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  • Causa judicial
    Perspicacia para comprender las Escrituras, volumen 1
    • en el rostro, le dieron puñetazos y lo desafiaron con escarnio, lo que constituyó una violación de la Ley. (Mt 26:57-68; Lu 22:66-71; compárese con Dt 25:1, 2; Jn 7:51 y Hch 23:3.)

      Después de este juicio nocturno ilegal, el Sanedrín se reunió muy de mañana para confirmar su veredicto y ‘consultar entre sí’. (Mr 15:1.) Entonces llevaron a Jesús, atado de nuevo, al palacio del gobernador, a Pilato, pues decían: “A nosotros no nos es lícito matar a nadie”. (Jn 18:31.) Allí se le acusó de prohibir pagar los impuestos a César y de decir que era Cristo, un rey. La blasfemia contra el Dios de los judíos no hubiera sido una acusación muy seria a los ojos de los romanos, pero la sedición sí. Después de intentar en vano que Jesús testificara contra sí mismo, Pilato les dijo a los judíos que no lo hallaba culpable de ningún delito. Sin embargo, cuando descubrió que era galileo, lo envió a Herodes, que tenía la jurisdicción sobre Galilea. Herodes interrogó a Jesús, esperando verle realizar alguna señal, pero Jesús rehusó. Entonces Herodes lo deshonró, burlándose de él, y lo envió de nuevo a Pilato. (Lu 23:1-11.)

      Pilato intentó libertar a Jesús basándose en una costumbre de aquel tiempo, pero los judíos rehusaron y en su lugar pidieron la liberación de un sedicioso y asesino. (Jn 18:38-40.) A continuación, Pilato hizo flagelar a Jesús y los soldados lo maltrataron de nuevo. Después de eso Pilato le sacó afuera e intentó conseguir su liberación, pero los judíos insistieron: “¡Al madero! ¡Al madero con él!”, de manera que por fin dio la orden de que lo fijasen en un madero. (Mt 27:15-26; Lu 23:13-25; Jn 19:1-16.)

      ¿Qué leyes de Dios violaron los sacerdotes judíos en el proceso contra Jesús?

      Algunas de las leyes que los judíos violaron descaradamente en el juicio de Cristo son las siguientes: soborno (Dt 16:19; 27:25); conspiración y perversión del juicio y la justicia (Éx 23:1, 2, 6, 7; Le 19:15, 35); falso testimonio, con la connivencia de los jueces (Éx 20:16); la puesta en libertad de un asesino (Barrabás), con lo que trajeron sobre sí y sobre la tierra culpabilidad por derramamiento de sangre (Nú 35:31-34; Dt 19:11-13); formación de una chusma, o ‘seguir tras la muchedumbre para efectuar el mal’ (Éx 23:2, 3); la ley que prohibía seguir los estatutos de otras naciones, pues clamaron que a Jesús se le fijase en un madero, y también la que estipulaba que a un criminal se le tenía que apedrear o dar muerte antes de ser fijado en un madero, y no torturado hasta morir (Le 18:3-5; Dt 21:22); aceptar como rey a un pagano (César) que no era de su propia nación, rechazando al Rey que Dios había escogido (Dt 17:14, 15), y, finalmente, fueron culpables de asesinato. (Éx 20:13.)

  • Cautiverio
    Perspicacia para comprender las Escrituras, volumen 1
    • CAUTIVERIO

      En la historia bíblica se habla de varios cautiverios distintos. (Nú 21:29; 2Cr 29:9; Isa 46:2; Eze 30:17, 18; Da 11:33; Na 3:10; Rev 13:10; véase CAUTIVO.) No obstante, con la expresión “el cautiverio” se suele hacer referencia al gran exilio al que las potencias mundiales de Asiria y Babilonia llevaron a los judíos lejos de la Tierra Prometida, en el transcurso de los siglos VIII y VII a. E.C. A este suceso también se le conoce como el “destierro” y la “deportación”. (Esd 3:8; 6:21; Mt 1:17; véase DESTIERRO.)

      Jeremías, Ezequiel y otros profetas advirtieron de esta gran calamidad en declaraciones como las siguientes: “¡Y el que esté para el cautiverio, al cautiverio!”. “Y en cuanto a ti, oh Pasjur, y todos los habitantes de tu casa, se irán al cautiverio; y a Babilonia llegarás.” “Hay esta declaración formal contra Jerusalén y toda la casa de Israel [...]. ‘Al destierro, al cautiverio irán’.” (Jer 15:2; 20:6; Eze 12:10, 11.) Años después, Nehemías (7:6) relata lo siguiente con respecto al regreso del cautiverio babilonio: “Estos son los hijos del distrito jurisdiccional que subieron del cautiverio del pueblo desterrado a quienes Nabucodonosor el rey de Babilonia había llevado al destierro y que más tarde volvieron a Jerusalén y a Judá”. (Véase también Esd 2:1; 3:8; 8:35; Ne 1:2, 3; 8:17.)

      Al parecer, Asiria fue la primera potencia en aplicar la política de trasladar de su país natal a poblaciones enteras y repoblar el territorio con cautivos procedentes de otras partes del imperio. Esta política de deportación llevada a cabo por los asirios no se impuso únicamente contra los judíos, pues cuando Damasco, la capital de Siria, cayó ante el abrumador ataque militar de esta segunda potencia mundial, su pueblo fue desterrado a Quir, como se había predicho por medio del profeta Amós. (2Re 16:8, 9; Am 1:5.) Esta práctica tenía un doble efecto: por un lado, desanimaba a los pocos que quedaban en su país natal de iniciar un levantamiento, y por otro, las naciones circundantes, que tal vez habían sido amigables con los cautivos, estaban menos inclinadas a prestar ayuda y apoyo a los nuevos extranjeros, que habían sido llevados de lugares distantes.

      Tanto en el caso del reino septentrional de Israel, con sus diez tribus, como en el del reino meridional de Judá, formado por dos tribus, la causa que los llevó al cautiverio fue la misma: el abandono de la adoración verdadera de Jehová en favor de los dioses falsos. (Dt 28:15, 62-68; 2Re 17:7-18; 21:10-15.) Jehová, por su parte, envió a sus profetas vez tras vez con el fin de advertir a ambos reinos, pero fue en vano. (2Re 17:13.) Ninguno de los reyes del reino

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