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Apreciando nuestra relación con JehováLa Atalaya 1975 | 1 de octubre
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respondido, habiendo quitado los obstáculos que los han mantenido en ignorancia. Cuando Su ley llega a encontrarse en el corazón de ellos, es porque él la puso allí de acuerdo con Su nuevo pacto. (Heb. 10:16) Los cambios monumentales que se han producido en la vida de estas personas no se pueden atribuir a nuestra destreza como instructores, sino a la operación del poderoso espíritu santo de él.
16. ¿A qué grado tenemos que dar crédito a Jehová por los nuevos discípulos?
16 Cuando vemos que los nuevos creyentes se hacen firmes en su posición, estamos presenciando la evidencia visible del espíritu de Dios en operación. Realmente es un milagro de Dios cada vez que el corazón de una persona se abre para aceptar la verdad bíblica. Nos vemos obligados a maravillarnos cada vez que alguien es sanado de ceguera espiritual y librado del lazo del Diablo. Cuando finalmente las personas dedican su vida y se someten al bautismo en agua para llegar a ser discípulos de Jesús, todo el crédito tiene que darse al Padre. Jesús mismo reconoció ese hecho cuando declaró: “Nadie puede venir a mí a menos que el Padre . . . lo atraiga.” (Juan 6:44) ¡Qué privilegio el que no solo se acepte a uno como amigo de Dios, sino que también se le confíen responsabilidades como trabajador a su lado! El aprecio nos mueve a estar profundamente agradecidos.
CRISTO REVELÓ NUESTRAS RESPONSABILIDADES PARA CON DIOS Y EL HOMBRE
17. (a) En nuestra relación, ¿qué espera Jehová de nosotros? (b) ¿Qué ejemplo perfecto puso Jesús al respecto?
17 Jesús, por su ejemplo y enseñanzas, nos ayuda a ver dónde nos encontramos en nuestra relación con su Padre y las responsabilidades que llevamos en esta posición favorecida. Su Padre espera que confiemos en Él. De ninguna manera confió Jesús en su propio juicio. Buscó la guía y ayuda de su Padre en todas las cosas, orándole a Él incesantemente. (Luc. 6:12) La obediencia también es vital. Además, la obediencia de la clase correcta es esencial. Dios no quiere ni la servidumbre abyecta de un esclavo que no razona, ni una obediencia temerosa impulsada simplemente por miedo al castigo. Jesús puso el ejemplo, pues fue no solo un hombre “justo,” sino “bueno.” No evitó la maldad simplemente porque la ley de Dios la prohíbe. Lo hizo porque él mismo no la toleraba. Como su Padre, ‘amaba la justicia y odiaba el desafuero.’ (Heb. 1:9) Era inconcebible para él abrigar pensamientos de algo malo.—Mat. 16:22, 23.
18. Cuando los hombres alcancen la perfección, ¿a qué grado requerirán leyes escritas?
18 Un examen del motivo que hubo detrás del ejemplo perfecto de Jesús eleva nuestro pensar de modo que llegamos a apreciar el nivel elevado en el cual su Padre nos tratará cuando, con el tiempo, alcancemos la perfección. Cuando los hombres demuestran el atributo piadoso de la bondad o apego a lo bueno como lo hizo Jesús, se hacen innecesarias las leyes extensivas. Pablo confirmó eso, cuando dijo: “No se promulga la ley para el justo, sino para los desaforados e ingobernables.” (1 Tim. 1:9) Después de detallar el fruto del espíritu de Dios, agregó: “Contra tales cosas no hay ley.” (Gál. 5:22, 23) Cuando los hombres son movidos por inclinaciones justas desde adentro, de ninguna manera se les restringe o estorba por leyes escritas. Una vez que hayamos alcanzado la perfección, haremos lo que es correcto porque como hombres perfectos optamos por amar lo que es correcto. ‘Seremos libertados de la esclavitud a la corrupción y tendremos la gloriosa libertad de los hijos de Dios.’ (Rom. 8:21) Será obsoleto un código voluminoso. Toda la guía que necesite el hombre se resumirá en el mandamiento sencillo de “ejercer justicia y amar la bondad y ser modesto al andar con tu Dios.” (Miq. 6:8) Salomón lo resumió en menos palabras, diciendo que “el deber todo del hombre” es: “Teme al Dios verdadero y guarda sus mandamientos.”—Ecl. 12:13.
19. Si imitamos a Jesús, ¿cómo consideraremos la maldad?
19 Debemos esforzarnos por estar tan cerca de la norma perfecta de Jesús como sea posible. Si tenemos su actitud mental, nunca consideraremos negativamente la ley de Dios, de modo que obedezcamos al grado más mínimo que sea necesario para acatarla. Porque amamos la justicia y odiamos el desafuero, jamás será nuestro sentir que algo está bien mientras la congregación cristiana no pueda castigarnos por ello. Tampoco veremos cuánto podemos acercarnos a la maldad sin quebrantar alguna ley, ni persistiremos en algo dudoso porque los ancianos no pueden mandarnos que hagamos otra cosa. Porque amamos a Jehová ‘odiaremos lo que es malo’ y nos mantendremos tan alejados de ello como sea posible.—Sal. 97:10.
20, 21. (a) ¿Qué nos mueve a hacer el aprecio? (b) ¿Por qué es necesario esto para una buena relación con Jehová?
20 Una relación allegada con Jehová es lo óptimo que puede experimentar el hombre. El galardón de esto supera por mucho cualquier tesoro materialista. Las cualidades dignas de alabanza de bondad y amor a otros que produce en nosotros son inapreciables. El aprecio nos impele a invitar a otros a unirse a nosotros en esta relación de familia con Dios. Solícitamente los llamamos para que ‘¡vengan! . . . tomen del agua de vida gratis.’ (Rev. 22:17) Con personalidades ahora amoldadas por el amor genuino que Jesús nos enseñó, nos elevamos por encima de la tendencia imperfecta de pensar solo en nosotros mismos y excluir a otros. Ese amor nos enseña que el negarnos a compartir los beneficios de Su bondad inmerecida es dejar de cumplir el propósito de ésta. (2 Cor. 6:1) Mientras más profundamente vamos apreciando esta cualidad piadosa, mayor se hace nuestro interés en el bienestar de otros.
21 No se puede mantener ninguna relación con el Padre celestial sin ese interés. Una posición aceptable delante de él dependerá perpetuamente de lo dispuestos que estemos a imitar su amor en nuestros tratos con otros. Toda expresión de bondad que él demostró se repitió en las acciones de Jesús para con nosotros, lo que enfatiza el profundo amor de su Padre a la humanidad. Nadie que muestre una desatención egoísta a su prójimo puede jamás ser hecho perfecto en su amor a Dios. El mostrar consideración a otros es una necesidad fundamental para relaciones correctas con él.
22. (a) ¿Cómo podemos mostrar amor genuino a nuestros hermanos? (b) ¿Cómo se puede mostrar ese amor a los de fuera de la congregación?
22 Comprendiendo eso, estamos sinceramente interesados en otros. Los que nos rodean en la congregación cristiana son de interés especial. Estamos deseosos de ‘obrar lo que es bueno para con todos, pero especialmente para los que están relacionados con nosotros en la fe.’ (Gál. 6:10) En todo respecto nos esforzamos por prestar ayuda cuando las necesidades de nuestros hermanos, sean espirituales o materiales, se manifiestan. Pero nuestro amor de ninguna manera está circunscrito al angosto alcance de nuestros hermanos espirituales; se ensancha para abarcar a todos los hombres, aun los que ahora se encuentran muy alejados de Dios. Tenemos un sentimiento de compasión para con ellos, el cual nos mueve a trabajar por sus mejores intereses como deseamos que otros hagan para con nosotros. (Mat. 7:12) El que ellos aprendan las cosas que Jesús enseñó es aprender el camino a la vida. Nuestra predicación del mensaje del Reino les ayuda a obtener una relación correcta con Jehová y muestra la más alta consideración a su bienestar. (Mat. 28:18-20) Es una de las mejores maneras por las cuales podemos hacerles el bien. Gozosamente aprovechamos toda oportunidad para participar; no estamos satisfechos con un simple esfuerzo de muestra. Continuamente analizamos el uso del tiempo y los recursos que tenemos disponibles con la meta de crear oportunidades adicionales para predicar. El servicio de precursor, el servir donde hay mayor necesidad de ayuda, etcétera, los consideramos como privilegios selectos que en realidad nos permiten demostrar la cualidad genuina de nuestro amor.
23. ¿Qué beneficios produce nuestro esfuerzo por mantener una buena relación con Jehová?
23 Este trabajo resulta en bien para todo el que tiene que ver con él. Jehová se deleita en nuestra obediencia anuente y esfuerzo de buena gana para vindicar su nombre. Jesús se regocija en tenernos como súbditos en perspectiva que estaremos bajo su régimen milenario. Nuestros hermanos espirituales se nos acercan en un afectuoso vínculo de unidad. Las personas de características de oveja sienten una deuda duradera de gratitud por lo que amorosamente hemos hecho a favor de ellas. ¡De veras, nuestro corazón se regocija al ver las maravillosas bendiciones que provienen de nuestra relación con Jehová! ¡Cuánto nos alegramos de que se nos haya permitido ‘hacernos amigos’ de él y recibir su garantía de un futuro en “lugares de habitación eternos”!—Luc. 16:9.
24. ¿Por qué debemos apreciar nuestra relación con Jehová?
24 Jehová ciertamente ha demostrado que es el mejor y más fidedigno amigo que conoceremos. El familiarizarnos con él como compañero allegado es la experiencia más enriquecedora de nuestra vida. Como el “Dios feliz,” ya está cumpliendo su promesa de hacernos felices también. (1 Tim. 1:11) El buen éxito en estrechar firmemente ese vínculo de amistad sustentará nuestro gozo interminable. Apreciando la seguridad, tranquilidad de ánimo y esperanza que hemos hallado en nuestra relación, nos sentimos movidos a expresar nuestras más profundas y más sinceras gracias a nuestro mejor amigo, Jehová.
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Un pueblo celoso de obras excelentesLa Atalaya 1975 | 1 de octubre
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Un pueblo celoso de obras excelentes
1. ¿Qué razones deben hacer que seamos celosos de obras excelentes?
LA VIDA que tiene propósito tiene significado. Cuando el corazón y la mente se unen en el esfuerzo por alcanzar una meta que vale la pena, las cosas que la persona hace diariamente tienen significado, pues dan sustancia a la existencia de la persona. A personas de esta clase se les ha de contar entre las más felices del mundo; las que llevan una vida sin objetivo se cuentan entre sus más desilusionadas. El deseo natural de ser feliz es suficiente razón para que edifiquemos nuestra vida en torno de obras que efectúen lo bueno para nosotros mismos y para otros. El celo en llevar a cabo esas obras trae un abundante galardón en bendiciones.
2. (a) ¿El ejemplo de quiénes podemos imitar? (b) ¿A hacer qué excelente obra nos moverá eso?
2 Jehová es el Dios de las obras excelentes, y es celoso al hacer que se lleven a cabo. Todo lo que hace es para el bien de los que le sirven. Jesús puso un ejemplo perfecto, en imitación de su Padre. A las personas piadosas que quieren agradar a Jehová también se les puede identificar por obras excelentes. El esfuerzo que hicieran los discípulos de Jesús por seguir el ejemplo de él produciría para su Padre un “pueblo peculiarmente suyo, celoso de obras excelentes.” (Tito 2:14) Las obras excelentes de un cristiano son las que benefician a otros. La cosa más provechosa que podemos hacer por otra persona es ayudarla a conocer y servir a Jehová. La obra de predicar y hacer discípulos de la congregación cristiana es una obra excelente del mayor beneficio posible. La necesidad y urgencia de ésta la hacen digna de nuestro más intenso celo.
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