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  • Siguiendo tras mi propósito en la vida
    La Atalaya 1962 | 15 de noviembre
    • al trabajar entre la gente. Se desarrolló hasta ser un grupo de sesenta publicadores para el tiempo que se nos envió a otra ciudad. Nuestro último día con ellos fue cuando inauguramos un nuevo y hermoso Salón del Reino, la realización de un sueño de cinco años. Fue muy difícil para nosotros dejar a los hermanos que habíamos aprendido a amar tanto, pero el trabajo del Señor debe ensancharse, y por eso nos mudamos a nuestra tercera asignación. Esta fue una ciudad más pequeña en la parte lejana oriental de Venezuela−Cumaná.

      Aquí también hemos hallado a muchas personas de buena voluntad, como es evidente por el aumento que ya tenemos en nuestra congregación. Dos publicadores nuevos de las buenas nuevas de esta ciudad asistieron a la magnífica Asamblea internacional “Voluntad divina” de los testigos de Jehová en la ciudad de Nueva York en 1958 y fueron bautizados allí.

      ¡Cuán preciosos han sido los años para mí! Aunque han traído sus pruebas y pesares, los gozos que he hallado en el servicio de tiempo cabal de nuestro Padre celestial los compensan por mucho. El acostarse uno por la noche sabiendo que el día se ha empleado en alabar el nombre de Jehová es un gozo y una fuente de contentamiento que es difícil de expresar. A menudo me pregunto por qué muchos que se hallan sin trabas continúan vacilando en cuanto a entrar en el trabajo de precursores. Así como Jehová mantuvo llena de aceite la tinaja de la viuda en los días de Elías, así él provee para las necesidades de los que ponen primero Sus intereses. Esto es lo que hemos averiguado nosotros los misioneros en nuestros muchos años de servicio de tiempo cabal.

      Las experiencias que he tenido en mi asignación extranjera han enriquecido mi vida y han fortalecido mi fe para siempre confiar en Jehová. Me regocijo mucho de que no pospuse el servicio de precursor, sino que lo emprendí con plena fe en que Jehová me ayudaría a seguir tras mi propósito en la vida.

  • Apreciando tesoros espirituales
    La Atalaya 1962 | 15 de noviembre
    • Apreciando tesoros espirituales

      BIEN pudiera decirse que los que están verdaderamente conscientes de su necesidad espiritual aprecian el valor de los tesoros espirituales. Entre los que aprecian los tesoros espirituales están los siguientes:

      ● No muchas personas pondrían la obtención de una Biblia y literatura bíblica antes de obtener un par de zapatos, pero eso es lo que cierta mujer alemana hizo en el Paraguay. Sintiendo su necesidad de conocer la Biblia, fue a la ciudad en busca de alguien que le enseñara la Biblia. Su hermana, preocupada por su inquietud, la dirigió a una vecina que era testigo de Jehová.

      Impresionada con lo que había oído, ella comenzó a estudiar la Biblia con la vecina de su hermana y a concurrir a las reuniones de los Testigos, caminando dos kilómetros y medio a la ciudad para éstas. Oyendo a los Testigos llamarse “hermano” unos a otros, quiso saber cómo podía llegar a ser parte de esta familia. Se le explicó el servicio del campo, y dentro de los diez días de oír de los Testigos por primera vez, acompañó a uno de ellos en el ministerio del campo. Dejó de fumar y se hizo tan celosa que el primer mes dedicó 97 horas al ministerio, colocando 180 revistas bíblicas y obteniendo dieciocho suscripciones. A pesar de su pobreza presupuestó los pocos fondos de que disponía: primero obtuvo una Biblia, luego una suscripción a La Atalaya, y después de eso obtuvo un par de zapatos. No hay duda alguna de que ella aprecia los tesoros espirituales.

      ● En Surinam una persona de buena voluntad para con Dios tiene muchos obstáculos que sobrepujar para asistir a las reuniones de congregación de los Testigos. Tiene que caminar más de una hora a través de una enmarañada selva donde abundan las culebras venenosas, y durante la temporada de las lluvias literalmente tiene que nadar a través del pantano. ¿Cómo se las arregla? Deja una muda de ropa seca en la casa de un amigo, y antes y después de las reuniones de la congregación se cambia de ropa. ¡Verdaderamente él también aprecia los tesoros espirituales!

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