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GolondrinaPerspicacia para comprender las Escrituras, volumen 1
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en Palestina. Una de sus variedades reside allí todo el año, mientras que otras llegan en marzo procedentes del África meridional y parten al acercarse el invierno. Otras muchas pasan por Palestina durante su migración en primavera y otoño. La golondrina se caracteriza por ser un ave pequeña, tener grandes y potentes alas, y una cola generalmente ahorquillada. Su vuelo es rápido y muy elegante, y cuando emigra puede cubrir grandes distancias. Su plumaje tiene a menudo un color iridiscente, y su canto es una agradable combinación de trinos y gorgeos
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GolpesPerspicacia para comprender las Escrituras, volumen 1
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GOLPES
Castigo estipulado en la ley mosaica y que se administraba con un palo o vara. Los jueces decidían la cantidad de golpes que debían darse, dependiendo del delito cometido y teniendo en cuenta también los motivos, las circunstancias, etc. La posición en la que debía ponerse el que recibía el castigo ya estaba estipulada: “El juez entonces tiene que mandar que lo pongan postrado y le den, ante él, varazos que correspondan en número con su hecho inicuo”. La cantidad de varazos estaba limitada a cuarenta. (Dt 25:2, 3.) La razón que daba la Ley para esta limitación era que un número mayor de golpes deshonraría a la persona a los ojos de sus compatriotas. Este es uno de los ejemplos que muestran que la Ley dada por medio de Moisés no permitía que los castigos fuesen crueles o excesivos. El castigo tenía un propósito correctivo, no era vengativo ni cruel, como los que administraban las naciones. El que daba los golpes debía ser castigado si se excedía del número que permitía la Ley. Por lo tanto, los judíos restringieron los golpes a treinta y nueve, para no ir por error más allá del límite, y violar la Ley. (2Co 11:24.)
A un hebreo que fuera dueño de esclavos se le permitía golpear a su esclavo o esclava con un palo en caso de desobediencia o rebeldía. Ahora bien, si el esclavo moría mientras se le golpeaba, el dueño debía ser castigado. Sin embargo, el que el esclavo sobreviviera uno o dos días parecería indicar que el dueño no había deseado en su corazón cometer un asesinato. Tenía el derecho de infligir castigo disciplinario, pues el esclavo era “dinero suyo”. Pero sería raro que un hombre deseara destruir por completo su valiosa propiedad y sufrir de este modo una pérdida. Además, si el esclavo moría después de pasar uno o más días, sería difícil saber con certeza si la muerte verdaderamente se había debido a los golpes. Por lo tanto, si el esclavo seguía vivo un día o dos, no se castigaba al dueño. (Éx 21:20, 21.)
Si un hombre acusaba falsamente a su esposa de haber afirmado con engaño que era virgen al tiempo de su casamiento, los ancianos de la ciudad, en calidad de jueces, tenían que disciplinarlo y además imponerle una multa, porque había acarreado mala fama a una virgen de Israel. Es posible que esta disciplina consistiese en administrarle una cierta cantidad de golpes. (Dt 22:13-19.)
Las Escrituras recalcan repetidas veces el valor de los golpes como medida disciplinaria. Proverbios 20:30 muestra que la disciplina puede calar muy hondo, y resultar en el bien del individuo. Dice: “Heridas de magullamiento son lo que por estregadura purifica del mal; y los golpes, las partes más recónditas del vientre”. El que es disciplinado de esta forma debería reconocer que no ha actuado bien y debería cambiar (Pr 10:13; 19:29); por otra parte, a la persona sabia se la puede corregir con palabras, sin necesidad de tener que recurrir a los golpes.
Como toda la humanidad ha sido dada a luz “con error” y concebida “en pecado” (Sl 51:5), las Escrituras aconsejan que los padres empleen la vara de la autoridad de manera estricta, algunas veces hasta utilizando la vara literal. (Pr 22:15.) De esta manera se puede salvar al niño de la desaprobación y la muerte. (Pr 23:13, 14.)
Parece ser que los judíos no siempre se limitaron a la vara, sino que más tarde emplearon el azote. (Heb 11:36.) Este era un castigo más severo que el de golpear con vara, y aunque en el tiempo de Jesús estaba legalizado, no tenía base en la Ley. (Mt 10:17; 23:34.) En la Misná, una elaboración de la tradición oral judía, se describe el castigo del azote en estos términos:
“Se le ataban las manos a una columna a ambos lados, luego el servidor de la sinagoga le agarraba los vestidos y si se desgarraban, se desgarraban y si se destrozaban, se destrozaban, hasta que le quedaba el pecho descubierto. Tras él había colocada una piedra y sobre ella se subía el servidor de la sinagoga teniendo en su mano una correa de ternero. Esta estaba primeramente doblada en dos y las dos en cuatro; otras dos correas subían y bajaban en ella.
”Su empuñadura tenía un palmo de largo y otro palmo de ancho; el extremo llegaba hasta la mitad del vientre. Se le azotaba un tercio por la parte delantera y dos por la trasera. No se le azotaba ni de pie ni sentado, sino inclinado, como está escrito: el juez lo dejará caer. El que azotaba, lo azotaba con una mano con toda su fuerza.
”[...] Si el reo moría bajo su mano, quedaba absuelto. Si añadía una correa más y moría, tenía que escapar al exilio por causa de él.”
“¿Cuántos azotes reciben? Cuarenta menos uno, porque está escrito: en número de cuarenta, es decir, un número cercano a los cuarenta.” (Makkot 3:12-14, 10.)
Gedeón empleó un tipo de azote peculiar con los
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