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    La Atalaya 2009 | 1 de octubre
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      1 de octubre de 2009

      ¿Qué es el espíritu santo?

      EN ESTE NÚMERO

      3 El espíritu santo: ¿por qué tantas opiniones?

      4 El espíritu santo: ¿qué es realmente?

      6 El espíritu santo: una poderosa fuerza en nuestras vidas

      10 Acérquese a Dios: ¿Qué pide Jehová de nosotros?

      11 ¿Hay razones para creer en Dios?

      15 Nuestros lectores quieren saber

      16 De padres a hijos: Sem sobrevivió al fin de un mundo malvado

      18 El Códice Vaticano: ¿por qué es tan valioso?

      25 Pescadores del mar de Galilea

      28 ¿Lo sabía?

      Ejemplos de fe: Superó sus dudas y temores

      PÁGINA 21

      El cristianismo y la guerra: ¿son compatibles?

      PÁGINA 29

  • El espíritu santo: ¿por qué tantas opiniones?
    La Atalaya 2009 | 1 de octubre
    • El espíritu santo: ¿por qué tantas opiniones?

      ¿QUÉ es el espíritu santo? Para muchos es un concepto difícil de definir. El mismo papa Benedicto XVI dijo en un discurso ante una multitud en Australia: “Tener una clara comprensión [del espíritu santo] nos parece algo fuera de nuestro alcance”.

      En efecto, es tanta la confusión general que rodea este tema, que a muchos entendidos no les resulta fácil explicarlo. Algunos lo definen así:

      • Un ser real que vive en el interior de todo discípulo de Cristo.

      • La ciencia divina, una ley de Dios en acción.

      • La presencia de Dios actuando en el mundo.

      • La tercera persona de la Trinidad.

      ¿A qué se debe tanta diversidad de opiniones? La causa se remonta al siglo IV cuando algunos teólogos empezaron a enseñar que el espíritu santo era una persona de algún modo igual a Dios. Sin embargo, ni las Sagradas Escrituras ni los primeros cristianos enseñaron nada semejante. Una respetada obra católica explica que “el espíritu santo no se concibe en el A[ntiguo] T[estamento] como una persona”, sino como “la fuerza por la que Yahvéh interviene”. De hecho, afirma que “en la mayoría de los pasajes del N[uevo] T[estamento] se presenta [...] al Espíritu Santo como ‘algo’, no como ‘alguien’”. También indica que “las expresiones ‘Espíritu Santo’ y ‘virtud’ [o poder]” se usan como sinónimos (Diccionario de la Biblia, edición preparada por Serafín de Ausejo).

      Pero ¿qué opina la gente al respecto? A muchos les cuesta creer que una fuerza —como el espíritu santo— pueda tener personalidad propia. Según una encuesta realizada recientemente en Estados Unidos, la mayoría de las personas no piensan que el espíritu santo sea un “ente individual”, esto es, un sujeto aparte de Dios y Cristo. Muchos teólogos, por su parte, insisten en que “el Espíritu Santo es una Persona realmente distinta como tal, del Padre y el Hijo”. ¿Cómo saber quién está en lo cierto?

      La única fuente confiable a la que podemos acudir para saber la verdad es la Biblia. Como indicó el apóstol Pablo, “nos ha sido dada por Dios” para “enseñarnos la verdad” y “hacernos comprender [los] errores” (2 Timoteo 3:16, La Biblia al Día, edición para España).

      Ahora bien, ¿de qué nos sirve conocer la verdad acerca del espíritu santo? De mucho, pues para recibir la ayuda de Dios, debemos pedirle dicho espíritu. Por ejemplo, ¿no nos hemos sentido alguna vez sin fuerzas para seguir adelante? Es en momentos así cuando tenemos que seguir esta recomendación que Jesús hizo a sus discípulos: “Sigan pidiendo, y se les dará; [...] si ustedes [...] saben dar buenos regalos a sus hijos, ¡con cuánta más razón dará el Padre en el cielo espíritu santo a los que le piden!” (Lucas 11:9, 13).

      A continuación, veremos lo que explican las Escrituras sobre qué es el espíritu santo y cómo puede beneficiarnos.

      [Comentario de la página 3]

      La Biblia explica qué es el espíritu santo

  • El espíritu santo: ¿qué es realmente?
    La Atalaya 2009 | 1 de octubre
    • El espíritu santo: ¿qué es realmente?

      EN LA misma ocasión en que Jesús recomendó a sus discípulos que pidieran espíritu santo, les dijo: “¿Qué padre hay entre ustedes que, si su hijo pide un pescado, le dará acaso una serpiente en vez de un pescado? ¿O si también pide un huevo, le dará un escorpión?” (Lucas 11:11, 12). Los niños de Galilea pedían huevos y pescado porque sabían que los necesitaban para saciar su hambre.

      De igual modo, nosotros necesitamos espíritu santo; por eso, debemos seguir el consejo de Jesús de pedirlo insistentemente, como hacen los niños cuando tienen hambre (Lucas 11:9, 13). Pero para comprender por qué es vital que lo recibamos, antes tenemos que saber exactamente qué es. Analicemos, por tanto, qué nos dice la Biblia al respecto.

      “Poder del Altísimo”

      En las Sagradas Escrituras se deja claro que el espíritu santo es la fuerza que Dios emplea para llevar a cabo su voluntad. Tomemos por caso lo que dijo el ángel Gabriel cuando le anunció a María que tendría un hijo siendo virgen: “Espíritu santo vendrá sobre ti, y poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso, también, lo que nace será llamado santo, Hijo de Dios” (Lucas 1:35). Sus palabras indican que existe una relación entre el espíritu santo y el “poder del Altísimo”.

      Esta misma idea se repite en otros pasajes de la Biblia. El profeta Miqueas, por ejemplo, declaró: “Yo mismo he llegado a estar lleno de poder, con el espíritu de Jehová” (Miqueas 3:8). Jesús prometió a sus discípulos: “Recibirán poder cuando el espíritu santo llegue sobre ustedes” (Hechos 1:8). El apóstol Pablo, a su vez, usó la expresión “poder de espíritu santo” (Romanos 15:13, 19).

      En vista de lo anterior, ¿qué relación hay entre el espíritu santo y el poder de Dios? El espíritu santo es el medio por el que Jehová ejerce su poder; de ahí que pueda definirse como el poder de Dios en acción. Y esta es una fuerza realmente asombrosa: apenas alcanzamos a imaginarnos el poder que se necesitó para crear todo el universo. Para que tengamos una ligera idea, en la Biblia se nos hace la siguiente invitación: “Levanten los ojos a lo alto y vean. ¿Quién ha creado estas cosas? Es Aquel que saca el ejército de ellas aun por número, todas las cuales él llama aun por nombre. Debido a la abundancia de energía dinámica, porque él también es vigoroso en poder, ninguna de ellas falta” (Isaías 40:26).

      Aquí se nos indica que el universo ordenado y armonioso que conocemos es producto de la “energía dinámica” —o del poder— del Altísimo. ¡Imagínese! Es gracias a esta extraordinaria fuerza que el ser humano existe. (Véase el recuadro titulado “¿Para qué utilizó Dios el espíritu santo?”.)

      Vemos, por lo tanto, que Jehová puede emplear su espíritu santo para realizar obras a gran escala, como la creación del universo. Sin embargo, también lo puede utilizar para beneficio de los seres humanos. En la propia Biblia encontramos múltiples ejemplos de cómo ayudó a fieles siervos suyos.

      “El espíritu de Jehová está sobre mí”

      El ministerio de Jesús es un buen ejemplo de cómo Dios da poder a sus siervos mediante su santo espíritu. En cierta ocasión, Jesús dijo a la gente de Nazaret: “El espíritu de Jehová está sobre mí” (Lucas 4:18). Pues bien, ¿qué obras pudo realizar gracias al “poder del espíritu”? (Lucas 4:14.) Entre otras, curó todo tipo de enfermedades, calmó un mar agitado, alimentó a grandes multitudes con unos cuantos panes y pescados, e incluso resucitó a algunas personas. Con razón, el apóstol Pedro dijo que Jesús era un “varón públicamente mostrado por Dios [...] mediante obras poderosas y portentos presagiosos y señales que Dios hizo mediante él” (Hechos 2:22).

      Aunque es cierto que hoy día el espíritu de Dios no faculta a las personas para hacer milagros, sigue haciendo grandes obras por nosotros. Tal como Jesús dijo que pasaría, Jehová da gustosamente su espíritu a sus siervos (Lucas 11:13). El apóstol Pablo lo confirmó al declarar: “Para todas las cosas tengo la fuerza en virtud de aquel que me imparte poder” (Filipenses 4:13). ¿Le gustaría sentir esa misma fuerza en su vida? En el siguiente artículo veremos cómo.

      [Ilustración y recuadro de la página 5]

      Por qué no puede ser una persona

      Hablando de las bendiciones que su pueblo recibiría, Dios comparó el espíritu santo al agua. “Derramaré agua sobre el sediento, y arroyos que fluyan suavemente sobre el lugar seco —prometió—. Derramaré mi espíritu sobre tu descendencia, y mi bendición sobre tus descendientes.” (Isaías 44:3.)

      Cuando Dios derrama su espíritu sobre sus siervos, en la Biblia a menudo se dice que ‘se llenan’ o ‘están llenos de espíritu santo’. Tal fue el caso de Jesús, Juan el Bautista, Pedro, Pablo y Bernabé, así como los discípulos reunidos el día del Pentecostés del año 33 (Lucas 1:15; 4:1; Hechos 4:8; 9:17; 11:22, 24; 13:9).

      Ahora bien, ¿puede ‘derramarse’ una persona sobre otras? ¿O puede un grupo de personas ‘llenarse’ de alguien? No tiene ninguna lógica, ¿verdad? Según la Biblia, uno se puede llenar de sabiduría, de entendimiento e incluso de conocimiento exacto, pero nunca se menciona que alguien se llene de otra persona (Éxodo 28:3; 1 Reyes 7:14; Lucas 2:40; Colosenses 1:9).

      La palabra espíritu se traduce del término griego pnéuma, que transmite la idea de una fuerza invisible. De acuerdo con un diccionario especializado, esta palabra “denota en primer lugar el viento [...]; también aliento; luego, de forma especial, el espíritu, que, a semejanza del viento, es invisible, inmaterial y poderoso” (Diccionario expositivo de palabras del Antiguo y del Nuevo Testamento exhaustivo, de W. E. Vine).

      Está claro, entonces, que el espíritu santo no puede ser una persona.a

      [Nota]

      a Hallará más información en la sección titulada “La verdad acerca del Padre, el Hijo y el espíritu santo”, que aparece en las páginas 201 a 204 del libro ¿Qué enseña realmente la Biblia?, editado por los testigos de Jehová.

      [Reconocimiento]

      Photodisc/SuperStock

  • El espíritu santo: una poderosa fuerza en nuestras vidas
    La Atalaya 2009 | 1 de octubre
    • El espíritu santo: una poderosa fuerza en nuestras vidas

      TRAS cometer un grave error, el rey David le suplicó a Dios: “No me arrojes de delante de tu rostro; y tu espíritu santo, oh, no me lo quites” (Salmo 51:11).

      ¿Por qué temía David perder el espíritu de Dios? Porque sabía por experiencia propia lo poderoso que era. Siendo tan solo un muchacho, ese espíritu le había permitido vencer al gigante Goliat (1 Samuel 17:45-50). Además, lo había facultado para escribir algunos de los salmos más hermosos jamás compuestos. “El espíritu de Jehová fue lo que habló por mí, y su palabra estuvo sobre mi lengua”, reconoció (2 Samuel 23:2).

      Jesucristo confirmó esas palabras cuando declaró: “Por el espíritu santo David mismo dijo: ‘Jehová dijo a mi Señor: “Siéntate a mi diestra hasta que ponga a tus enemigos debajo de tus pies”’” (Marcos 12:36; Salmo 110:1). Así pues, Jesús sabía que el espíritu santo había inspirado a David para que escribiera varios salmos. ¿Y qué hay de nosotros? ¿Tenemos a nuestra disposición ese mismo espíritu?

      “Sigan pidiendo, y se les dará”

      Es probable que nunca escribamos un salmo. Aun así, podemos enfrentarnos a obstáculos tan intimidantes como el enorme Goliat. Tomemos por caso a Isabel,a a quien su esposo abandonó por una mujer más joven. Además de dejarla con deudas hasta el cuello, no le pasaba dinero para mantener a sus dos hijas pequeñas. “Quedé destrozada por su traición y su desprecio —recuerda—. Con todo, nunca he dejado de sentir la fuerza del espíritu de Dios.”

      Es interesante notar que Isabel nunca dio por sentada la ayuda del espíritu santo. Sabía que solo con la fuerza de Jehová podría enfrentarse con valor al futuro, cuidar bien de sus hijas y recuperar su autoestima. Por eso, le pedía todos los días a Dios su espíritu, tal como Jesús aconsejó: “Sigan pidiendo, y se les dará; sigan buscando, y hallarán; sigan tocando, y se les abrirá” (Mateo 7:7).

      Roberto también necesitó la ayuda del espíritu santo, aunque por razones diferentes. Él era un fumador empedernido de tabaco y hachís que llevaba dos años intentando dejar el vicio. Sin embargo, volvía a caer una y otra vez. “Es terrible la ansiedad que sientes cuando tratas de dejar las drogas —explica Roberto—. El cuerpo te las pide día tras día sin que puedas hacer nada para impedirlo.”

      “Pero yo quería servir a Dios como a él le agrada, y para eso tenía que cambiar mi vida —dice—. Me esforcé por ocupar la mente con pensamientos positivos tomados de la Biblia. No pasaba un día sin que le suplicara a Dios que me diera fuerzas para dejar el vicio. Sabía que nunca podría hacerlo solo. Enseguida noté que Jehová contestaba mis oraciones, sobre todo cuando recaía y tenía el ánimo por los suelos. Estoy convencido de que lo que me hacía recuperar las fuerzas era su espíritu santo. Sin esa ayuda nunca habría podido superar mi adicción.” (Filipenses 4:6-8.)

      “Se remontarán con alas como águilas”

      Isabel y Roberto no son los únicos que han sentido la intervención del espíritu santo en sus vidas. Millones de testigos de Jehová dan fe de lo mismo. Ahora bien, ¿puede usted también experimentar el poder de Dios en acción? Por supuesto que sí. Dios está dispuesto a darnos su espíritu —la mismísima fuerza con la que creó el universo— si se lo pedimos con fervor. Pero para recibirlo, tenemos que aprender la verdad sobre Dios y esforzarnos por hacer su voluntad (Isaías 55:6; Hebreos 11:6).

      Así es, el poderoso espíritu santo le permitirá servir a Dios como a él le agrada y superar cualquier reto que se le presente. No olvide que, según la Biblia, Jehová “está dando poder al cansado; y hace que abunde en plena potencia el que se halla sin energía dinámica”. Como resultado, “los que estén esperando en Jehová recobrarán el poder. Se remontarán con alas como águilas. Correrán, y no se fatigarán; andarán, y no se cansarán” (Isaías 40:28-31).

      [Nota]

      a Se han cambiado algunos nombres.

      [Comentario de la página 8]

      “No pasaba un día sin que le suplicara a Dios que me diera fuerzas [...]. Sabía que nunca podría hacerlo solo. Enseguida noté que Jehová contestaba mis oraciones”

      [Ilustraciones y recuadro de la página 7]

      ¿PARA QUÉ UTILIZÓ DIOS EL ESPÍRITU SANTO?

      Para crear la Tierra y el resto del universo. “¡Cuántas son tus obras, oh Jehová! Con sabiduría las has hecho todas. La tierra está llena de tus producciones”, exclamó el salmista. “Si envías tu espíritu, son cread[a]s.” (Salmo 104:24, 30; Génesis 1:2; Job 33:4.)

      Para inspirar a los escritores de la Biblia. El apóstol Pablo escribió: “Toda Escritura es inspirada de Dios y provechosa” (2 Timoteo 3:16). La palabra griega que aquí se traduce “inspirada de Dios” significa literalmente “insuflada por Dios” o “soplada por Dios”. Con su aliento, o espíritu, Jehová guió los pensamientos de los escritores bíblicos para que transmitieran “la palabra de Dios” (1 Tesalonicenses 2:13).

      Para que sus siervos pudieran predecir con exactitud el futuro. “Ninguna profecía de la Escritura proviene de interpretación privada alguna —explicó el apóstol Pedro—. Porque la profecía no fue traída en ningún tiempo por la voluntad del hombre, sino que hombres hablaron de parte de Dios al ser llevados por espíritu santo.” (2 Pedro 1:20, 21; Joel 2:28.)

      Para que Jesús y otros siervos fieles pudieran predicar las buenas noticias del Reino de Dios y realizar milagros. “El espíritu de Jehová está sobre mí —dijo Jesús—, porque él me ungió para declarar buenas nuevas a los pobres, me envió para predicar una liberación a los cautivos y un recobro de vista a los ciegos.” (Lucas 4:18; Mateo 12:28.)

      [Ilustraciones y recuadro de la página 9]

      CÓMO NOS AYUDA EL ESPÍRITU SANTO

      Nos permite resistir las tentaciones y abandonar malos hábitos. “Dios es fiel, y no dejará que sean tentados más allá de lo que pueden soportar —dijo el apóstol Pablo—, sino que junto con la tentación también dispondrá la salida para que puedan aguantarla.” (1 Corintios 10:13.)

      Nos ayuda a cultivar buenas cualidades. “El fruto del espíritu es: amor, gozo, paz, gran paciencia, benignidad, bondad, fe, apacibilidad, autodominio.” (Gálatas 5:22, 23.)

      Nos da fuerzas para superar las dificultades. “Para todas las cosas tengo la fuerza en virtud de aquel que me imparte poder.” (Filipenses 4:13.)

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