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  • ¿Ha tropezado usted por lo que otros han hecho?

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  • ¿Ha tropezado usted por lo que otros han hecho?
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1969
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  • EJEMPLOS BÍBLICOS
  • NO HAY BASE PARA TROPEZAR
  • ¿POR QUÉ HA TROPEZADO USTED?
  • CUENTE SUS BENDICIONES
  • ADVERTENCIA CONTRA HACER TROPEZAR A OTROS
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1969
w69 1/12 págs. 726-731

¿Ha tropezado usted por lo que otros han hecho?

EL HABÍA sido celoso ministro cristiano por muchos años. También se había encargado de que sus hijos fueran criados “en la disciplina y consejo autoritativo de Jehová.” Entonces un día dejó de asociarse con sus compañeros cristianos y escribió a la Sociedad Watch Tower exponiendo sus razones. ¿Qué le había hecho tropezar? Le pareció que ciertos individuos de su congregación lo habían tratado injustamente.—Efe. 6:4.

En otro caso, hubo un auxiliar ministerial de una congregación grande que súbitamente perdió todo interés en la obra de Jehová y suspendió toda asociación con el pueblo de Jehová. Tropezó por el proceder de su propio padre, que había sido su superintendente, quien fue expulsado por cometer adulterio.

Entre los que han tropezado y perdido todo interés en la obra de Jehová también está un matrimonio de edad avanzada. ¿Por qué? Porque les pareció que cierta transacción comercial con un compañero cristiano fue hecha con “marrullería.”

Y también, hubo una cristiana joven que había dedicado su vida a Jehová Dios pero que ahora vacilaba en cuanto a bautizarse. ¿Qué hizo que estuviera en peligro de tropezar? La conducta imprudente de un siervo de su congregación.

¿Qué tienen en común estas experiencias y otras que se pudieran mencionar? Todas son experiencias de personas que cometen el error de dejar que el proceder más o menos imprudente o incorrecto de otra persona las haga tropezar al grado de perder la esperanza de vida eterna.

Es verdad que todos tenemos sentimientos. Cuando alguien nos trata injustamente o nos desilusiona en sumo grado, es reacción del todo humana sentirnos heridos, así como sentimos dolor cuando damos contra algo con un dedo del pie o nos golpeamos un dedo de la mano con un martillo. Pero, ¿es prudente que nos encolericemos y demos patadas o martillazos y hasta desbaratemos algo solo porque nuestro amor propio ha sido herido? Por lo tanto bien podemos preguntar: ¿Es prudente permitir que se nos haga tropezar y salirnos del camino de la vida solo por el proceder imprudente o incorrecto de otros, aunque nos haya acarreado desilusión o sufrimiento intenso?

En vez de tropezar y salirnos de la verdad de Dios debido a una herida profunda, sería mejor recordar que ninguno de los siervos terrestres de Dios en la actualidad es perfecto. Debido a la imperfección a veces obran de manera desacertada. (Gén. 8:21) El mundo y su gobernante, Satanás el Diablo, ejercen presión en ellos para que obren de tales maneras. Tomando en cuenta estos hechos, ¿no deberíamos considerar a nuestros hermanos cristianos de acuerdo con la realidad y con misericordia?—Juan 12:31; 1 Juan 2:15-17.

EJEMPLOS BÍBLICOS

Las Escrituras muestran claramente que los errores y los pecados de nuestros compañeros en el servicio de Dios no son base válida para que tropecemos y nos salgamos del servicio de Dios. Los israelitas durante su trayecto en el desierto se quejaron, se rebelaron y a veces hasta participaron en adoración falsa. Pero, ¿hubieran sido razón válida las desviaciones de ellos para que algún israelita tropezara y dejara de asociarse con el pueblo de Jehová? No si quería llegar finalmente a la “tierra que mana leche y miel.”—Éxo. 3:8.

Aun el rey David, a quien Jehová llamó “un hombre agradable a su corazón,” cometió errores serios. Su error más craso tuvo que ver con la esposa de Urías, por lo cual Dios lo castigó severamente. Pero, ¿pudiera cualquier falta o todas estas faltas de parte del rey David haber justificado el que algún israelita hubiera tropezado y se hubiera separado de la nación de Jehová? ¿Habría oído Dios las oraciones de tal persona si hubiese hecho tal cosa? ¿Podría ofrecer sacrificios por sus pecados apartado del sacerdocio levítico?

Y luego hay los ejemplos de los apóstoles y otros discípulos de Jesús. Los diez apóstoles se ofendieron mucho cuando se enteraron de que Santiago y Juan, junto con la madre de ellos, le habían pedido a Jesús los asientos principales en su reino. Pero, ¿tropezaron ellos? ¿Les guardaron rencor a Santiago y Juan y dejaron de asociarse con Jesús? ¿O tropezó Jesús mismo y dejó de servir a su Padre celestial debido a que uno de sus apóstoles se hizo traidor, otro lo negó tres veces y todos ellos huyeron cuando fue arrestado? El proceder de ellos no echó a perder la relación de él con Dios.—Mat. 20:20-28; 26:20-75.

El Registro inspirado también nos dice que Pablo y Bernabé tuvieron un serio desacuerdo sobre la cuestión de llevar consigo a Juan Marcos, y debido a esto se separaron. Pero, ¿cesó alguno de ellos de servir a Dios a causa de esto? ¡De ninguna manera! Más bien, leemos que años más tarde el apóstol Pablo pidió que Juan Marcos viniera a él porque le era útil.—Hech. 15:36-41; 2 Tim. 4:11.

¡Oh sí!, hubo algunos discípulos de Jesús que sí tropezaron. Cuando les dijo que tenían que comer su carne y beber su sangre, exclamaron: “Este discurso es ofensivo; ¿quién puede escucharlo?” y como resultado ya no anduvieron con Jesús. Pero, ¡cuán imprudente su proceder! Como dijo Pedro en esa ocasión, no había ningún otro a quien ir: “Señor, ¿a quién nos iremos? Tú tienes dichos de vida eterna.”—Juan 6:53-69.

Y así sucede hoy. Jehová Dios y Jesucristo son comprensivos en cuanto a las imperfecciones de sus siervos y representantes humanos. Dios está usando a los ‘hermanos de Cristo,’ también llamados colectivamente “el esclavo fiel y discreto,” para hacer Su obra en la Tierra. Los que componen este grupo son imperfectos, cometen errores, y no obstante Dios los usa y los bendice. Y Jesús dijo que cualquier cosa que se les hiciera a éstos él la consideraría como hecha a él, y eso a pesar de las imperfecciones de ellos.—Mat. 24:45-47; 25:31-46.

NO HAY BASE PARA TROPEZAR

Cuando nos ponemos a razonar sobre el asunto descubrimos que el que uno permita que las acciones de otros lo hagan tropezar y salirse del servicio de Dios es imprudente, injusto y, ante todo, es desamoroso. La Palabra de Dios nos dice que el gozo es lo que les toca en la vida a los siervos de Dios. (Isa. 65:14) ¿Por qué dejar que lo que otro ha hecho le robe a uno su gozo? Bien nos aconseja la Palabra de Dios: “No te des prisa en tu espíritu a sentirte ofendido, porque el ofenderse es lo que descansa en el seno de los estúpidos.” Si es imprudente el dejar que otra persona le robe a uno su gozo de servir a Jehová, y lo es, entonces es tontería crasa el dejar que otro le robe a uno su perspectiva de vida eterna en el nuevo orden de cosas de Dios. ¿No equivale a suicidarse el que uno permita que lo hagan tropezar?—Ecl. 7:9.

El proceder de tal manera también es injusto. ¿Por qué? Porque al hacerlo uno procede de manera contraria a la instrucción de Jesús. Él mandó que primero nos dirijamos personalmente, solos, a la persona que nos ha ofendido, en un esfuerzo por rectificar las cosas. Si eso falla, él mandó que lleváramos con nosotros a uno o dos más. Y si eso falla, él mandó que llegue a ser asunto de la congregación. ¿Y si eso falla? Entonces el ofensor, no el ofendido, habría de ser separado de la congregación.—Mat. 18:15-17.

Cuando uno ha tropezado por el proceder de otro proclama que no perdona a esa persona. Pero, ¿le conviene a uno no perdonar? Jesús dijo que Dios nos juzgaría con la misma severidad con que nosotros juzgáramos a otros, que no nos perdonaría si no perdonáramos a los que pecaran contra nosotros. Y hemos de perdonar, no solo una vez ni dos, sino como Jesús le dijo a Pedro, “Hasta setenta y siete veces.”—Mat. 6:14, 15; 18:21-35.

No solo eso, sino que el que usted tropezara y rehusara perdonar a otro sería presunción de parte de usted. ¿Por qué? Porque usted se atreve a asumir el papel de Dios al juzgar a su hermano. Como dijo José, el hijo del patriarca Jacob, cuando sus hermanos temieron lo que él haría cuando el padre de ellos murió: “No tengan miedo, ¿pues acaso estoy yo en el lugar de Dios?” Sí, aunque lo habían vendido como esclavo y había sufrido muchos años así, no sentía enojo o resentimiento. No abrigaba un espíritu de venganza, sino que los perdonó sin reservas.—Gén. 50:19-21.

Y eso no es todo. Si usted se retira de la asociación con el pueblo de Jehová debido a lo que uno o varios hayan hecho, ¿no está usted demostrando falta de amor a todos los demás? Lo que usted, en realidad, está diciéndoles es que toda la asociación amorosa de ellos no vale tanto como los sentimientos personales de usted. Pero, ¿es realmente cierto eso? Además, si usted permite que la acción de otro haga que usted tropiece y se salga del servicio de Jehová, ¿dónde está su amor al prójimo? ¿Dónde está su amor a los que tienen hambre y sed de justicia, a los que suspiran y gimen por todas las cosas repugnantes que ven suceder, particularmente en la cristiandad? La única manera en que usted puede mostrarles amor es perseverando en el ministerio cristiano prescindiendo de lo que otro haya hecho.

Además, cuando usted tropieza por lo que otros hacen usted revela falta de amor a Jehová Dios. ¿Por qué? Porque él lo ha permitido. Jehová Dios tiene gran paciencia. Aunque no aprueba muchas cosas, las permite como prueba para sus siervos. Considere lo que permitió que sufrieran Job y Su propio Hijo, Jesucristo. Sin embargo, Él ha prometido que no se nos pedirá que aguantemos más de lo que podamos. (1 Cor. 10:13) Si usted deja que alguna cosa que Él ha permitido haga que usted tropiece y se salga de su servicio, usted, en realidad, está criticando a Jehová Dios y revelando falta de amor a él. A lo que equivale esto es que usted dicta las condiciones bajo las cuales está dispuesto a servir a Dios. ¿Tiene sentido eso? ¿Puede usted dictarle a él? ¿Puede usted fijarle condiciones para que él las cumpla? ¿Lo necesita él a usted, o es usted quien lo necesita a él? ¿Qué dice el salmista? “Paz abundante pertenece a los que aman tu ley, y no hay para ellos tropiezo.”—Sal. 119:165.

¿POR QUÉ HA TROPEZADO USTED?

Si se le ha hecho tropezar sería bueno que usted se preguntara: ¿Por qué he tropezado? Superficialmente quizás opine que se deba a que su sentido de justicia ha sido injuriado, o a que alguien le ha causado perjuicio o lo ha dejado desilusionado. Pero la Palabra de Dios estipula cómo tratar el asunto de los que cometen transgresiones graves y cómo enderezar las ofensas o agravios personales. ¿Pudiera ser que usted tiende a dejarse gobernar por la emoción más bien que por la razón? La emoción a menudo se inclina al propio interés. ¿O pudiera ser que usted tiende a ser introvertido y por eso está más dispuesto a tomar con demasiada seriedad lo que otros dicen y hacen?

Recuerde que el corazón humano es traicionero y desesperado. (Jer. 17:9) ¿Pudiera ser que inconscientemente usted estaba buscando una excusa para cesar? Por eso, cuando uno ha tropezado por lo que otro ha dicho o hecho sería bueno preguntarse: ¿Cuál fue la verdadera razón por la cual tropecé? ¿Es el agravio o la ofensa tan grande, o hay algún motivo o razón oculto tras el que yo haya tropezado? Dios sabe la respuesta.

CUENTE SUS BENDICIONES

La respuesta del apóstol Pedro de que no había otro lugar al cual ir, que solo Jesús tenía las palabras de vida eterna, es la respuesta que ha de tenerse presente cuando uno tienda a tropezar por lo que otro diga o haga. ¿A qué otro lugar se puede ir? ¿No es cierto que el privilegio de servir a Jehová Dios no tiene igual? ¿No es la actividad más honrosa en la que cualquiera puede participar, ésta de ser embajador o enviado del gobierno celestial, y en el lugar de Cristo estar pidiéndole a la gente que se reconcilie con Dios?—2 Cor. 5:20.

¿Y en qué trabajo más remunerador pudiera uno participar? Le trae honra a Jehová Dios y obra para la vindicación de su nombre. Por medio de este trabajo uno le ofrece a la gente la perspectiva de vida eterna en el nuevo sistema de cosas de Dios después del Armagedón. Y porque la obra de él es altruista usted siega gran felicidad de ella, porque “hay más felicidad en dar que la que hay en recibir.”—Hech. 20:35.

Puesto que la Palabra de Dios nos asegura que Dios no olvida nuestro servicio fiel y que nuestra obra a favor de él no es en vano, podemos estar seguros de un galardón futuro. ¿Cuál? Ya sea el de gobernar con Cristo por mil años o el de poder entrar en la “nueva tierra” de después del Armagedón en la cual Dios limpiará toda lágrima de los ojos humanos y no habrá más muerte, ni lamento, ni clamor, ni dolor. ¿Por qué dejar que lo que haya hecho otra persona le robe a usted todo esto?—1 Cor. 15:58; Heb. 6:10; 2 Ped. 3:13; Rev. 21:4.

Enfrentémonos a los hechos. Los testigos cristianos dedicados de Jehová se han ganado un buen registro o reputación de ser sobresalientes por su honradez, su paz y unidad, y su gozo. Son personas que aman a Jehová con todo su corazón, mente, alma y fuerzas y que aman a su prójimo como a sí mismos. (Mar. 12:29-31) Si usted se separara de ellos, ¿podría esperar encontrar otro grupo de personas que esté haciendo mayores esfuerzos por vivir en armonía con los principios de la Biblia que ellos? Como ya se notó, ellos no toleran a los que practican la iniquidad, sino que remueven a éstos de entre ellos.—1 Cor. 5:13; 6:9-11.

ADVERTENCIA CONTRA HACER TROPEZAR A OTROS

Sin embargo, el hecho de que las Escrituras no justifiquen el que uno deje que la acción de otro lo haga tropezar no da motivo para entender que el cristiano puede ser indiferente o considerar como cosa cualquiera el hacer que otro tropiece. ¡De ninguna manera! El causar tropiezo a otro es una ofensa muy seria. Jesucristo no dejó duda en cuanto a eso, pues en una ocasión dijo: “Cualquiera que haga tropezar a uno de estos pequeños que ponen fe en mí, más provechoso le es que le cuelguen alrededor del cuello una piedra de molino . . . y que lo hundan en alta mar.”—Mat. 18:6.

El apóstol Pablo también reconoció la seriedad de hacer tropezar a un compañero cristiano y por eso repetidas veces advirtió contra ello. Mostró que aun si una cosa fuese perfectamente correcta en sí, si hiciera que otro tropezara no deberíamos hacerla: “Es bueno no comer carne, ni beber vino, ni hacer cosa alguna por la cual tu hermano tropiece.” Y Pablo no solo predicó esto, sino que también lo practicó: “Si el alimento hace tropezar a mi hermano, no volveré a comer carne jamás, para no hacer tropezar a mi hermano.”—Rom. 14:21; 1 Cor. 8:13.

Si ni siquiera hemos de hacer las cosas perfectamente correctas en sí si éstas van a hacer que otros tropiecen, ¡cuánto más cuidadosos debemos ser para que no haya ninguna acción incorrecta de parte de nosotros que cause tropiezo a otros! Teniendo presente esto, Pablo oró por sus hermanos de Filipos así: “Que el amor de ustedes abunde todavía más y más con conocimiento exacto y pleno discernimiento; para que se aseguren de las cosas más importantes, para que estén exentos de defectos y no estén haciendo tropezar a otros hasta el día de Cristo.” Al exhortarlos así solo estaba pidiendo que lo imitaran, porque como les escribió a sus hermanos de Corinto: “De ninguna manera estamos dando causa alguna para tropiezo, para que no se halle nada censurable en nuestro ministerio.”—Fili. 1:9, 10; 2 Cor. 6:3.

La obra que Jehová Dios está haciendo que se lleve a cabo en la actualidad es algo que requiere cooperación. Como los miembros del cuerpo humano, cada uno contribuye al bienestar de los demás y cada uno necesita a los demás. ¿Puede una mano o un dedo del pie seguir viviendo separado del cuerpo? ¿Pueden servir alguna función útil si son amputados? Tal como cada miembro del cuerpo se interesa en el bienestar de los demás, así deben interesarse los cristianos. (1 Cor. 12:12-26) Por lo tanto, cada cristiano debe tener cuidado de no hacer tropezar a un compañero cristiano. Cuando usted trate con compañeros cristianos de una raza o nacionalidad diferente, considere sus puntos sensitivos y evite el ofenderlos. ¿Es usted un ministro maduro? Ejerza cuidado para no causar tropiezo a los jóvenes ni a los nuevos que probablemente esperen mucho de parte de usted.

Al mismo tiempo cada uno tiene que reconocer que nadie es perfecto, y que cuando otros pequen, sea contra los principios bíblicos o contra uno mismo, ésa no es razón válida para tropezar. El dejar que otros hagan que uno tropiece no es prudente, ni justo, ni amoroso, tal como hemos visto. ¿Es seria la transgresión? Entonces le toca a la congregación actuar. ¿Es contra usted personalmente? Entonces proceda de acuerdo con las instrucciones de Jesús que se encuentran en Mateo 18:15-17. ¿Es algún otro asunto? Entonces despídalo de su mente, ejerciendo el amor que cubre una multitud de transgresiones.—1 Ped. 4:8.

Cuando usted permite que otros le causen tropiezo y se sale del servicio de Dios usted desagrada a Jehová Dios. Usted hace que otros se sientan infelices y se hace infeliz usted mismo. El único a quien usted hace feliz es a Satanás el Diablo, porque él se deleita en ver la discordia y la infelicidad entre el pueblo de Dios. ¡Ciertamente eso no es lo que usted quiere!—Pro. 6:16-19.

Sí, no deje que nadie le robe a usted su gozo. Adhiérase firmemente a su esperanza de vida eterna. Cuente las muchas bendiciones que usted recibe como participante activo en predicar estas buenas nuevas del reino de Dios a todos los que quieran oír. ¡Vea lo bueno que hay en sus consiervos y junto con ellos vea realizada la mayor felicidad que proviene del dar!

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