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¿Qué se necesita para la salvación?La Atalaya 1968 | 1 de junio
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bondad, fe, apacibilidad, gobierno de uno mismo.”—Gál. 5:22, 23.
Por lo tanto, ¡cuán vital es que todos los que quieran vida eterna limpien su vida y “cesen de amoldarse a este sistema de cosas [controlado por Satanás, su dios], mas [se transformen] rehaciendo su mente”! (Rom. 12:2; 2 Cor. 4:4) La “nueva personalidad” es esencial para la salvación.
EL REQUISITO DE PREDICAR
Habiendo comenzado a rehacer su mente por medio del estudio y la aplicación de la Palabra de Dios a su vida y por medio de compañerismo piadoso, el que busca la salvación ahora necesita dirigir su atención al servicio que mandó Cristo Jesús: “Por lo tanto vayan y hagan discípulos de gente de todas las naciones . . . enseñándoles a observar todas las cosas que yo les he mandado.”—Mat. 28:19, 20.
El participar en predicar y enseñar la Palabra de Dios está vitalmente relacionado con la salvación de uno. Es por eso que el apóstol Pablo pudo declarar: “Con el corazón se ejerce fe para justicia, pero con la boca se hace declaración pública para salvación.” (Rom. 10:10) Es verdad, la debilidad de la carne puede inclinarlo a uno a retraerse de hacer tal “declaración pública” de su fe. Pero acuérdese de la justicia de las palabras de Jesús en Marcos 8:38: “El que se avergüence de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, el Hijo del hombre también se avergonzará de él cuando llegue en la gloria de su Padre.”
Para ayudarle a combatir esa tendencia a retraerse, acuérdese del ejemplo fortalecedor del apóstol Pablo, pues él pudo exclamar con veracidad: “No me avergüenzo de las buenas nuevas; son, en realidad, el poder de Dios para salvación a todo el que tiene fe.” (Rom. 1:16) Sin embargo, para conseguir ese mismo denuedo e intrepidez es necesario recibir entrenamiento en la congregación cristiana. (Efe. 4:11, 12) ¿No es sumamente amoroso y considerado el que Jehová haya hecho tal provisión, de modo que uno no tenga que ir por su propia cuenta a hacer declaración pública de Su mensaje? Él ha organizado a su congregación de testigos con este mismísimo propósito.
EL PASO DE LA DEDICACIÓN
Después de haber estudiado diligentemente la Biblia y haber aplicado sus principios para efectuar un gran cambio en su vida, y después de haber estado reuniéndose y haber estado estudiando regularmente con otros de la misma fe, y después de haber probado y comprendido los privilegios de la obra de predicar y enseñar, su fe debe impulsarlo a dar otro paso importante que es necesario para su salvación. Sí, es el paso de la dedicación. ¿Qué significa? Significa que la gratitud a Jehová por todas sus provisiones amorosas para su salvación lo mueve a ofrecerse a él, sin restricciones, para hacer Su voluntad.
Al emprender este derrotero usted sigue el ejemplo perfecto del Hijo amado de Dios, Cristo Jesús, que también se ofreció al Padre celestial, listo para llevar a cabo la voluntad especial de Dios para él. (Mat. 3:13-17; Heb. 10:5-10) Y tal como él lo hizo, así usted también manifiesta este ofrecimiento de usted mismo a Dios para su servicio mediante una ceremonia exterior, y así da testimonio a otros de su decisión. Usted se ofrece para el bautismo. Ese acto simbólico habla elocuentemente de que usted ha llegado a morir a su propio proceder anterior egoísta (cuando es sumergido), y de allí en adelante vive en armonía con la voluntad de Dios (al salir del agua). Muchos otros antes de usted han dado este paso de la dedicación y el bautismo.—Hech. 2:41; 8:12; 18:8.
Por supuesto, el que se dedica ya no puede retroceder. “Siempre que le hagas un voto a Dios, no titubees en pagarlo,” es el consejo inspirado, “porque no hay deleite en los estúpidos. Lo que prometes en voto, págalo.” (Ecl. 5:4) Jehová no se complace en los que faltan a su palabra. Siempre debe tenerse presente esa relación de dedicación a Dios. Lo que los mundanos hagan o no hagan ya no determina el proceder del cristiano. Él tiene que guiarse por la Palabra escrita de Dios en todo.
AGUANTE PARA EL GALARDÓN
El galardón de la salvación en toda su plenitud es mejor de lo que podemos imaginarnos. Significa más que el sobrevivir al fin inminente de este inicuo sistema de cosas. Abarca los maravillosos gozos de vivir en un nuevo orden aquí en la Tierra bajo el gobierno benéfico del Reino celestial. ¡Imagínese mil años durante los cuales el Rey, Cristo Jesús, estará exterminando todos los efectos terribles del pecado y del egoísmo! (Rev. 20:4; 1 Cor. 15:25, 26)¡Sí, usted tendrá el privilegio de ver hasta a los muertos cuando se levanten de las tumbas por mandato de él! (Juan 5:28) ¡Y finalmente, habrá la oportunidad de aguantar la prueba final de integridad después de la terminación del reinado de mil años y, si es fiel, usted recibirá la salvación, sí, vida eterna como don de Dios por medio de Cristo!—Rev. 20:5, 7, 8.
Con tan glorioso galardón en el futuro, hay razón para sufrir, si fuese necesario, y aguantar pacientemente. Este inicuo sistema de cosas bajo Satanás está puesto en orden de batalla contra los adoradores verdaderos de Dios. Se esforzará por hacer que usted quebrante su integridad para con Dios, que trate a la ligera su voto de dedicación. Quizás hasta personas allegadas y queridas de usted sean usadas como instrumentos para ejercer presión en usted o persuadirle a apartarse del camino angosto de la adoración verdadera. (Mat. 10:35-37; 7:13, 14) Pero escuche estas palabras de consejo inspiradas divinamente: “Ustedes tienen necesidad de perseverancia, para que, después que hayan hecho la voluntad de Dios [después de haber dado todos estos pasos vitales], reciban el cumplimiento de la promesa.”—Heb. 10:36.
Manténgase en comunicación directa con su Refugio y su Escudo, Jehová. (2 Sam. 22:2, 3) Ore a Dios que lo sostenga mediante su espíritu, porque él puede hacer que usted se mantenga en pie. (Rom. 14:4)Y Cristo Jesús, el Caudillo y Comandante fiel de sus seguidores, le insta a usted así: “El que haya perseverado hasta el fin es el que será salvo.”—Mat. 10:22.
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El papiro en el primer sigloLa Atalaya 1968 | 1 de junio
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El papiro en el primer siglo
● El papiro fue el material en el cual se escribieron las Escrituras Griegas Cristianas. Hecho de la médula blanca del papiro, era resistente y sin embargo relativamente barato. Por esta razón se usaba universalmente en los días de Jesús y sus apóstoles. Camden M. Cobern, en su libro The New Archeological Discoveries, notó algunos hechos interesantes en cuanto al papiro de aquel tiempo. Dijo: “El tamaño ordinario de una hoja de papiro en los días de los apóstoles era de aproximadamente trece por veinticinco centímetros, y el de calidad corriente a menudo se vendía en rollos de quizás veinte hojas; el precio de una hoja era de poco más de veinticinco centavos de dólar. Aunque la anchura del papiro más barato solo era de aproximadamente quince centímetros, uno de mejor calidad que se llamaba Charta Livia . . . era de veinte centímetros o más de anchura; y el de calidad más elevada, llamado Hieratica . . . , medía aproximadamente veinticuatro centímetros de ancho. . . . Se duda que algún escritor del Nuevo Testamento haya usado durante su vida el papiro de calidades superiores, y puede considerarse como un hecho absolutamente establecido que cada libro del Nuevo Testamento se escribió en las calidades medias o inferiores. Pero en todos los años desde que entró en uso común el papel de lino —en el octavo o noveno siglo de nuestra era— nunca ha sido honrado como los humildes papiros de aquél primer siglo que recibieron los autógrafos de los apóstoles y evangelizadores al contar la historia del Hombre de Nazaret, ‘Un hombre pobre que trabajó afanosamente con los pobres.’”
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