo: ‘¡Bendito es El que viene como Rey en el nombre de Jehová! ¡Paz en el cielo, y gloria en las alturas!’ No obstante, algunos de los fariseos de entre la muchedumbre le
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