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Interés en el bienestar de otros... ¡cuánta falta hace hoy!La Atalaya 1975 | 15 de mayo
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Interés en el bienestar de otros... ¡cuánta falta hace hoy!
EL INTERESARSE sinceramente en las necesidades o bienestar de otros está llegando a ser cada vez más raro en estos días. ¿A qué se debe esta triste situación?
Sin duda, algunas personas han llegado a tener menos interés sincero en otros debido a los males que ellas mismas sufren. Es posible que otras hayan tratado en alguna ocasión de rendir servicio y sus esfuerzos fueron tomados en sentido erróneo. Como resultado, ahora adoptan la actitud: “¿De qué sirve?” Además, no pocos envidian el éxito de las personas codiciosas y por eso imitan su falta de interés en el bienestar de otros. Y sin duda el egoísmo que continuamente se representa en las películas, en la TV, en los periódicos y en las revistas tiende a hacer que la gente se preocupe menos por otros.
Esta falta de interés sincero en otros se manifiesta comúnmente dentro del círculo de la familia misma. Por ejemplo, se sabe que las mujeres sufren de insomnia con más frecuencia que los hombres. Sin embargo, ¿quién no ha visto a hombres que manifiestan poca preocupación por este problema de sus esposas? ¿Podría ser que usted, si es esposo, falla en esto o en algo parecido?
Por otra parte, se tiene que admitir que muchas esposas no muestran verdadera preocupación por sus esposos. Si usted es esposa, ¿está entre las mujeres que ponen sus lujos adelante de las necesidades de su esposo? Dicha falta de preocupación aumenta las cargas del esposo y, en algunos casos, ha sido causa de que el esposo tenga un ataque cardíaco.
¿Y quién no ha observado a padres que revelan una falta de interés en cuanto a los hábitos que sus hijos están cultivando? Esto no es decir que los jóvenes estén enteramente libres de culpa, pero los problemas muy a menudo están arraigados en la indiferencia de los padres.
Hay muchas otras zonas donde falta el interés sincero en otros. Se muestra muy a menudo en los malos modales. Las mujeres se abren paso a empellones con falta de cortesía en arrebatiñas en las ventas especiales de los grandes almacenes; personas más jóvenes hacen a un lado a empujones a los ancianos y a los enfermizos. ¿Y qué es el extenso vandalismo y el escribir en todo objeto sino crasa falta de preocupación por la propiedad e intereses ajenos?
Algunas personas son muy melindrosas en cuanto a los individuos por quienes se preocupan. Solo expresan preocupación cuando está envuelto un amigo allegado o uno de su familia cercana. Otros cercan su preocupación con límites de nacionalidad, color o raza. De consiguiente, a muchos que son de la raza blanca les preocupa poco la situación de los de la raza negra, así como muchos de esta raza manifiestan indiferencia en cuanto a lo que le suceda a una persona de la raza blanca. Y muy a menudo leemos que un individuo es golpeado por asaltantes en una calle pública, rodeados de una muchedumbre sin que éstos levanten la voz o una mano en defensa de la víctima.
De hecho, toda esa falta de interés en el bienestar de otros se remonta hasta la primera familia humana. Ciertamente Adán se preocupó poco por los sentimientos de su esposa cuando se refirió a Eva como “la mujer que me diste,” culpándola por haber comido él del fruto prohibido. ¿Y quién no conoce la expresión: “¿Soy yo el guardián de mi hermano?” Caín, el hijo primogénito de Adán, habló esas palabras insensibles cuando Dios le preguntó el paradero de su hermano Abel, a quien Caín había matado. Cierto, pocos pensarían en asesinar, pero ¿qué hay en cuanto a abrigar odio? Es fácil hacer eso si uno ha sido tratado injustamente por alguien. Pero ¿sabía usted que la Biblia dice que “todo el que odia a su hermano es un asesino”?—Gén. 3:12; 4:3-11; 1 Juan 3:15, Versión Popular.
Sin duda el ideal de mostrar interés sincero en otros que se hallan en necesidad es el “buen samaritano,” de una de las parábolas de Jesús. Resalta en notable contraste con los dos religiosos presumidos que no tuvieron piedad ni empatía por su congénere que había sido golpeado y robado y dejado imposibilitado a la orilla del camino. El buen samaritano mostró interés genuino. Curó las heridas de la víctima, lo subió a su burro, lo llevó a una posada y convino en pagar los gastos envueltos.—Luc. 10:29-37.
¿POR QUÉ TAN VITAL?
¿Por qué es tan vitalmente importante el interesarnos en el bienestar de otros? Porque Dios manda que amemos a nuestro prójimo como nos amamos nosotros mismos, tal como lo hizo el “buen samaritano.” Ciertamente apreciamos el que se muestre preocupación por nosotros cuando estamos en necesidad. Por lo tanto, ¿no deberíamos nosotros también mostrar preocupación por otros cuando están en necesidad?—Mar. 12:31; Luc. 6:31.
Más que eso, el preocuparnos por otros nos suministra una buena conciencia. También nos suministra un sentido de satisfacción de haber cumplido con nuestro deber. Es una forma de dar, y el dar trae consigo gran felicidad.—Hech. 20:35.
El mostrar preocupación en cuanto a cosas pequeñas así como en cuanto a cosas grandes contribuye a buenas relaciones con otros. Podemos ayudar a otros que están en peligro, o cuando los azota la enfermedad u otra tragedia. Pero también en nuestras relaciones cotidianas podemos mostrar que nos preocupamos por otros. Por ejemplo, cuando manejamos un automóvil, el interés en el bien de otros nos hará cuidadosos para evitar accidentes; impedirá que seamos “cafres del volante”; y hará que mostremos consideración, como cuando disminuimos la velocidad para que un conductor pueda entrar a nuestra vía principal desde una calle lateral.
¿Vivimos en un apartamento? Entonces podemos mostrar que nos preocupamos por otros al no tocar demasiado fuerte nuestro tocadiscos, radio o TV; también al cuidar que nuestras fiestas no se hagan muy ruidosas a altas horas de la noche. Y en el invierno podemos mostrar interés en el bien de otros al mantener nuestras aceras libres de hielo y nieve.
Un excelente ejemplo de interés cariñoso en otros fue dado por los testigos de Jehová alemanes cuando fueron puestos en libertad de los campos de concentración allá en 1945. Mencionando un solo caso: Cuando 220 de ellos salieron del campo de concentración Sachsenhausen bajo fuerte guardia, se enfrentaron a una jornada de casi 200 kilómetros. Las circunstancias los hicieron viajar en grupo. Se las arreglaron para conseguir unas cuantas carretillas pequeñas en las cuales pusieron a sus miembros más débiles, y entonces las halaron los más fuertes. Como resultado, en una marcha de la muerte en la cual más de 10.000 reclusos perdieron la vida, ni un solo Testigo murió.—Anuario de los testigos de Jehová para 1974.
Se debe a su interés altruista en el bien de otros que los testigos cristianos de Jehová siguen llamando a las puertas de sus vecinos. Saben que éstos son los “últimos días” y por eso instan a la gente a huir a un lugar de seguridad antes que sea demasiado tarde. En esto son como Lot de la antigüedad, que advirtió a sus yernos a huir con él de Sodoma y Gomorra. El registro nos dice que “a los ojos de sus yernos parecía como hombre que bromeaba.” Pero Lot no estaba bromeando ¡y tampoco están bromeando hoy los testigos cristianos de Jehová!—Gén. 19:12-29; Rev. 18:4.
De modo que lo animamos a usted, a no solo mostrar preocupación por otros, sino también a sacar provecho de la preocupación que manifiestan estos Testigos tocante a la expectativa que usted tiene de ser sobreviviente de la venidera “grande tribulación” y recibir la oportunidad de vida eterna.
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Las iglesias de África pesan el pasado y el futuroLa Atalaya 1975 | 15 de mayo
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Las iglesias de África pesan el pasado y el futuro
“HEMOS tenido a personas que profesan ser cristianas... que sostienen la Biblia en una mano y un revólver en la otra. Estas son las personas que han sido responsables del sufrimiento humano que ha sido la experiencia de este continente desde los días de la trata de esclavos.”
Esta declaración fue hecha por el presidente de Zambia, el Dr. K. D. Kaunda, en el discurso de apertura de la Conferencia de Iglesias de Todo África, que se celebró en Lusaka, Zambia, a fines de la primavera de 1974.
LO QUE REVELA EL PASADO
La historia muestra los antecedentes que sirvieron de base para dicha expresión. En los últimos veinticinco años del siglo diecinueve, las llamadas naciones cristianas de Europa empezaron una arrebatiña por territorio en África, que con el tiempo resultó en que dividieran casi todo el continente en colonias.
Para 1920 todo kilómetro cuadrado del continente africano —con excepción de los estados independientes de Etiopía, Liberia y la República Sudafricana— estaba bajo régimen o dominio colonial o era reclamado por una u otra de las potencias coloniales europeas.
El modelo que se usó para hacer accesible el continente africano a la colonización fue similar al modelo usado más temprano en el hemisferio occidental. Los misioneros religiosos a menudo servían de precursores del estado político que seguía.
La realidad de esto resalta en una reseña publicada en el Times de Nueva York (15 de agosto de 1974) de un libro reciente sobre la vida del misionero y explorador africano David Livingstone. Muestra que Livingstone instó al establecimiento de comunidades blancas en África para ‘esparcir el cristianismo’ y hacer accesible el país para el comercio. Daba conferencias a comerciantes ingleses “sobre las oportunidades de lucro en África.” Aunque Livingstone se oponía a la esclavitud, la reseña del libro resume el resultado de las exploraciones del siglo diecinueve de este misionero, diciendo: “En vez de hacer accesible África para el cristianismo, preparó el terreno, al principio, para los traficantes de esclavos que lo siguieron a territorios anteriormente ignotos. También, ‘la introducción de la palabra de Dios habría de presagiar la destrucción de las criaturas de Dios.’ Después de la Biblia, venía el revólver.”
La colonización acarreó muchos problemas serios, algunos de los cuales han tenido efectos duraderos para los pueblos de África. Como dice la Encyclopædia Britannica para 1974:
“Cristianos de Occidente a menudo habían explotado a las naciones en desarrollo, saqueado sus recursos, esclavizado o degradado sus poblaciones. . . .” “Lo linderos entre las colonias a menudo se trazaban
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