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Dando a Dios la devoción exclusiva que mereceLa Atalaya 1975 | 1 de noviembre
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podría resultar en que Dios la rechazara. Aun el pariente o amigo a cuya influencia cediera sería puesto en desventaja. Sería privado de ver un ejemplo del modo de vivir cristiano que pudiera llevarlo a reexaminar su actitud y quizás llegar a ser él mismo un discípulo cristiano.
El Hijo de Dios puso un ejemplo excelente al no permitir que parientes suyos influyeran incorrectamente en él. En una ocasión sus parientes exclamaron: “Ha perdido el juicio.” (Mar. 3:21) Y a pesar de las obras maravillosas que Jesús estaba efectuando, ‘sus hermanos no ejercían fe en él.’ (Juan 7:5) Pero la falta de fe de aquellos parientes no hizo que Jesús abandonara su labor. Siguió efectuando la obra de Dios. ¿Qué resultado tuvo esto? Después de la muerte y resurrección de Jesús, evidentemente sus hermanos estuvieron en el grupo de unos 120 discípulos que recibieron el espíritu santo en el día del Pentecostés de 33 E.C. (Hech. 1:14; 2:1-4) Porque Jesús dio el énfasis a las relaciones espirituales, no carnales, sus hermanos finalmente obtuvieron una excelente relación espiritual con Jehová Dios.
Los parientes y los amigos no son los únicos que podrían hacer que uno no diera devoción exclusiva a Dios. Realmente, cualquier persona o cualquier cosa que asuma importancia indebida en nuestra vida puede resultar en que no estemos dedicados exclusivamente a Dios. Por ejemplo, la Biblia llama a la codicia “idolatría.” (Col. 3:5) Esto se debe a que el objeto del deseo vehemente de uno desvía de Dios el afecto de uno y así ese objeto se convierte en un ídolo. Considere el caso de la persona que desea conseguir prominencia en el mundo. Su esfuerzo por conseguir esa meta le absorbe completamente todo su tiempo y energías. No piensa en lo que pudiera ser la voluntad de Dios en ese asunto. Obviamente no está dedicada exclusivamente a Dios. Otro interés ha llegado a ser su interés principal... el objeto de su amor.
Puesto que Jehová Dios correctamente requiere devoción exclusiva, tenemos que estar en guardia para que nada asuma importancia indebida en nuestra vida y eche fuera el cariño que le tenemos a él. A nada que este mundo ofrezca debe permitírsele que oscurezca nuestra visión de lo correcto que es permanecer exclusivamente dedicados a Jehová. Debemos prestar atención a esta amonestación inspirada: “No estén amando ni al mundo ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él; porque todo lo que hay en el mundo —el deseo de la carne y el deseo de los ojos y la exhibición ostentosa del medio de vida de uno— no se origina del Padre, sino que se origina del mundo. Además, el mundo va pasando y también su deseo, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.” (1 Juan 2:15-17) Sí, si nuestro interés principal es dar a Jehová Dios la devoción exclusiva que merece, podemos estar seguros de que nos favorecerá con vida eterna.
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Preguntas de los lectoresLa Atalaya 1975 | 1 de noviembre
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Preguntas de los lectores
● Mi esposo a veces me pega. ¿Debería conseguir yo una separación legal o divorcio a causa de ello?
El que el esposo o la esposa maltrate a su cónyuge obviamente es incorrecto; la Palabra de Dios lo condena. Pero la Biblia también insta a los cónyuges a permanecer juntos. El que su situación doméstica le parezca tan extremada que requiera una separación es algo que solo le toca a usted decidir.
Jehová instituyó el matrimonio como medio de procreación y fuente de compañerismo que causa felicidad. (Gén. 2:18-24) Cuando la primera pareja rechazó la guía de su Creador y optó por seguir su propio camino, la contienda y la infelicidad se introdujeron en su matrimonio. Previendo que en muchos matrimonios las mujeres imperfectas resistirían la jefatura y que los hombres imperfectos usarían mal la jefatura, Dios le dijo a la mujer: “Tu deseo
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