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  • “Levántese Dios, sean esparcidos sus enemigos”
    La Atalaya 1968 | 1 de mayo
    • Dios. Tales victorias divinas sirven como buenas nuevas que deben anunciarse a los pueblos.

      26. (a) ¿Cómo es verdad hoy que “las mujeres que anuncian las buenas nuevas” son una gran cantidad? (b) ¿Por qué es la palabra “ejército” buena palabra para este grupo de mujeres?

      26 Esas victorias espirituales de Dios hasta ahora se han celebrado por todo el mundo. El “dicho” de Dios no ha sido en vano. Como resultado de proceder él a ejecutarlo victoriosamente, “las mujeres que anuncian las buenas nuevas son un ejército grande.” (Sal. 68:11) Los hechos informados prueban eso. El año pasado, 1967, hubo por todo el globo terráqueo un máximo de 1.160.604 personas dando notificación formal acerca del reino de Dios y anunciando los hechos de El en su marcha victoriosa al Armagedón. Esa es una gran compañía de celebradores. Y si examinamos en cuanto a las personas de esta multitud de celebradores, descubrimos que la gran mayoría de éstos eran mujeres. Por lo tanto, de estos 1.160.604 celebradores el número de las mujeres haría un “ejército grande.” Y “ejército” es buena palabra para este grupo de mujeres que “anuncian las buenas nuevas.” ¿Por qué? Porque son peleadoras bajo Dios, cuyo nombre es Jah, o Jehová. Muchas de ellas quizás tengan que atender una casa como esposas, madres o hijas, pero participan de los despojos de las victorias de Dios por medio de sus testigos del Reino en la Tierra. Al ir de casa en casa a predicar, estas mujeres están, en general, haciendo más que todos los hombres.

  • Dios asciende a lo alto sobre todos los enemigos
    La Atalaya 1968 | 1 de mayo
    • Dios asciende a lo alto sobre todos los enemigos

      1. ¿Hasta qué grado se interesan los hombres en el reino de Dios, y qué envidian acerca de él?

      SI LOS hombres, en su mayoría, no quieren celebrar el reino establecido de Dios por medio del celestial Hijo de David, Jesucristo, un “ejército grande” de mujeres lo hará. Los hombres están principalmente interesados en la política de este mundo. Prefieren la política y el nacionalismo humanos al reino de Dios, que reina desde el monte Sion celestial. (Rev. 14:1-5; Heb. 12:22-28) Los gobiernos políticos de la humanidad envidian el lugar que la Santa Biblia, la Palabra de Dios, asigna al reino celestial del Hijo de David. Pasan por alto su existencia y su derecho de gobernar toda la Tierra. Se consideran más grandes, más elevados, que el reino de Dios. Se resienten porque Dios los rechaza. Su actitud envidiosa es parecida a la que el salmista David atribuyó poéticamente a las montañas de la región de Basán, cuando éstas se comparaban con el monte Sion, donde estaba ubicada Jerusalén.

      2, 3. ¿Cómo figuraba Basán en cuanto a altura, y qué montaña mostró Jehová que había escogido como el asiento de gobierno, y cómo?

      2 Dice el salmista David: “La región montañosa de Basán es una montaña de Dios; la región montañosa de Basán es una montaña de cumbres. ¿Por qué, oh montañas de cumbres, se quedan mirando con envidia a la montaña que Dios ha deseado para sí para morar en ella? Aun Jehová mismo residirá allí para siempre. Los carros de guerra de Dios se cuentan por decenas de millares, millares repetidas veces. Jehová mismo ha venido de Sinaí al lugar santo. Has ascendido a lo alto; te has llevado cautivos; has tomado dones en la forma de hombres, sí, aun a los tercos, para residir entre ellos, oh Jah Dios.”—Sal. 68:15-18.

      3 Se puede decir que la región montañosa de Basán alcanza su punto máximo de altura en el monte Hermón, de más de dos mil setecientos metros de altura. Ahora se cree que la “montaña encumbrada” en la cual Jesucristo se transfiguró delante de sus discípulos Pedro, Santiago y Juan fue el monte Hermón. (Mat. 17:1, 2) A pesar de la altura de la zona montañosa de Basán, Jehová Dios escogió al monte Sion como la altura en la cual establecer la ciudad capital del rey David y en la cual tener su santa arca del pacto, cerca del palacio de David. (2 Sam. 6:12-16) Por eso él hizo posible que el rey David tomara la fortaleza de Sion y mudara la residencia del gobierno desde Hebrón al monte Sion. (2 Sam. 5:4-10) La toma de Sion fue una victoria para Jehová Dios; y cuando su arca del pacto fue transportada allá por el rey David, fue como si Jehová estuviera comenzando a reinar en Sion sobre la nación de Israel. Se decía que en el monte Sion el rey David estaba sentado en el “trono de Jehová” como su representante visible.—1 Cró. 29:23.

      4. (a) En el tiempo de David, ¿cómo ascendió Jehová lo alto? (b) ¿Cómo se llevó Jehová cautivos y tomó “dones en la forma de hombres”?

      4 El monte Sion se eleva solo hasta setecientos sesenta metros, aproximadamente, sobre el nivel del mar. Cuando Jehová, según estuvo representado por su arca del pacto, se mudó allí, estuvo ascendiendo a lo alto, acompañado triunfalmente por decenas de millares de carros de guerra, por decirlo así, puesto que el monte Sion había sido ganado para su reino terrestre por medio de guerra. David su rey ungido recibió victoria sobre los enemigos en la Tierra de Promisión. Se tomaron muchos cautivos, muchos de los cuales resistieron tercamente al pueblo escogido de Dios cuando éste se apoderaba de la tierra. Fue como si Jehová mismo estuviera tomando los cautivos y regresando al monte Sion en triunfo. Muchos de éstos estaban disponibles como eslavos y con estos cautivos se podían hacer dones en la forma de hombres, especialmente a los levitas para que hicieran el trabajo servil en el tabernáculo de la adoración de Dios. (Esd. 8:20) De esta manera Jehová sí tomó “dones en la forma de hombres.” También, él comenzó a residir en la Tierra de Promisión, aunque hubo que subyugar a enemigos tercos.

      5. (a) ¿Dónde colocó Jehová a Jesucristo como la Piedra Real, y cómo? (b) Tocante a aquella Piedra Real, ¿qué comparación hay entre los gobernantes de la cristiandad y los gobernantes judíos?

      5 El monte Sion terrestre fue donde David mismo reinó. Porque como hombre el Hijo unigénito de Jehová, Jesucristo, fue el Hijo de David, la altura celestial sobre la cual Jehová ha entronizado a este Hijo glorificado puede asemejarse al monte Sion. Allí en el monte Sion celestial es donde Jehová Dios colocó a Jesucristo como la Piedra Real después de haberlo resucitado de entre los muertos, todo esto en cumplimiento de la profecía de Isaías 28:16. (1 Ped. 2:5-7) Pero en cuanto a aceptar a Jesucristo el Hijo de David como el Heredero legítimo del reino de David debido a su descendencia humana de David, los gobernantes judíos de hace diecinueve siglos le gritaron al gobernador Poncio Pilato, quien servía al emperador Tiberio César: “No tenemos más rey que César.” (Juan 19:15) No obstante, por el poder de resurrección de Dios este Hijo de David comenzó a reinar en el monte Sion celestial. Jehová escogió a esta montaña simbólica como la residencia del gobierno en lugar del monte Sion terrestre o cualquier pico montañoso de Basán. Pero, como los gobernantes judíos, los reyes de la cristiandad no quieren ninguna residencia celestial de gobierno sobre ellos; prefieren sus propias encumbradas montañas gubernamentales en la Tierra.

      “DONES EN LA FORMA DE HOMBRES”

      6, 7. En su carta a los efesios, ¿cómo prueba el apóstol Pablo que el Salmo 68 es profético?

      6 Esta no es una manera imaginaria de ver nosotros las cosas. Es el cumplimiento

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