33 JEHOIADÁ
Defendió al rey elegido por Jehová
JEHOIADÁ ya era muy mayor. Pero, aun así, no había perdido ni sus energías ni sus ganas de darle a Jehová lo mejor. Él servía como sumo sacerdote en el templo de Jerusalén. Así que tenía la responsabilidad de ayudar al pueblo a adorar a Dios. Ahora bien, en aquella época abundaba la maldad.
Gran parte de la culpa la tenía una mujer llamada Atalía. Ella era hija de Acab —el rey de Israel— y Jezabel, un matrimonio tan malvado que Jehová había dicho que todos sus descendientes morirían. Y, aunque Atalía se había casado con el rey de Judá, odiaba la adoración pura. Cuando su esposo murió, su hijo empezó a gobernar, pero Jehová se encargó de que fuera ejecutado. Entonces Atalía se apoderó del trono, ¡y eso que Jehová había decidido que los reyes debían ser varones y descendientes de David! Atalía no iba a permitir que ningún rival le quitara su puesto. Así que, como sus nietos eran herederos al trono, ordenó que los mataran a todos.
Un sumo sacerdote y su esposa se jugaron la vida para proteger a un bebé indefenso de la amenaza de una reina sanguinaria
Jehoiadá estaba casado con Jehoseba —también conocida como Jehosabeat—, una joven valiente de la familia real de Judá. Ni ella ni su esposo se iban a quedar de brazos cruzados viendo cómo se exterminaba el linaje real de David. Y es que Jehová había prometido que un descendiente de David reinaría para siempre (2 Sam. 7:12, 13). Así que Jehoseba decidió proteger a uno de esos herederos, Jehoás, un bebé que tenía menos de un añito. Se armó de valor, lo sacó a escondidas del palacio real y los llevó tanto a él como a su nodriza adonde estaba su esposo, el sumo sacerdote. Luego Jehoiadá y Jehoseba pusieron a salvo a este bebé tan especial y lo escondieron en una habitación en el templo.
Durante seis años, Jehoiadá se encargó de esconder y proteger a Jehoás en la casa de Dios. Seguro que esa fue una época muy angustiosa para ellos. Piénselo: ¿qué les habría hecho Atalía si los hubiera descubierto? Pues bien, después de esos seis años, Jehoiadá tomó otra decisión muy valiente. Reunió a cinco jefes militares leales a Jehová y les contó el gran secreto: ¡todavía quedaba vivo un heredero legítimo del trono de David! Luego les ordenó que colocaran a 500 soldados en ciertos puntos estratégicos del templo y sus alrededores. Los soldados tomaron armas y escudos del templo y rodearon al pequeño Jehoás para protegerlo. Entonces, comenzó la ceremonia de coronación. Todo el mundo empezó a gritar de alegría y a aplaudir. Al escuchar todo eso, Atalía llegó corriendo al templo.
Una vez allí, se abrió paso hasta el patio y rápidamente se dio cuenta de lo que estaba pasando. En un intento desesperado por detener la coronación, gritó “¡Conspiración! ¡Conspiración!”, aunque en realidad la única conspiradora que había allí era ella. Si esperaba que alguien la apoyara, estaba muy equivocada. Jehoiadá no lo pensó dos veces y les ordenó a los jefes militares que la sacaran del templo. Ellos obedecieron y, cuando salieron del lugar sagrado, la ejecutaron. Jehová había profetizado: “Todos los de la casa de Acab morirán” (2 Rey. 9:8). Y es probable que Atalía fuera la última persona de aquella familia malvada en ser ejecutada.
Jehoiadá no se detuvo tras esta victoria. Hizo que el rey y el pueblo se comprometieran a ser leales a Jehová. Luego ordenó que derribaran el templo de Baal y ejecutaran a su sacerdote. A partir de ese momento, Jehoiadá se esforzó por ayudar a Jehoás a ser un rey bueno y fiel a Jehová. Y, hasta el día de su muerte, este sumo sacerdote siguió siendo una buena influencia para Jehoás. Murió a los 130 años y tuvo el honor de que lo enterraran junto a los reyes que habían gobernado en Jerusalén, un privilegio poco común para un sumo sacerdote.
Por desgracia, tras la muerte de Jehoiadá, Jehoás se dejó corromper por los príncipes de Judá y empezó a promover la adoración falsa. Los profetas de Jehová trataron de corregirlo, pero él no les hizo caso. Uno de esos hombres fue Zacarías, hijo del propio Jehoiadá. Él le preguntó al pueblo: “¿Por qué desobedecen los mandamientos de Jehová?”. ¿Y cómo reaccionó Jehoás? Ordenó que lo asesinaran. Aun así, Zacarías —igual que su padre— siguió siendo valiente hasta el último momento de su vida. Cientos de años después, Jesús destacó el buen ejemplo de Zacarías. Así que Jesús, al igual que su Padre, jamás se olvida de los hombres y mujeres leales que actúan con valor.
Lea el relato bíblico
¿Qué diría?
¿De qué maneras demostró valor Jehoiadá?
Investigue un poco más
1. Según algunos eruditos, ¿quiénes formaban “la guardia caria” que colaboró con Jehoiadá en destronar a Atalía? (2 Rey. 11:4, 19; it “Guardia de corps caria”).
2. ¿Qué era probablemente “el Testimonio”, y por qué Jehoiadá lo puso sobre Jehoás? (2 Rey. 11:12, nota; w91 1/2 31 párrs. 5, 6). A
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3. ¿Por qué ordenó Jehoás que se reparara la casa de Jehová? (2 Crón. 24:4-7, 11-14; it “Jehoás” núm. 1 párr. 5).
4. Si Zacarías era hijo de Jehoiadá, ¿por qué Jesús lo llamó “hijo de Baraquías”? (Nota de estudio “hijo de Baraquías” de Mat. 23:35, nwtsty).
Piense en las lecciones
Probablemente Jehoiadá tenía más de 100 años cuando escondió a Jehoás. ¿Cómo puede el ejemplo de este siervo de Dios animar a los hermanos mayores? (Sal. 92:12, 14). B
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A Jehoás le fue bien mientras escuchó a Jehoiadá. ¿Qué pueden aprender de esto los jóvenes?
¿De qué maneras puede usted copiar el ejemplo de valor de Jehoiadá?
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¿Qué me enseña este relato sobre Jehová?
¿Cómo se relaciona este relato con el propósito de Jehová y el tema principal de la Biblia?
¿Qué me gustaría preguntarle a Jehoiadá cuando resucite?
Para saber más
¿Qué les enseña a los niños el ejemplo de Jehoás sobre la importancia de elegir con cuidado a sus amigos?
“Las malas amistades de Jehoás lo llevaron a abandonar a Jehová” (w09 1/4 24, 25)
¿Qué podemos aprender del ejemplo de Jehoiadá sobre el uso de los fondos que se donan para promover la adoración pura?
“Contribuciones que alegran el corazón de Dios” (w05 1/11 26, 27)