Sábado 1 de noviembre
Has hecho que de la boca de los pequeños y de los niños de pecho salga alabanza (Mat. 21:16).
Si usted tiene niños pequeños, ayúdelos a preparar comentarios adecuados para su edad. En algunas reuniones, se analizan temas delicados, como problemas en el matrimonio o asuntos morales. Con todo, puede que haya uno o dos párrafos en los que los niños puedan comentar. También puede ayudar a sus hijos a comprender por qué no van a poder comentar cada vez que levanten la mano. Si les explica esto a sus hijos, no se pondrán tristes cuando les den el comentario a otros y no a ellos (1 Tim. 6:18). Todos podemos preparar buenos comentarios que honren a Jehová y animen a nuestros hermanos (Prov. 25:11). Aunque a veces podemos comentar brevemente alguna experiencia personal, no debemos hablar demasiado de nosotros mismos (Prov. 27:2; 2 Cor. 10:18). Más bien, debemos centrarnos en Jehová, su Palabra y su pueblo en conjunto (Apoc. 4:11). w23.04 18:17, 18
Domingo 2 de noviembre
No nos durmamos como hacen los demás. Quedémonos despiertos y mantengamos nuestro buen juicio (1 Tes. 5:6).
Para estar despiertos y mantener el buen juicio, nos hace falta amor (Mat. 22:37-39). Por ejemplo, el amor a Dios nos ayuda a seguir predicando aunque surjan dificultades por hacerlo (2 Tim. 1:7, 8). Como también amamos a las personas que no comparten nuestras creencias, hacemos todo lo posible para darles a conocer nuestro mensaje, incluso por teléfono o por carta. No las damos por perdidas. Antes bien, esperamos que cambien algún día y comiencen a hacer lo que es correcto (Ezeq. 18:27, 28). También amamos a nuestros hermanos y lo demostramos animándonos y edificándonos unos a otros (1 Tes. 5:11). Somos como soldados que luchan juntos y se apoyan unos a otros. Nunca les haríamos daño a nuestros hermanos a sabiendas ni les devolveríamos mal por mal (1 Tes. 5:13, 15). Otra manera de demostrar que amamos a los hermanos es respetando a quienes dirigen la congregación (1 Tes. 5:12). w23.06 26:6, 10, 11
Lunes 3 de noviembre
Cuando Jehová dice algo, ¿acaso no lo hace? (Núm. 23:19).
Una manera de fortalecer nuestra fe es meditando en el rescate. El rescate nos garantiza que las promesas de Dios se cumplirán. Es importante que dediquemos tiempo a meditar en todo lo que implicó el rescate y en por qué lo dio Jehová. Así, crecerá nuestra confianza en que Jehová traerá un mundo mejor y en el que podremos vivir para siempre. ¿Por qué lo decimos? Pensemos en todo lo que implicó el rescate. Jehová estuvo dispuesto a enviar desde el cielo a su querido Hijo primogénito, su mejor amigo, para que naciera en la Tierra como hombre perfecto. Cuando Jesús estuvo aquí, tuvo que sufrir, pasar por muchas situaciones difíciles y morir de una forma terrible. Sin duda, Jehová pagó un precio muy alto. Él, que es tan cariñoso, nunca hubiese dejado que su Hijo pasara por todo ese sufrimiento solo para darnos una vida mejor pero fugaz (Juan 3:16; 1 Ped. 1:18, 19). Como Jehová pagó un precio tan alto, se asegurará de que podamos vivir para siempre en el nuevo mundo. w23.04 19:8, 9