Nota
c Para recibir privilegios en la congregación cristiana, el hombre no debe ser “golpeador”, es decir, no debe maltratar a otros ni física ni verbalmente. Por eso, La Atalaya del 1 de septiembre de 1990 declaró en la pág. 25: “El hombre casado que se comporta de manera piadosa en otros lugares pero es un tirano en el hogar no está capacitado para servir” (1 Timoteo 3:2-5, 12).