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Benefíciese de la Escuela del Ministerio Teocrático
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La preparación de discursos dirigidos a los hermanos

EL PROGRAMA de la Escuela del Ministerio Teocrático está concebido para el beneficio de toda la congregación, y también se presenta información provechosa en otras reuniones y asambleas. Cuando se solicita su intervención en tales programas, se le confía una seria responsabilidad. El apóstol Pablo exhortó al superintendente Timoteo a prestar constante atención a la enseñanza (1 Tim. 4:16). Quienes asisten a las reuniones cristianas apartan un tiempo valioso —en ocasiones a costa de mucho sacrificio— para que se les eduque en cuestiones que inciden en su relación con Dios. Dado que impartir tal instrucción supone un enorme privilegio, ¿cómo puede atenderlo bien?

Puntos sobresalientes de la lectura de la Biblia

Esta sección de la escuela se basa en la lectura bíblica programada para cada semana. Debe hacerse hincapié en la importancia que la información tiene para nosotros hoy. Según Nehemías 8:8, Esdras y sus compañeros leyeron en público la Palabra de Dios, la explicaron, ‘le pusieron significado’ e hicieron que se entendiera. La exposición de los puntos sobresalientes de la Biblia le da la oportunidad de imitar ese buen ejemplo.

¿Cómo preparará este discurso? Si le es posible, lea la porción asignada de la Biblia con una semana o más de antelación y piense en las necesidades de su congregación. Ore a Jehová al respecto. ¿Qué consejos, qué ejemplos, qué principios de esta sección de la Palabra de Dios son aplicables a tales necesidades?

La investigación es fundamental. ¿Está disponible en su idioma el programa Watchtower Library en CD-ROM o el Índice de las publicaciones Watch Tower? Si así es, aproveche al máximo estos instrumentos. En lo que se ha publicado respecto a los versículos elegidos probablemente hallará datos que arrojen luz sobre el contexto histórico, explicaciones del cumplimiento de profecías, análisis de lo que ciertos pasajes revelan de Jehová o aclaraciones de principios bíblicos. En vez de abarcar demasiados puntos, es preferible concentrarse en unos cuantos versículos y explicarlos bien.

Esta asignación también puede brindarle la oportunidad de invitar a los presentes a que comenten los beneficios obtenidos de la lectura bíblica semanal. ¿Qué han hallado provechoso para su estudio personal y de familia, su ministerio o su modo de vida? ¿Qué cualidades manifestó Jehová en su relación con personas y naciones? ¿Han aprendido algo que fortalezca su fe y les infunda aprecio por Jehová? En vez de insistir en detalles técnicos, céntrese en el significado y en el valor práctico de los puntos que escoja.

Discurso de instrucción

Se basa en un artículo de La Atalaya o ¡Despertad!, o en una sección de un libro. Casi siempre tendrá información más que suficiente para el tiempo fijado. Este discurso exige de usted que sea un maestro, es decir, que no se limite a abarcar el contenido. Todo superintendente debe estar “capacitado para enseñar” (1 Tim. 3:2).

Empiece por estudiar la publicación asignada. Busque las citas bíblicas y reflexione. Procure hacerlo con bastante antelación, y no olvide que a los hermanos se les anima a leer de antemano la información. Su labor no consiste en repasarla o resumirla, sino en mostrar cómo aplicarla. Emplee puntos pertinentes de modo que resulte verdaderamente útil para la congregación.

Tal como cada niño tiene su propia personalidad, cada congregación manifiesta ciertos rasgos distintivos. El padre que enseña con eficacia no se limita a recitar preceptos morales a su hijo, sino que razona con él teniendo en cuenta su carácter y los problemas a los que se enfrenta. De igual modo, los maestros de la congregación procuran conocer las necesidades del grupo al que se dirigen, pero son juiciosos para no emplear ejemplos que avergüencen a algunos de los presentes. Señalan los beneficios de los que ya disfrutan al andar en el camino de Jehová y resaltan aquellos consejos bíblicos que facilitan a los miembros de la congregación superar las dificultades que afrontan.

La enseñanza eficaz toca el corazón de los oyentes. Para lograrlo, no solo es necesario que usted les exponga los hechos, sino también que les haga ver su valor. Hay que interesarse sinceramente por quienes nos escuchan. Los pastores espirituales deben conocer el rebaño y tener presentes los problemas que enfrenta, pues así podrán animarlo con palabras que reflejen comprensión, compasión y empatía.

Los buenos maestros saben que un discurso ha de tener un objetivo bien definido. Los puntos clave deben sobresalir y recordarse, de forma que los presentes puedan asimilar ideas prácticas que influyan en su vida.

Reunión de Servicio

Los discursos basados en un artículo de Nuestro Ministerio del Reino presentan un reto algo distinto, pues lo que suele requerirse no es seleccionar los aspectos más apropiados, sino transmitir al auditorio toda la información programada. Ayude a los asistentes a comprender cómo los textos bíblicos respaldan los consejos que se dan (Tito 1:9). En la mayoría de los casos, el tiempo limitado de que disponga no le permitirá incorporar otros puntos.

Por otra parte, quizá se le invite a pronunciar un discurso que, en vez de basarse en Nuestro Ministerio del Reino, haga referencia a un artículo de La Atalaya o tenga que desarrollarse a partir de unas pocas frases. En su función de maestro, a usted le corresponde examinar las necesidades de la congregación a la luz de la información asignada. Tal vez convenga emplear una ilustración breve y pertinente, o quizá relatar alguna experiencia oportuna. Recuerde que su misión no es solo hablar del tema, sino hacerlo de tal modo que contribuya a que la congregación cumpla la tarea que la Palabra de Dios encomienda y halle gozo en llevarla a cabo (Hech. 20:20, 21).

Al prepararse, piense en las circunstancias de quienes componen la congregación. Elógielos por los logros que ya estén alcanzando. ¿De qué manera contribuiría a aumentar su eficacia y gozo en el ministerio el que pusieran en práctica las recomendaciones que aparecen en la información programada?

¿Incluye su asignación alguna demostración o entrevista? En ese caso, prepárela con bastante antelación. Quizá se sienta tentado a delegar en alguien esta tarea, pero eso no siempre produce los mejores resultados. Haga todo lo posible por ensayar estos aspectos de su intervención antes del día de la reunión, y cerciórese de que se presenten de tal forma que realcen la instrucción que se imparta.

Asambleas

Es posible que a hermanos con excelentes cualidades espirituales que sean oradores y maestros eficientes se les solicite con el tiempo que tomen parte en el programa de una asamblea. Las reuniones de este tipo constituyen verdaderos hitos en la educación teocrática. Para tales asignaciones quizá se facilite un discurso que será leído textualmente, un bosquejo, las instrucciones para la escenificación de un drama bíblico que tiene aplicación moderna o un párrafo con algunas directrices. Si se le concede este privilegio, estudie con detenimiento la información hasta apreciar por qué es valiosa.

El discurso leído debe exponerse con total fidelidad al texto escrito, sin cambiar la redacción ni reestructurarlo. El orador designado lo estudia para percibir con claridad cuáles son los puntos principales y cómo se explican. Practica la lectura en voz alta hasta que puede pronunciarlo con el énfasis, entusiasmo, afecto, sentimiento, sinceridad y convicción debidos. Además, procura que el volumen y la intensidad de la voz sean adecuados para un auditorio numeroso.

Si el discurso se basa en un bosquejo, el orador debe organizar la información ciñéndose a él. En vez de leer algunas de sus frases durante la intervención o redactar con él un discurso leído, ha de expresarse con naturalidad y sentimiento. Es importante que se ajuste al tiempo indicado a fin de presentar con claridad todos los puntos clave, valiéndose de las ideas y pasajes bíblicos que los apoyan. No debe permitir que, por incluir ideas adicionales de su preferencia, quede excluida alguna de las que figuran en el bosquejo. La Palabra de Dios, claro está, es el fundamento de nuestra enseñanza, y los ancianos cristianos tienen la responsabilidad de “predica[r] la palabra” (2 Tim. 4:1, 2). Por consiguiente, el conferenciante prestará especial atención a los pasajes bíblicos citados, utilizándolos para razonar y señalando su aplicación.

No postergue la preparación

¿Sirve en una congregación donde dispone de muchas ocasiones para pronunciar discursos? ¿Cómo puede cumplir bien con todas ellas? No preparándose a última hora.

Los discursos que realmente benefician a la congregación exigen reflexión previa. Por tanto, acostúmbrese a leer la información en cuanto se le notifique que ha de presentarla, pues así podrá pensar en ella mientras realiza otras actividades. En los días o semanas que precedan al discurso, tal vez oiga comentarios que le permitan dar una mejor aplicación, o quizá surjan situaciones que pongan de relieve lo oportuno del tema. Aunque leer y meditar tan pronto reciba la asignación le tomará tiempo, será tiempo bien invertido. Cuando por fin se siente a preparar la exposición de las ideas del bosquejo, cosechará las ventajas de haber pensado en ellas con suficiente antelación. Seguir este consejo reducirá considerablemente el nerviosismo y contribuirá a que la disertación sea práctica y llegue al corazón de los hermanos.

En la medida en que valoremos el don que se nos ha otorgado de participar en el programa educativo que Jehová brinda a su pueblo, honraremos a Dios y seremos una bendición para quienes lo aman (Isa. 54:13; Rom. 12:6-8).

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