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    Perspicacia para comprender las Escrituras, volumen 1
    • embargo, el año seglar o agrícola seguía comenzando en otoño, por lo que cuando en Éxodo 23:16 se habla de la fiesta de la recolección —que se celebraba en el séptimo mes otoñal del calendario sagrado, Etanim—, se dice que era “a la salida del año”, mientras que Éxodo 34:22 dice “al término del año”. De igual modo, las estipulaciones concernientes a los años de Jubileo muestran que estos empezaban en el mes otoñal de Etanim. (Le 25:8-18.)

      El historiador judío Josefo (del siglo I E.C.) dice que el año sagrado, que empezaba en la primavera, se empleaba para las observancias religiosas, mientras que el año seglar original, que empezaba en el otoño, se usaba con relación a las actividades de vender y comprar, y otros asuntos cotidianos. (Antigüedades Judías, libro I, cap. III, sec. 3.) El regirse por un año sagrado y un año seglar fue especialmente notable en el período postexílico, es decir, después de la liberación de los judíos de Babilonia. El primer día de Nisán o Abib marcó el comienzo del año sagrado, y el primer día de Tisri o Etanim marcó el comienzo del año seglar. De manera que el primer mes de un calendario llegó a ser el séptimo del otro y viceversa. (Véase CALENDARIO.)

      Las fiestas estaban en correlación con el año agrícola. Las ocasiones más importantes de cada año eran las tres grandes temporadas festivas decretadas por Jehová Dios: la celebración de la Pascua, el 14 de Nisán (seguida de la fiesta de las tortas no fermentadas); la fiesta de las semanas o Pentecostés, el 6 de Siván, y la fiesta de la recolección (precedida por el Día de Expiación), que se celebraba del 15 al 21 de Etanim. La fiesta de las tortas no fermentadas coincidía con la cosecha de la cebada; el Pentecostés, con la cosecha del trigo, y la fiesta de la recolección, con la cosecha general al término del año agrícola.

      Los años sabáticos y jubilares. Bajo el pacto de la Ley, cada séptimo año era un año de descanso completo para la tierra, un año sabático. Al período o semana de siete años se le llamaba un ‘sábado de años’. (Le 25:2-8.) Cada año quincuagésimo era un año jubilar de descanso en el que se ponía en libertad a todos los esclavos hebreos y toda posesión hereditaria de tierra se devolvía a sus dueños originales. (Le 25:10-41; véase AÑO SABÁTICO.)

      Método de contar la gobernación de los reyes. En los registros históricos de Babilonia se contaban los años de reinado o reinantes de un rey como años completos, comenzando a partir del 1 de Nisán. Los meses anteriores al 1 de Nisán durante los que el rey hubiera empezado a gobernar, se consideraban parte de su año de ascenso, pero históricamente se le atribuían al rey precedente como parte de su último año reinante. Si en Judá se siguió este sistema, como indica la tradición judía, entonces, cuando la Biblia habla de que los reyes David y Salomón reinaron respectivamente “cuarenta años”, hay que contar cuarenta años completos. (1Re 1:39; 2:1, 10, 11; 11:42.)

      En la profecía. A menudo se usa proféticamente la palabra “año” como equivalente de 360 días (12 meses de 30 días cada uno) (Rev 11:2, 3), y a veces se emplean los términos “tiempo” y “día” para referirse a un “año”. (Rev 12:6, 14; Eze 4:5, 6.)

  • Año sabático
    Perspicacia para comprender las Escrituras, volumen 1
    • AÑO SABÁTICO

      El séptimo año de cada septenio. En el antiguo Israel, durante ese año se dejaba la tierra en barbecho para que descansara, y a los coterráneos no se les exigía el pago de sus deudas.

      Contando a partir de 1473 a. E.C., el año de la entrada de Israel en la Tierra Prometida, tenía que celebrarse un año sabático “al cabo de cada siete años”, es decir, cada séptimo año. (Dt 15:1, 2, 12; compárese con Dt 14:28.) Parece ser que el año sabático empezaba el 10 de Etanim (Tisri), el Día de Expiación, con un toque de trompeta. Sin embargo, hay quien afirma que aunque el año de Jubileo empezaba con el Día de Expiación, el año sabático empezaba el 1 de Tisri.

      No se tenía que cultivar la tierra, ni sembrar ni podar, tampoco se debían recolectar las cosechas; lo que creciese en el campo se dejaba sin recoger, y podían comer de ello tanto el propietario del campo como sus esclavos, los trabajadores asalariados y los residentes forasteros. Esta era una medida misericordiosa para los pobres y, además, para los animales domésticos y las bestias salvajes, pues así también tenían acceso al producto de la tierra durante el año sabático. (Le 25:1-7.)

      Al año sabático se le llamó “el año de la liberación [hasch·schemit·táh]”. (Dt 15:9; 31:10.) Durante ese año la tierra se dejaba sin cultivar y así disfrutaba de un descanso completo o liberación. (Éx 23:11.) También tenía que haber un descanso o liberación de las deudas en las que se hubiese incurrido. Era una “liberación a Jehová”, en su honor. Aunque otros lo ven de manera diferente, algunos comentaristas opinan que las deudas no se cancelaban en realidad, sino que, más bien, el acreedor no debía apremiar a un compañero hebreo para que pagase su deuda, puesto que ese año el agricultor no tendría ingresos; sin embargo, el prestamista podía apremiar a un extranjero para que pagase. (Dt 15:1-3.) Algunos rabinos sostienen el punto de vista de que quedaban canceladas las deudas relacionadas con préstamos caritativos para ayudar a un hermano pobre, mientras que las deudas en las que se incurría debido a tratos comerciales pertenecían a otra categoría. Dicen que Hillel instituyó en el siglo I E.C. un procedimiento por medio del cual el prestamista podía ir a los tribunales y, mediante cierta declaración, asegurar que la deuda no se cancelase.

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