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BaracPerspicacia para comprender las Escrituras, volumen 1
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Jezreel). Las fuerzas israelitas, con Barac al mando, a pesar de estar muy poco armadas, descendieron con valor del monte Tabor dispuestas a combatir contra el ejército cananeo poderosamente armado. Sin embargo, el Cisón se convirtió en un torrente arrollador, e inmovilizó los carros del enemigo. El registro dice al respecto: “Desde el cielo pelearon las estrellas, sí, desde sus órbitas pelearon contra Sísara. El torrente de Cisón los arrolló”. Barac y sus hombres se aprovecharon de esta situación, y el relato dice: “Todo el campamento de Sísara cayó a filo de espada. No quedó ni siquiera uno”. (Jue 5:20-22; 4:10-16.)
Sísara mismo, después de abandonar su carro y a su ejército, que para entonces se encontraba asediado, huyó y se refugió en la tienda de Jael, la esposa de Héber, un quenita que estaba en paz con Jabín. Jael le mostró hospitalidad a Sísara, pero lo mató mientras dormía clavándole en las sienes una estaca, que penetró hasta introducirse en la tierra. Cuando Barac llegó, Jael le invitó a entrar en la tienda, y allí vio que la palabra de Jehová había resultado cierta: se había vendido a Sísara en la mano de una mujer. (Jue 4:17-22; 5:24-27.) Posteriormente, la mano de los israelitas victoriosos “siguió haciéndose cada vez más dura contra Jabín el rey de Canaán, hasta que hubieron cortado a Jabín”. Por consiguiente, aquella parte de Israel “no tuvo más disturbio por cuarenta años”. (Jue 4:23, 24; 5:31.)
Se cita a Barac como un fiel ejemplo entre aquellos “que por fe derrotaron reinos en conflicto, [...] se hicieron valientes en guerra, pusieron en fuga a los ejércitos de extranjeros”. (Heb 11:32-34.)
Puede que Barac sea el “Bedán” de 1 Samuel 12:11 (según LXX y Sy). (Véase BEDÁN núm. 1.)
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BarakelPerspicacia para comprender las Escrituras, volumen 1
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BARAKEL
(Dios Ha Bendecido).
Padre de Elihú, el amigo de Job; era buzita, probablemente descendiente de Buz, el sobrino de Abrahán. (Job 32:2, 6; Gé 22:20, 21.)
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BaraquíasPerspicacia para comprender las Escrituras, volumen 1
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BARAQUÍAS
(Jehová Ha Bendecido).
Padre del Zacarías a quien se asesinó “entre el santuario y el altar”. (Mt 23:35; Lu 11:50, 51.)
La expresión “hijo de Baraquías” no se halla en el libro de Lucas, y el Códice Sinaítico (escriba original) también la omite en el relato de Mateo. Se ha dicho que Jehoiadá, el padre de un Zacarías que fue asesinado, pudo haber tenido dos nombres, como ocurre en el caso de otros personajes bíblicos. (Compárese Mt 9:9 con Mr 2:14; Mt 10:2, 3.)
Por lo general se entiende que Jesús aquí se refirió a Zacarías, “hijo de Jehoiadá el sacerdote”. (2Cr 24:20-22.) Esta es la conclusión más lógica, puesto que Crónicas es el último libro del canon judío tradicional, de modo que Abel fue el primero y Zacarías el último de los hombres justos asesinados que se registran en las Escrituras Hebreas. Según 2 Crónicas 24:21, a Zacarías se le asesinó “en el patio de la casa de Jehová”. El altar de la ofrenda quemada estaba en el patio interior, frente a la entrada del santuario, lo que correspondería con la ubicación que dio Jesús del incidente: “Entre el santuario y el altar”.
Tanto en el caso de Abel como en el de Zacarías, se profetizó que habría un ajuste de cuentas por derramamiento de sangre. (Gé 4:10; 2Cr 24:22.) Hubo también un notable paralelo entre lo sucedido en los días de Zacarías, el hijo de Jehoiadá, y los acontecimientos de la generación que vivía cuando Jesús pronunció esas palabras. Mientras se estaba muriendo, Zacarías dijo: “Jehová lo vea y lo reclame”. Sus palabras proféticas empezaron a cumplirse muy pronto. Jehová dio el poderoso ejército de Judá en mano de una pequeña fuerza siria, que arruinó a los príncipes de Judá y se llevó su despojo. Los sirios ejecutaron actos de juicio en Jehoás y le dejaron muy enfermo, después de lo cual sus siervos lo asesinaron. (2Cr 24:23-25.) Tras haber puesto de manifiesto la culpa de sangre de aquellos a quienes hablaba, Jesús dijo: “Todas estas cosas vendrán sobre esta generación”. (Mt 23:36.) La profecía de Jesús se cumplió en Jerusalén y Judea en gran escala durante los años 70 a 73 E.C.
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BarbaPerspicacia para comprender las Escrituras, volumen 1
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BARBA
Pelo que crece en el mentón y los carrillos; algunas veces esta palabra incluye el que crece sobre el labio superior. En hebreo “barba” es za·qán, mientras que los traductores vierten el término sa·fám, relativo al labio, de diversas maneras: “barba”, “bigote” o “labio superior”. En unos pocos casos la palabra za·qán se refiere a la barbilla y no al pelo de la barba. (Le 13:29, 30; 14:9.)
En la antigüedad muchos pueblos del Oriente, entre los que se contaban los israelitas, consideraban la barba como una prueba de dignidad varonil. La ley de Dios dada a Israel prohibía cortarse “los mechones de sus lados”, es decir, el pelo que se deja crecer en cada uno de los dos carrillos, así como la extremidad de la barba. (Le 19:27; 21:5.) Esta prohibición seguramente se debía a que entre algunos pueblos paganos esta práctica tenía connotaciones religiosas.
En momentos de gran desconsuelo, vergüenza o humillación, un hombre podía arrancarse pelos de la barba o dejarse esta o el bigote desatendidos. (Esd 9:3.) Quizás fue la barba desatendida de Mefibóset, hijo de Jonatán, lo que le indicó a David que tal vez le decía la verdad cuando afirmaba que Zibá, su siervo, le había calumniado, y que contrario a lo que Zibá le había dicho, Mefibóset en realidad estaba de duelo cuando el rey huía de Absalón. (2Sa 16:3; 19:24-30.) Se pensaba que quitar la barba era una manera figurada de expresar gran duelo con motivo de alguna calamidad. (Isa 7:20; 15:2; Jer 48:37; Eze 5:1.)
Después de la destrucción de Jerusalén en
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