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Los siervos de sucursal asisten a un programa especialLa Atalaya 1970 | 15 de enero
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para pensar ha sido estimulada a grado cabal.” Guillermo Simpkins, de México, creyó que, de todas las reuniones de sucursal celebradas a través de los años, “estas cuatro semanas fueron las más provechosas.” Y Carlos Eisenhower, de Argentina, expresó bien los sentimientos de todos los representantes de sucursal: “Estamos mucho más equipados para continuar con nuestra obra en nuestros países asignados. Nuestra determinación de volver a nuestro campo y seguir la predicación de las buenas nuevas y ayudar a nuestros hermanos a comprender y apreciar lo que hemos aprendido aquí es mayor que en cualquier otro tiempo.”
De muchas maneras fue un acontecimiento inolvidable para los que tuvieron el privilegio de asistir a estas reuniones de sucursal. Fue placentero observar la unidad de pensamiento que prevaleció en estas reuniones. En una carta dirigida al presidente de la Sociedad y a toda la familia de Betel todos los siervos de sucursal y sus auxiliares dijeron: “Gracias a usted por el magnífico privilegio que hemos tenido de venir aquí de las sucursales alrededor de la Tierra. . . . La hospitalidad genuina que nos han mostrado usted mismo y toda la familia nos ha conmovido muchísimo, de modo que nuestros corazones rebosan de gratitud.”
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Preguntas de los lectoresLa Atalaya 1970 | 15 de enero
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Preguntas de los lectores
● ¿Qué se da a entender, en Juan 7:39, cuando se dice: “porque aún no había espíritu”?—A. A., EE. UU.
Esencialmente quiere decir que ninguno de los discípulos de Cristo había sido ungido aún con espíritu santo y llamado a la vida celestial.
Aproximadamente medio año antes de su muerte Jesús dijo: “Si alguien tiene sed, venga a mí y beba. El que pone fe en mí, así como ha dicho la Escritura: ‘De su parte más interior fluirán corrientes de agua viva.’” Entonces el relato inspirado sigue diciendo: “Sin embargo, dijo esto respecto al espíritu que estaban para recibir los que ponían fe en él; porque aún no había espíritu, por cuanto Jesús todavía no había sido glorificado.”—Juan 7:37-39.
Claramente Jesús no quiso decir que la fuerza activa o espíritu santo de Dios no había existido antes de esa ocasión, el tiempo de la fiesta de los tabernáculos en 32 E.C. Él y sus oyentes sabían que Dios por largo tiempo había usado su espíritu santo. (Gén. 1:2; 2 Sam. 23:2; Hech. 28:25) El espíritu de Dios descansó en siervos fieles como Otniel, Jefté y Sansón. (Jue. 3:9, 10; 11:29; 15:14) Pero había una manera en la cual el espíritu todavía no había sido utilizado con relación a humanos imperfectos. A ninguno de esos siervos fieles se le había llamado, por medio del espíritu, a la vida celestial.
Durante la fiesta de los tabernáculos un sacerdote judío descendía al estanque de Siloam en Jerusalén y subía un vaso dorado de agua al templo. Probablemente basándose en esta práctica, Jesús dijo que algo más refrescante e importante habría de venir. Y esa “agua viva” futura de alguna manera estaría enlazada con el hecho de que sus seguidores recibirían espíritu de Dios.
La noche antes de morir Jesús les dijo a sus apóstoles que les enviaría el espíritu santo de la verdad, el cual les haría recordar todas las cosas que les había dicho. (Juan 14:16, 17, 26) ¿Significa eso que no tenían nada del espíritu en ese entonces? No, pues por medio del espíritu habían podido efectuar curaciones milagrosas en conexión con su enseñanza. (Mat. 10:5-8) Y debido a ese espíritu entendían muchas cosas espirituales que Jesús enseñaba. Pero debido a que todavía no habían recibido la unción con espíritu de que Jesús habló en Juan 7:39, una entera sección de sus enseñanzas todavía estaba más allá de su entendimiento. Por ejemplo, no discernían que Cristo sería levantado de entre los muertos a vida de espíritu al tercer día, ni que su reino habría de estar en el cielo. (Juan 20:9; Hech. 1:6) Se comprende esto, puesto que la idea de que humanos llegaran a ser criaturas espíritus y vivieran en el cielo era ajena a su modo de pensar. Una vez que ellos mismos fueron ungidos con espíritu y recibieron la esperanza celestial, pudieron entender el significado de lo que Cristo había dicho sobre tales cosas.
Aun cuando Jesús se les apareció a sus apóstoles después de su resurrección “no había espíritu” en el sentido que quiso decir en Juan 7:39. El Cristo resucitado les prometió: “Recibirán
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