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  • Sea constante en la oración
    La Atalaya 1975 | 15 de noviembre
    • mientras va de camino, sea que pida ayuda temprano por la mañana o tarde en la noche, puede estar seguro de que el Hacedor del oído puede oír su oración.—Sal. 119:62, 147.

      27. ¿Qué gozo puede haber, y para quién?

      27 ¿Qué mayor gozo podría haber que el de tener una respuesta a una oración? Sea que usted obtenga una respuesta instantánea o espere hasta el debido tiempo de Dios, nunca pierda fe en el poder de la oración. Todo leal será constante en la oración, y disfrutará diariamente de abundantes bendiciones en gratitud y estando a la expectativa de amistad eterna con el Oidor de la oración.

  • ¿Está completa mi Biblia?
    La Atalaya 1975 | 15 de noviembre
    • ¿Está completa mi Biblia?

      PARA estar completa, una Biblia debe corresponder tan estrechamente como sea posible con los manuscritos originales y así contener todo lo que es ‘inspirado de Dios y provechoso para enseñar, para censurar, para rectificar las cosas, para disciplinar en justicia.’ (2 Tim. 3:16) Pero quizás usted se pregunte: ¿Cómo puedo estar seguro de que mi Biblia reúne estos requisitos?

      Como quizás haya notado, varias versiones de la Biblia contienen libros “deuterocanónicos” o “apócrifos” como Tobías, Judit, Sabiduría, Eclesiástico, Baruc y 1 y 2 de Macabeos. ¿Significa esto que esas versiones de la Biblia son completas, mientras que las traducciones de las cuales los libros deuterocanónicos han sido omitidos son incompletas? Si esos libros en realidad fuesen parte de las Escrituras inspiradas, su omisión haría incompleta una Biblia. Pero, ¿lo son?

      Hay evidencia clara de que estos libros apócrifos no eran reconocidos como parte de las Escrituras inspiradas cuando se estableció la congregación cristiana. En aquel tiempo el canon de las Escrituras Hebreas ya había sido fijado y no incluía ningunos libros apócrifos. Josefo, historiador judío del primer siglo, escribió: “No tenemos miríadas de libros entre nosotros, discordantes y discrepantes, sino solo veintidós [el equivalente de los treinta y nueve libros de las Escrituras Hebreas según la división moderna], que abarcan la historia de todos los tiempos, los cuales están justamente autorizados.” En expresión de que está al tanto de la existencia de libros apócrifos, pasa a decir: “Desde el tiempo de Artajerjes hasta nuestro propio tiempo todo ha sido registrado, pero los registros no han sido considerados como dignos de crédito igual al de los que se escribieron antes de ellos, porque cesó la sucesión exacta de profetas.”—Against Apion, Libro I, §8 (según la traducción en The Interpreter’s Dictionary of the Bible, tomo 1, pág. 163).

      Digna de atención, también, es la observación del erudito Jerónimo, traductor de la Vulgata latina. En su Prologus Galeatus de la Vulgata, alista los libros inspirados de las Escrituras Hebreas en armonía con el canon hebreo (en el cual los treinta y nueve libros se agrupan como veintidós) y entonces dice: “Así que hay veintidós libros . . . Este prólogo de las Escrituras puede servir de acercamiento fortificado a todos los libros que traducimos del hebreo al latín; para que sepamos que cualquiera que esté fuera de éstos tiene que ser puesto en los libros apócrifos.” Escribiendo a una dama llamada Loeta sobre cómo educar a su hija, Jerónimo aconsejó: “Hay que evitar todos los libros apócrifos; pero si ella desea leerlos alguna vez, no para establecer la verdad de las doctrinas, sino con un sentimiento reverencial por las verdades que representan, se le debe decir que no son las obras de los autores por cuyos nombres se distinguen, que contienen mucho que es defectuoso, y que es una tarea que requiere gran prudencia hallar oro en medio de barro.”

      Manifiestamente los libros apócrifos no formaban parte de las Escrituras inspiradas y está claro que no fueron reconocidos como tales en los primeros siglos de nuestra era común. Por lo tanto el que se les omita de una traducción de la Biblia no hace que esa versión sea incompleta.

      Otro factor que pudiera hacer surgir preguntas en cuanto a lo completa que estuviera la Biblia de uno es que ciertas palabras, frases y hasta versículos enteros que se hallan en algunas traducciones de alguna antigüedad no aparecen en muchas traducciones modernas. Por ejemplo, note las siguientes citas de la

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