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  • Valoremos debidamente el don de la vida
    La Atalaya 2004 | 15 de junio
    • Valoremos debidamente el don de la vida

      “La sangre del Cristo [...] limpiará nuestra conciencia de obras muertas para que rindamos servicio sagrado al Dios vivo.” (HEBREOS 9:14.)

      1. ¿Qué pruebas hay de que valoramos mucho la vida?

      SI SE le pidiera que pusiera precio a su vida, ¿qué cifra daría? No cabe duda de que valoramos mucho la vida, tanto la nuestra como la de los demás. Como prueba de ello, seguramente nos hacemos revisiones médicas periódicas y acudimos al doctor cuando estamos enfermos. Queremos vivir y tener salud. Por lo general, nadie quiere morir, ni siquiera los ancianos o los discapacitados; ellos también desean vivir.

      2, 3. a) ¿Qué obligación destaca Proverbios 23:22? b) ¿Por qué tenemos esa misma obligación para con Dios?

      2 El valor que le atribuimos a la vida influye en nuestras relaciones con otras personas. Por ejemplo, la Palabra de Dios manda: “Escucha a tu padre, que causó tu nacimiento, y no desprecies a tu madre simplemente porque ha envejecido” (Proverbios 23:22). El verbo escuchar no solo significa oír palabras; en este proverbio se refiere a oír y luego obedecer (Éxodo 15:26; Deuteronomio 7:12; 13:18; 15:5; Josué 22:2; Salmo 81:13). ¿Por qué dice la Biblia que hay que escuchar a los padres? No solo porque tienen más edad y experiencia, sino porque ‘causaron nuestro nacimiento’. Algunas versiones traducen este versículo así: “Escucha a tu padre que te dio la vida”. Es comprensible que si uno valora su vida, sienta una obligación para con quien se la dio.

      3 Claro está, si usted es un cristiano verdadero, reconoce a Jehová como la Fuente primaria de su vida. Por él “tenemos vida”; “nos movemos”, es decir, obramos como seres conscientes; “existimos” y podemos pensar en el futuro, hacer planes, incluso imaginar la posibilidad de vivir para siempre (Hechos 17:28; Salmo 36:9; Eclesiastés 3:11). De Proverbios 23:22 se desprende que hay que “escucha[r]” a Dios con actitud obediente, deseosos de captar su modo de ver la vida y de obrar en consonancia con este en lugar de seguir cualquier otro criterio.

      Tratemos la vida con respeto

      4. ¿Cómo se dio importancia al respeto por la vida en los comienzos de la historia?

      4 En los comienzos de la historia, Jehová mostró con claridad que no dejaba a los seres humanos la elección de usar la vida (o abusar de ella) como quisieran. Dominado por los celos y la ira, Caín puso fin a una vida inocente, la de su hermano Abel. ¿Cree usted que Caín tenía el derecho de tomar semejante decisión tocante a la vida? Dios opinaba que no, y le pidió cuentas diciendo: “¿Qué has hecho? ¡Escucha! La sangre de tu hermano está clamando a mí desde el suelo” (Génesis 4:10). Observe que la sangre derramada de Abel representaba su vida —que había sido truncada brutalmente— y clamaba a Dios por venganza (Hebreos 12:24).

      5. a) ¿Qué prohibición impuso Dios en los días de Noé, y a quiénes era aplicable? b) ¿En qué sentido fue esta prohibición un gran paso adelante?

      5 Después del Diluvio, la humanidad tuvo un nuevo inicio a partir de las ocho almas que sobrevivieron. En una declaración aplicable a todos los seres humanos, Dios reveló más detalles sobre el valor que atribuía a la vida y la sangre. Dijo que podían comer carne animal, pero les impuso una restricción: “Todo animal moviente que está vivo puede servirles de alimento. Como en el caso de la vegetación verde, de veras lo doy todo a ustedes. Solo carne con su alma —su sangre— no deben comer” (Génesis 9:3, 4). Algunos judíos dan a este pasaje la interpretación de que se les prohibió comer carne o sangre de un animal que todavía estuviera vivo. Pero con el tiempo se vio claramente que lo que Dios prohibió era el consumo de sangre para sostener la vida. Además, el decreto que Dios promulgó mediante Noé fue un gran paso adelante hacia la realización de su elevado propósito que permitiría a la humanidad obtener vida eterna, un propósito que se relaciona con la sangre.

      6. ¿Cómo recalcó Dios, mediante Noé, el valor que le atribuye a la vida?

      6 Dios añadió: “Su sangre de sus almas la reclamaré. De la mano de toda criatura viviente la reclamaré; y de la mano del hombre, de la mano de cada uno que es su hermano, reclamaré el alma del hombre. Cualquiera que derrame la sangre del hombre, por el hombre será derramada su propia sangre, porque a la imagen de Dios hizo él al hombre” (Génesis 9:5, 6). En esta declaración de Dios a toda la familia humana se puede ver que, para él, la sangre del hombre representa su vida. El Creador da vida a la persona, y nadie debe poner fin a esa vida, representada por la sangre. Si alguien comete un asesinato, como hizo Caín, el Creador tiene el derecho de ‘reclamar’ la vida del asesino.

      7. ¿Por qué deberíamos interesarnos en lo que Dios le declaró a Noé sobre la sangre?

      7 Con esta declaración, Dios le prohibía al hombre hacer uso indebido de la sangre. ¿Se ha preguntado alguna vez por qué? ¿A qué se debía que Dios valorara tanto la sangre? Pues bien, la respuesta tiene que ver con una de las enseñanzas más importantes de la Biblia. Constituye una parte fundamental del mensaje cristiano, aunque muchas religiones optan por no tenerla en cuenta. ¿A qué enseñanza nos referimos, y qué relación guarda con nuestra vida, con las decisiones que tomamos y con las obras que hacemos?

      ¿Cómo podía emplearse la sangre?

      8. En la Ley, ¿qué limitación impuso Jehová al empleo de la sangre?

      8 Jehová aportó más detalles sobre la vida y la sangre cuando entregó la Ley mosaica a Israel. Al hacerlo, dio otro paso adelante hacia la realización de su propósito. Probablemente ya sepa que la Ley estipulaba ciertas ofrendas de grano, aceite y vino para Dios (Levítico 2:1-4; 23:13; Números 15:1-5). También estipulaba sacrificios de animales. Respecto a estos, Dios dijo: “El alma de la carne está en la sangre, y yo mismo la he puesto sobre el altar para ustedes para hacer expiación por sus almas, porque la sangre es lo que hace expiación en virtud del alma en ella. Por eso he dicho a los hijos de Israel: ‘Ninguna alma de ustedes debe comer sangre’”. Jehová añadió que si alguien, como por ejemplo un cazador o un ganadero, mataba un animal para comer, tenía que derramar su sangre y cubrirla con polvo. Dado que la Tierra es el escabel de los pies de Dios, al derramar la sangre del animal sobre la tierra, la persona indicaba que le devolvía esa vida al Dador de la vida (Levítico 17:11-13; Isaías 66:1).

      9. ¿Cuál era el único uso que la Ley indicaba para la sangre, y qué propósito tenía?

      9 Aquella ley no era un simple ritual religioso sin importancia alguna para nosotros. ¿Se dio cuenta de la razón por la que los israelitas no debían consumir sangre? Dios señaló: “Por eso he dicho a los hijos de Israel: ‘Ninguna alma de ustedes debe comer sangre’”. ¿Cuál era la razón? “Yo mismo [...] he puesto [la sangre] sobre el altar para ustedes para hacer expiación por sus almas.” ¿Ve cómo aclara esto el motivo por el que Dios le dijo a Noé que los seres humanos no debían comer sangre? El Creador decidió dar a la sangre una importancia singular al reservarla para un uso especial que podría salvar muchas vidas. Desempeñaría un papel esencial en lo relacionado con cubrir, o expiar, los pecados. De modo que, bajo la Ley, el único uso que Dios autorizaba para la sangre era el de derramarla sobre el altar para hacer expiación por la vida de los israelitas, quienes buscaban el perdón de Jehová.

      10. ¿Por qué no era posible que la sangre de animales condujera al perdón definitivo, pero qué recordaban los sacrificios que se efectuaban bajo la Ley?

      10 El concepto de expiación mediante sangre no es ajeno al cristianismo. Refiriéndose a esta disposición de la Ley divina, el apóstol cristiano Pablo escribió: “Casi todas las cosas son limpiadas con sangre según la Ley, y a menos que se derrame sangre no se efectúa ningún perdón” (Hebreos 9:22). Pablo dejó claro que con aquellos sacrificios obligatorios, los israelitas no se convertían en seres humanos perfectos, sin pecado. Escribió: “Por estos sacrificios se hace recordar los pecados de año en año, porque no es posible que la sangre de toros y de machos cabríos quite los pecados” (Hebreos 10:1-4). Aun así, aquellos sacrificios tenían su utilidad. Recordaban a los israelitas que eran pecadores y que necesitaban algo más para obtener el perdón definitivo. Pero si la sangre de aquellos animales, que representaba su vida, no podía expiar por completo los pecados de la gente, ¿habría alguna sangre capaz de hacerlo?

      La solución del Dador de la vida

      11. ¿Cómo sabemos que la sangre de los sacrificios animales señalaban a algo más?

      11 En realidad, la Ley estaba apuntando a algo muchísimo más eficaz en el cumplimiento de la voluntad de Dios. Pablo preguntó: “Entonces, ¿por qué la Ley?”, a lo que respondió: “Fue añadida para poner de manifiesto las transgresiones, hasta que llegara la descendencia a quien se había hecho la promesa; y fue transmitida mediante ángeles por mano de un mediador [Moisés]” (Gálatas 3:19). En otra epístola escribió una idea similar: “La Ley tiene una sombra de las buenas cosas por venir, pero no la sustancia misma de las cosas” (Hebreos 10:1).

      12. ¿Cómo fue revelándose el propósito de Dios tocante a la sangre?

      12 En resumen, recordemos que en los días de Noé, Dios decretó que los seres humanos podían comer carne de animales para mantenerse vivos, pero no debían consumir sangre. Más adelante Dios declaró que “el alma de la carne está en la sangre”. Así es, él optó por ver la sangre como si fuera la vida y dijo: “Yo mismo [...] he puesto [la sangre] sobre el altar para ustedes para hacer expiación por sus almas”. No obstante, con el tiempo se revelarían más detalles sobre el magnífico propósito divino. La Ley tenía “una sombra de las buenas cosas por venir”. ¿Qué cosas?

      13. ¿Por qué es tan importante la muerte de Jesús?

      13 La realidad se centraba en la muerte de Jesucristo. Como bien sabemos, Jesús fue torturado y fijado en un madero. Murió como si fuera un delincuente. Pablo escribió: “Cristo, mientras todavía éramos débiles, murió por impíos al tiempo señalado. [...] Dios recomienda su propio amor a nosotros en que, mientras todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros” (Romanos 5:6, 8). Al morir por nosotros, Cristo pagó un rescate para cubrir nuestros pecados. Ese rescate constituye una parte fundamental del mensaje cristiano (Mateo 20:28; Juan 3:16; 1 Corintios 15:3; 1 Timoteo 2:6). Pero ¿qué tiene que ver esto con la sangre y la vida, y cómo influye en su vida?

      14, 15. a) ¿Cómo se subraya la muerte de Jesús en algunas traducciones de Efesios 1:7? b) ¿Qué detalle de Efesios 1:7 pudiera pasarse por alto?

      14 Algunas iglesias dan énfasis a la muerte de Jesús, y sus fieles usan expresiones como la de “Jesús murió por mí”. Veamos cómo se traducen en algunas versiones de la Biblia las palabras de Efesios 1:7: “[El] Hijo nos ha salvado por medio de su muerte, perdonándonos nuestros pecados” (Versión Popular, 1966); “Con la muerte de su Hijo [...] Dios nos libera y nos concede el perdón de los pecados” (La Biblia interconfesional, 1978); “Con su muerte, el Hijo nos ha obtenido la redención y el perdón de los pecados” (Biblia de América, 1994); “Es en Él [Cristo] en Quien tenemos una liberación que costó Su vida; en Él hemos recibido el perdón de los pecados” (Comentario al Nuevo Testamento, William Barclay, 1995). Puede observarse que en todas estas versiones se subraya la muerte de Jesús. “Claro —tal vez digan algunos—, pues su muerte es trascendental. ¿Acaso se ha omitido algún matiz en la traducción?”

      15 Lo cierto es que si solo contásemos con estas traducciones, pudiéramos pasar por alto un punto muy importante que limitaría nuestro entendimiento del mensaje de la Biblia. Tales maneras de verter ese versículo oscurecen el hecho de que el texto original de Efesios 1:7 contiene una palabra griega que significa “sangre”. Muchas Biblias, sin embargo, son más fieles al texto original, como la Traducción del Nuevo Mundo, que vierte así el versículo: “Por medio de él tenemos la liberación por rescate mediante la sangre de ese, sí, el perdón de nuestras ofensas, según las riquezas de su bondad inmerecida”.

      16. ¿Qué debería comunicarnos la traducción “la sangre de ese”?

      16 La traducción “la sangre de ese” es muy significativa y debería comunicarnos varios matices. Hacía falta algo más que la muerte de alguien, aunque ese alguien fuese el hombre perfecto Jesús. Él llevó a cabo todo lo que prefiguraba la Ley, en particular, el Día de Expiación. Ese día especial se sacrificaban los animales estipulados y, después, el sumo sacerdote introducía parte de la sangre en el Santísimo del tabernáculo o el templo, y allí la presentaba ante Jehová, como si estuviera en su presencia (Éxodo 25:22; Levítico 16:2-19).

      17. ¿Cómo cumplió Jesús lo que se prefiguró con el Día de Expiación?

      17 Jesús cumplió lo que se prefiguró con el Día de Expiación, como explicó Pablo. En primer lugar, el apóstol mencionó que el sumo sacerdote de Israel entraba una vez al año en el Santísimo con sangre que ofrecía “por sí mismo y por los pecados de ignorancia del pueblo” (Hebreos 9:6, 7). En armonía con lo que se efectuaba en el Día de Expiación, Jesús, tras resucitar con un cuerpo espiritual, entró en el cielo mismo. Al ser un espíritu, sin un cuerpo de carne y sangre, podía comparecer ante “la persona de Dios a favor de nosotros”. ¿Qué le presentó a Dios? No fue algo tangible, pero sí muy significativo. Pablo continúa diciendo: “Cuando Cristo vino como sumo sacerdote [...], él entró —no, no con la sangre de machos cabríos y de torillos, sino con su propia sangre— una vez para siempre en el lugar santo, y obtuvo liberación eterna para nosotros. Porque si la sangre de machos cabríos y de toros [...] santifica al grado de limpieza de la carne, ¿cuánto más la sangre del Cristo, que por un espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin tacha a Dios, limpiará nuestra conciencia de obras muertas para que rindamos servicio sagrado al Dios vivo?”. Así es, Jesús presentó a Dios el valor de su sangre derramada (Hebreos 9:11-14, 24, 28; 10:11-14; 1 Pedro 3:18).

      18. ¿Por qué debería tener importancia para los cristianos de hoy lo que la Biblia dice acerca de la sangre?

      18 Esta verdad divina nos permite captar todos los fascinantes detalles de lo que la Biblia dice acerca de la sangre: por qué la ve Dios como la ve, cómo debemos verla nosotros y por qué debemos respetar las restricciones que Dios ha impuesto al empleo de la sangre. Al leer los libros de las Escrituras Griegas Cristianas, encontrará muchas referencias a la sangre de Cristo (véase el recuadro). Estas dejan claro que todo cristiano debe tener fe “en su sangre”, la de Jesús (Romanos 3:25). Solo “mediante la sangre que [Jesús] derramó” nos es posible obtener perdón y estar en paz con Dios (Colosenses 1:20). Eso no solo es aplicable a aquellos con quienes Jesús hizo un pacto especial para reinar con él en el cielo (Lucas 22:20, 28-30; 1 Corintios 11:25; Hebreos 13:20), sino también a la “gran muchedumbre” que sobrevivirá a la venidera “gran tribulación” y disfrutará de vida eterna en un paraíso terrestre. Respecto a estos supervivientes se dice que, en sentido figurado, ‘lavan sus ropas largas en la sangre del Cordero’ (Revelación [Apocalipsis] 7:9, 14).

      19, 20. a) ¿Por qué ha optado Dios por limitar el uso que se le da a la sangre, y cómo deberíamos sentirnos por ello? b) ¿Qué deberíamos estar interesados en saber?

      19 Está claro que la sangre tiene un significado especial para Dios, y también debería tenerlo para nosotros. El Creador, que se interesa por la vida, está en el derecho de limitar el uso que los seres humanos dan a la sangre. En su gran interés por la vida humana en particular, decidió reservar la sangre para que se empleara de una sola e importantísima manera, la única que permite obtener vida eterna. Dicho uso guarda relación con la sangre preciosa de Jesús. ¡Qué agradecidos podemos estar de que Jehová Dios utilizara la sangre de Jesús para nuestra salvación! ¡Y qué agradecidos deberíamos estar a Jesús por derramar su sangre en sacrificio por nosotros! Ahora sí podemos captar bien los sentimientos que expresó el apóstol Juan: “Al que nos ama y que nos desató de nuestros pecados por medio de su propia sangre —e hizo que fuéramos un reino, sacerdotes para su Dios y Padre—, sí, a él sea la gloria y la potencia para siempre. Amén” (Revelación 1:5, 6).

      20 Nuestro Dios omnisapiente, el Dador de la vida, atribuyó a la sangre esta función de salvar vidas hace mucho tiempo. La pregunta obligada entonces sería: “¿Qué efecto debe tener esto en nuestras decisiones y acciones?”. El siguiente artículo aborda ese tema.

      ¿Qué respondería?

      • ¿Qué nos enseñan los relatos de Abel y Noé sobre cómo ve Dios la sangre?

      • ¿Qué limitación del uso de la sangre estipuló Dios en la Ley, y por qué?

      • ¿Cómo cumplió Jesús lo que se prefiguró con el Día de Expiación?

      • ¿Cómo puede salvar su vida la sangre de Jesús?

  • Aceptemos la guía del Dios vivo
    La Atalaya 2004 | 15 de junio
    • Aceptemos la guía del Dios vivo

      “[Vuélvanse] [...] al Dios vivo, que hizo el cielo y la tierra y el mar y todas las cosas que hay en ellos.” (HECHOS 14:15.)

      1, 2. ¿Por qué es adecuado reconocer a Jehová como “[el] Dios vivo”?

      DESPUÉS de que el apóstol Pablo y Bernabé curaron a un hombre, Pablo aseguró a los habitantes de Listra: “Nosotros también somos humanos que tenemos sufrimientos igual que ustedes, y les estamos declarando las buenas nuevas, para que se vuelvan de estas cosas vanas al Dios vivo, que hizo el cielo y la tierra y el mar y todas las cosas que hay en ellos” (Hechos 14:15).

      2 Jehová no es un ídolo inerte, sino “[el] Dios vivo”. ¡Qué gran verdad! (Jeremías 10:10; 1 Tesalonicenses 1:9, 10.) Además de estar vivo, es la Fuente de nuestra vida. “Él mismo da a toda persona vida y aliento y todas las cosas.” (Hechos 17:25.) Jehová desea que disfrutemos de la vida, la presente y la futura. Pablo añadió que Dios “no se dejó a sí mismo sin testimonio, por cuanto hizo bien, dándoles lluvias desde el cielo y épocas fructíferas, llenando por completo sus corazones de alimento y de alegría” (Hechos 14:17).

      3. ¿Por qué podemos confiar en la guía de Dios?

      3 El hecho de que Dios se interese por nuestra vida nos da base para confiar en su guía (Salmo 147:8; Mateo 5:45). Tal vez haya quienes no opinen así cuando encuentran en la Biblia un mandato que no entienden o que parece restrictivo. Sin embargo, confiar en la guía de Jehová siempre ha sido el proceder más sensato. Para ilustrarlo: aunque un israelita no comprendiera por qué se había dado la ley que prohibía tocar un cuerpo muerto, obedecerla lo beneficiaba. En primer lugar, lo acercaba más al Dios vivo, y en segundo lugar, lo ayudaba a evitar enfermedades (Levítico 5:2; 11:24).

      4, 5. a) Antes de la era cristiana, ¿qué directrices estableció Jehová tocante a la sangre? b) ¿Cómo sabemos que los cristianos también debemos seguirlas?

      4 Algo similar sucede con la guía divina sobre la sangre. Jehová le dijo a Noé que los seres humanos no debían consumir sangre. Posteriormente, en la Ley, reveló que el único uso aprobado para la sangre era el de derramarla sobre el altar a fin de obtener perdón de pecados. Con aquellas directrices, Dios estaba sentando las bases para el uso supremo de la sangre: salvar vidas mediante el rescate de Jesús (Hebreos 9:14). Es evidente que Dios estableció aquellas pautas pensando en nuestra vida y nuestro bienestar. El biblista del siglo XIX Adam Clarke escribió el siguiente comentario sobre el pasaje de Génesis 9:4: “Este mandato [dado a Noé] lo siguen obedeciendo escrupulosamente los cristianos orientales [...]. Bajo la Ley estaba prohibido comer sangre, pues esta tipificaba la sangre que iba a ser derramada por los pecados del mundo, y bajo el Evangelio tampoco debía comerse, pues siempre debía considerarse una representación de la sangre que fue derramada para remisión de los pecados”.

      5 Seguramente Clarke se refería al evangelio —o buena nueva—, en su sentido básico, centrado en Jesús, y que abarca el acto de enviar Dios a su Hijo para morir por nosotros, para derramar su sangre a fin de que pudiéramos tener vida eterna (Mateo 20:28; Juan 3:16; Romanos 5:8, 9). El citado comentario también abarcaba el mandato posterior de que los seguidores de Cristo se abstuvieran de sangre.

      6. ¿Qué directrices se dieron a los cristianos respecto a la sangre, y por qué?

      6 Como bien sabe, Dios dio a los israelitas centenares de reglas. Sin embargo, después de la muerte de Jesús, sus discípulos ya no estaban bajo la obligación de guardar todas aquellas leyes (Romanos 7:4, 6; Colosenses 2:13, 14, 17; Hebreos 8:6, 13). Aun así, con el tiempo surgió una cuestión sobre una obligación fundamental: la circuncisión. ¿Debían circuncidarse los no judíos que deseaban beneficiarse de la sangre de Cristo, indicando con ello que la Ley seguía vigente? En el año 49 E.C., el cuerpo gobernante cristiano trató dicha cuestión (Hechos, capítulo 15). Con la ayuda del espíritu de Dios, los apóstoles y los ancianos llegaron a la conclusión de que la circuncisión obligatoria había llegado a su fin junto con la Ley. Ahora bien, había ciertos requisitos divinos que continuaban en vigor para los cristianos. En una carta a las congregaciones, el cuerpo gobernante escribió: “Al espíritu santo y a nosotros mismos nos ha parecido bien no añadirles ninguna otra carga, salvo estas cosas necesarias: que sigan absteniéndose de cosas sacrificadas a ídolos, y de sangre, y de cosas estranguladas, y de fornicación. Si se guardan cuidadosamente de estas cosas, prosperarán” (Hechos 15:28, 29).

      7. ¿Cuánta importancia tiene para los cristianos ‘abstenerse de sangre’?

      7 Se ve claramente que el cuerpo gobernante consideraba la obligación de ‘abstenerse de sangre’ igual de importante en sentido moral que la de abstenerse de la inmoralidad sexual o de la adoración de ídolos. Esto muestra que la prohibición de la sangre es un asunto serio. Los cristianos que caen en la idolatría o la inmoralidad sexual y no se arrepienten “no heredarán el reino de Dios”, “su porción será [...] la muerte segunda” (1 Corintios 6:9, 10; Revelación 21:8; 22:15). Obsérvese el contraste: no seguir la guía de Dios con relación al carácter sagrado de la sangre puede conducir a la muerte eterna; en cambio, mostrar respeto por el sacrificio de Jesús puede llevar a la vida eterna.

      8. ¿Qué indica que los primeros cristianos tomaban en serio el mandato de Dios tocante a la sangre?

      8 ¿Cómo entendían los primeros cristianos el mandato de Dios tocante a la sangre, y cómo lo cumplían? Recordemos el comentario de Clarke: “Bajo el Evangelio tampoco debía comerse, pues siempre debía considerarse una representación de la sangre que fue derramada para remisión de los pecados”. La historia confirma que los primeros cristianos tomaban este asunto muy en serio. Tertuliano escribió: “Están aquellos que, para curarse de la enfermedad comicial [la epilepsia], beben con avidez en los espectáculos del circo la sangre fresca que mana de las gargantas degolladas”. Mientras que los paganos consumían sangre, Tertuliano dijo lo siguiente de los cristianos: “Ni siquiera la sangre de los animales tomamos en los convites”. Y añadió: “Uno de los medios que usáis también para someter a prueba a los cristianos es presentarles unas morcillas de sangre, convencidos de que eso les está vedado”. En efecto, aunque los amenazaran de muerte, los cristianos no consumían sangre. Así de importante era para ellos acatar el mandato de Dios.

      9. ¿Qué más abarcaba el abstenerse de sangre, aparte de no comerla directamente?

      9 Algunos pudieran pensar que el cuerpo gobernante solo se refería a que los cristianos no debían comer o beber sangre directamente ni comer carne sin desangrar o alimentos mezclados con sangre. Ese era el primer significado del mandato que Dios dio a Noé, cierto. Y el decreto apostólico ordenaba a los cristianos que ‘se guardaran de lo estrangulado’, es decir, carne que tuviera sangre (Génesis 9:3, 4; Hechos 21:25). Pero los primeros cristianos sabían que eso no era todo. Había quienes consumían sangre por razones médicas. Tertuliano indicó que algunos paganos bebían sangre fresca para curarse de la epilepsia. Y tal vez se empleaba la sangre de otras maneras con el afán de curar enfermedades o mejorar la salud. Por consiguiente, para los cristianos, abstenerse de sangre abarcaba no consumirla por razones supuestamente médicas. Y mantuvieron su postura aunque por ello corriera peligro su vida.

      La sangre como medicina

      10. ¿Cuáles son algunas maneras de emplearse la sangre en la medicina, y qué pregunta surge?

      10 Hoy día es común el empleo de sangre con propósitos médicos. Las primeras transfusiones eran de sangre completa que se extraía del donante, se almacenaba y luego se administraba al paciente, tal vez un herido de guerra. Con el tiempo se aprendió a dividir la sangre en sus componentes principales. Las transfusiones de componentes permitieron utilizar la sangre donada para más pacientes, pues, por ejemplo, se podía administrar plasma a un herido y glóbulos rojos a otro. Posteriormente se descubrió que podía procesarse un componente, como el plasma, para extraer de él numerosas fracciones, las cuales podían administrarse a todavía más pacientes. Las investigaciones continúan, y se están documentando nuevos usos de las fracciones de sangre. ¿Cómo debe ver este asunto el cristiano que ha tomado la firme decisión de jamás aceptar una transfusión de sangre? Puede que el médico lo inste a aceptar un componente principal, quizás unidades de concentrado de eritrocitos (glóbulos rojos). O tal vez le quiera administrar una fracción pequeña extraída de uno de los componentes principales. ¿Qué debería decidir en esos casos el siervo de Dios, teniendo presente que la sangre es sagrada y que la sangre de Cristo salva vidas en el sentido más amplio de la palabra?

      11. ¿Qué postura hacia la composición de la sangre han mantenido los Testigos por mucho tiempo, la cual es exacta desde el punto de vista médico?

      11 Los testigos de Jehová manifestaron claramente su postura hace ya décadas. Por ejemplo, la expusieron en un artículo que se publicó en The Journal of the American Medical Association (del 27 de noviembre de 1981, y que se reimprimió en el folleto ¿Cómo puede salvarle la vida la sangre?, págs. 27-29).a El artículo citaba de Génesis, Levítico y Hechos, y explicaba: “Aunque lo declarado en estos versículos no se expresa en términos médicos, los Testigos consideran que estos textos bíblicos excluyen transfusiones de sangre, de glóbulos rojos empaquetados [unidades de concentrado de eritrocitos] y de plasma, así como también la administración de glóbulos blancos y de plaquetas”. El libro de texto Emergency Care (Atención de emergencias), en su edición de 2001 y bajo “Composición de la sangre”, dice: “La sangre consta de varios componentes: plasma, glóbulos rojos y blancos, y plaquetas”. De ahí que los Testigos rechacen no solo las transfusiones de sangre completa, sino también de cualquiera de sus cuatro componentes principales.

      12. a) ¿Qué postura se ha expuesto con relación a las fracciones extraídas de los componentes principales de la sangre? b) ¿Dónde podemos encontrar información adicional al respecto?

      12 El citado artículo médico añadía: “El entendimiento religioso que los Testigos tienen no prohíbe de modo absoluto el uso de [fracciones] como la albúmina, globulinas inmunológicas y preparaciones para los hemofílicos; cada Testigo tiene que decidir individualmente si puede aceptarl[a]s”. Desde 1981 se han aislado muchas fracciones (elementos obtenidos de la degradación de uno de los cuatro componentes principales) para emplearlas en la medicina. Por ello, La Atalaya del 15 de junio de 2000 publicó información útil sobre el tema en la sección “Preguntas de los lectores”. Para el beneficio de millones de lectores actuales, en las páginas 29 a 31 de esta revista reimprimimos la respuesta. Aunque aporta algunos detalles y argumentos lógicos adicionales, la información concuerda con las ideas esenciales presentadas en 1981.

      La función de la conciencia

      13, 14. a) ¿Qué es la conciencia, y cómo entra esta en juego en la cuestión de la sangre? b) ¿Qué mandato respecto al consumo de carne impuso Dios a Israel, pero qué preguntas es posible que surgieran?

      13 Esta información obliga a recurrir a la conciencia al tomar decisiones. ¿Por qué? Los cristianos reconocen la necesidad de seguir la guía de Dios; sin embargo, en algunos campos deben tomarse decisiones personales y ahí entra en juego la conciencia, la capacidad inherente al ser humano para distinguir el bien del mal, generalmente desde una perspectiva moral (Romanos 2:14, 15). Todos sabemos, no obstante, que las conciencias difieren.b La Biblia menciona que algunas personas tienen ‘la conciencia débil’, lo que da a entender que otras la tienen fuerte (1 Corintios 8:12). No todos los cristianos han progresado al mismo grado en lo que respecta a aprender lo que Dios dice, percibir su pensar y tener todo ello en cuenta al tomar decisiones. Ilustrémoslo con el caso de los judíos y el consumo de carne.

      14 La Biblia indica con claridad que la persona que obedecía a Dios no comía carne sin desangrar. Tan importante era este mandato, que cuando los soldados israelitas comieron carne sin desangrar, aunque se trataba de una situación de emergencia, se les consideró culpables de un mal grave, un pecado (Deuteronomio 12:15, 16; 1 Samuel 14:31-35). De todas formas, es posible que surgieran ciertas preguntas. Por ejemplo, cuando un israelita mataba una oveja, ¿con cuánta prontitud debía desangrarla? ¿Tenía que degollarla para desangrarla? ¿Era necesario colgarla por las patas traseras? ¿Durante cuánto tiempo? ¿Qué debía hacerse en el caso de una vaca grande? Incluso después de desangrar al animal, seguramente quedaba algo de sangre en la carne. ¿Podía comerse aquella carne? ¿Quién lo decidía?

      15. ¿Qué criterios seguían algunos judíos respecto a comer carne, pero qué fue lo que Dios mandó?

      15 Imaginémonos a un judío fervoroso planteándose esas preguntas. Quizás pensara que era mejor no comer la carne que se vendía en la carnicería, tal como otro evitaría comer carne si existía la posibilidad de que se hubiera ofrecido a un ídolo. Otros judíos tal vez comían carne únicamente después de desangrarla de acuerdo con ciertos ritos (Mateo 23:23, 24).c ¿Qué piensa usted de tal diversidad de criterios? Además, en vista de que Dios no había establecido reglas sobre esos detalles, ¿debían los judíos plantear una larga lista de preguntas a un consejo de rabinos para que les dijeran lo que debían hacer en cada caso? Los practicantes del judaísmo adoptaron esa costumbre, pero nosotros podemos estar agradecidos de que Jehová no mandara a los adoradores verdaderos que hicieran eso a la hora de tomar decisiones relacionadas con la sangre. Dios dio pautas básicas sobre cuáles eran los animales limpios que podían matar para comer y la importancia de desangrarlos, pero no entró en más detalles (Juan 8:32).

      16. ¿A qué se debe que unos cristianos estén dispuestos a aceptar que se les inyecte una fracción pequeña de un componente principal de la sangre y otros no?

      16 Como se indicó en los párrafos 11 y 12, los testigos de Jehová no aceptan transfusiones de sangre completa ni de ninguno de sus cuatro componentes principales: plasma, glóbulos rojos, glóbulos blancos y plaquetas. ¿Qué hay de las fracciones pequeñas que se extraen de un componente principal, como es el caso de los sueros que contienen anticuerpos para combatir enfermedades o contrarrestar los efectos del veneno de serpiente? (Véase la página 30, párrafo 4.) Hay quienes concluyen que tales fracciones mínimas ya no son en realidad sangre y, por consiguiente, no están incluidas en el mandato de ‘abstenerse de sangre’ (Hechos 15:29; 21:25; página 31, párrafo 1). Esa es responsabilidad suya. En el caso de otros, la conciencia los impulsa a rechazar todo lo que proviene de la sangre (sea animal o humana), incluso una fracción minúscula de un solo componente principal.d Y están los que tal vez acepten que se les inyecte una proteína del plasma para combatir una enfermedad o contrarrestar los efectos del veneno de serpiente y, sin embargo, rechazan otras fracciones pequeñas. Por otra parte, algunos productos derivados de uno de los cuatro componentes principales pueden realizar una función tan similar a la del componente íntegro en lo que tiene que ver con sostener la vida que la mayoría de los cristianos los encontrarían inaceptables.

      17. a) ¿Cómo puede ayudarnos la conciencia cuando afrontamos cuestiones relacionadas con fracciones de sangre? b) ¿Por qué es un asunto tan serio tomar esta clase de decisiones?

      17 A la hora de tomar esta clase de decisiones es útil tener en cuenta lo que la Biblia dice sobre la conciencia. Ante todo, usted debe averiguar qué dice la Palabra de Dios y tratar de amoldar su conciencia a ello. Así podrá decidir en conformidad con la guía de Dios en lugar de pedir que otra persona decida por usted (Salmo 25:4, 5). En cuanto a aceptar fracciones de sangre, hay quienes han razonado así: “Como es una cuestión de conciencia, no importa lo que uno decida”. Pero ese razonamiento es erróneo. El hecho de que algo sea una cuestión de conciencia no significa que sea intrascendente. Nuestra decisión puede tener consecuencias muy serias. Por ejemplo, puede influir en aquellos cuya conciencia difiera de la nuestra, como se desprende del consejo de Pablo sobre la carne que pudiera haberse ofrecido a un ídolo antes de venderse en un mercado. El cristiano debe esforzarse por no ‘herir las conciencias débiles’. Si hace tropezar a su “hermano por cuya causa Cristo murió” podría ‘arruinarlo’ en sentido espiritual y con ello pecar contra Cristo. Por consiguiente, aunque las cuestiones relacionadas con fracciones minúsculas de sangre debe decidirlas cada uno según su conciencia, son un asunto que hay que tomar muy en serio (1 Corintios 8:8, 11-13; 10:25-31).

      18. ¿Cómo evita un cristiano que se le insensibilice la conciencia en lo que tiene que ver con decisiones sobre la sangre?

      18 Hay otro punto que pone de relieve la importancia de las decisiones con respecto a la sangre: el efecto que estas pueden tener en usted. Si su conciencia educada por la Biblia le dicta que no acepte una fracción pequeña de sangre, no la acalle. Tampoco lo haga solo porque alguien le diga que no está mal aceptar cierta fracción y que muchos lo hacen. Recuerde que millones de personas hoy día acallan tanto su conciencia que llegan a insensibilizarla, lo que las lleva a mentir o cometer otros males sin remordimiento alguno. Los cristianos, desde luego, no quieren que les suceda eso (2 Samuel 24:10; 1 Timoteo 4:1, 2).

      19. Al decidir cuestiones médicas relacionadas con la sangre, ¿qué deberíamos tener presente por encima de todo?

      19 Casi al final de la respuesta reimpresa en las páginas 29 a 31 dice: “¿Significa el que puedan diferir las opiniones y las decisiones tomadas en conciencia que se trata de un asunto intrascendente? No. Es una cuestión seria”. Y particularmente lo es porque está implicada su relación con “[el] Dios vivo”. Dicha relación es la única que puede llevarle a vida eterna, y lo hace sobre la base del poder salvador de la sangre derramada de Jesús. Tengamos todos en alta estima la sangre en vista de lo que Dios está haciendo mediante ella: salvar vidas. Como muy bien escribió Pablo: “No tenían esperanza, y estaban sin Dios en el mundo. Pero ahora, en unión con Cristo Jesús, ustedes los que en un tiempo estaban lejos han llegado a estar cerca por la sangre del Cristo” (Efesios 2:12, 13).

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