47 MARÍA, LA HERMANA DE LÁZARO
“Hizo lo que pudo”
MARÍA no podía estar más agradecida con Jesús. ¡Él había hecho tantas cosas buenas por ella y sus hermanos, Marta y Lázaro! Cuando Jesús iba a Betania, tenía la costumbre de quedarse en su casa y de enseñarles muchas cosas sobre él y su Padre. Tenía una amistad muy especial con ellos. De hecho, cuando el querido hermano de María murió, Jesús lo resucitó.
María quería hacer algo extraordinario por Jesús. Estaba tan agradecida con él que quiso corresponderle con algo muy valioso. Pues bien, ella tenía “una libra de un aceite perfumado muy caro, de nardo puro”, dentro de un frasco de alabastro. En aquel tiempo, puede que para comprar ese frasquito se necesitara el salario de casi todo un año. La Biblia no explica ni cuándo ni cómo lo consiguió María, pero es posible que este pequeño tesoro fuera lo más costoso que tenía.
Con mucho cariño, le ofreció a Jesús algo muy costoso, pero ese gesto le salió muy caro
Un día, mientras Jesús estaba en Betania comiendo en una casa, María vio una oportunidad ideal de hacer lo que había pensado. Se acercó a Jesús, rompió el frasquito y con mucha delicadeza derramó este valioso perfume sobre su cabeza y sus pies. Cuando vio que el aceite goteaba, se quitó el velo que le cubría la cabeza y con su cabello le secó los pies. Algunos judíos de aquella época quizás pensaran que era inapropiado que una mujer se descubriera la cabeza en público. Pero lo único que le preocupaba a María en ese momento era darle a su Señor la honra que merecía.
Este aroma tan agradable pronto inundó toda la casa, pero no a todos les agradó. Judas Iscariote estaba muy indignado y, al parecer, hizo que otros apóstoles también se molestaran. Judas protestó: “¿Por qué no se vendió este aceite perfumado por 300 denarios y se dio ese dinero a los pobres?”. Póngase en el lugar de María. ¿Cómo cree que se habrá sentido? Detrás de este gesto, había mucho amor; ella había puesto todo su corazón. Y ahora estos hombres tan respetados, los mismísimos apóstoles de Jesús, la criticaban con dureza. ¡Qué humillada debió sentirse! Menos mal que Jesús salió en su defensa.
Ordenó: “Déjenla tranquila”. Seguro que en ese momento se hizo un silencio. Entonces añadió: “Ha hecho algo muy bueno por mí”. Así les dejó claro que María solo quería demostrarle cuánto lo quería. Aunque ella no sabía que él estaba a punto de morir, Jesús explicó que, en cierto sentido, con ese aceite lo estaba preparando para su entierro. Jesús lo resumió todo en cinco palabras llenas de significado: “Ella hizo lo que pudo”. Y por último dijo: “Les aseguro que, en todo el mundo, en cualquier lugar donde se prediquen las buenas noticias, también se contará lo que hizo esta mujer, y así será recordada”. Jesús vio la valentía, el amor y la generosidad de María. Lo único que merecía era que la elogiaran, no que la criticaran.
Después de esto, nadie se atrevió a decir nada más. Entonces Judas se fue; estaba decidido a traicionar a su Maestro. ¡Pero qué efecto tan distinto tuvieron las palabras de Jesús en María! Tan solo unos días después, entendió por completo lo que significaban aquellas palabras de Jesús. Y es que juzgaron injustamente a su Señor, luego lo ejecutaron y al final lo enterraron, tal como él mismo había predicho. No podemos ni imaginar cuánto sufrió María, que era tan buena y compasiva. En aquellos momentos angustiosos, seguro que recordar las palabras cariñosas de Jesús fue como un cálido abrazo de alguien que quería consolarla.
Al tercer día de que Jesús murió, sucedió algo especial y maravilloso: ¡tuvo lugar su resurrección! Al poco tiempo, se apareció ante un grupo de más de 500 discípulos. Parece que esa fue la ocasión en la que les encargó a sus seguidores que predicaran las buenas noticias a “gente de todas las naciones” (Mat. 28:19, 20). Jesús había dicho que, dondequiera que se predicaran “las buenas noticias”, también se contaría lo que María hizo; se hablaría de su amor y humildad. Sin duda, María nunca se arrepintió de haber tenido el valor de darle a su Señor lo mejor que tenía. Y seguro que recordó hasta el último día de su vida que Jesús la elogió por su fe y valor cuando dijo: “Ella hizo lo que pudo”.
Lea el relato bíblico
¿Qué diría?
¿De qué maneras demostró valor María, la hermana de Lázaro?
Investigue un poco más
1. Por lo que dice la Biblia de María y de su hermana Marta, ¿qué sabemos sobre la personalidad de ellas? (Luc. 10:39, 40; Juan 11:20; ia 173 párrs. 5, 6; 176 párr. 17). A
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2. ¿En qué sentido era Jesús diferente a otros maestros de su época? (w99 1/9 30 párrs. 1-4).
3. ¿Por qué era tan caro el aceite que María derramó en la cabeza de Jesús? (Nota de estudio “aceite perfumado muy caro” de Mat. 26:7, nwtsty). B
Indian nard: © Haijie Lu, licensed under CC BY-NC 4.0. Source; dried jatamansi: wasanajai/stock.adobe.com; alabaster jar: © The Trustees of the British Museum. Licensed under CC BY-NC-SA 4.0. Source
Imagen B: Flor y raíces de la planta Nardostachys jatamansi, de donde provenía probablemente el aceite que María derramó sobre Jesús. Al lado, frasco de alabastro que se usaba para perfumes.
4. ¿Por qué llama la atención que María derramara aceite tanto en la cabeza como en los pies de Jesús? (w10 1/11 6 párr. 4, nota).
Piense en las lecciones
Jesús dijo que “María eligió la mejor parte” porque puso las cosas espirituales en primer lugar (Luc. 10:42). ¿Cómo podemos imitarla? C
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Jesús felicitó a María porque “ella hizo lo que pudo”. ¿Qué nos enseña esto sobre lo que Jehová espera y valora de cada uno de nosotros? (Mar. 12:29, 30; 14:8).
¿De qué maneras puede usted copiar el ejemplo de valor de María?
Vea el cuadro completo
¿Qué me enseña este relato sobre Jehová?
¿Cómo se relaciona este relato con el propósito de Jehová y el tema principal de la Biblia?
¿Cómo se siente al pensar en la posibilidad de que María haya sido elegida para gobernar con Cristo en el cielo, y por qué?
Para saber más
A la hora de elegir amigos, ¿qué pueden aprender los niños del ejemplo de María, Marta y Jesús?
Jesús valoraba todos los gestos de generosidad, fueran cosas caras, como el aceite de María, o de poco valor, como las dos moneditas de la viuda. ¿Qué nos enseña esto?