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RaquelPerspicacia para comprender las Escrituras, volumen 2
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Estas posibilidades, por supuesto, dependen de que existiera tal costumbre entre el pueblo de Labán y de que los terafim fueran en realidad tales dioses domésticos.
El sepulcro de Raquel “en el territorio de Benjamín, en Zelzah”, aún se conocía en tiempos de Samuel, unos seis siglos después. (1Sa 10:2.) La ubicación tradicional del sepulcro se encuentra a 1,5 Km. al N. de Belén. Sin embargo, de ser así, estaría situado en el territorio de Judá, no de Benjamín. Por ello otros creen que estaba más al N., pero en la actualidad es imposible precisarlo.
¿Por qué dice la Biblia, siglos después de la muerte de Raquel, que esta lloraría a sus hijos en el futuro?
En Jeremías 31:15 se dice que Raquel llora a sus hijos que han sido llevados a la tierra del enemigo y que su lamento se oye en Ramá (al N. de Jerusalén, en el territorio de Benjamín). (Véase RAMÁ núm. 1.) Como en el contexto se menciona varias veces a Efraín, cuyos descendientes tribales a menudo representan como colectivo el reino septentrional de Israel (Jer 31:6, 9, 18, 20), algunos eruditos creen que esta profecía está relacionada con la ocasión en que los asirios llevaron al exilio a los habitantes del reino septentrional. (2Re 17:1-6; 18:9-11.) Por otro lado, pudiera referirse al exilio final de todo el pueblo, tanto Israel como Judá (estos últimos a Babilonia). En el primer caso, la figura de Raquel sería muy apropiada, pues era la antepasada materna de Efraín (por medio de José), la tribu más importante del reino septentrional. En el segundo caso, como Raquel no solo fue la madre de José, sino también de Benjamín, cuya tribu formó parte del reino meridional de Judá, sería un símbolo apropiado de las madres de todo Israel. Parecería que habían tenido hijos en vano. Sin embargo, la promesa consoladora de Jehová era que los exiliados “ciertamente [volverían] de la tierra del enemigo”. (Jer 31:16.)
Mateo citó este texto en relación con la matanza de niños pequeños ocurrida en Belén por orden de Herodes. (Mt 2:16-18.) Puesto que la sepultura de Raquel estaba relativamente cerca de Belén (aunque parece ser que no en el lugar tradicional), esta metáfora de Raquel llorando por sus hijos era muy apropiada para expresar el dolor que sentían las madres de los niños asesinados. Pero esta cita de la profecía de Jeremías aún era más apropiada en vista de los paralelos existentes. Los israelitas estaban sometidos a una potencia extranjera. Sus hijos habían vuelto a ser arrebatados. Esta vez, sin embargo, la “tierra del enemigo” a la que habían llevado a los niños no era una región política, como en el caso anterior, sino la sepultura, dominio del ‘rey Muerte’. (Compárese con Sl 49:14; Rev 6:8.) A la muerte se le llama “el último enemigo” que tiene que ser destruido (Ro 5:14, 21; 1Co 15:26); por consiguiente, todo retorno de ese “destierro” tendría que significar una resurrección de entre los muertos.
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Rasgar las prendas de vestirPerspicacia para comprender las Escrituras, volumen 2
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RASGAR LAS PRENDAS DE VESTIR
Manera habitual de manifestar el dolor los judíos, así como otros orientales, en particular al enterarse del fallecimiento de algún familiar. Por lo general, esta acción consistía en rasgar la vestidura por su parte delantera hasta dejar el pecho al descubierto, pero raras veces se rasgaba por completo de tal modo que no pudiera llevarse.
Esta costumbre se menciona por primera vez en la Biblia en el caso de Rubén, el hijo mayor de Jacob, que al volver a la cisterna y no hallar a José, rasgó sus vestiduras y dijo: “¡El niño ha desaparecido! Y yo... ¿adónde realmente he de ir yo?”. Por ser el primogénito, era especialmente responsable de su hermano menor. De igual manera, Jacob también rasgó sus mantos y se vistió con tela de saco en señal de duelo una vez que se le informó de la supuesta muerte de su hijo. (Gé 37:29, 30, 34.) En Egipto, los medio hermanos de José exteriorizaron su dolor rasgando sus vestiduras cuando se hizo que Benjamín pareciese un ladrón. (Gé 44:13.)
En cambio, cuando Jehová mató a los dos hijos mayores de Aarón, Nadab y Abihú, debido a su iniquidad, Moisés ordenó a Aarón y a sus otros dos hijos: “No vayan a dejar sus cabezas desaseadas, y no deben rasgar sus prendas de vestir, para que no mueran ustedes”. (Le 10:6.) Sin embargo, en otras ocasiones se permitía que los sacerdotes de menor rango del linaje de Aarón manifestaran su dolor de esta manera cuando fallecía un pariente cercano, pero el sumo sacerdote no podía dejar su cabello desaseado ni rasgar sus vestiduras. (Le 21:1-4, 10, 11.)
Las Escrituras mencionan numerosos ejemplos de esta expresión de dolor: Job rasgó su vestidura sin mangas cuando se le comunicó la muerte de sus hijos (Job 1:20); sus tres supuestos amigos fingieron compadecerse de él llorando, rasgando su ropa y lanzando polvo al aire cuando vieron por primera vez su desgracia (Job 2:12); Josué, tras la derrota en Hai (Jos 7:6); el joven que anunció la muerte de Saúl (2Sa 1:2); David, cuando se le dio la falsa noticia de que Absalón había asesinado a todos sus demás hijos (2Sa 13:30, 31), y el rey Ezequías y sus siervos, que rasgaron sus vestiduras al oír las palabras del asirio Rabsaqué contra Jehová y Jerusalén (Isa 37:1; 36:22). Cuando la reina Atalía vio que se acercaba el
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