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Promotores artificiosos de religiónLa Atalaya 1954 | 1 de octubre
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que los pastores son culpables de conducir funciones secundarias y clubs sociales a costa de la gente.
Ahora un hambre espiritual se adhiere a la cristiandad. ¿No reclama la muerte a los heridos fatalmente por el hambre? ¡No ha de ser algo diferente con los que espiritualmente están heridos por el hambre! Esta regla es veraz hoy día: “Mi pueblo está destruído por falta de conocimiento.” (Ose. 4:6) Debido a que la tierra llamada cristiandad ha mercantilizado la Palabra de Dios, Jehová derramará su ira sobre ella: “Por la ciudad que es llamada de mi nombre yo comienzo a traer el mal, . . . Y los muertos por Jehová en aquel día estarán tendidos de cabo a cabo de la tierra.” (Jer. 25:29, 33) El nombre de la cristiandad no la exime de ser el blanco de la ira de Dios, sino que sólo la identifica como tal. Empero no hay necesidad de seguir con la cristiandad destinada a la destrucción ni aguantar su hambre. Hay en medio de la cristiandad azotada por el hambre una organización de cristianos que trae a la gente hambrienta la verdad de la Palabra de Dios. Es la organización de los testigos de Jehová, el único grupo que trae a la gente las buenas nuevas del nuevo mundo de Jehová que está tan cerca. No necesitando “reavivamientos,” los testigos de Jehová vigorosamente traen a la gente las nuevas que Jesús mandó: “Estas buenas nuevas del reino se predicarán en toda la tierra habitada con el propósito de dar un testimonio a todas las naciones, y entonces vendrá el fin consumado.”—Mat. 24:14, NM.
El mensaje que ellos traen no necesita fomento artificioso, ninguna ayuda de diablos, ni atracciones seductoras. Porque los testigos de Jehová “no somos los que mercantilizan o se lucran [adulteradores] de la palabra de Dios como muchos hombres.” (2 Cor. 2:17, nota al pie de la página, NM; Mod) El conocimiento de Jehová, su Hijo, y su reino está disponible para usted. Satúrese de estas verdades; esto significa vida y es gratis. “Cualquiera que tenga sed venga; que cualquiera que desee tome del agua de la vida gratis.”—Apo. 22:17, NM.
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¿“Un cristiano eminente de clase poco usual”?La Atalaya 1954 | 1 de octubre
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¿“Un cristiano eminente de clase poco usual”?
El Dr. W. R. Matthews, deán actual de la catedral de San Pablo en Londres, al comentar sobre el fallecimiento de su predecesor, sir W. R. Inge, el “deán melancólico,” se refirió a Inge como “un cristiano eminente de clase poco usual. Escandalizó a muchísima gente pero la hizo pensar.”
Entre las declaraciones hechas por Inge que escandalizaron a muchas personas estaba la de que él no creía en el cielo ni en el infierno ni en los socialistas británicos. Por supuesto, el que dice ser cristiano no puede tener fe en los socialistas británicos, ni, en cuanto a eso, en los liberales ni en los conservadores, sino que tiene que confiar en el reino de Cristo. Y (dando a Inge la ventaja de la duda) al declarar que él no creía en el infierno es posible que él haya querido decir que no creía en un infierno de fuego. ¿Pero cómo puede un hombre presentarse ante la gente del mundo como ministro cristiano y decir que no cree en el cielo? Cristo Jesús consideraba el cielo como cosa muy verdadera. Dijo que él bajó del cielo y que iba a volver allá, que su Padre vivía en el cielo, que su reino era del cielo, que la recompensa de los que seguían sus pisadas estaba en el cielo y que ellos habían de acumular tesoros en el cielo.
Al declarar el Dr. Matthews que el Dr. Inge hizo pensar a la gente, ¿qué quiere decir? ¿La hizo preguntarse si verdaderamente hay un Dios, si la Biblia vale el papel en que está escrita? Sus afirmaciones ciertamente no fueron de las que animarían a uno a pensar de la manera correcta acerca de Dios y la Biblia. ¿Puede decirse correctamente que tal persona es “un cristiano eminente de clase poco usual”? Es patente que algo en el concepto del Dr. Matthews de lo que constituye un cristiano está muy lejos de lo correcto. Cuando clérigos principales expresan su aprobación de tal filosofía como ésa de Inge, ¿debe extrañarnos el que haya tanto analfabetismo, apatía e hipocresía religiosos en el mundo, el que haya tantas personas que son “amantes de placeres más bien que amantes de Dios, teniendo una forma de devoción piadosa pero mostrándose falsos a su poder”?—2 Tim. 3:4, 5, NM.
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