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¿Qué es lo mejor para el niño?¡Despertad! 1997 | 8 de diciembre
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¿Qué es lo mejor para el niño?
¿DIVORCIARSE, o no divorciarse? Muchas personas que no son felices en su matrimonio afrontan esta difícil decisión. Tiempo atrás, el divorcio estaba mal visto, e incluso condenado, aduciendo razones morales y religiosas. Los cónyuges, aunque fueran desdichados, permanecían juntos por el bien de los hijos. Pero últimamente las normas del mundo han sufrido un cambio radical, y en la actualidad el divorcio goza de amplia aceptación.
Sin embargo, pese a tal aceptación, cada vez más padres, jueces, sociólogos y otras personas manifiestan su preocupación por los efectos adversos del divorcio en los hijos. Se oyen más y más voces de advertencia. Aumentan las pruebas de que el divorcio causa un tremendo impacto en los niños. Se insta a los padres a pensar en las consecuencias del divorcio para sí mismos y para sus hijos. Sara McLanahan, socióloga de la Universidad de Princeton, dice que “entre dos terceras partes y tres cuartas partes de los matrimonios que se divorcian deberían esperar y reflexionar un poco más para determinar si esa es la mejor decisión”.
Estudios recientes indican que los hijos de padres divorciados corren más riesgo de tener embarazos en la adolescencia, abandonar los estudios, padecer depresión, ver su propio matrimonio acabar en divorcio y convertirse en beneficiarios de la asistencia social. En el mundo occidental, 1 de cada 6 niños sufre los efectos del divorcio de sus padres. En su libro sobre la custodia de los hijos en Estados Unidos, la historiadora Mary Ann Mason comentó: “Un niño nacido en 1990 tenía aproximadamente un cincuenta por ciento de posibilidades de encontrarse bajo la jurisdicción de un tribunal que decidiera dónde y con quién iba a vivir”.
Lamentablemente, las hostilidades no siempre terminan con el divorcio, pues a veces los padres continúan luchando en los tribunales por la custodia y los derechos de visita, y crean más tensión a los hijos. Estos encuentros cargados de apasionamiento que tienen lugar en el ambiente de un juicio contencioso, someten a prueba la lealtad de los niños a sus padres y suelen dejarlos con una sensación de impotencia y temor.
Una consejera familiar dijo: “El divorcio no rescata a los niños. A veces rescata a los adultos”. La realidad es que al optar por el divorcio puede que los padres resuelvan sus problemas, pero asestan un golpe tal a sus hijos, que estos quizá pasen el resto de su vida tratando de compensar el daño sufrido.
Posibilidades con relación a la custodia de los hijos
En el ambiente de hostilidad y tensión emocional que se crea al romperse un matrimonio, resulta sumamente difícil negociar de manera calmada y racional quién recibirá la custodia de los hijos. A fin de minimizar la confrontación entre los padres y evitar un juicio contencioso, algunas jurisdicciones ofrecen un modo alternativo de resolver las disputas, como por ejemplo, la mediación extrajudicial.
Realizada debidamente, este tipo de mediación ayuda a los padres a decidir conjuntamente dónde vivirán los hijos, en lugar de dejar la decisión en manos de un juez. Si no es posible recurrir a la mediación, los padres tal vez puedan llegar a un acuerdo en cuanto a la custodia y las visitas a través de sus abogados. Una vez alcanzado el acuerdo y puesto por escrito, el juez firma una sentencia que se adapte a sus deseos.
Cuando los padres no son capaces de concertar la custodia, el sistema judicial de la mayoría de los países facilita medios para garantizar en lo posible la protección de los intereses de los hijos. El juez se interesa principalmente en ellos, no en los padres. Toma en consideración muchos factores relevantes, como son los deseos de los padres, la relación del niño con cada progenitor, las preferencias del hijo y la capacidad de cada uno de los padres para atender las necesidades cotidianas de este. Entonces el juez determina dónde y con quién vivirá el niño, y cómo tomarán los padres las decisiones importantes sobre el futuro de su hijo.
En los casos de custodia exclusiva, se pudiera otorgar a uno de los progenitores la autoridad de tomar las decisiones. En los casos de custodia compartida, ambos padres deben concordar en las decisiones importantes, por ejemplo, la atención médica y la educación que recibirá el niño.
Cuestiones que tal vez haya que afrontar
Al verse ante un litigio por la custodia de los niños, los padres testigos de Jehová también deben pensar en lo que será mejor para el bienestar espiritual de sus hijos. Por ejemplo, ¿qué hacer si el cónyuge no Testigo está en contra de que los hijos reciban cualquier tipo de educación bíblica? O ¿qué ocurre si el cónyuge no Testigo es una persona expulsada de la congregación cristiana?
Estas situaciones pueden hacer que a los padres cristianos les resulte más difícil tomar decisiones. Tienen que obrar sensata y razonablemente, y también mantener una buena conciencia ante Jehová cuando consideren, bajo oración, lo que será mejor para sus hijos.
En los siguientes artículos analizaremos preguntas como: Al conceder la custodia de los hijos, ¿cómo ve la ley el factor religioso? ¿Qué se puede hacer para sobrellevar con éxito un caso de custodia? ¿Cómo afrontar la situación de perder la custodia de los hijos? ¿Cómo debe verse la custodia compartida con un ex cónyuge expulsado?
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La custodia de los hijos, la religión y la ley¡Despertad! 1997 | 8 de diciembre
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La custodia de los hijos, la religión y la ley
EN LOS casos de divorcio y custodia de los hijos, la religión puede constituir un factor importante y, a la vez, complejo. Por ejemplo, tal vez se planteen preguntas como:
¿Debería un juez tomar en consideración declaraciones testimoniales que afirmen que un padre o una madre no puede recibir la custodia de un niño por ser miembro de una religión determinada, particularmente de una que sea minoritaria? ¿Debería un juez tomar en consideración declaraciones testimoniales sobre las creencias y prácticas religiosas de los padres para estar en condición de determinar qué religión, según él, sería la mejor para el niño? ¿Debería ordenar que se críe al niño en esa religión, y prohibir su contacto con otras religiones?
Hoy día son cada vez más las personas que se casan con alguien de diferente religión o etnia. De modo que cuando se divorcian, es posible que los niños ya tengan vínculos con dos comunidades religiosas. A veces se da el caso de que uno de los padres en trámites de divorcio ha abrazado recientemente una religión particular distinta de la que profesaba antes. Las nuevas creencias religiosas tal vez constituyan un elemento estabilizador en la vida de dicho progenitor y sean muy importantes para él, pero resulten desconocidas para los niños. De modo que surge otra pregunta: ¿Puede un juez prohibir a un padre o una madre que lleve a sus hijos a los servicios religiosos de su nueva religión solo porque esta no es la misma que antes practicaba la familia?
No es fácil responder a estas preguntas. El juez tiene que tener en cuenta no solo las necesidades del niño sino también los intereses y los derechos de ambos padres.
Derechos fundamentales de padres e hijos
Aunque es cierto que las opiniones religiosas personales de los jueces a veces influyen en sus decisiones, en muchos países se respetan los derechos religiosos de los padres y de los niños. La constitución de dichos países prohíbe que el juez restrinja el derecho fundamental de los padres a dirigir la crianza de sus hijos, la cual engloba la educación escolar y religiosa.
A su vez, los hijos tienen el derecho de recibir dicha formación de sus padres. Antes de que un juez pueda impedir legalmente la educación religiosa de un niño, el tribunal debe oír pruebas convincentes de que ciertas “prácticas religiosas en particular suponen una amenaza inmediata y sustancial para el bienestar temporal de un niño”. (Cursivas nuestras.) Simples desacuerdos en cuanto a religión, o incluso hostilidad entre los padres por cuestiones religiosas, no son base suficiente para justificar la intervención del Estado.
La postura razonable que adoptó en Nebraska (E.U.A.) una madre testigo de Jehová en un litigio por la custodia, ilustra cómo estas disposiciones legales protegen tanto a los padres como a los hijos. El padre no Testigo no quería que su hija asistiera a los servicios religiosos de los testigos de Jehová en el Salón del Reino. Un tribunal inferior dio la razón al padre.
La madre apeló al Tribunal Supremo de Nebraska, y alegó que no existía ninguna prueba de que las actividades de los testigos de Jehová supusieran una amenaza inmediata o sustancial para el bienestar de la niña. Declaró “que el asistir a las actividades religiosas de ambos padres y participar en ellas [...] sirve de base a la niña para que, cuando tenga la edad suficiente, determine cuál es la religión que prefiere”.
El tribunal superior revocó la decisión del tribunal inferior y dictaminó que “el tribunal [inferior] se excedió en las limitaciones que impuso al derecho de la madre, que había recibido la custodia, de controlar la crianza religiosa de su hija menor de edad”. No había ninguna prueba de que la asistencia a los servicios religiosos del Salón del Reino de los testigos de Jehová perjudicara a la niña.
Derechos del progenitor que no recibe la custodia
A veces las parejas divorciadas tratan de utilizar las controversias sobre la educación religiosa para obtener el control de los hijos. Por ejemplo, en el caso Khalsa contra Khalsa, en el estado de Nuevo México (E.U.A.), ambos progenitores habían practicado la religión sij mientras duró su matrimonio. Pero poco después de divorciarse, la madre se convirtió al catolicismo y empezó a disuadir a los niños de practicar el sijismo.
El padre se molestó y llevó el asunto a los tribunales esperando que le concedieran más autoridad para encaminar la educación religiosa de los hijos hacia la religión sij. ¿Cómo respondió el tribunal a la solicitud del padre? Se la denegó. El tribunal ordenó que “cuando los niños estuvieran con [él], no podían participar voluntaria ni involuntariamente en ninguna actividad sij, en nada que tuviera que ver con la religión sij ni con un campamento sij o una guardería sij”.
El padre apeló contra esta decisión al Tribunal de Apelaciones de Nuevo México. Este tribunal superior dio la razón al padre, revocó la decisión del tribunal de primera instancia y declaró: “Los tribunales deben ser imparciales con las religiones, y solo han de intervenir en este campo delicado y protegido por la constitución cuando haya prueba clara y contundente de perjuicio para los niños. Con este tipo de restricciones existe el peligro de que las limitaciones impuestas por el tribunal violen inconstitucionalmente la libertad religiosa de uno de los padres o parezcan tener dicho efecto”.
Esta decisión encaja con una larga serie de principios que rigen en muchos países. Un padre o una madre razonable debe tomar en consideración dichos principios. Además, el progenitor cristiano ha de reflexionar detenidamente en la necesidad del niño de relacionarse con ambos padres, así como en la obligación del niño de honrar tanto a la madre como al padre. (Efesios 6:1-3.)
Mediación extrajudicial
Aunque la mediación extrajudicial sea un trámite menos formal que una audiencia ante un juez, los padres no deben restarle importancia. Todo acuerdo mutuo o decisión que se adopte en este proceso de custodia puede adquirir obligatoriedad jurídica mediante órdenes judiciales posteriores. Por consiguiente, sería aconsejable consultar a un abogado de familia con experiencia, para asegurarse de que todos los asuntos relacionados con la custodia se traten de manera apropiada y justa.
Cada progenitor debe dedicar tiempo a prepararse para el proceso de mediación. Su porte y conducta durante el proceso de mediación puede influir mucho en el resultado. Muchas veces, la pareja que se divorcia está tan absorta emocionalmente en la demanda de divorcio, que pierden de vista cuestiones importantes como qué es lo mejor para el niño y qué necesita este para desarrollarse bien en sentido mental, emocional y físico.
Hay que recordar que desde el punto de vista jurídico, el principal objetivo de la mediación no es resolver diferencias religiosas ni otras diferencias personales, sino ayudar a los padres a encontrar un terreno común y llegar a un acuerdo para el bien de los hijos. Es posible que los padres se encuentren con prejuicios religiosos o de otro tipo, preguntas inesperadas y manipulaciones destinadas a enojarlos o ponerlos nerviosos. Tal vez se saquen a la luz o hasta se exageren las debilidades de cada uno. Pero si ambos son razonables, es posible llegar a un acuerdo.
A veces el proceso de mediación puede parecer demasiado largo y frustrante. No obstante, la otra opción es un juicio prolongado con su correspondiente publicidad bochornosa, carga económica y perjuicio para el niño. Desde luego eso sería aún menos deseable. Como con todo problema serio de la vida, el cristiano que se encuentra ante un proceso de mediación debe acudir a Dios por ayuda, recordando la siguiente invitación inspirada: “Haz rodar sobre Jehová tu camino, y fíate de él, y él mismo obrará”. (Salmo 37:5.)
Pero ¿y si no se puede llegar a un acuerdo y el juez le concede la custodia del niño al otro progenitor? O ¿y si uno de los padres en trámites de divorcio está expulsado de la congregación cristiana? Además, ¿cómo debería verse la custodia compartida y la custodia exclusiva? En el próximo artículo se tratarán estas preguntas y algunos principios bíblicos relacionados.
[Ilustración de la página 7]
Los jueces tienen una pesada responsabilidad en los casos de custodia
[Ilustración de la página 8]
Un mediador puede ayudar a los padres a resolver sus diferencias sin necesidad de largos procesos judiciales
[Recuadro de la página 6]
Tres cualidades importantes
Un juez de familia a quien ¡Despertad! entrevistó, dijo que tres de las cualidades importantes que él busca en un padre o una madre son las siguientes:
Tolerancia: buena disposición para conceder al otro progenitor el grado máximo de derechos de visita (siempre que no represente una amenaza para el bienestar físico o moral del niño)
Sensibilidad: conciencia de las necesidades emocionales del niño
Moderación: una vida de familia equilibrada que contribuya a un ambiente tranquilo en el que el niño pueda desarrollarse bien
[Recuadro de la página 6]
Pautas judiciales
Algunos jueces tratan de evitar disputas innecesarias sobre los valores religiosos de los padres estableciendo ciertas pautas. Por ejemplo:
1. Debe fomentarse una relación significativa entre el niño y ambos padres. John Sopinka, juez del Tribunal Supremo de Canadá, dijo que se debe permitir que tanto el padre como la madre “participen en las actividades que contribuyen a identificarlos por lo que realmente son [lo que incluye practicar su religión]. No se espera que el progenitor con derechos de visita pretenda ser lo que no es o adopte un estilo de vida fingido durante los períodos de visita”.
2. Prohibir al progenitor con derechos de visita que enseñe al niño sus creencias religiosas es una violación de su libertad religiosa, a menos que existan pruebas claras y contundentes de perjuicio inminente y sustancial para el niño.
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El punto de vista equilibrado sobre la custodia de los hijos¡Despertad! 1997 | 8 de diciembre
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El punto de vista equilibrado sobre la custodia de los hijos
MUCHAS veces, lo peor viene después del divorcio: la lucha por mantener el afecto y el control de los hijos. La frase “para pelear hacen falta dos”, no siempre es cierta. A menudo basta con que uno de los padres sea dominante y quiera salirse con la suya. Una abogada de familia de Toronto (Canadá) comentó: “En el derecho de familia, todos los casos encierran una enorme carga emocional y sentimental”.
En lugar de pensar en el bien de sus hijos, algunos padres prolongan el litigio presentando peticiones sobre cuestiones irrelevantes. Por ejemplo, hay quienes han alegado que debía quitarse la custodia al ex cónyuge porque era testigo de Jehová y privaría al niño de llevar una ‘vida normal’.
El progenitor no Testigo a veces convierte la celebración de los cumpleaños, la Navidad o hasta el Halloween en un asunto conflictivo. Puede que presente la queja de que si el niño decide no saludar la bandera, sus relaciones con otras personas y su adaptación social resultarán perjudicadas. O quizás diga que el niño sufrirá daños psicológicos si acompaña al progenitor Testigo a hablar de la Biblia a la gente. Algunos padres no Testigos hasta han afirmado que la vida del niño corre peligro, pues si surgiera la necesidad, el progenitor Testigo no daría el consentimiento para que este recibiera una transfusión de sangre.
¿Qué puede hacer un cristiano ante la carga emocional de este tipo de polémicas? Reaccionar de forma exaltada —pagar con la misma moneda— no surte efecto. Si el caso se lleva ante un juez, ambos padres tendrán la oportunidad de expresarse. Es muy importante recordar el consejo bíblico: “Arroja tu carga sobre Jehová mismo, y él mismo te sustentará. Nunca permitirá que tambalee el justo”. (Salmo 55:22.) Si meditan en estas palabras y obran en conformidad con los principios bíblicos, los padres podrán, con la ayuda de Jehová, sobrellevar cualquier eventualidad relacionada con la custodia de los hijos. (Proverbios 15:28.)
Tolerancia
Lo principal es el bienestar del niño. Si uno de los progenitores es demasiado exigente, puede perder la custodia y hasta ver limitados sus derechos de visita. El padre sensato se comporta de forma pacífica, teniendo presente el consejo bíblico: “No devuelvan mal por mal a nadie. [...] Cédanle lugar a la ira [...]. No te dejes vencer por el mal, sino sigue venciendo el mal con el bien”. (Romanos 12:17-21.) Sea en el juicio, en el despacho de un abogado o ante un examinador de casos de custodia, los padres deben hacer que “llegue a ser conocido de todos los hombres lo razonables que son”. (Filipenses 4:5.)
A veces uno de los ex cónyuges trata de falsear los hechos presentando problemas que son engañosos o especulativos. En estos casos lo más sensato es controlar la tendencia humana de conferir demasiada importancia a estos ataques verbales. La salud, la religión y la educación son los temas preferidos de los ex cónyuges para crear discordia en la audiencia de un litigio por la custodia de los hijos. (Proverbios 14:22.)
La persona tolerante, razonable, está dispuesta a examinar los hechos y negociar un acuerdo justo. Todo padre debe recordar que los hijos siguen teniendo dos progenitores después del divorcio. Los padres se han divorciado el uno del otro, pero no se han divorciado de los hijos. Por consiguiente, excepto en circunstancias extremas, tanto el padre como la madre debe tener la libertad de obrar como tal cuando está con su hijo. Ambos deben tener la libertad de expresar sus sentimientos y valores y de hacer que el hijo participe en sus actividades religiosas o de otra índole, siempre que sean lícitas.
Analicemos las sentencias que puede dictar el juez: 1) custodia compartida, 2) custodia exclusiva y 3) limitaciones en los derechos de visita. ¿Qué diferencia hay entre la custodia compartida y la exclusiva? ¿Cómo afrontar la situación de perder la custodia de los hijos? ¿Y si uno de los padres está expulsado?
Custodia compartida
Algunos jueces opinan que es importante que el niño mantenga el contacto con ambos padres. Su criterio se basa en estudios que indican que los niños sufren menos estrés y daño emocional después del divorcio si los padres comparten la custodia. En lugar de sentirse abandonado por uno de sus progenitores, el niño se siente amado por ambos y se siente parte de ambos hogares. “La custodia compartida es una manera de conseguir que ambos padres intervengan”, dice cierto abogado de familia.
Ahora bien, la doctora Judith Wallerstein, directora ejecutiva del Centro para la Familia en Transición, de Corte Madera (California, E.U.A.), advierte que para que la custodia compartida resulte, hacen falta padres cooperadores e hijos flexibles que sepan llevarse bien con quienes les rodean. Estas cualidades son esenciales, porque en la custodia compartida ambos progenitores tienen el derecho legal de participar en la toma de decisiones relacionadas con cuestiones importantes como la salud, la educación, la crianza religiosa y la vida social de su hijo. Pero solo surte efecto si ambos padres son razonables y buscan lo mejor para el niño en lugar de velar por sus propios intereses.
Custodia exclusiva
El juez puede conceder la custodia exclusiva al progenitor que, según su opinión, esté mejor dotado para satisfacer las necesidades del niño. También puede decidir que quien recibe la custodia es el único que toma las decisiones sobre cuestiones importantes relacionadas con el bienestar del niño. El juez suele llegar a esta decisión tras escuchar las conclusiones de los asesores, que por lo general son psicólogos, psiquiatras o trabajadores sociales.
Los defensores de la custodia exclusiva opinan que esta confiere más estabilidad al niño. Cuando los padres no son capaces de comunicarse eficazmente, o cuando no se ven probabilidades de que lo hagan, muchos jueces de primera instancia prefieren este tipo de custodia. Por supuesto, al padre que no recibe la custodia no se le excluye de la vida del niño. Normalmente se le conceden derechos de visita, y ambos progenitores pueden seguir dando al niño la guía, el amor y el afecto necesarios.
Derechos de visita
No es realista que los padres vean en la custodia de los hijos un “ganador” y un “perdedor”. Los padres tienen éxito y “ganan” cuando ven a sus hijos convertirse en adultos maduros, competentes y respetables. Los buenos resultados en la crianza de los hijos no están vinculados directamente con el hecho de tener o no la custodia legal. Al obedecer las condiciones estipuladas por el juez en lo relacionado con la custodia de los hijos, aunque estas parezcan injustas, el cristiano demuestra estar “en sujeción a las autoridades superiores”. (Romanos 13:1.) También es importante recordar que ese no es el momento de disputarse el afecto o la lealtad de los hijos denigrando al otro progenitor con el afán de arruinar su relación con ellos.
En la Biblia hay ejemplos de padres temerosos de Dios que, por diversas razones, se vieron separados de sus hijos. Por ejemplo, Amram y Jokébed, los padres de Moisés, velando por el bien de este lo colocaron dentro de un arca de papiro y la dejaron flotando “entre las cañas, junto a la margen del río Nilo”. Cuando la hija de Faraón recogió a Moisés, estos padres sensatos y fieles siguieron confiando en Jehová, y fueron recompensados con unos generosos derechos de “visita” que aprovecharon muy bien para educar al niño en los caminos de Jehová. Moisés llegó a ser un sobresaliente siervo del Dios verdadero. (Éxodo 2:1-10; 6:20.)
Pero ¿y si uno de los padres está expulsado? ¿Debería el progenitor cristiano permitir su contacto con el niño en el horario de visitas? La expulsión de la congregación solo altera la relación espiritual entre el individuo y la congregación cristiana. Rompe los vínculos espirituales, pero la relación padre-hijo permanece intacta. El progenitor que recibe la custodia debe respetar los derechos de visita de su ex cónyuge expulsado. Ahora bien, si su compañía supone una amenaza inminente y sustancial para el bienestar físico o emocional del niño, el juez (no el padre que tiene la custodia) puede estipular que las visitas estén supervisadas por una tercera persona.
Usted nunca está solo
Los trámites de divorcio y los subsiguientes litigios por la custodia de los hijos producen un gran desgaste emocional. Una unión cuyos comienzos eran tan prometedores se ha frustrado, al igual que los sueños, los planes y las expectativas. Por ejemplo, ante la infidelidad o los abusos extremos de su cónyuge, una esposa leal tal vez se vea obligada a solicitar protección legal para ella y sus hijos. Pero cuando piensa en qué fue lo que falló o cómo se podía haber tratado mejor la situación, puede que le sobrevengan sentimientos de culpa e ineptitud. Además, a muchas parejas les preocupa cómo van a reaccionar sus hijos a la desintegración de la familia. Y por si eso fuera poco, la batalla judicial por la custodia de los hijos suele causar una serie de altibajos emocionales que no solo pone a prueba la integridad de uno como padre entregado, sino también su fe y confianza en Jehová. (Compárese con Salmo 34:15, 18, 19, 22.)
Cuando un cónyuge inocente decide tomar medidas debido a maltrato de los hijos o maltrato conyugal extremo, o para protegerse de enfermedades de transmisión sexual que pueda contagiarle su pareja infiel, no tiene por qué sentirse culpable ni pensar que Jehová le ha abandonado. (Salmo 37:28.) El cónyuge infiel o agresivo es el que ha incumplido el contrato sagrado del matrimonio y ha “tratado traidoramente” con su pareja. (Malaquías 2:14.)
Para tener “una buena conciencia” ante el hombre y ante Jehová hay que obrar en conformidad con los principios bíblicos, tratando honradamente al ex cónyuge y manifestando flexibilidad en los acuerdos relacionados con la custodia. “Mejor es sufrir porque estén haciendo el bien, si la voluntad de Dios lo desea, que porque estén haciendo el mal.” (1 Pedro 3:16, 17.)
Los hijos necesitan que se les confirme que la desintegración de la familia no fue culpa suya. A veces las cosas no salen como uno quiere. No obstante, los principios bíblicos ayudan a suavizar el impacto del divorcio, pues fomentan el diálogo franco y comprensivo entre padres e hijos. Por ejemplo, se puede dejar que los hijos participen en la planificación de la vida de familia después del divorcio. Si los padres son pacientes y bondadosos, están interesados en los sentimientos de los hijos y escuchan lo que estos dicen, les facilitarán mucho la adaptación a su nueva vida repartida entre ambos padres.
Otras fuentes de ayuda
Los padres no son los únicos que pueden ayudar a los niños cuando se desintegra la familia. Los familiares, maestros y amigos también pueden hacer mucho para apoyar y tranquilizar a los hijos de padres divorciados. Particularmente los abuelos son quienes más posibilidades tienen de contribuir a la estabilidad y el bienestar emocional de los niños.
En el caso de los abuelos cristianos, estos pueden proporcionar a los niños instrucción espiritual y actividades sanas, pero deben respetar las decisiones de los padres tocante a la educación religiosa, pues son los padres, y no los abuelos, quienes tienen la autoridad moral y legal de tomar esa clase de decisiones. (Efesios 6:2-4.)
Si reciben el apoyo debido, los hijos de padres divorciados estarán en condición de superar la ruptura matrimonial de sus padres. Y seguirán esperando con ilusión las bendiciones del nuevo mundo de Dios, donde toda familia estará libre de “la esclavitud a la corrupción y tendrá la gloriosa libertad de los hijos de Dios”. (Romanos 8:21; 2 Pedro 3:13.)
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