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  • ¿Volverán a vivir los muertos?
    La Atalaya 1962 | 15 de octubre
    • él residirá con ellos, y ellos serán sus pueblos. Y Dios mismo estará con ellos. Y él limpiará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni habrá más duelo ni lloro ni dolor. Las cosas anteriores han pasado.’ Y el que estaba sentado sobre el trono dijo: ‘¡Mira! estoy haciendo nuevas todas las cosas.’ También él dice: ‘Escribe, porque estas palabras son fieles y verídicas.’”—Apo. Rev. 21:2-5.

      EN EL CIELO Y SOBRE LA TIERRA

      En cualquier país hay una capital u organización gobernante en la cual una minoría está en el poder. Las decisiones y acciones de los oficiales gobernantes afectan la vida de la mayoría que vive bajo tal gobierno. Igualmente es en el caso del dominio del Reino de Dios sobre esta Tierra. Cristo es el Rey ungido de Dios, y una minoría a la cual Jesús llamó su “manada pequeña” es llevada mediante resurrección a la organización capital celestial, donde “serán sacerdotes de Dios y del Cristo, y gobernarán como reyes con él por los mil años.” (Luc. 12:32; Apo. Rev. 20:6) El Señor Jesús, en la Revelación a su apóstol Juan, expuso que habría solo 144,000 de los tales que serían tomados de sobre la Tierra para asociarse con él, el Cordero de Dios, en el monte Sion celestial, en la organización del Reino. (Apo. Rev. 14:1-3) Los fieles apóstoles fueron los primeros llamados para esa “manada pequeña” celestial, y concerniente a ellos y sus coherederos del premio celestial Juan escribió: “Feliz y santo es cualquiera que tiene parte en la primera resurrección.” (Apo. Rev. 20:6; 1 Ped. 1:4) Pero es evidente que este número pequeño no incluye a todos los que han ejercido fe en Jesús y en la esperanza de la resurrección. ¿Qué hay de los otros, de la vasta mayoría de creyentes?

      La mayoría del género humano resucitado volverá como súbditos, no como gobernantes, del reino del cielo. Serán bendecidos con la vida en una Tierra paradisíaca librada del sufrimiento y pesar. Fue a tales súbditos terrenales de su reino que Jesús se refirió cuando dijo: “Y tengo otras ovejas, que no son de este redil [celestial]; a ésas también tengo que traer, y escucharán mi voz, y llegarán a ser una sola manada, un solo pastor.”—Juan 10:16.

      Como declaró Jesús, estarán incluidos entre los resucitados “los que hicieron cosas buenas” y algunos “que practicaron cosas viles.” (Juan 5:29) “Los que hicieron cosas buenas” eran fieles siervos de Dios, personas que amoldaron su patrón de vida en armonía con la voluntad de Dios. La de ellos será una “resurrección de vida,” y, así como hemos visto, con mucho la mayoría de éstos será resucitada a la vida sobre la Tierra. Juan el Bautista será incluido en este grupo. Puesto que él murió antes de que el sacrificio de Jesús abriera el camino a la vida celestial, la suya no podía ser una resurrección celestial, y por ese motivo Jesús dijo: “Entre los nacidos de mujer no ha sido levantado uno mayor que Juan el Bautista; pero la persona que sea menor en el reino de los cielos es mayor que él.” (Mat. 11:11) Muchos hombres y mujeres desde Abel hasta Juan mantuvieron la integridad a Dios “para que pudieran alcanzar una resurrección mejor.” (Heb. 11:35) Acerca de éstos Pablo escribió: “Y no obstante todos éstos, aunque se les dio testimonio por causa de su fe, no recibieron el cumplimiento de la promesa, puesto que Dios previó una cosa mejor para nosotros, para que ellos no fueran hechos perfectos aparte de nosotros.” (Heb. 11:39, 40) De manera que sería solamente después del establecimiento de la organización gobernante celestial que los súbditos terrenales del Reino recibirían su recompensa.

      El que Jehová Dios con seguridad se acordará de esos siervos precristianos suyos nos lo asegura Jesús: “Pero el que los muertos son levantados aun Moisés lo expuso, en el relato acerca del espino, cuando llama a Jehová ‘el Dios de Abrahán y Dios de Isaac y Dios de Jacob.’ Él es Dios, no de los muertos, sino de los vivos, porque para él todos ellos están viviendo.”—Luc. 20:37, 38.

      Misericordiosamente, aun algunos “que practicaron cosas viles” serán levantados de entre los muertos, para ser juzgados de acuerdo con las cosas que hagan de allí en adelante. El malhechor que fue ejecutado al lado de Jesús será incluido entre los tales. (Luc. 23:43) No los incorregiblemente inicuos, sino personas que, aunque hicieron cosas malas en ignorancia, reaccionarían con prontitud a la justicia estarán incluidas entre esos resucitados y se les dará la oportunidad de aprender y conformarse a la voluntad divina.

      JUSTICIA Y FELICIDAD

      A base de esta información bíblica, nosotros hoy en día podemos esperar gozosamente unos “nuevos cielos y una nueva tierra que esperamos de acuerdo con su promesa, y en éstos la justicia habrá de morar.” (2 Ped. 3:13) Ese dominio justo con su milagrosa resurrección de todos los que están en las tumbas conmemorativas traerá alegría al corazón de muchos que ahora se lamentan por sus muertos.

      ¿Se acuerda usted de la felicidad de los padres de la niñita a quien Jesús resucitó? “Estuvieron fuera de sí con gran éxtasis.” (Mar. 5:42) Esa será la emoción que usted podrá compartir al ver la resurrección de hombres, mujeres y niños conocidos a usted personalmente o por medio de la Biblia. Tal como usted mantiene su personalidad desde la juventud hasta la edad adulta, aunque varía su apariencia, así se reconocerá la personalidad de los resucitados en cualquier cuerpo que a Dios le plazca darles.

      Los padres que recibieran con vida otra vez a un hijo muerto serán tan felices que no sentirán el que el niño resucitado tenga que crecer y llevar su propia vida. Parejas como Aquila y Prisca que logren la resurrección celestial con su gozo eterno como “novia” de Cristo no sentirán pena de que ya no sean marido y esposa. (Rom. 16:3) El gozo ocasionado por la resurrección de Abrahán y Sara, Isaac y Rebeca, Jacob, Lea y Raquel no será disminuido debido a que, semejante a los ángeles, ellos “ni se casan ni se dan en matrimonio.” Su deleite supremo será el de vivir en el círculo familiar de Dios “por ser hijos de la resurrección.” (Luc. 20:34-36) De modo que cualquiera de nosotros que vea a un hijo, esposa, marido, padre o madre anterior volver de entre los muertos estará fuera de sí con gran éxtasis. Esa felicidad no se disminuirá a causa de que el Padre celestial no reúna en matrimonio a personas resucitadas que en un tiempo eran marido y esposa. Su gozo se desbordará de poder gozar del compañerismo mutuo como herederos de la vida. Se elevarán oraciones de gratitud a Jehová Dios porque una persona amada haya entrado de nuevo en el círculo familiar de Dios para compartir las bendiciones de la vida sin fin en el justo nuevo mundo. Hijos de Dios agradecidos no pedirían más.

      La realización de ese mundo justo pronto hará justicia cabal a la reputación de Jehová como un Dios de amor, sabiduría, justicia y poder. A la pregunta: “¿Volverán a vivir los muertos?” tenemos ahora la contestación autoritativa: “La hora viene en la cual todos los que están en las tumbas conmemorativas oirán su voz y saldrán.”—Juan 5:28, 29.

  • Educando a maestro y clase
    La Atalaya 1962 | 15 de octubre
    • Educando a maestro y clase

      “Cierto día recibí una llamada telefónica de la maestra de mi hijo,” informa una testigo de Jehová que vive en Ohío, EE.UU. “En conversación ella declaró que quería que yo fuera a la escuela tan pronto como fuera posible, pues mi hijito de ocho años ‘estaba confundiendo a toda la escuela.’ Al llegar, se me dijo que mi hijo estaba diciendo a sus compañeros de clase que el nombre de Dios es Jehová. Por lo tanto, yo le expliqué a la maestra por qué Dios tiene un nombre, que se le menciona más de 6,000 veces en las Escrituras Hebreas, y concluí leyéndole Salmo 83:18. Desde esa ocasión la maestra le ha hecho a mi hijo muchas preguntas en cuanto a sus creencias cristianas.”

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