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Pesos y medidasPerspicacia para comprender las Escrituras, volumen 2
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(que aparece en plural en Jn 2:6 y se traduce “medidas de líquido”) y bá·tos (que se halla en plural en Lu 16:6) con la medida hebrea del bato. Por lo general se opina que el quénice griego (kjói·nix, traducido por litro) es un poco menor que el cuartillo de áridos y algo mayor que el litro. (Rev 6:5, 6.)
Pesos. Los hallazgos arqueológicos dan a entender que un siclo pesaba unos 11,4 g. Basándose en este dato, el siguiente cuadro establece la relación entre los pesos hebreos y su equivalente moderno aproximado.
Pesos
Equivalente moderno
1 guerá
= 1/20 siclo
0,57 g.
1 beka (medio siclo)
= 10 guerás
5,7 g.
1 siclo
= 2 bekas
11,4 g.
1 mina (mané)
= 50 siclos
570 g.
1 talento
= 60 minas
34,2 Kg.
La palabra griega lí·tra comúnmente se equipara con la libra romana (unos 327 g.). La mina de las Escrituras Griegas Cristianas se estima en 100 dracmas. (Véase DRACMA.) Esto significaría que la mina griega pesaba unos 340 g., y el talento griego, unos 20,4 Kg. (Véanse DINERO; MINA, I; SICLO; TALENTO.)
Juego de pesas de siclo de Lakís con inscripciones
Superficie. Los hebreos designaban la superficie de una porción de terreno mediante la cantidad de semilla que se necesitaba para sembrarla (Le 27:16; 1Re 18:32), o lo que una yunta de toros podía arar en un día. (1Sa 14:14, nota.)
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PestePerspicacia para comprender las Escrituras, volumen 2
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PESTE
Enfermedad contagiosa grave de fácil dispersión que puede alcanzar proporciones epidémicas y ocasionar gran mortandad. La palabra hebrea que la designa (dé·ver) se deriva de una raíz que significa “destruir”. (2Cr 22:10.) En numerosos textos bíblicos se relaciona la peste con la ejecución de juicio divino, tanto sobre el pueblo de Dios como sobre sus opositores. (Éx 9:15; Nú 14:12; Eze 38:2, 14-16, 22, 23; Am 4:10; véase PLAGA.)
Causada por abandonar la ley de Dios. A la nación de Israel se le advirtió que si no guardaba su pacto con Dios, Él ‘enviaría la peste en medio de ellos’. (Le 26:14-16, 23-25; Dt 28:15, 21, 22.) En las Escrituras, tanto la salud física como la espiritual están relacionadas con la bendición de Dios (Dt 7:12, 15; Sl 103:1-3; Pr 3:1, 2, 7, 8; 4:21, 22; Rev 21:1-4), mientras que la enfermedad se relaciona con el pecado y la imperfección. (Éx 15:26; Dt 28:58-61; Isa 53:4, 5; Mt 9:2-6, 12; Jn 5:14.) Si bien es cierto que en algunos casos Jehová Dios ocasionó alguna aflicción directa y repentina, como la lepra de Míriam, Uzías y Guehazí (Nú 12:10; 2Cr 26:16-21; 2Re 5:25-27), se ve que en muchas ocasiones las pestes y enfermedades eran la consecuencia natural e inexorable del proceder pecaminoso que las personas o naciones seguían. Tan solo segaban lo que habían sembrado, y sufrían en su carne los efectos de sus malos caminos. (Gál 6:7, 8.) En relación con los que se volvieron a la inmoralidad sexual, el apóstol dice que Dios “los entregó a la inmundicia, para que sus cuerpos fueran deshonrados entre sí, [...] recibiendo en sí mismos la recompensa completa, que se les debía por su error”. (Ro 1:24-27.)
Israel se perjudica. Por consiguiente, la advertencia de Dios puso en conocimiento de Israel las muchas enfermedades que resultarían inevitablemente de su desobediencia a la voluntad de Dios. La Ley que Dios les dio sirvió de freno y protección contra la enfermedad gracias a sus elevadas normas morales e higiénicas (véase ENFERMEDADES Y SU TRATAMIENTO [Exactitud de los conceptos bíblicos]), así como por su buen efecto psíquico y emocional. (Sl 19:7-11; 119:102, 103, 111, 112, 165.) En Levítico 26:14-16 no se habla de una infracción incidental de esa Ley, sino de una abierta renuncia y rechazo de sus normas, lo que indudablemente haría que la nación fuese vulnerable a todo tipo de enfermedad y contagio. Tanto la historia pasada como presente testifica de la veracidad de este hecho.
La nación de Israel cayó en apostasía crasa, y la profecía de Ezequiel muestra que el pueblo hablaba de sí mismo como si se estuviera “pudriendo” a causa de sus sublevaciones y pecados. (Eze 33:10, 11; compárese con 24:23.) Tal y como se predijo, la nación experimentó “la espada y el hambre y la peste”, llegando a su culminación cuando se produjo la invasión babilonia. (Jer 32:24.)
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