Nunca estamos solos (2 Rey. 6:16)
1 Un publicador solitario en una aldea remota: Mientras vivía en una ciudad lejos de su hogar en Kenia, David comenzó a estudiar la Biblia con los testigos de Jehová. No obstante, al poco tiempo tuvo que volver a su aldea, Lokichar, ubicada en una zona remota del noroeste de Kenia. La congregación más cercana estaba a unos 165 kilómetros (100 millas), en la ciudad de Lodwar. Durante los siguientes cuatro años, David casi no tuvo contacto con los Testigos, pero les predicó a sus vecinos y parientes, explicándoles lo que había aprendido en el breve tiempo que estudió la Biblia. Algunos aceptaron el mensaje, así que en poco tiempo dirigía varios estudios bíblicos. En 2007 se puso en contacto con los hermanos de Lodwar y retomó su propio estudio, para lo cual viajaba hasta la ciudad dos veces al mes en mototaxi y microbús.
2 Al tener más conocimiento, también aumentó su entusiasmo por el ministerio. Aunque todavía no se había bautizado, construyó cerca de su hogar un “Salón del Reino” temporal, de paredes de adobe y techo de paja, donde celebraba reuniones a las que asistían las personas interesadas. Sin embargo, no todos estaban contentos con su predicación, y durante dos años sufrió maltrato físico y verbal. En cierta ocasión, unos aldeanos lo golpearon hasta dejarlo inconsciente, acusándolo de introducir la “adoración del demonio” en la comunidad. Ahora bien, cuando David pidió ayuda a un funcionario del gobierno, la violencia cesó y pudo seguir predicando. Según explicó: “La verdad es mi vida. Ningún tipo de oposición va a detenerme”.
3 En 2009, David se bautizó y ahora es siervo ministerial y precursor regular. Él y su hijo de 15 años son los únicos publicadores de la zona, pero en abril de 2012, unos sesenta aldeanos asistieron a la Conmemoración de la muerte de Cristo, que se celebró en el salón temporal que está cerca de la casa de David.