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  • No deje de progresar
  • Benefíciese de la Escuela del Ministerio Teocrático
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    Guía para la Escuela del Ministerio Teocrático
  • Que nuestro adelantamiento sea manifiesto
    Nuestro Ministerio del Reino 1985
  • Manifieste su adelantamiento respondiendo a la Palabra de Dios
    La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1969
  • ¿Puede usted ver su adelantamiento?
    Nuestro Servicio del Reino 1977
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Benefíciese de la Escuela del Ministerio Teocrático
be pág. 74-pág. 77 párr. 2

No deje de progresar

CUANDO usted aprendió a aplicar los principios bíblicos, fue modificando patrones de pensamiento, habla y conducta que tenía muy arraigados, en gran medida incluso antes de matricularse en la Escuela del Ministerio Teocrático. Ahora que quizá ha progresado hasta el punto de dedicar su vida a Jehová, ¿debería detenerse su crecimiento espiritual? Ni mucho menos, pues el bautismo es solo el comienzo.

El discípulo Timoteo ya era un anciano cristiano cuando Pablo le dijo que ‘reflexionara’ tanto en los consejos recibidos como en los privilegios de servicio que se le habían confiado. Lo exhortó a mantenerse “intensamente ocupado” en estos asuntos, a fin de que su “adelantamiento [fuera] manifiesto” (1 Tim. 4:12-15). Por tanto, sea que usted haya acabado de emprender el camino de la verdad o que tenga mucha experiencia en el vivir cristiano, debe interesarse en progresar.

Conocimiento y transformación

En Efesios 3:14-19 leemos que el apóstol Pablo rogó que sus hermanos en la fe fueran “enteramente capaces de comprender [...] la anchura y longitud y altura y profundidad” de la verdad. Con tal objetivo, Jesús otorgó dádivas humanas, esto es, hombres que enseñarían, corregirían y edificarían a la congregación. La meditación continua en la Palabra inspirada de Dios y la guía de maestros experimentados nos ayudan a que “crezcamos” en sentido espiritual (Efe. 4:11-15).

Tal crecimiento conlleva “ser hechos nuevos en la fuerza que impulsa [nuestra] mente”, es decir, cultivar una fuerte inclinación mental que sintonice con la de Dios y Cristo. Para ello se requiere asimilar constantemente sus pensamientos, con objeto de “vestirse de la nueva personalidad” (Efe. 4:23, 24). Cuando estudia los Evangelios, ¿ve en estos relatos de la vida de Cristo un modelo que debe seguir? ¿Procura fijarse en características concretas de la personalidad de Jesús para imitarlas con empeño? (1 Ped. 2:21.)

El tema sobre el que giran nuestras conversaciones puede indicar nuestro grado de progreso. Quienes se han vestido de la nueva personalidad no permiten que de su boca procedan mentiras, insultos, obscenidades o comentarios negativos, sino “todo dicho que sea bueno para edificación [...], para que imparta lo que sea favorable a los oyentes” (Efe. 4:25, 26, 29, 31; 5:3, 4; Jud. 16). Las expresiones que salen de sus labios, ya sea en privado o en las reuniones de la congregación, denotan que la verdad los está transformando.

Nuestro progreso también se hace patente cuando dejamos de ser “aventados como por olas y llevados de aquí para allá por todo viento de enseñanza” (Efe. 4:14). Por ejemplo, ¿cómo le influye el bombardeo de nuevas ideas, causas o diversiones a que el mundo nos somete? ¿Siente la tentación de reducir el tiempo que dedica a sus deberes para con Dios e invertirlo en tales cosas? Si lo hiciera, su progreso cristiano se resentiría gravemente. ¡Cuánto mejor es comprar tiempo para alcanzar metas espirituales! (Efe. 5:15, 16.)

Las relaciones interpersonales constituyen asimismo un indicador del avance espiritual. ¿Ha aprendido a ser ‘tiernamente compasivo’ con los hermanos y a ‘perdonarlos liberalmente’? (Efe. 4:32.)

Su progreso en actuar como a Jehová le agrada debe hacerse patente tanto en la congregación como en el hogar. Tiene que evidenciarse en la escuela, en los lugares públicos y en el empleo (Efe. 5:21–6:9). Su adelanto se pondrá de manifiesto cuando en toda circunstancia demuestre en mayor medida las cualidades piadosas.

Utilice sus dones

Jehová nos ha otorgado a todos aptitudes y destrezas, y espera que las empleemos a favor de los demás de tal modo que seamos vehículo de su bondad inmerecida. A este respecto, el apóstol Pedro escribió: “En proporción al don que cada uno haya recibido, úsenlo al ministrarse unos a otros como excelentes mayordomos de la bondad inmerecida de Dios” (1 Ped. 4:10). ¿Cómo desempeña usted su mayordomía?

Pedro pasa a decir: “Si alguno habla, que hable como si fueran las sagradas declaraciones formales de Dios” (1 Ped. 4:11). Este versículo subraya que tenemos la responsabilidad de hablar en total consonancia con la Palabra de Dios a fin de glorificar a Jehová, de modo que la forma en que hablamos también debe ensalzarlo. La preparación que imparte la Escuela del Ministerio Teocrático le permitirá hacer precisamente eso, es decir, emplear sus dotes y cualidades de modo que glorifique a Dios mediante la ayuda que presta al prójimo. Con tal objetivo presente, ¿cómo debe medir su progreso en la escuela?

En vez de pensar en cuántos aspectos de la oratoria ha abarcado o qué tipo de intervenciones se le han asignado, reflexione en cómo han mejorado sus sacrificios de alabanza a causa de la formación recibida. Puesto que la escuela nos capacita para que seamos más eficaces en el ministerio, pregúntese: “¿Preparo lo que voy a decir en el servicio del campo? ¿He aprendido a mostrar interés en las personas a las que predico? ¿Siento la base para visitas posteriores dejando pendiente una pregunta? ¿Procuro mejorar mi aptitud docente de modo que llegue al corazón de quienes estudian la Biblia conmigo?”.

No evalúe sus logros tan solo por los privilegios de servicio que se le conceden. El progreso no depende del tipo de asignación que recibe, sino de cómo la desempeña. Tras una intervención que le haya exigido enseñar, pregúntese: “¿Realmente he sido un buen maestro? ¿He presentado la información de tal modo que influya de manera significativa en los oyentes?”.

La exhortación a utilizar sus dones implica que tome la iniciativa. ¿Invita a otros hermanos a trabajar con usted en el ministerio del campo? ¿Piensa en la manera de ayudar a los nuevos, los jóvenes o los enfermos de la congregación? ¿Se ofrece para limpiar el Salón del Reino o colaborar de diversas formas en las asambleas? ¿Podría ser precursor auxiliar periódicamente? ¿Le sería posible emprender el precursorado regular o quizá servir en una congregación más necesitada de ayuda? Si es usted un hermano, ¿procura reunir los requisitos bíblicos para ser siervo ministerial o anciano? Su disposición para ofrecerse y aceptar responsabilidades es otro indicador de su progreso (Sal. 110:3).

El papel de la experiencia

Si se siente limitado por su falta de experiencia en el vivir cristiano, no se desanime. La Palabra de Dios “hace sabio al inexperto” (Sal. 19:7; 119:130; Pro. 1:1-4). Cuando seguimos los consejos de la Biblia, nos beneficiamos de la sabiduría perfecta de Jehová, más valiosa que todo el aprendizaje que el tiempo por sí solo pueda aportarnos. Sin embargo, es un hecho que al progresar en el servicio a Dios obtenemos experiencia. Entonces, ¿cómo podemos aprovecharla?

Después de atravesar muchas circunstancias en la vida, alguien quizá tienda a pensar: “Ya he pasado por esto antes. Sé lo que tengo que hacer”. ¿Es prudente esta actitud? Proverbios 3:7 advierte: “No te hagas sabio a tus propios ojos”. Está claro que las vivencias deberían ampliar nuestra visión de los factores implicados en diversas situaciones. Pero si progresamos en sentido espiritual, las experiencias vividas también han de grabarnos en la mente y el corazón que la bendición de Jehová es imprescindible para salir airosos. Por tanto, el progreso no se evidencia por la seguridad en nosotros mismos con la que encaramos las dificultades, sino por la disposición de buscar la guía de Jehová en la vida. Se demuestra por la convicción de que nada sucede sin el permiso de nuestro Padre celestial, así como por la relación de confianza y afecto que con él mantenemos.

Siga adelante

A pesar de su madurez cristiana y de su condición de ungido, el apóstol Pablo reconoció que necesitaba seguir “extendiéndo[se] hacia adelante” para alcanzar la meta de la vida (Fili. 3:13-16). ¿Comparte usted esa actitud?

¿Cuánto ha logrado hasta ahora? A fin de evaluar su crecimiento, determine hasta qué punto se ha vestido de la nueva personalidad, se ha sometido a la soberanía divina y utiliza sus dones para honrar a Jehová. La educación de la Escuela del Ministerio Teocrático debe hacer que las cualidades que se resaltan en la Palabra de Dios se reflejen cada vez más en su manera de hablar y enseñar. Tenga presentes estos aspectos de su progreso. Halle regocijo en ellos, y su adelantamiento se pondrá fácilmente de manifiesto.

¿QUÉ METAS ESPIRITUALES TIENE?

¿Qué metas realistas cree que debería alcanzar en menos de un año?

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¿Qué metas a largo plazo considera tan valiosas que está decidido a esforzarse hasta alcanzarlas?

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