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  • Se lleva libertad espiritual a los presos
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1997
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  • Cómo se realiza esta obra
  • Un programa de rehabilitación fructífero
  • Las islas Marías
La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1997
w97 15/2 págs. 21-24

Se lleva libertad espiritual a los presos

“LES estábamos esperando.” “Las pasadas noches soñé que venían.” “Gracias por designar a alguien para que nos visite regularmente.” “Queremos agradecer todas y cada una de las bendiciones que hemos recibido inmerecidamente de Jehová y de su organización, así como el alimento espiritual que se nos ha dado al tiempo apropiado.”

¿Qué motivó estos comentarios de agradecimiento? Quienes los hicieron, algunos reclusos confinados en distintas prisiones de México, agradecen con ellos la atención que les dispensan los testigos de Jehová, quienes les han llevado libertad espiritual aunque permanecen encarcelados. En México, los testigos de Jehová atienden las necesidades espirituales de los reclusos de 42 cárceles. A estos lugares se les denomina Centros de Readaptación Social. En algunas de estas prisiones se celebran regularmente reuniones cristianas, con muy buenos resultados. Por ejemplo, según un recuento reciente, en estos centros asistían a las reuniones unas trescientas ochenta personas. En ese momento se dirigían un promedio de trescientos cincuenta estudios bíblicos. Treinta y siete habían satisfecho los requisitos para predicar, mientras que treinta y dos habían dedicado su vida a Jehová y lo habían simbolizado bautizándose.

Cómo se realiza esta obra

¿Cómo predican los testigos de Jehová en estos lugares? En primer lugar, piden autorización por escrito a los funcionarios responsables para entrar en la prisión, y les explican el propósito de las visitas: enseñar a los reclusos a mejorar la calidad de su vida y a servir a Dios de manera que a él le agrade.

Las autoridades han concedido permiso en todos los casos. Estos funcionarios valoran la instrucción bíblica que se ofrece a los reclusos. Las autoridades penitenciarias han observado que los testigos de Jehová obedecen las normas de seguridad de estos establecimientos. Han permitido a estos ministros visitantes celebrar las reuniones en las oficinas, los comedores y los talleres. En una prisión, hasta se permitió a los Testigos construir un pequeño Salón del Reino, como indica la siguiente experiencia que relató un superintendente viajante del sudeste de México.

“A comienzos de 1991 empezamos a visitar la prisión de Tehuantepec (Oaxaca), donde encontramos mucha hambre espiritual. En poco tiempo comenzamos veintisiete estudios bíblicos. En vista del interés de estos prisioneros, se programaron cinco reuniones cristianas. Uno de los reclusos, que mostró mucho amor a Jehová, decidió construir un pequeño Salón del Reino dentro del recinto penal para tener un lugar donde celebrar las reuniones. Se presentó ante el director de la prisión para pedirle permiso, y las autoridades cooperaron mucho con él. A principios de diciembre de 1992, seis internos llenaban los requisitos para ser publicadores de las buenas nuevas. Debido a su progreso, se hicieron planes para celebrar la Conmemoración dentro de la cárcel. Solicitamos autorización al director de la prisión para traer de fuera los emblemas —el pan y el vino—, y tras una conversación de cuatro horas, nos lo concedió.

”Resulta que el 3 de abril de 1993 (tres días antes de la Conmemoración), algunos prisioneros salieron libres. Uno de ellos era publicador, y cuando recibió los documentos de excarcelación, pidió hablar con el director de la prisión a fin de que le permitiera permanecer hasta la Conmemoración. El director se sorprendió mucho, pues no se trata de una petición muy normal, pero en vista del gran interés del recluso por asistir a la Conmemoración dentro de la cárcel, le concedió el permiso. Asistieron 53 personas, que lloraron de alegría al final del programa. Todos concordamos en llamar a este grupo ‘Cereso Libertad’, pues son libres en sentido espiritual.”

En estos centros se valora mucho la obra de los testigos de Jehová. En una de las penitenciarías, la persona que está al mando recomienda abiertamente asistir a las reuniones de los testigos de Jehová como “terapia” para la rehabilitación rápida de los reclusos.

Un programa de rehabilitación fructífero

La labor de los testigos de Jehová ha resultado en la completa rehabilitación de muchos presos. Si bien es cierto que muchas veces quienes han estado en prisión vuelven a una vida de delincuencia una vez que salen libres, los que verdaderamente obedecen el mensaje de la Palabra de Dios cambian por completo. Su transformación nos recuerda las palabras del apóstol Pablo: “Ni fornicadores, [...] ni ladrones, ni personas dominadas por la avidez, ni borrachos, ni injuriadores, ni los que practican extorsión heredarán el reino de Dios. Y, sin embargo, eso era lo que algunos de ustedes eran. Pero ustedes han sido lavados, pero ustedes han sido santificados, pero ustedes han sido declarados justos en el nombre de nuestro Señor Jesucristo y con el espíritu de nuestro Dios”. (1 Corintios 6:9-11.)

El extraordinario cambio de su personalidad se manifiesta cuando expresan sus sentimientos. Miguel, que está en la prisión de Campeche, en la ciudad de Campeche, se expresó de este modo: “Hoy puedo decir con alegría que me veo a mí mismo como una de las otras ovejas que tienen la esperanza recogida en 2 Pedro 3:13 y Mateo 5:5”. José, recluso de la cárcel de Koben (Campeche), comentó: “Aunque soy un preso y mi delito tal vez sea muy grave, comprendo que Jehová es muy misericordioso y escucha mis oraciones y súplicas. Él puede perdonar mis transgresiones y darme la oportunidad de dedicar el resto de mi vida a divulgar las buenas nuevas del Reino de Dios. Doy las gracias a los ancianos por el tiempo que dedican a visitarnos en la cárcel para que podamos beneficiarnos de las promesas del Reino de Dios. ¡Qué bendiciones más maravillosas! ¿Puedo considerarme un preso? No, pues Jehová me ha dado la libertad espiritual que necesitaba”.

¿Qué es lo que impulsa a asesinos, violadores, pirómanos, ladrones y otra clase de personas a cambiar y hacerse cristianos honrados? Según estos mismos hombres, es el poder transformador de la Palabra de Dios y la buena compañía de personas verdaderamente devotas. El caso de Tiburcio, confinado en la penitenciaria de Mazatlán (Sinaloa), ilustra los buenos resultados de este programa de rehabilitación. Había estado en la cárcel de Concordia (Sinaloa), donde se metió en líos a causa de su carácter violento. Su esposa era testigo de Jehová, y él la trataba muy mal, incluso cuando iba a visitarlo a la cárcel. Ella era paciente, y seguía visitándolo, así que él le dijo que le llevara el libro Usted puede vivir para siempre en el paraíso en la Tierra para estudiarlo por sí solo.a Luego le pidió que alguien fuera a la cárcel para estudiarlo con él. Comenzó a progresar espiritualmente y sus relaciones con los demás comenzaron a mejorar. Lo transfirieron a la prisión de Mazatlán, donde hay un grupo que estudia la Biblia, y actualmente es publicador. Él comenta: “Ahora, tanto yo como mi esposa e hijos y mis compañeros reclusos, estamos muy agradecidos de escuchar las verdades bíblicas en este lugar, con la esperanza de que en el futuro cercano sea excarcelado y pueda asistir a todas las asambleas y las reuniones de la congregación”.

También está el caso de Conrado, quien agradece mucho haber podido hacer cambios en su vida. Sus problemas matrimoniales eran tan graves que su esposa lo dejó. Como consecuencia, él se refugió en las drogas. Con el tiempo se hizo traficante de drogas. Lo arrestaron y lo sentenciaron a prisión por transportar un cargamento de marihuana y cocaína. En la cárcel había un grupo que estudiaba la Biblia con los testigos de Jehová, y lo invitaron a estudiar con ellos. Él expresa sus sentimientos de este modo: “Me impresionó el orden con que se dirigían las reuniones, la investigación que se efectuaba por medio de las publicaciones y el hecho de que todo se basaba en la Biblia. Enseguida pedí un estudio de la Biblia y comencé a ir a las reuniones”. Eso ocurrió en enero de 1993. Ahora Conrado está fuera de la cárcel y sigue progresando en la congregación cristiana.

Las islas Marías

En México hay una prisión temible que abarca cuatro islas, llamadas islas Marías. Los reclusos pueden viajar por las islas penales en las que están encarcelados. Algunos viven en ellas con sus esposas e hijos.

Se ha formado una pequeña congregación. Una vez al mes viajan a este lugar tres hermanos de Mazatlán, y ayudan a dirigir las reuniones, suministran las publicaciones y dan estímulo. Algunas veces, el superintendente de circuito los visita. El promedio de asistencia es de entre veinte y veinticinco personas. Hay cuatro hermanos bautizados y dos publicadores no bautizados. El superintendente viajante informa que “algunos caminan 17 kilómetros para ir a las reuniones los domingos y tienen que salir de la reunión muy deprisa a fin de estar presentes cuando pasan lista. Les toma más de dos horas volver caminando deprisa”. Uno de los hermanos, que aprendió la verdad estando en la cárcel, dijo hace poco: “Antes tenía interés en salir pronto, pero ahora la liberación puede venir cuando Jehová lo desee, pues de todas formas tengo mucho que hacer aquí dentro”.

Nos alegra ver que la verdad ejerce su poder para libertar a personas sinceras que buscan la manera de agradar a Jehová. Más de una decena de presos que aprendieron la verdad en la cárcel han salido libres, se han bautizado y ahora llevan vidas buenas como siervos de Dios; algunos incluso han llegado a ser ancianos de la congregación. El poder de la Biblia para sanar corazones y reformar a la gente se ha demostrado de forma espectacular. En cuanto estos hombres que estaban encarcelados por cometer delitos entran en la senda de la luz de la Palabra de Dios, experimentan la verdadera libertad que Jesús prometió cuando dijo: “Conocerán la verdad, y la verdad los libertará”. (Juan 8:32; Salmo 119:105.)

[Nota]

a Editado por Watchtower Bible and Tract Society of New York, Inc.

[Ilustración de la página 23]

Muchos se beneficiaron de las verdades cristianas que aprendieron en la cárcel

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