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CodornizPerspicacia para comprender las Escrituras, volumen 1
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La primera mención que se hace de esta ave en el registro bíblico (Éx 16:13) es en conexión con sucesos que tuvieron lugar en primavera (Éx 16:1), cuando viaja hacia el N. En esa época del año los israelitas estaban en el desierto de Sin, en la península del Sinaí, y se quejaban a causa del alimento. En respuesta, Jehová le aseguró a Moisés que “entre las dos tardes” comerían carne y que por la mañana quedarían satisfechos con pan. (Éx 16:12.) Aquel atardecer “las codornices empezaron a subir y a cubrir el campamento”, mientras que por la mañana apareció el maná sobre el suelo. (Éx 16:13-15; Sl 105:40.) Alrededor de un año más tarde, probablemente en primavera (Nú 10:11, 33), los israelitas volvieron a quejarse porque su dieta se limitaba al maná. Debido a ello, Jehová predijo que comerían carne por “un mes de días”, hasta que les repugnase. (Nú 11:4, 18-23.) Luego hizo que un viento, posiblemente del E. o SE., impeliese a las codornices desde el mar y las hiciese “caer sobre el campamento”, en número como “los granos de arena” sobre una amplia zona de varios kilómetros alrededor. (Nú 11:31; Sl 78:25-28.)
La expresión “como dos codos [aproximadamente un metro] sobre la superficie de la tierra” se ha explicado de varias maneras. (Nú 11:31.) Hay quien cree que las codornices cayeron al suelo y que en algunos lugares estaban amontonadas hasta esa altura (un metro). Otros, que objetan que de haber quedado amontonadas así, una gran cantidad de ellas habría muerto y por lo tanto no hubieran sido aptas para el consumo, entienden que el texto quiere decir que las codornices volaban a esa altura (un metro) del suelo, lo que facilitaría el que los israelitas las abatieran y capturaran. La Versión de los Setenta griega expresa una idea similar con las palabras: “Todo en derredor del campamento, como a dos codos de la tierra”, y la Vulgata latina: “Todo en derredor del campamento, y estaban volando en el aire a una altura de dos codos sobre la tierra”.
Los israelitas pasaron un día y medio recogiendo codornices; “el que menos juntó, recogió diez homeres [unos 2.200 litros]”. (Nú 11:32.) En vista de que Moisés habla de “seiscientos mil hombres de a pie” (Nú 11:21), la cantidad de codornices recogidas debió ascender a muchos millones. Por consiguiente, no se trataba simplemente de una migración normal, sino de una poderosa demostración del poder divino. La cantidad que recogieron los israelitas fue demasiado grande para comerla entonces, de modo que “siguieron tendiéndolas extensamente para sí todo en derredor del campamento”. (Nú 11:32.) Es posible que hiciesen esto con el propósito de secar la carne de las codornices degolladas a fin de conservarlas para consumo posterior. Esta operación era similar a la práctica egipcia antigua, descrita por Heródoto (II, 77), de poner el pescado a secar al sol.
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Cojo, cojeraPerspicacia para comprender las Escrituras, volumen 1
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COJO, COJERA
Impedimento físico que imposibilita el que una persona ande con normalidad. La cojera puede ser de nacimiento debido a deformidades congénitas (Hch 3:2; 14:8), pero en la mayoría de los casos se debe a accidente o enfermedad.
Sacerdocio aarónico. Un descendiente de Aarón que fuera cojo no podía servir en el sacerdocio, aunque se le permitía comer de las cosas provistas para el sustento de los sacerdotes. (Le 21:16-23.) Jehová estableció una elevada norma de aptitud física para sus sacerdotes, pues le representaban en Su santuario. Del mismo modo, se dice de Cristo, el gran Sumo Sacerdote, que era “leal, sin engaño, incontaminado, separado de los pecadores”. (Heb 7:26.)
Sacrificios. La Ley también prohibía ofrecer sacrificios de animales cojos o con cualquier otro tipo de defecto, pues representaban el sacrificio perfecto de Cristo. (Dt 15:21; Le 22:19, 20.) Los israelitas apóstatas violaron esta ley, por lo que Dios los censuró diciendo: “Cuando presentan un animal cojo o uno enfermo [para sacrificio, dicen]: ‘No es nada malo’. Acércalo, por favor, a tu gobernador. ¿Se complacerá él en ti, o te recibirá bondadosamente? [...] ¿Puedo complacerme en ello de mano de ustedes?”. (Mal 1:8, 13.) Parece ser que el apóstol aplica este requisito de manera espiritual cuando suplica a los cristianos: “Presenten sus cuerpos como sacrificio vivo, santo, acepto a Dios, un servicio sagrado con su facultad de raciocinio”. (Ro 12:1.)
La cojera de Jacob. Contaba Jacob con unos noventa y siete años de edad cuando tuvo la insólita experiencia de forcejear toda una noche con un ángel de Dios materializado. Consiguió prevalecer y retener al ángel hasta que este le bendijo. Durante la lucha, el ángel tocó el hueco de la coyuntura del muslo de Jacob y lo sacó de sitio, de modo que Jacob quedó cojo. (Gé 32:24-32; Os 12:2-4.) Esto le haría recordar que aunque, según las palabras del ángel, había “contendido con Dios [el ángel de Dios] y con hombres de modo que por fin [había prevalecido]”, en realidad no había derrotado a un poderoso ángel de Dios. Fue solo porque Dios se lo propuso y lo permitió por lo que Jacob pudo contender con el ángel, y así demostró que tenía en gran estima y anhelaba la bendición de Dios.
Consideración. Las Escrituras instan a manifestar consideración a los cojos. Job dijo de sí mismo que incluso cuando su condición aún era próspera, él era “pies para el cojo”. (Job 29:15.) Jesús y sus discípulos tenían compasión por los enfermos y los cojos, y efectuaron muchas curaciones. (Mt 11:4, 5; 15:30, 31; 21:14; Hch 3:1-10; 8:5-7; 14:8-10.)
Usos ilustrativos y figurados. Con el fin de ilustrar la confianza en la seguridad de su ciudadela, los jebuseos se mofaron jactanciosamente de David:
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