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Cuando Cristo venga en la gloria del ReinoLa Atalaya 1968 | 1 de abril
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y más trascendente que su aplicación inicial a Nabucodonosor, es la soberanía o dominación mundial por el reino de Dios.
Sin embargo, Dios aquí aclara que no ha entregado para siempre tal dominación mundial a las potencias gentiles. La visión muestra que la restricción que Dios se impuso a sí mismo, representada por las ataduras de hierro y cobre alrededor del “tronco” del árbol, continuaría hasta que “pasen siete tiempos sobre él.” (Dan. 4:16, 23, 25) Entonces, puesto que “el Altísimo es Gobernante en el reino de la humanidad,” El daría la dominación mundial “a quien él quiere.” ¡Sí, al glorificado “Hijo del hombre,” Jesucristo! (Dan. 4:17; 7:13, 14; Mat. 25:31) Así, el “tronco” simbólico que representa el hecho de que Dios retiene el derecho soberano de ejercer dominación mundial en “el reino de la humanidad,” habría de brotar de nuevo con el reino de su Hijo.—Sal. 89:27, 35-37.
Pero, ¿cuándo, exactamente, sucedería esto? ¿Cuándo concluirían los simbólicos “siete tiempos” o “tiempos señalados de las naciones”? ¿Cuándo cesaría de ser pisoteada Jerusalén, o el reino de Dios que funcionaba por medio de la casa de David que se simboliza por “Jerusalén”? Sí, ¿cuándo vendría en gloria del Reino aquel que tiene el “derecho legal” al “trono de David”?—Eze. 21:27; Luc. 1:32.
LA DURACIÓN DE LOS “SIETE TIEMPOS”
En la experiencia personal que tuvo Nabucodonosor en el cumplimiento de la visión los “siete tiempos” evidentemente fueron siete años, durante los cuales él reconoce que enloqueció y abandonó su trono para comer hierba como una bestia del campo. (Dan. 4:33-36) Notablemente la descripción bíblica de la dominación mundial ejercida por las potencias gentiles se presenta usando el símbolo de bestias, que se oponen al pueblo santo de Dios y a su “Príncipe de príncipes.” (Compare con Daniel 7:2-8, 12, 17-26; 8:3-12, 20-25; Revelación 11:7; 13:1-11; 17:7-14.) Y concerniente a la palabra “tiempos” (del arameo iddan) como se usa en la profecía de Daniel, los lexicógrafos muestran que aquí significa “años.” c
Se ha indicado que la duración de un año al usársele de ese modo es de 360 días. Evidencia que confirma esto se encuentra en Revelación 12:6, 14, donde se muestra que tres tiempos y medio equivalen a “mil doscientos sesenta días.” (Compare Revelación 11:2, 3.) Ahora bien, si tres “tiempos” y medio simbólicos equivalen a 1.260 días simbólicos, entonces el doble de tres y medio (o siete) “tiempos” simbólicos sería el doble de 1.260 días, es decir, 2.520 días. Pero en su cumplimiento mayor, en relación con la duración de “los tiempos señalados de las naciones,” éstos no son días literales. Entonces, ¿qué son?
El que un número específico de días se puede usar en el registro bíblico para representar proféticamente un número equivalente de años se puede ver al leer los relatos de Números 14:34 y Ezequiel 4:6. La visión del capítulo cuatro de Daniel puede tener cumplimiento significativo más allá del ya pasado día de Nabucodonosor solo por medio de aplicar la fórmula expresada allí de “un día por un año” a los “siete tiempos” de esta profecía, lo cual ha de esperarse según la evidencia que se ha presentado hasta ahora. Por lo tanto, los “siete tiempos” representan 2.520 años.
Los resultados obtenidos al considerar a los “siete tiempos” proféticos como un período de 2.520 años quizás suministran la prueba más fuerte de que ése es su significado verdadero. Como se ha demostrado, el principio de los “tiempos señalados de las naciones” data del derrocamiento y pisoteo de Jerusalén y la desolación de Judá, lo cual se efectuó aproximadamente a mediados del séptimo mes lunar judío, Tisri, o aproximadamente el 1 de octubre del año 607 a. de la E.C. Contando 2.520 años desde esa fecha (considerando que no hay año “cero” entre a. de la E.C. y E.C.) llegamos al otoño del año 1914 E.C. como el tiempo para que se terminaran los “siete tiempos” de dominación gentil por permiso de Dios.
QUÉ SIGNIFICA
Esto, por lo tanto, significa que “los tiempos señalados de las naciones” se cumplieron en 1914 E.C. En ese tiempo terminó el pisotear a Jerusalén. El reino de Dios, funcionando por medio de la casa del rey David, asumió el poder y comenzó a gobernar. Sí, Jesucristo, aquel que tiene el “derecho legal,” fue instalado entonces como rey, habiendo recibido “el trono de David su padre.”—Eze. 21:27; Luc. 1:32.
Contrario a las expectativas de algunos, esto no quiso decir que Jesús comenzó a gobernar entonces en la Jerusalén terrenal. En cambio, comenzó a gobernar en “la Jerusalén de arriba.” (Gál. 4:26) El reino mesiánico esperado por largo tiempo es un gobierno celestial, un gobierno cuyo asiento está en lo que la Biblia llama simbólicamente “una ciudad del Dios vivo, . . . Jerusalén celestial.” (Heb. 12:22) Por esta razón Jesús dijo a los cuatro discípulos que estaban con él en el monte de los Olivos que llegaría en gloria con todos sus ángeles con él, y ‘se sentaría sobre su glorioso trono.’—Mat. 25:31.
Por lo tanto, felizmente nos encontramos ahora en “la conclusión del sistema de cosas,” en “el tiempo del fin.” (Mat. 24:3; Dan. 12:4) Lo que ha sucedido desde 1914 y durante todo el tiempo después constituye prueba que confirma este hecho. En 1914 estalló la primera guerra mundial de la historia de la humanidad. Fue el primer conflicto que se peleó a causa del punto en cuestión, no solo de la dominación de Europa, ni de África, ni de Asia, sino de la dominación del mundo. Una comparación de éste y los otros notables rasgos del período de tiempo que vino después de 1914, con el contexto de las palabras de Jesús acerca de los “tiempos señalados de las naciones” revela un cumplimiento obvio. ¡Sí, las mismísimas cosas que Jesús y sus apóstoles dijeron que caracterizarían su segunda presencia son evidentes en todas partes!—Luc. 21:7-33; 2 Tim. 3:1-5; 2 Ped. 3:3, 4; Rev. 11:15-18.
Esto significa que el gobernante legítimo Jesucristo ahora está ocupado en la obra de separar “a la gente unos de otros, así como el pastor separa las ovejas de las cabras.” Lo está marcando a usted, ya sea para preservación a fin de que ‘herede el reino preparado para usted,’ o para la destrucción en la batalla del Armagedón que se acerca rápidamente. Lo que usted tiene que hacer para hallarse entre la grande muchedumbre de la humanidad que será rescatada del Armagedón lo puede aprender examinando el siguiente artículo.—Mat. 25:31-46.
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El problema del celibatoLa Atalaya 1968 | 1 de abril
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El problema del celibato
● Según la versión católica de la Biblia, Ediciones Paulinas, el ‘proscribir el matrimonio’ es ‘dar oídos a espíritus seductores y enseñanzas diabólicas.’ (1 Tim. 4:1-3) Aunque muchísimos sacerdotes católicos están luchando por el derecho de contraer matrimonio, se les está haciendo cada vez más difícil convencer a la jerarquía de la iglesia en lo que atañe a este derecho otorgado por Dios. En mayo de 1967 cerca de 7.000 sacerdotes católicos romanos fueron entrevistados en Nueva York y sus alrededores sobre el poner fin al celibato para el clero católico. El sacerdote Roberto T. Francoeur, vocero del grupo denominado Comité Coordinador Metropolitano, dijo que los miembros esperan utilizar los resultados de dicha encuesta para “convencer a los obispos norteamericanos que el cambio en cuanto al requisito del celibato es un asunto urgente.” ¿Por qué los hombres deberían rogar a otros hombres por lo que Dios les ha otorgado como derecho?
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